Historia social, ficha social e informe social

Nos encontramos ante un periodo claramente marcado por los acontecimientos económicos, políticos
y sociales derivados de la Guerra , de la dictadura de Franco y del inicio del periodo democrático. En
poesía supone un “año cero” por la muerte, exilio y silencio de los poetas de la brillante etapa anterior.
Poesía de los años 40
Se debe incluir aquí la figura de Miguel Hernández, extraordinario poeta, más joven que los del 27,
pero que había comenzado su creación siguiendo en los años treinta la estela de ese grupo (es quizá el
que se volcó con mayor fervor en Góngora, en obras como Perito en lunas). Defensor de la República, y
habiendo puesto su pluma al servicio de la causa popular (Viento del pueblo es el título de uno de sus
más famosos libros) murió en la cárcel de Alicante en 1942, dejando como obra póstuma su
conmovedor Cancionero y romancero de ausencias.
En esta década se produce un aislamiento internacional y una división nacional que se traduce a su
vez en una división de la lírica en dos:
 Poesía arraigada de aquellos poetas afines al franquismo que evitan en sus poemas cualquier
crítica o visión negativa. El modelo fue la poesía clásica, en temas y formas. Las revistas más
emblemáticas de la época fueron Garcilaso, y Escorial. En esta tendencia dominante cabe
destacar a autores como Leopoldo Panero, Dionisio Ridruejo o Luis Rosales (La casa
encendida).
 Poesía desarraigada es la otra tendencia que refleja una creación desgarrada, en la que se
daba expresión no solo al dolor, sino también a la desesperanza, la soledad y la desorientación
del ser humano. Se trata de una poesía existencial, Fueron dos autores del 27 los que abrieron,
en 1944, el camino de esta poesía más dura y, poéticamente, más valiosa: Dámaso Alonso, con
Hijos de la ira, y Vicente Aleixandre, con Sombra del paraíso. Y en ese mismo año, nació la
revista que sería el cauce principal para su difusión: Espadaña.
Al margen de estas dos tendencias (si bien más próximos a la poesía desarraigada), hay que
mencionar al grupo de poetas de la revista Cántico, inspirados por el 27; a un pequeño movimiento
experimental, el “postismo”.
Década de los cincuenta: poesía social
Durante los años cincuenta se inició una cierta apertura al exterior y un desarrollo económico que
mejoró las condiciones de vida. Se pretende usar la poesía como un instrumento para transformar el
mundo. Se pasa así del yo al nosotros. Como tema principal destaca la preocupación por España y el
recuerdo y la superación de la Guerra Civil, dirigiéndose así a la “inmensa mayoría” con un lenguaje
directo y coloquial. Destacamos a poetas como Blas de Otero, con Pido la paz y la palabra y Celaya con
su obra Cantos iberos.
Década de los 60: poesía experimental
Al principio de los años sesenta, se abre paso una nueva generación que, iniciada ya en años
anteriores en la poesía social, trató unas nuevas formas más personales (como también lo fueron sus
temas) y estéticamente más rigurosas. Eran autores con una formación sólida, de amplias lecturas, y
en cuyo hacer se percibían influencias variadas que iban desde poetas europeos hasta los de la
Generación del 27. Constituyeron un conjunto renovador formado por poetas como Jaime Gil de
Biedma (uno de los más influyentes, que recogió sus poesías completas bajo en nombre de Las

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personas del verbo), Carlos Barral (importante editor, además de poeta), José Agustín Goytisolo, Ángel
González (Palabra sobre palabra es el título de su poesía completa), Claudio Rodríguez ,Francisco
Brines y José Manuel Caballero Bonald .
Poesía en la década de los 70
En 1970, el crítico catalán José Mª Castellet publicó una antología de poesía titulada Nueve novísimos
poetas españoles, que levantó un revuelo considerable. En ella se recogían poemas de nueve jóvenes
autores que, con tonos y estilos diversos, retornaban al espíritu de experimentación de las
vanguardias, casi desaparecido desde hacía tiempo de la poesía española. Los nueve novísimos eran
entre otros, Manuel Vázquez Montalbán, Félix de Azúa, Pere Gimferrer Vicente Molina Foix, Guillermo
Carnero, Ana María Moix y Leopoldo María Panero. En los poemas de la antología se apreciaba la
presencia de una cultura refinada (Venecia, pintura y música clásica…) a la cultura de masas (tebeos,
cine, novela popular.
Poesía de los los años ochenta y noventa
Se produce la difusión de la cultura “posmoderna”, que supone la conciencia de haber llegado al límite
en la búsqueda de lo nuevo, de lo “moderno”. Se multiplicaron las corrientes, las temáticas y las
formas. Con la conciencia de que todo había sido probado, se produjo un resurgimiento de estéticas
pasadas: el “neoclasicismo” de poetas como Luis Antonio de Villena (El viaje a Bizancio), el
“neobarroco” ,la “poesía de la experiencia” de Luis García Montero (Diario cómplice)Incluso se
desarrolla una “poesía del silencio”, que tiene parentesco con la mística (cultivada por José Ángel
Valente y hay autores que vuelven al Surrealismo , como Blanca Andreu.