Descargar gratis sonata de estío de Valle-Inclán

Los autores que comienzan a escribir a principios del Siglo XX tienen tendencias individuales, aunque todos sufren, de forma directa o indirecta, la influencia del Modernismo y del fenómeno histórico conocido como Desastre del 98.
b) Todos los novelistas jóvenes tienen voluntad de renovación: desean superar los moldes narrativos heredados del Siglo XIX y se lanzan a la búsqueda de formas y contenidos nuevos. 
c) Este afán novedoso es propio de una minoría. Desde un punto de vista comercial sigue triunfando la novela realista que se consolidó en el Siglo XIX. 
d) Los principales novelistas que marcaron tendencias nuevas fueron: Unamuno, Pío Baroja, Azorín y Valle Inclán.

Unamuno:



a) Las novelas de Unamuno plantean temas que hacen reflexionar al lector, implicándole en un problema casi siempre de tipo espiritual. Abordan problemas de tipo existencial como la maternidad, la envidia, el sacrificio o la libertad. Abandona deliberadamente la temática realista. No pretende contar lo que ve fuera en el mundo, sino que le preocupa más qué pasa dentro de nuestras conciencias.
b) Construye sus relatos sin planificación previa. Los novelistas anteriores a él, los del Siglo XIX, preparaban minuciosamente las narraciones: las diseñaban en planes teóricos y con abundante documentación. Unamuno opta por el camino inverso: escribir como se vive, sin saber lo que va a suceder luego. Redactaba las obras con las ideas que iban llegando a su cabeza, porque creía que la novela es un reflejo de la vida, donde el azar tiene un peso importante.
c) En sus novelas predomina el diálogo sobre la narración. El narrador es un elemento técnico, una voz externa que dirige el relato. Él quería darle el protagonismo a los personajes: que fuesen ellos quienes hiciesen el relato con la libertad indecisa de la vida; que no fuesen marionetas dirigidas por ningún agente externo (el narrador).
d) Tenía tan claro el propósito de construir una tendencia narrativa nueva, que a sus novelas las llamaba nivolas, por ser originales, porque incumplían deliberadamente las pautas consagradas para ese género.
E)
Niebla, San Manuel Bueno, mártir y Abel Sánchez.

BAROJA:


 
a) Su producción narrativa fue muy abundante, y, con frecuencia, agrupaba sus novelas en trilogías, tres novelas autónomas e independientes, pero que guardan un vínculo temático común.
b) La estética narrativa de Baroja se fundamenta en el principio de que todo es materia novelesca. En sus obras cabe todo: reflexión, humor, cinismo, desencanto, tensión narrativa, reportaje y crónica viva de su tiempo. No hay, pues, unos rasgos específicos, para definir sus novelas; más bien, lo contrario: ausencia de limitaciones. Para él un relato se podía construir sobre cualquier motivo o asunto. No había temas ni asuntos más novelescos que otros.
c) Su estilo era claro, directo y sencillo. Gusta seguir el curso narrativo de sus relatos por la sencillez con que los construye. Se definíó a sí mismo como un escritor de voluntad y estilo antirretórico. Esto quiere decir que se propuso escribir sus obras incumpliendo intencionadamente la moda estilística de su tiempo. Por aquel entonces muchos escritores consideraban que escribir bien consistía en utilizar oraciones muy complicadas, largas, y cargadas de mucho vocabulario culto. Escribían, por tanto, textos muy difíciles de entender. Baroja opta por el camino opuesto: léxico sencillo, oraciones cortas y claras. Ésa fue la clave de su éxito.
d) Casi toda su obra narrativa está cargada de fuerte escepticismo: no cree en nada. Esta postura negativa se fundamenta en la filosofía pesimista de Shopenhauer, en cuyas teorías creyó sinceramente. Baroja pensaba que el ser humano es una criatura que actúa por instintos; es egoísta y cumple el axioma universal de que sólo triunfa el más fuerte. Aunque la sociedad disfrace este principio con instituciones como la moral o la justicia, él piensa que todo eso es sólo una máscara: el hombre es como un lobo disfrazado de cordero.
e) Otro rasgo distintivo de su producción narrativa es la dura caracterización de los personajes: por los desvalidos, harapientos y bohemios siente especial ternura. Les trata con cariño en sus novelas. Por los crueles y egoístas, sin embargo, acumula un desprecio que le lleva a caracterizarlos como animales.
F) 

La lucha por la vida (trilogía),

Zalacaín, el aventurero y El árbol de la ciencia


AZORÍN


a) Las novelas de Azorín tienen la particularidad de ser grandes y prolijas descripciones.
b) El componente narrativo es minúsculo; casi una anécdota. Por eso casi no tienen emoción de relato. El argumento de sus novelas es una idea mínima, un tenue hilo conductor al que va anudando descripciones y reflexiones variadas.
c) El gran mérito de este narrador valenciano es la prodigiosa precisión de su prosa descriptiva: matices, colores, detalles. Todo ello con un dominio espectacular del léxico y con una sintaxis sencilla.
d) Por todo esto, sus novelas no tienen intriga. No despiertan curiosidad por la acción, porque carecen de un argumento que atraiga nuestro interés narrativo. Sus obras, más que novelas, parecen álbumes fotográficos; secuencias de bellas imágenes hechas con un lenguaje primorosamente descriptivo.
E) 

Antonio Azorín, La voluntad y Doña Inés

INCLÁN


a) Éste es, sin duda, el más innovador de todos los narradores de este periodo. Escribíó tres tipos de novelas: novela modernista, novela histórica y novela esperpéntica.
b) Las novelas modernistas se conocen como Las Sonatas, y constituyen una tetralogía, distribuidas con arreglo a las estaciones del año: sonata de primavera, de estío, de otoño e invierno. Cada estación representa a una etapa vital del ser humano: la primavera equivale a la juventud, la inexperiencia en la vida; el estío, o verano, simboliza la madurez, el ardor de la vida. El otoño representa el principio de la vejez, la decadencia y la nostalgia por la vitalidad perdida. El invierno, como imaginamos, es viva imagen de la decrepitud, el acabamiento y la frialdad de la muerte.
c) En estas novelas narra las memorias galantes y decadentes de un seductor particular: el Marqués de Bradomín. Este personaje constituye una parodia del mito de don Juan. Cuando pensamos en un hombre seductor lo imaginamos guapo, culto, simpático, lleno de cualidades positivas. Éste es al revés: se trata de un hombre que seduce a las mujeres, pero carece de encantos físicos y morales: es feo, católico y sentimental, según lo define Valle.
d) Las novelas históricas se ocupan de narrar el fenómeno ideológico del Carlismo. Aborda esta facción política desde un punto de vista idealizado: recreando tradiciones y valores que el propio autor sublima y enaltece literariamente. Valle Inclán ve a los carlistas como personajes heroicos que son destruidos por el progreso y la mecanización. En estas novelas plantea un conflicto épico entre la tradición (representada por el Carlismo) y el progreso industrial (representado por los Isabelinos). Por los primeros siente simpatía, y por los segundos, odio. Son tres las novelas de este ciclo: Los cruzados de la causa, Jerifaltes de antaño y El resplandor de la hoguera.
e) En cuanto a las novelas esperpénticas, Valle escribe historias que se parecen a una caricatura: exagera algunos aspectos, ridiculiza otros. Sus novelas parecen guiones de una película de humor absurdo.
f) Con frecuencia utiliza el humor negro. Esto quiere decir que el autor provoca situaciones duras, estremecedoras, y las escribe de modo que incitan a la risa. El humor negro es burlarse de cosas serias que no tienen gracia, como hacer un chiste macabro sobre alguien que acaba de morir.
g) En estas novelas somete el lenguaje a una profunda elaboración. Usa un estilo abigarrado, que mezcla palabras vulgares y soeces con otros términos cultos y elaborados. El resultado es una expresión desconcertante.

Tirano Banderas y la trilogía El Ruedo

Ibérico