4. Los reinos cristianos en la Edad Media

TEMA 4. LA PENÍNSULA IBÉRICA EN LA Edad Media: LOS REINOS

CRISTIANOS

4.1. Los primeros núcleos de resistencia en la Península Ibérica en la Edad Media:


los 
reinos cristianos. 
El dominio de los musulmanes del reino visigodo no fue completo. Tras la rápida conquista musulmana
de la mayor parte de la Península, en las montañas del Norte y en el pie de monte pirenaico se
comenzaron a organizar núcleos de resistencia cristianos. Estas zonas estaban poco romanizadas.
Asturias fue el primer reino que surgíó. Pelayo organizó una revuelta, en la que derrotó a los musulmanes
cerca de Covadonga (722). Alfonso I logró alcanzar el Duero, incorporando a sus habitantes a Asturias.
Alfonso II establecíó la capital del reino en Oviedo, y se declaró continuador del reino visigótico. La
Iglesia se independizó de la Iglesia de Toledo. Es en esta época cuando se descubre el sepulcro del apóstol
Santiago. 
Por motivos defensivos, el emperador Carlomagno ocupó un territorio en la falda de los Pirineos
conocido como Marca Hispánica. Al frente de los territorios que la formaban, nombró a condes. La
familia Arista, en Navarra, acabó pronto con la influencia carolingia. El reino navarro alcanzó su mayor
apogeo con Sancho III el Mayor. También Aragón se negó pronto a mantener la tutela de los francos. En
Cataluña, los condados (bajo la hegemonía de Barcelona) fueron independizándose poco a poco del reino
Franco, hasta que Borrel II logró en 988 la emancipación definitiva.

4.2. Principales etapas de la reconquista


El controvertido término Reconquista designa el periodo histórico comprendido entre el año 722 (batalla
de Covadonga) hasta 1492, año de la conquista de Granada por los Reyes Católicos. En sus avances, los
cristianos aprovecharon los momentos de debilidad de los andalusíes. En este largo periodo de tiempo
(casi ocho siglos) podemos distinguir varias fases:
a) Formación de los primeros núcleos de resistencia (Asturias, Navarra, Aragón y Cataluña) y primeros
avances (siglos VIII al X), que fueron tímidos. La primera expansión importante fue la conquista de la
Tierra de Nadie por Alfonso I. El establecimiento de León como capital del reino asturleonés consolidó
los avances. Destaca además la creación del condado de Castilla para proteger el flanco oriental del reino
asturleonés.
b) Segunda etapa (Siglo XI hasta la primera mitad del XII). Sancho III logró la máxima extensión del
reino de Navarra. El final del Califato cordobés y la debilidad de los primeros reinos de taifas favorecíó la
conquista de Toledo en 1085 para Castilla-León. Fundamental para Aragón fue la conquista de Zaragoza
por Alfonso I El Batallador en 1118. Ramón Berenguer IV conquistó Tortosa y Lérida para Cataluña,
mientras que en 1147 Portugal ocupó Lisboa.
c) En la tercera etapa, y tras la victoria cristiana de Las Navas de Tolosa (1212), se iniciaron las grandes
conquistas de Fernando III el Santo en Andalucía para Castilla (conquista de Córdoba, Jaén y Sevilla), y
de Valencia y Baleares por Jaime I el Conquistador para la Corona de Aragón.
d) Por último (reducida Al-Ándalus al reino nazarí de Granada, que mantuvo su independencia dos siglos
mediante el pago de parias) los Reyes Católicos completaron la Reconquista en Enero de 1492.

4.3. Las formas de ocupación del territorio y su influencia en la estructura de la

Propiedad. Modelos de repoblación y organización social


Tras la conquista de una tierra, tiene lugar el proceso de repoblación:
Su ocupación efectiva, y explotación
económica. Durante la Reconquista, hubo diferentes modelos de repoblación:
Presura: en zonas del valle del Duero, Galicia y del piedemonte pirenaico; los campesinos ocupaban
libremente la tierra, y su posesión era posteriormente reconocida por el rey.
Fue el origen, en muchos
casos, de minifundios.
Repoblación concejil: en zonas del valle del Ebro y el Tajo; los reyes otorgan cartas pueblas, que
concedían libertades y privilegios para atraer a la población a una zona peligrosa de frontera.
Repoblación de las Órdenes Militares, en zonas de escasa población conquistadas por estas
organizaciones, cuya consecuencia fue la creación de grandes latifundios. Levantarán numerosos castillos
y establecerán extensos dominios señoriales
Donadíos: grandes extensiones territoriales repartidas por el rey entre la Nobleza, la Iglesia y las Órdenes
Militares, propias de zonas del Valle del Guadalquivir y Levante. Las tierras del valle del Guadalquivir
fueron repartidas entre las nobleza, laica y eclesiástica, que recibieron extensos latifundios.
La sociedad estaba organizada en tres estamentos: nobleza (los que luchan), clero (los que rezan) y
campesinos (los que trabajan). Los dos primeros eran los estamentos privilegiados. El desarrollo urbano
propiciará la aparición de un nuevo grupo social: la burguésía. También había minorías étnicas y
religiosas (judíos y mudéjares).

4.4. Diversidad cultural: Cristianos, musulmanes y judíos


 
Durante la Edad Media tuvo lugar la coexistencia y la fusión entre las tres culturas y religiones presentes
en la Península: la cristiana, la musulmana y la judía. Los mudéjares eran musulmanes que permanecieron
en territorio conquistado por los cristianos. Los mozárabes, cristianos que vivían en Al-Ándalus. 
El Camino de Santiago fue una vía de intercambio cultural, artístico y económico con la Europa cristiana.
También desde Al-Ándalus se exportó a Europa el pensamiento de filósofos como Averroes, tan
influyente en la cristiandad medieval. En la difusión de la cultura en la Península, tuvieron un papel
fundamental dos órdenes religiosas procedentes de Francia: la benedictina y la cisterciense. En el siglo
XIII aparecieron las Universidades, destacando las de Salamanca y Valladolid. También surge el
castellano, y el resto de lenguas romances peninsulares.
El puente cultural entre mundo islámico y la cristiandad fue la prestigiosa Escuela de Traductores de
Toledo que alcanzó su apogeo con Alfonso X el Sabio (s. XIII). Allí colaboraron cristianos, musulmanes y
judíos que traducían del árabe al latín y luego al castellano. La Escuela fue muy importante en la difusión
en la Península y Europa de las obras científicas, filosóficas y literarias de griegos, romanos y orientales.
Contemporáneo de Alfonso X fue el mallorquín Ramón Llull.