Resumen de la decada ominosa

5. La década «ominosa»

Pocos días antes de regresar a Madrid como rey absoluto, Femando VII ordenó ejecutar en dicha ciudad al general Rafael del Riego, símbolo de la revolución de 1820. Daba así comienzo una década considerada como uno de los períodos más negros de nuestra historia.

5.1. Represión y exilio

Los primeros años fueron de una acentuada represión política, con juicios de purificación del ejército, aunque la Santa Alianza presionó para suavizar la dureza inicial del monarca español.

Muchos liberales abandonaron España. En total se exiliaron entre 15.000 y 20.000 personas, entre ellas lo más selecto de la clase media ilustrada y liberal:

Alcalá Galiano, Argüelles, conde de Toreno, Martínez de la Rosa, Mendizáhal, Villanueva, Álava, Mina, Torrijos, Duque de Rivas, etc. La mayor parte buscó refugio en el Reino Unido, único país con monarquía constitucional. Tras la revolución de París enjulio de 1830, un elevado número de exiliados se trasladó a Francia. Desde uno y otro país conspiraron para derrocar a Femando VII (Doc. 11).

Quienes no pudieron huir fueron encarcelados o asesinados. La distribución geográfica de los detenidos mostraba una fuerte implantación del liberalismo en Cataluña, Valencia, Murcia, Aragón, Sevilla, Cádiz y Madrid.

El aparato represivo del Estado absolutista se articuló en tomo a cuatro instrumentos básicos:

  • La creación en enero de 1824 de la Superintendencia General de Policía y de las comisiones militares, que se ocuparon de la depuración de funcionados y militares. La depuración afectó a unos 80.000 funcionarios civiles y casi el 10% del clero, muchos de ellos también exiliados.
  • El cuerpo de voluntarios realistas, creado en 1823, era una milicia absolutista opuesta a la Milicia Nacional de los liberales. En 1824 lo integraban unos 70.000 miembros, para llegar a 284.000 en 1832, reclutados entre las clases populares y medias. El odio social hacia los ricos,identificados con los liberales, fue la base ideológica de este cuerpo.
  • Los tribunales de justicia condenaban por «delitos» como decir « ¡Viva la libertad!» o poseer símbolos liberales, como el caso de Mariana Pineda (Doc. 13).
  • Las Juntas de Fe, herederas de la Inquisición, actuaron en algunas diócesis a las órdenes de los obispos: Valencia, Tarragona, Orihuela. La última víctima de estas Juntas fue ejecutada en Valencia en julio de 1826.

Estos instrumentos represivos desataron un clima de persecución de tal entidad en las personas y en las conciencias (las Universidades fueron cerradas en 1830) que la historiografía liberal denominó como «ominosa» o abominable a esta década.

5.2. Las reformas de los gobiernos absolutistas

El decreto de 1 de octubre, firmado en el Puerto de Santa María, restableció las instituciones anteriores a 1820, aunque algunas no subsistieron, como la inquisición (ahora bajo el nombre de Juntas de Fe) o el consejo de Estado, que desapareció. No se trataba, pues, de una simple restauración del Antiguo Régimen, hasta el propio monarca era consciente de que debía modernizarse, aunque a través de un despotismo anacrónico.



La labor de los gobiernos se centró, junto a la labor represiva, en la reforma de la Hacienda y la administración.

La pérdida de las colonias agravó aún más la crisis crónica de la Hacienda. Fernando VII acudió a nuevos empréstitos para cancelar la deuda anterior o hacer frente a los gastos militares y de la administración. Se hacía necesaria una reforma fiscal. Esta fue llevada a cabo por Luis López Ballesteros, ministro de Hacienda, el gobernante más valioso de la década, que aplicó reformas significativas:

  • La reforma fiscal de 1824, dirigida a recuperar viejos impuestos, que acabó en fracaso.
  • El diseño de los primeros presupuestos del Estado de la Historia de España en 1828-29.
  • La creación de la Real Caja de Amortización y del Tribunal de Cuentas.
  • La reducción de la deuda pública, pues la cuarta parte del presupuesto se iba en pago de intereses de esa deuda.
  • El plan de la minería, mediante alquiler a compañías extranjeras.

Además, se llevaron a cabo cambios en la administración del Estado de gran calado: creación del consejo de ministros (1823), promulgación del código de comercio (1829), creación del Banco de San Femando (1829), antecedente del Banco de España, fundación de la bolsa de comercio en Madrid (1831) y creación del ministerio de Fomento (1832).

5.3. La crisis del absolutismo y la cuestión carlista

Aunque Fernando VII era todo menos moderado, las reformas y la suavización del Antiguo Régimen (sobre todo la no restauración de la Inquisición) extendieron la idea entre los absolutistas de que el rey estaba en manos de los liberales. El propio hermano del rey, Carlos María Isidro, estaba en esa línea y en torno a él empezaron a organizarse los más radicales.

Fruto de este clima fueron las sucesivas insurrecciones carlistas durante la década (Doc. 14). La más importante tuvo lugar en Cataluña en el verano de 1827; fue la guerra de los agraviados. Los rebeldes reclamaban el programa típico del absolutismo: Carlos María Isidro como rey, restauración de la Inquisición, supresión de la policía y exterminio de las sociedades secretas, sobre todo la masonería, El viaje del rey a Cataluña calmó los ánimos, la revuelta fue reprimida con dureza, pero Fernando no se atrevió a acusar a su hermano de ser el instigador.

La cuestión sucesoria

El rey quería asegurar la sucesión ya que no tenía descendencia. Casado por cuarta vez a fines de 1829 con María Cristina de Borbón, en mayo de 1830 se anunciaba el embarazo de la reina. Un mes antes se habia publicado la Pragmática Sanción de 1789 que derogaba la Ley Sálica*, lo que permitía reinar a las mujeres. En octubre de 1830 nacía una niña, la futura Isabel II.

Este acontecimiento radicalizó a la facción carlista, que apoyaba como sucesor a Carlos Maria Isidro. Aunque los liberales redoblaron sus esfuerzos por hacerse con el poder, el peligro mayor para Femando VII al final del reinado vino de la facción absolutista. En el verano de 1832 tuvieron lugar los sucesos de La Granja, una confusa sucesión de acontecimientos: aprovechando una transitoria crisis de salud, Femando fue convencido por los absolutistas para firmar la derogación de la pragmática de 1789, lo que suponía que su hija no podría reinar. Pero, tras recuperarse, el rey, presionado por los anticarlistas, revocó dicho documento, cambió el gobierno por uno más moderado y dejó como heredera a su hija Isabel (Doc. 15)

Pero el carlismo crecía, los voluntarios realistas apoyaban su causa y en mayo de 1833 Carlos y su familia marchaban a Portugal en un exilio encubierto. Mientras, dos amnistías5 permitieron el regreso de los exiliados liberales. El clima de guerra civil se anunciaba cuando Femando VII falleció el 29 de septiembre e Isabel II, con solo dos años, fue proclamada reina.