Factores climáticos en la producción de hortalizas

La producción agrícola aporta entre el 60 y el 65% de la producción final agraria española. Algunas comunidades como Castilla-La Mancha, Andalucía, Comunidad Valenciana, Murcia, La Rioja y Canarias, superan claramente este porcentaje. Las transformaciones experimentadas por los distintos tipos de cultivos se han debido, en buena parte, a la necesidad de competir en el mercado europeo y mundial y a las exigencias de la PAC (Política Agraria Comunitaria). Esta ha impuesto cuotas de producción a ciertos cultivos excedentarios y ha implantado un sistema de ayudas.
– Los cereales son cultivos herbáceos destinados a la alimentación humana (trigo y arroz), a la alimentación del ganado y a la elaboración de piensos compuestos (cebada, maíz, avena, centeno), y a la obtención de biocarburantes (cebada y trigo). Su área de cultivo mayoritaria son los secanos del interior peninsular donde rotan con barbecho, o con leguminosas. El maíz y el arroz se localizan en la España húmeda o en zonas encharcadas, ya que son cultivos muy exigentes en agua. La producción se enfrenta a los rendimientos superiores de otros países europeos. La PAC ha impuesto cuotas de producción y una reducción subvencionada de la superficie de cultivo.
– Las leguminosas son cultivos herbáceos destinados al consumo humano en verde o en seco (judías, habas secas, lentejas, garbanzos), o a la alimentación del ganado. Su área de cultivo coincide prácticamente con la de los cereales, con los que rotan, pues constituyen un cultivo de descanso o semibarbecho. La producción se enfrenta a las dificultades de mecanización y a los bajos rendimientos.
– La vid es un cultivo arbustivo de secano que produce uvas destinadas al consumo en fresco y principalmente a la elaboración de vino. Su área productora principal es Castilla-La Mancha. Además, existen otras de menor extensión, pero con buen mercado en La Rioja, Ribera del Duero, Rías Bajas gallegas, Cariñena, Jerez, Montilla y Cataluña. La producción tradicional se caracteriza por los bajos rendimientos, pero desde 1990 se han mejorado las técnicas, incluyendo el regadío localizado y la promoción a nivel nacional e internacional. La PAC intenta reducir los excedentes mediante la implantación de cuotas, las subvenciones al abandono del cultivo y la dedicación de parte de los excedentes a la destilación o a la elaboración de zumos. Además fomenta la reestructuración del sector.
– El olivo es un cultivo arbóreo de secano, muy resistente a la sequía estival, que destina parte de su cosecha a la aceituna de mesa (10%) y el resto a la obtención de aceite.
Su área productora principal es Andalucía, especialmente Jaén y Córdoba. También se extiende por Extremadura y algunas zonas de Castilla-La Mancha y del litoral mediterráneo. La producción es muy variable ya que el olivo alterna buenas y malas cosechas. No obstante, se ha incrementado debido a las subvenciones europeas y a las mejoras técnicas. La producción de aceite de oliva es la mayor del mundo, representando en torno al 40% de la mundial. Sin embargo, se enfrenta a problemas, como el elevado precio del aceite, motivado por la escasa mecanización y la competencia de aceites baratos.

– Los cultivos hortofrutícolas se destinan al consumo en fresco o a la industria conservera. Su área productora principal son los regadíos peninsulares e insulares, y secundariamente, los secanos húmedos (manzano) y ciertas áreas de la España seca (almendro). Las hortalizas, al aire libre o en invernaderos, se cultivan en los regadíos del litoral mediterráneo y en aquellos situados cerca de los centros de consumo urbano. Los frutales se localizan en las áreas litorales y en los valles regados del interior peninsular; los cítricos en la Comunidad Valenciana y Andalucía; los frutales de hueso, en el litoral mediterráneo; los frutales de pepita, en Asturias, Lleida y Barcelona.
 La producción hortofrutícola, tradicionalmente para autoconsumo, crecíó con el aumento del nivel de vida. En la actualidad se exporta en parte, aportando cuantiosos ingresos a la balanza comercial, aunque aumenta la competencia de terceros países más baratos. La PAC limita la protección a estos productos a su retirada compensada del mercado para evitar la caída de los precios.

– Los cultivos industriales se destinan a la transformación industrial, como el girasol (empleado en la fabricación de aceite, tortas para el ganado y biodiesel), la remolacha (azúcar y bioetanol), el algodón (tejidos) y el tabaco (industria tabaquera). Su área productora principal son los regadíos de la mitad meridional peninsular, excepto la remolacha azucarera, que se centra en el valle del Duero. La producción se encuentra muy relacionada con la industria, que muchas veces supervisa y controla la producción. La PAC ha impuesto cuotas de producción y ha desvinculado de la producción buena parte de la ayuda, especialmente en el caso del tabaco.
– Los cultivos forrajeros se destinan a la alimentación animal (alfalfa, maíz forrajero, veza). Su área de cultivo se concentra en los secanos de la mitad septentrional de la Península, por su clima más húmedo, y en los regadíos extensivos. La producción ha crecido desde 1950, paralelamente al incremento de la actividad ganadera y de la demanda de alimentos para el ganado. La PAC ha desvinculado la ayuda de la producción.