Novela del 39 al 74

8.

La novela española de 1939 a 1974

Tendencias, autores y obras principales.Podemos dividir la novela española de 1939 a 1974 en estos periodos: década de los 40, década de los 50, década de los 60 y década de los 70 hasta 1975.En la década de los 40, después de la Guerra Civil, se impuso un nuevo realismo, pudiéndose diferenciar a los escritores que escribieron en el exilio de los que lo hacen en España. En la novela del exilio, los autores tratan fundamentalmente sobre la Guerra Civil o América, destacando: Max Aub (con “Campo cerrado”), Francisco Ayala (autor de “Los usurpadores”) y Ramón J. Sender (con “Réquiem por un campesino español”). Dentro de España, en la novela se dieron varias tendencias. Primeramente, tendió a temas sobre la guerra, vistos con los valores de los vencedores y destacando: Concha Espina (con “Retaguardia”), Agustín de Foxá (con “Madrid de Corte a Checa”), Rafael Serrano (con “La fiel infantería”) y Torrente Ballester (con “Javier Mariño”). En segundo lugar, abundaron las biografías noveladas de personajes históricos y de santos. En tercer lugar, se escribieron novelas de realismo tradicional, destacando: Zunzunegui (con “La quiebra”), Fernández Flores (con “Lola, espejo oscuro”) e Ignacio Agustí (con “Mariona Rebull”). Por último, en esta década sobresalió un tipo de novela existencialista que trató de reflejar la vida cotidiana con gran realismo. Como la censura hizo imposible cualquier intento de denuncia, los autores trasladaron el malestar social a la esfera personal, utilizando un lenguaje coloquial. Los autores más destacados fueron: Camilo José Cela (con “La familia de Pascual Duarte”), Carmen Laforet (con “Nada”) o Miguel Delibes (con “La sombra del ciprés es alargada”).En la década de los 50, la novela se introdujo en el realismo social a partir de la publicación de “La colmena”. Este tipo de obras se caracterizaron por tratar de transmitir una denuncia social, destacando dos tendencias: la objetivista y la del realismo crítico. El narrador objetivista se propone reflejar, con el máximo de veracidad, la realidad, renunciando a cualquier comentario personal. El narrador crítico proyecta su ideología sobre los personajes y hace más explícita la denuncia social. En ambos, los temas se desplazan de lo individual a lo colectivo, y los personajes representan las distintas clases sociales. La estructura del relato es lineal y aparentemente sencilla, y predomina el diálogo. El lenguaje adoptó el estilo de la crónica, siendo directo y sencillo. Entre los autores del realismo objetivista destacaron: Jesús Fernández Santos (con “Los bravos”); Ignacio Aldecoa (con “El fulgor y la sangre”); Rafael Sánchez Ferlosio (con “El Jarama”); Carmen Martín Gaite (con “Entre visillos”); y Camilo José Cela (con “La colmena”). Por otra parte, los autores del realismo crítico más importantes fueron: Juan Goytisolo (con “Duelo en el Paraíso”); Gironella (con “Los cipreses creen en Dios”); Ana María Matute (con “Primera memoria”); Juan Marsé (con “Últimas tardes con Teresa”); García Hortelano (con “Nuevas amistades”); Miguel Delibes (con “El camino”, “Las ratas”, “La hoja roja” y “Mi idolatrado hijo Sisí”); y Alfonso Grosso (con “La zanja”).En la década de los 60, los autores se vieron influenciados por aportaciones de los grandes novelistas extranjeros y, en especial, de los autores hispanoamericanos. Así, apareció una drástica renovación de fondo y forma, llevándose a sus últimas consecuencias las técnicas experimentales. Las características más destacadas de la novela de los 60 fueron: estructuración del relato en secuencias separadas por espacios en blanco; relegación del argumento a un segundo plano; sucesión alternativa de las historias; defensa de la desaparición del autor; pérdida de peso del diálogo a favor del estilo indirecto libre y del monólogo interior; mayor importancia de las descripciones; tratamiento individualizado de los personajes; narración no cronológica de las historias; comienzo del relato de manera abrupta y final abierto; e incorporación en el lenguaje de todos los registros del habla. Entre los autores, destacaron: Luis Martín Santos (con “Tiempo de silencio”); Juan Benet (con “Región” y “Volverás a Región”); Miguel Delibes (con “Cinco horas con Mario” y “Parábola del náufrago”); Juan Marsé (con “La otra cara de la luna” y “Si te dicen que caí”); Juan Goytisolo (con “Juegos de manos” y “Señas de identidad”); y Luis Goytisolo (con “La cólera de Aquiles”).Tras estos años de frenesí renovador, en la década de los 70, se recuperó la trama y los personajes, y se volvió al uso de la primera y tercera personas narrativas, recuperándose también los diálogos. De este modo, en general, los autores volvieron a centrarse en contar historias, prosiguiendo algunos con el experimentalismo. Entre dichos autores, destacaron: experimentalistas (como Luis Goytisolo), neorrealistas (como: Juan José Millás, con “Cerbero son las sombras”; Javier Marías, con “Los dominios del lobo”; Miguel Delibes, con “Los santos inocentes”; Camilo José Cela, con “San Camilo, 1936”; Juan Marsé, con “La oscura historia de la prima Montse”; y Torrente Ballester, con “La saga/fuga de J. B.”) y autores de novela histórica (como Antonio Muñoz Molina; Eduardo Alonso; Manuel Vázquez Montalbán; Eduardo Mendoza; y Francisco Umbral).