12.4. El sexenio democrático (1868-1874): Intentos democratizadores. La revolución. El reinado de Amadeo I. La Primera República.

Entre 1868 y 1874 se da en España un movimiento revolucionario que provoca la caída de la monarquía de Isabel II, la sucesión de un gobierno provisional, una monarquía parlamentaria, una república federal y luego unitaria, y finaliza con la restauración de la monarquía borbónica en la persona del hijo de la reina destronada, Alfonso XII. El Sexenio
Revolucionario supone una etapa clave en la que se inician una serie de experiencias de amplia repercusión posterior: el sufragio universal masculino y el comienzo del movimiento obrero.

En los últimos años del reinado de Isabel II se fue gestando un progresivo malestar social provocado por la negativa situación económica y financiera, por crisis de subsistencia, como también por la política represiva y de limitación de libertades llevada a cabo por los gobiernos de la Uníón Liberal. Principales acontecimientos fueron los hechos revolucionarios acaecidos en la noche de San Daniel, el 10 de Abril de 1865, cuando un grupo de estudiantes se manifestó en las calles como protesta a la expulsión de Emilio Castelar de su cátedra; y la sublevación de parte de la guarnición de Madrid en el Cuartel de San Gil, en Junio de 1866. En este contexto, Isabel volvíó a llamar a Narváez para formar gobierno, y éste actuó con mano dura y represiva. Ante esta situación, todos los sectores de la oposición se fueron poniendo de acuerdo, firmando el Pacto de Ostende (Agosto de 1866), por el que se comprometieron a derribar la monarquía de Isabel II y formar un Gobierno Provisional dirigido por Prim que convocaría Cortes Constituyentes. La Uníón Liberal y los republicanos se unirían poco después al pacto.

Para llevar a cabo el desarrollo del tema analizamos las consecuencias de larevolución de Septiembre del 68, conocida como la Gloriosa o la Septembrina que acabó con el reinado de Isabel II y que se iniciaba con el grito de “VIVA ESPAÑA CON HONRA“, para continuar con el reinado de Amadeo de Saboyá y la posterior proclamación de la I República que, inmersa en profundas diferencias, tendrá una corta existencia. Al concluir esta etapa con la intervención del capitán general Pavía, el general Serrano organizó el gobierno hasta la proclamación de Martínez Campos a favor de Alfonso XII.

El pronunciamiento militar tuvo lugar en la bahía de Cádiz, al frente el almirante Topete, con Prim y Serrano como dirigentes. Desde Cádiz tomó fuerza y se generalizó, derrotando al ejército gubernamental en la batalla de Alcolea. El gobierno entregó el poder a los conspiradores. Isabel II se refugió en Francia, la monarquía había caído. Se convocaron elecciones mediante sufragio universal y la Junta de Madrid confió a Serrano la formación de un gobierno provisional. Este gobierno logró la autodisolución de las Juntas y comenzó a poner en marcha el programa revolucionario: reforma fiscal, creación de la peseta, nueva legislación minera, introducción del librecambismo, expulsión de los jesuitas, extinción de conventos… Paralelamente se iniciaba una transformación de la vida política: se implantó el sufragio universal masculino y se celebraron elecciones a Cortes Constituyentes, encargadas de la elaboración de la Constitución de 1869 bajo la fórmula de monarquía democrática. En ella se recogía la división de poderes (el rey perdía poder frente a las Cortes), la libertad de cultos, la soberanía nacional, el sistema bicameral, etc. 

Una vez proclamada la Constitución, se establecíó un periodo de regencia temporal que recayó sobre Serrano, pero la responsabilidad política era de Prim. Ahora la cuestión más imperante era encontrar un nuevo monarca que se identificase con la Constitución de 1869: debía ser un liberal católico, lo que excluía a cualquier candidato de la rama carlista. Aunque se contó con varios candidatos, finalmente se optó por Amadeo I de Saboyá, que había sido el candidato de Prim y de los progresistas. En 1870 se produjo en las Cortes la elección del nuevo rey, pero Amadeo no fue apoyado por todos los diputados. De este modo se inició su reinado, con un apoyo político insuficiente.

La monarquía de Amadeo I (1871-1873) parecía la oportunidad ideal para tranquilizar la situación política. Amadeo llegó a España e inmediatamente fue a velar el cadáver de Prim, teniendo una fría acogida por parte del pueblo español. A pesar de que tenía voluntad de convertirse en un buen monarca constitucional y demócrata, las dificultades y oposiciones fueron muchas. Por otra parte, la inestabilidad de los gobiernos era patente: los progresistas se dividieron en constitucionalistas de Sagasta y radicales de Ruiz Zorrilla. Aesto hay que añadir un conjunto de fuerzas políticas y sociales que se oponen frontalmente a la monarquía de Amadeo I: el clero, enfrentado con el Estado por la cuestión de la libertad de cultos; la nobleza y la aristocracia latifundista, descontentos por estar alejados del poder político; y la burguésía, descontenta por las medidas librecambistas. Además, mostraron su oposición abierta al régimen  los carlistas, que iniciaron su guerra particular en País Vasco y Cataluña; y los republicanos, que a pesar de estar divididos en distintas tendencias, protagonizaban sublevaciones revolucionarias. A los dos conflictos anteriores se une la sublevación de Cuba y las reivindicaciones cada vez mayores y con más fuerza del movimiento obrero y los sindicatos. Este clima de Guerra Civil terminó por descorazonar al rey Amadeo I, que en Febrero de 1873 anunció su decisión de abdicar: en los dos escasos años de monarquía, las luchas civiles no habían cesado y lo peor era que los enemigos eran los propios españoles enfrentados entre sí.

El mismo día en que Amadeo I abdicó, el Congreso y el Senado se reunieron en una Asamblea Nacional y, aunque la Constitución lo prohibía, proclamaron la República por amplísima mayoría eligiendo como presidente a Estanislao Figueras. La I República española era de tipo federal y se fundó sobre las bases de la Constitución de 1869. La inestabilidad de la nueva forma de gobierno fue patente desde sus inicios: fue proclamada por unas Cortes en las que el republicanismo estaba en minoría; llegó inesperadamente, impidiendo que los candidatos a presidente pudieran preparar un auténtico programa de gobierno. Se encontró, asimismo con las divisiones ideológicas y políticas en el interior del republicanismo; la agitación social, la insurrección carlista y la rebelión cantonal; la hostilidad de las fuerzas conservadoras como la nobleza, los militares, la burguésía; etc.

La experiencia republicana desembocó en una quiebra de la autoridad del Estado y un caos prácticamente total. A todo esto hay que añadir la elaboración de un proyecto constitucional federal en 1873. El texto, que fue preparado por Castelar, no llegó a aprobarse. El proyecto constitucional de 1873 era de voluntad descentralizadora: la nacíón española quedaría dividida en 17 estados; a la división de poderes tradicionales se añadía el del Presidente de la República; el poder legislativo recaía en las Cortes formadas por Congreso y Senado; los derechos individuales quedaban bien detallados; y se establecía la separación Iglesia-Estado. 

En Febrero de 1873, Estanislao Figuerasasumía la presidencia de la República (de Febrero a Junio de 1873). Aunque llevó a cabo algunas primeras medidas, entre las que se encuentra suprimir los impuestos sobre consumo, fueron insuficientes y las juntas revolucionarias ocuparon los ayuntamientos de las ciudades. Durante su gobierno estalló el movimiento cantonal, que fue la respuesta local y violenta de los republicanos federales que trataban de llevar a la práctica sus ideales políticos ante la lentitud de la puesta en marcha del proceso. Todo esto provocó la dimisión de Figueras. Le sucedíó Pi y Margall que estuvo poco más de un mes en el poder. Durante su gobierno se proclamó el cantón de Cartagena que se establecíó con la forma de una República Independiente. Pi y Margall no consiguió reconducir la situación; al contrario, se agravó y el movimiento cantonal surgíó por todas partes. El tercer presidente de la República fue Nícolás Salmerónqueintentó hacer un gobierno fuerte y se apoyó, para ello, en los generales que podían restablecer el orden público y les ordenó suprimir el movimiento cantonal. Dimitíó en Septiembre al negarse a firmar una sentencia de muerte. En el cargo le sucederá Emilio Castelar, que actuó con mano dura y presidíó una República conservadora, rompiendo toda vinculación con el federalismo. En este ambiente enrarecido Castelar fue derrotado en Enero de 1874 en el Congreso por votación.

Mientras tanto, los militares estaban conspirando abiertamente. El general Pavía, al conocer la derrota de Castelar, se presentó en el Congreso y disolvíó las Cortes. El general más prestigioso del momento, Serrano, asumíó la jefatura del gobierno. Desde el poder, Serrano siguió una política de orden y consiguió acabar con los cantones, gracias a los ejércitos de los generales Martínez Campos y Pavía. A pesar de todo, la situación financiera del país era pésima.

Conclusión Como conclusión cabe decir que en los años del Sexenio Revolucionario, se sucedieron formas de gobierno muy distintas y se carecía de unidad política. El país entero estaba enfrentado luchando por alcanzar el poder e imponer uno u otro régimen. En este contexto de crisis, las fuerzas políticas de derechas se estaban acercando a la monarquía como el único modelo político estable que podría poner fin al conflicto carlista, al problema cubano, al movimiento obrero y a la agitación campesina. El Manifiesto de Sandhurst, escrito por Cánovas del Castillo y refrendado por el futuro Alfonso XII favorecíó la vuelta de la monarquía borbónica. El 29 de Diciembre de 1874, aunque Cánovas deseaba una restauración de la monarquía sin la intervención del ejército, el general Martínez Campos se pronunció en Sagunto y proclamó rey de España a Alfonso XII, hijo de la destronada Isabel II. De este modo concluyó el Sexenio, restaurando la misma monarquía que se había obligado a abdicar al inicio del periodo.