Comentario de los cuentos del conde Lucanor

EL CANTAR DEL mio Cid:


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INTRODUCCIÓN

El Cantar de mio Cid es un cantar de gesta, que eran cantados en la Edad Medía por los juglares, que pertenece al género épico.
Los poemas épicos cantan las hazañas de un héroe y nacen con el nacimiento de una nacíón, se transmiten oralmente y tienen una intención didáctica, es decir transmiten unos valores que dan cohesión a esa nueva nacíón incipiente. 

El mester de juglaría era un oficio.
Los juglares se pueden comparar con el circo actual, ya que iban distrayendo a los habitantes de los pueblos, ya que no había Internet. El Cid, está escrito en castellano medieval, que era la lengua culta, en aquella época se consideraba un poema en lengua “vulgar” que no merecía la pena poner por escrito. 

El autor original del poema no se conoce, es anónimo.
Dicen que fue compuesto a finales del siglo XII o principios del XIII (entre 1140 y 1207).
Los cantares de gesta se transmitían oralmente, iban de boca en boca, por lo que muchos se han perdido. Pero gracias a la expansión del papel a partir del Siglo XII, el Cantar del mio Cid se conserva en una copia que se descubríó en un archivo de la localidad de Vivar en el Siglo XVI. La caligrafía del manuscrito es del Siglo XIV. El manuscrito que se conserva es una copia de la copia del de Per Abbat. 

2. CONTEXTO HISTÓRICO:

La península ibérica fue conquistada por los árabes en el siglo VIII. Los cristianos del norte estuvieron hasta el Siglo XI aislados del continente y enfrentados a los musulmanes. Tras la muerte de Almanzor, la decadencia política del Al-Ándalus se aceleró hasta desembocar en el periodo de taifas en el año 1031. Mientras el Al-Ándalus se había desmembrado y habían surgido numerosos poderes locales y los cristianos ampliaron sus posesiones territoriales. Los cristianos impulsaron la Reconquista y los de taifas se vieron obligados a pagar las “parias” a los reyes cristianos, para que los protegieran de los mismos enfrentamientos que se producían entre ellos o de los ataques de otros reyes cristianos. 


Fueron llamados por los reyes de taifas, ya que ellos empezaron a preocuparse por la repentina y rápida expansión de los cristianos. Finalmente, en los siglos XIII y XIV, se aceleró la Reconquista y se consolidó el poder cristiano en la península ibérica. Por eso el Cantar nos presenta al personaje del Cid como un “héroe de la Reconquista”, y silencia algunos datos de su biografía, como ahora, que durante algunos años prestó sus servicios al rey moro de Zaragoza. 

LAS TRES PARTES EN LAS QUE SE DIVIDE EL mio Cid:


1. Cantar del destierro: El Cid recupera la honra guerrera, sale de Burgos donde no le han dado posada. Cabalga por tierras de Castilla y Aragón. Gracias a su astucia consigue un préstamo de Raquel y Vidas. Entonces se despide de su mujer y de sus hijas que están en el monasterio de San Pedro de Cardeña. Recupera la honra guerrera luchando tanto contra moros, contra cristianos y gana, demostrando su superioridad. En sus “correrías” y algaras, como buen vasallo, envía siempre una parte de sus ganancias al rey Alfonso.

2. Cantar de las bodas:

El Cid recupera la honra social, conquista Valencia, continúa mandándole una parte de ganancias al rey, hasta que se da cuenta de la bondad del Cid y le perdona. Le ofrecíó casar a sus hijas con los infantes de Carrión. El Cid aceptó y volvíó a Valencia para dar a conocer a su familia el compromiso de las bodas. Se casan con gran pompa. 

3. Cantar de la afrenta de Corpes Nos encontramos con un Cid civilizado

Las hijas del Cid son deshonradas por los infantes de Carrión, pero mio Cid no se vengó sino que consiguió recuperar su honra en un juicio, a través de las vías diplomáticas. 


7. Valores que transmite el Cant:

La honestidad


La familia:


se preocupó de su mujer doña Jimena y de sus hijas. 

La astucia:


consiguió ganar las batallas, engañar a Raquel y Vidas.

La generosidad:


repartíó siempre entre sus caballeros. 

La caballerosidad:


siempre es buen vasallo, respetó al rey Alfonso a pesar de que le había desterrado injustamente.

Los valores humanos:


es muy humano, siempre respeta a sus enemigos, y da dignidad.

El valor de la guerra:


era un gran guerrero.

8. Breve análisis literario de la obra/ Rasgos formales

Tema


El tema principal del Cantar es la recuperación de la honra perdida del héroe.El héroe asciende socialmente por su esfuerzo y cualidades, porque el honor no se hereda, sino que se gana. 

Métrica


Es irregular. Buscaba más el ritmo basado en los acentos que en la igualdad métrica entre los versos. Los versos tienen entre diez y veinte sílabas y se encuentran divididos por una cesura o pausa central en dos hemistiquios. Los versos se agrupan en tiradas de extensión variable de rima asonante. 

La voz enunciadora, el lenguaje, el humor, el epíteto épico, las frases formulares.


EL conde Lucanor:


Está formado por un conjunto de cincuenta y un cuentos de muy diversos orígenes.

Escrito en 1335

Se compone de dos prólogos y cinco partes, muy diferentes cada una de ellas:

La primera parte, única que aquí publicamos en versión modernizada, está formada por un conjunto de cincuenta y un ejemplos, que tienen una visión globalizadora ya que pretenden ofrecer una doctrina válida para todas las circunstancias delicadas en que pueden encontrar sus lectores.

La tercera, muy parecida a la anterior, contiene cincuenta proverbios, que, según declara don Juan Manuel, son más oscuros y difíciles de entender que los relatos de la primera parte, así como los casi cien proverbios de la segunda.

En la cuarta parte Patronio previene a su señor de la oscuridad con que seguirá tratando sus temas, cosa que hace por la mayor dificultad de la materia sobre la que versan, y le insta a seguirlo con suma atención.

En la quinta reaparece el moralista medieval preocupado por la salvación del alma. Estas son las condiciones que adelanta Patronio para lograrlo: presencia de la fe en la vida del hombre y actuación según su espíritu; no tener dudas sobre los artículos de la fe católica; la práctica de buenas obras con la intención de hacerse merecedor por ellas del cielo; no acometer malas acciones, que pueden llevar el alma del hombre al infierno.