Concepto antropológico de Marx

Definimos materialismo histórico como la explicación marxista de la historia, de la cual realiza una interpretación dialéctica. A través de este concepto, Marx lleva a cabo una crítica de todos los materialismos anteriores y contrapone el materialismo tradicional al idealismo en cuanto al modo de concebir el objeto y la relación cognoscitiva entre sujeto y objeto. Dicho materialismo concibe el objeto como una realidad en sí, exterior al sujeto y a su actividad, teniendo el sujeto una actitud pasiva ante él, de mera contemplación. Será precisamente mérito del Idealismo alemán el desenvolver el lado activo de la relación entre sujeto y objeto, viendo en el objeto un producto de la actividad del sujeto. Este objeto para Marx no es solo producto de la actividad de nuestros sentidos sino que es un objeto humanizado, mediatizado por la relación del ser humano con el mundo, del mismo modo que la praxis productiva o trabajo supone una mediación ontológica del hombre con la naturaleza. La categoría de praxis que es central en el pensamiento de Marx significa en general una actividad transformadora propia del ser humano y tiene una triple acepción:
La praxis productiva hace referencia a un trabajo o actividad productiva material, la praxis revolucionaria a la transformación de la sociedad y de la historia por medio de la revolución y la praxis cognoscitiva a la actividad epistemológica del sujeto que transforma el mundo objetivo.

Como ya dijimos, la concepción materialista de Marx de la historia recibe el nombre de materialismo histórico; por lo tanto, el término materia tiene en Marx un sentido económico y no metafísico. Marx, en colaboración con Engels hizo un primer esbozo de esta teoría partiendo de la crítica a la filosofía idealista de Hegel que consideraba que las ideas dirigían el mundo y que la vida espiritual era el aspecto más importante de la historia. En oposición a estas afirmaciones, Marx considera que es la producción material lo que dirige el mundo y que, en consecuencia lo más importante de la historia es la vida material; lo que los seres humanos producen y cómo lo producen. Pero la formulación más precisa sobre el materialismo histórico la llevará a cabo Marx en el famoso prólogo a la contribución a la crítica de la economía política, en el que no solo defiende que la historia humana es la sucesión dialéctica de los distintos modos de producción (asíático, antiguo, feudal y capitalista) sino también que un modo de producción es una totalidad orgánica que comprende dos partes: la infraestructura y la superestructura.

La infraestructura se refiere a las fuerzas productivas, es decir, a los medios de producción y a los productores; mientras que la superestructura hace referencia a la estructura jurídico-política y a la estructura ideológica, es decir, a la relación entre los propietarios y los productores directos.

La tesis básica del materialismo histórico afirma que en cada época la infraestructura determina o condiciona la superestructura y que el factor determinante de la evolución y del cambio histórico es la contradicción dialéctica entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción; es decir, como consecuencia de esto se produce una revolución social que dará paso a la llamada lucha de clases, la cual Marx define en El manifiesto comunista como el motor de la historia. Las clases en sentido marxista corresponden a grupos sociales antagónicos que se definen en función del lugar que ocupan en el proceso de producción, así distinguimos dos clases antagónicas: explotadores y explotados.

En cuanto a la estructura jurídico-política, es decir, el primer nivel de la superestructura, se refiere al conjunto de normas que regulan el funcionamiento de la sociedad, siendo el elemento más importante el estado, definido por Marx como la expresión de los antagonismos entre las clases. Sin embargo, el nivel ideológico de la superestructura está constituido por las ideas, representaciones y comportamientos sociales. El término ideología es empleado por Marx en un sentido positivo, el que se refiere a las formas de conciencia de la superestructura; y en un sentido peyorativo, definida como una alienación de la conciencia.

Marx, además de formular una teoría científica sobre la evolución de los modos de producción (materialismo histórico) hizo también un análisis científico del modo de producción burgués por ser el que más le interesa para fundamentar la revolución. Este aspecto de su filosofía se recoge en su obra El capital, en la que realiza una crítica a la economía política y al propio sistema capitalista como sistema de explotación. Ambas críticas están orientadas al fin último de la revolución proletaria y el comunismo. Lo que pretende Marx con esta investigación es descubrir, por debajo de las meras apariencias, las leyes objetivas que rigen el funcionamiento del sistema.

Así, en primer lugar, Marx realiza un análisis de la mercancía.
En esta primera teoría Marx define la mercancía como todo producto intercambiable por otro en el mercado y transferido a otra persona a quien sirve como valor de uso para satisfacer una necesidad. Distinguirá además en toda mercancía un doble carácter: Por un lado el valor de uso (cualitativo)
es la utilidad específica que tiene un producto de satisfacer determinada necesidad a través del consumo, y por otro lado el valor de cambio (cuantitativo)
es una relación de equivalencia entre dos mercancías cuantitativamente diferentes. Dicha relación indica la existencia de una tercera cosa invisible común a ambas:

EL VALOR

Para Marx, por lo tanto, la relación entre valor de cambio y valor no es más que la relación existente entre fenómeno y esencia, respectivamente. Esta distinción entre valor de cambio y valor es introducida por Marx, sin embargo, la relación entre valor de uso y valor de cambio es anterior. Esta relación implica que ninguna cosa puede tener valor de cambio si no tiene valor de uso.

En relación con todo esto, Marx considera que el trabajo (causa eficiente) es valor y crea valor pero no tiene valor. Así, el valor de una mercancía viene dado por la cantidad de trabajo incorporada a ella.

En este aspecto, Marx realiza una nueva distinción entre trabajo y fuerza de trabajo:
La fuerza de trabajo se define como el conjunto de facultades físicas y mentales del trabajador y que pone en funcionamiento cuando produce una mercancía, así, el salario se refiere al precio de la fuerza de trabajo; y el trabajo es el tiempo necesario para producir esta mercancía.

Esta fuerza de trabajo, que como ya dijimos tiene un precio, es comprada por el capitalista y utilizada por él durante un tiempo determinado establecido en el contrato de trabajo. El obrero va a crear un valor más grande que el suyo propio, es decir, su trabajo va a producir un excedente denominado plusvalor que es el origen de la ganancia capitalista.

En conclusión, el gran descubrimiento de Marx consiste en desenmascarar las relaciones de explotación de una clase por otra, que se manifiesta en la teoría del plusvalor y que hacen del capitalismo el más sofisticado de todos los sistemas de producción.

Las consecuencias de este modo de producción son una distribución desigual de la riqueza y la explotación del asalariado por parte del capitalista. Esta situación, injusta según Marx, se acabará cuando se ponga fin a la plusvalía. Por ello, la idea de revolución es una constante en toda la obra de Marx. Esta revolución supone un cambio un cambio total en la estructura económica, política e ideológica que conduce al comunismo, un nuevo modo de producción que lleva consigo la abolición de la propiedad privada, de los medios de producción la socialización y la apropiación de los mismos por parte de los trabajadores.


La concepción antropológica marxista comprende tres grandes temas que se identifican con los tres momentos que conforman el proceso dialéctico de Hegel: en primer lugar la teoría de la esencia o ser humano, en segundo lugar la teoría de la alienación y por último la teoría del hombre nuevo.

En la teoría de la esencia, la cual corresponde a la tesis, al tratar de definir al ser humano por sus rasgos esenciales, Marx lo pone siempre en relación con otras realidades: con Dios, con la naturaleza, con la sociedad y con la historia. Partiendo de esta base, Marx considera al ser humano un ser supremo, un ser natural, un ser social y un ser histórico.

Como en todo proceso dialéctico, a esta primera tesis se opone una nueva teoría o antítesis, que en este caso se corresponde con la llamada alienación, concepto que hereda de Hegel y Feuerbach pero aportándole una nueva interpretación. La alienación se define, en general, como el fenómeno por el cual los productos de la actividad humana, ya sean materiales o espirituales,  se convierten en fuerzas superiores y autónomas que dominan al ser humano. Así, el ser humano, libre y creador, pasa a ser dominado y esclavizado por los objetos creados por él. La alienación tiene un sentido negativo de esclavización y pérdida de libertad.

Marx distingue tres clases de alienación: La alienación religiosa, la socio-política y la económica.

En cuanto a la religión, Marx acepta la tesis básica de Feuerbach que defiende que es el ser humano quien crea a Dios y la religión y no al contrario. Pero Marx va más allá, afirmando que la alienación religiosa es solo un reflejo de la miseria económica y social. La religión, dice Marx, “es el opio del pueblo” porque ofrece consuelo frente a la miseria y la injusticia, pero lo hace en un mundo más allá de este, y resulta así un freno para la transformación de las condiciones de vida aquí y ahora.

Así mismo, el hombre de la sociedad burguesa está alienado porque lleva una doble vida y sufre una división entre dos esferas: por un lado la vida individual en la sociedad civil, como persona privada; y por otro lado como persona pública, miembro del estado. El estado, que tiene el mismo papel que Dios en la religión, siendo creación humana se convierte en un poder autónomo y enemigo del hombre.

Estas dos alienaciones, la religiosa y la socio-política, tienen como fundamento la última de estas tres alienaciones, la alienación económica. Dicha alienación tiene lugar en el proceso de trabajo dentro de la sociedad capitalista. Este trabajo alienado comporta cuatro aspectos básicos:

 En primer lugar, con respecto al producto de trabajo u objeto creado por el obrero, se convierte para él en un objeto ajeno, pasando a ser propiedad del capitalista o propietario de los medios de producción. En segundo lugar, con respecto a la propia actividad productiva, el trabajo se convierte en trabajo forzado en puro medio de subsistencia que niega al ser humano en vez de aceptarlo.                                 En tercer lugar, con respecto al ser genérico, en el trabajo asalariado capitalista, el obrero no produce de forma universal, libre y consciente. Y por último, con respecto a otros seres humanos y como consecuencia de los aspectos anteriores, las relaciones humanas están también alienadas. En la sociedad burguesa dominan las relaciones mercantiles y de competencia haciendo de cada hombre un ser ajeno, enemigo de los demás (forma de alienación que se manifiesta de forma más directa en la relación explotador-explotado.

Este concepto de alienación, central en la filosofía de Marx, cristaliza en los conceptos de fetichismo y reificación, que son fenómenos típicos del mundo capitalista.

El fetichismo se refiere al dominio de las cosas materiales sobre el ser humano, véase el dinero, la mercancía, etc.

La reificación, denota que en la sociedad burguesa las relaciones entre los seres humanos revisten la falsa apariencia de relaciones entre cosas.

Para concluir, como tercer momento dialéctico o síntesis supone la reconciliación definitiva del ser humano consigo mismo: el hombre nuevo
El fundador del socialismo es uno de los pensadores mas controvertidos de la historia. Su pensamiento ha sido reinterpretado por muchos seguidores, y a menudo es complicado separar aquello que esta en los textos del propio Marx, de aquello que ha sido repensado posteriormente, o incluso del pensamiento de Engels, el mas intimo colaborador de Marx. Por eso, para contextualizar a Marx, puede resultar de ayuda comenzar fijándose en sus precedentes: el pensamiento del alemán represente una inversión del sistema hegeliano, y un intento de convertir la filosofía en un ejercicio practico de transformación de la realidad. La dialéctica del espíritu hegeliano se transforma en la dialéctica de la materia de Marx, y en el materialismo histórico, cuando se trata de la compresión de los asuntos humanos. Igualmente, retoma la critica de Feuerbach a la religión (alienación religiosa). Ademas, hay que tener en cuenta en todo momento que Marx es mas un economista que un filosofo, y para comprender sus ideas es necesario ser capaz de seguir los razonamientos económicos que aparecen en obras como “El Capital”. Junto a esta caracterización teórica, no podemos dejar de lado la participación directa de Marx en el movimiento obrero del Siglo XIX. Todo ello, ha hecho que Marx en sea uno de los filósofos de los que deben numerosos autores y corrientes filosóficas de todo el Siglo XX

No ano 1936 prodúcese o alzamento militar e o freo á normalización no uso do galego nos ámbitos público e literario que experimentará un avance sifnificativo co traballo das irmandaddes da fala, do grupo nós, seminario de estudos galegos.. Non foi ata a década dos 50 cando se iniciou un proceso lento de recuperación de ámbitos de uso e de prestixio para a lingua . A iniciativa máis sobranceira vai ser a fundación da Editorial Galaxia, que recupera autores xa consagrados e d a coñecer a novos autores na colección Illa Nova. Este labor compleméntase coa edición da rexista cultural Grial. A reaparición de obras editadas en galego condiciona a necesidade dunha norma e Galaxia imporá unha tendencia marcada pola simplificación do galego escrito, eliminando os apóstrofos e simplificando os guións e os diferentes tipos de acento. Tamen se impón a necesitdade de eliminar acaísmos e hiperenxebrismos e a adaptación da lingua ao ámbito urbano. A xeración de posguerra dá ao prelo obras significativas como: Historia da Literatura Galega Contemporánea, Gramática Elemental de Gallego común, de Carballo Calero; o Diccionario Enciclopédico gallego-castellano de Eladio Rodríguez e o Diccionario galego-castelán de Xosé Luis Franco Grande. A gramática de Calero recolle o traballo feito por Saco e Arce e mellórao grazas á súa formación lingüistica. Os diccionarios seguen carecendo de rigor cientificom como os do século anterior. A década dos sesenta suón a revitalización da actividade cultural e aparecen asociacións culturáis en toda Galicia ( O Galo-Santiago-, O Facho- A Coruña-). Do mesmo xeito, comezan a xurdir organizacións políticas clandestinas -Partido Socialista Galego, Uníón do Pobo Galego-, que empregan o galego como lingua de panfletos, manifestacións… A fins da década dos 70 o galego entra nunha nova etapa ao gozar de recoñecemento legal a través da Constitución Española e na década seguinte do Estatuto de Autonomía

A narrativa dos 80 supón toda unha serie de cambios importantes provocados políticos, a proliferación de editoriais (Xerais e Sotelo Blanco) e a aparición de premios (Premio Blanco Amor e Premio Xerais). Esta situación xera un mercado estable e a aparición de novas voces literarias. Os autores mais destacados desde periodo pbteñen certa relevancia dentro da nosa literatura por gañar algún dos dous premios anteriores. É o caso de autores como: Freixanes, Alfredo Conde, Martínez Oca ou Xavier Alcalá. Estés autores abarcan diferentes xeneros e temáticas, a novela histórica (O triangulo inscrito na circunferencia), a novela xeracional (A nosa cinza), a experimental (Un ano e un dia) ou a realista (Fumes de papel). Unhas das novidades deste periodo é a aparición de toda unha serie de voces femininas que lle dan unha nova reinterpretacion ao feito literario. É o caso de voces como as de María Xosé Queizán (Amantia ou Amor de tango) e Margarita Ledo (Mama-Fe, obra baseada no mundo audiovisual). Espazo á parte merece a literatura experimental e a ruptura cos xeneros literarios tradicionais tradicionais de Suso de Toro con obras como Caixón desastre, Polaroid ou Land Rover. A década dos 90 vaise caracterizar pola proliferación das novas liñas temáticas: a ficción científica (Ramón Caride), a erótica (Bieito Iglesias), a sentimental (Ramiro Fonte) e o western (Reigosa). O xenero de maior difusión vai ser a novela policial pensada para o público xuvenil e pola sua difusión a través do ensino (Crime en Compostela). Dentro deste xenero, a novela negra introduce o costumbrismo urbano, a critica social e certo experimentalismo expresivo (Roque Morteiro, pseudonimo de Xelis de Toro). A presenza do humor mesturado cunha fina crítica social e costumes ten cabida na narrativa humorística (Gonzalo Navaza, Xavier Alcalá). A novela histórica continua con Darío Xohan Cabana e María Gándara. O xenero fantástico e marabilloso é cultivado por Dario Xohan Cabana e Xose Miranda. Outros autores apostan polo tratamento poético da linguaxe, é o caso de Anxo Angueira ou Ramiro Fonte. A derradeira das liñas temáticas é a narrativa urbana e experimental, centrada na exploración da marxinalidade urbana nas novelas de Suso de Toro.