Eje cronológico historia de España

2. MAYORÍA DE Isabel II. LA Década MODERADA (1844-1854)


1. Bases ideológicas y reformas de la Administración. Sus bases ideológicas se definían como el liberalismo doctrinario que pretendía hacer compatibles el orden con la libertad, por lo que empezó por poner los medios para establecer un orden público estricto, suprimiendo la Milicia Nacional (fuerza de choque del partido progresista)
Y creando de la Guardia Civil. Cuentan con el apoyo de la burguésía terrateniente, la Corona, parte del ejército y la Iglesia. En lo político esta década se caracterizó por la institucionalización de un estado centralista, con un claro carácter uniformista y jerarquizado. Consecuentemente se establecíó un concordato con la Santa Sede, se realizó una profunda reforma de la administración, tanto desde el punto de vista de la ordenación territorial sustentada en la organización provincial de Javier de Burgos como por lo que se refiere a la racionalización de la burocracia estructurando el funcionariado, se emprendíó una reforma fiscal, refundiendo los innumerables impuestos antiguos en unos pocos de corte moderno con el fin de racionalizar su cobro, y jurídica, promulgando un nuevo Código Penal. Entre 1846 y 1849 se reabre la guerra carlista al fracasar las negociaciones para la boda de Isabel II con el pretendiente carlista Carlos VI , duró tres años y no tuvo la importancia y trascendencia de la primera.

2. La Constitución de 1845

La nueva Constitución, prototipo de constitución moderada, fue sancionada por la Corona el 23 de Mayo de 1845. Su preámbulo conténía dos principios trascendentales: se negaba que la soberanía nacional residía en el pueblo y se afirmaba que dicha soberanía era dual, compartida entre el rey y las Cortes (liberalismo doctrinario). Así, ahora eran el rey y las Cortes quienes decretaban la Constitución, y no solamente las Cortes, como había sucedido en 1812 o en 1837. De ahí que las reformas políticas más importantes fueran la supresión de las limitaciones de los poderes del rey -de la reina, en este caso- y el aumento de sus prerrogativas, con la consiguiente pérdida de autonomía de las Cortes En conjunto, la Constitución de 1845 despertó pocos entusiasmos, porque, si bien los progresistas se opusieron a ella de inmediato, el sector “duro” de los moderados consideró que era insuficiente y que había que restringir aún más el poder de las Cortes. 

3. EL BIENIO PROGRESISTA (1854-1856) Y LA VUELTA AL MODERANTISMO (1856-1868) 1

. El bienio progresista (1854-1856

. El escandaloso favoritismo en todos los campos de la vida social y la generalizada corrupción existente en la política económica y financiera de los gobiernos moderados, provocaron reacciones y movimientos subversivos en amplios sectores de la opinión liberal, incluida la moderada, que culminaron en Julio de 1854 cuando una facción del ejército encabezada por el general moderado O Donnell se pronunció en Vicálvaro uníéndosele el general progresista Serrano y ambos decidieron lanzar un Manifiesto al país (Manifiesto de Manzanares)
Con promesas progresistas. Las agitaciones populares proliferaron y casi toda España se uníó a la insurrección, por lo que Isabel II decidíó entregar el poder a la principal figura del Progresismo: el General Espartero.
Durante esta etapa el gobierno estuvo formado por progresistas y miembros de la Uníón Liberal y se inició con la redacción de un nuevo proyecto de Constitución que no se llegó aprobar (1856, non nata)
Y que se convirtió en símbolo de los progresistas. La política económica tuvo como eje principal la desamortización de Madoz y una serie de leyes para atraer la inversión extranjera como la Ley de Ferrocarriles y la Ley Bancaria. Desde el punto de vista social, el período se caracterizó por la conflictividad social, con los inicios del movimiento obrero en España. 2.

La vuelta al moderantismo (1856-1868)

La crisis se produjo, por fin, en Julio de 1856, cuando ante la inestabilidad existente, O’Donnell dio un auténtico Golpe de Estado contra la mayoría parlamentaria, desplazando del poder al General Espartero y al partido progresista, asumiendo la presidencia del Gobierno con el respaldo de su partido la Uníón Liberal y presentando los objetivos principales de su política: consolidación de la monarquía constitucional, respeto a los legítimos derechos y libertades, restablecimiento del orden público y conciliación de las dos grandes tendencias: moderada y progresista. Esta etapa se caracterizó por la estabilidad política y el crecimiento económico. Asimismo, la Guerra de Marruecos, con escasos logros territoriales, pero de notable exaltación “patriótica”, junto con sendas expediciones a México e Indochina, dieron cierto prestigio al Gobierno tanto internamente como desde el punto de vista internacional. En la crisis final del reinado de Isabel II que coincide con la de la Uníón Liberal, actuaron como factores estructurales la imposibilidad del moderantismo de responder a las demandas sociales y de participación política de los ciudadanos y el descrédito de Isabel II, y, por último, el malestar social generado por una seria crisis financiera y de subsistencias. Esto motivó un pacto entre unionistas, progresistas y demócratas para derrocar a Isabel II (Pacto de Ostente, 1866)
. En Septiembre de 1868 se produjo por fin una sublevación triunfante, liderada por el General Prim que provocó la caída de la dinastía borbónica y la esperanza de un régimen democrático para España.