Investigación retroprospectiva

TEATRO DE 1939 A LA ACTUALIDAD En la posguerra el teatro se convierte en uno de los principales medios de evasión de la sociedad española. Se trata de un teatro sencillo, escapista y sin complicaciones con autores como José María Pemán o Juan Ignacio Luca de Tena. Otra corriente de éxito es el teatro humorístico a base de situaciones absurdas que provocan un humor disparatado bajo el que se esconde un fondo de rebeldía y crítica de las convenciones sociales. A esta corriente pertenecen Miguel Mihura; que escribíó su primera y mejor comedia, Tres sombreros de copa, pero no consiguió que fuese representada hasta veinte años más tarde; y Jardiel Poncela con obras como Cuatro corazones con freno y marcha atrás, Eloísa está debajo de un almendro o Los ladrones somos gente honrada. Durante la década de los años cincuenta los gustos del público siguen estando en la línea del teatro comercial, sin embargo con el paso del tiempo empieza a surgir un tipo de público, más inquieto cultural y políticamente, que demanda otro tipo de teatro. La aparición de un teatro social de talante crítico, que debe sortear los problemas de la censura, provoca que sean obras que no suelen durar mucho en escena. Se desarrollan dos tendencias: el posibilismo, con autores como Antonio Buero Vallejo que atenúan la crítica o la camuflan mediante alusiones o símbolos con tal de estrenar sus obras; y el imposibilismo, con autores como Alfonso Sastre, que quieren expresarse con libertad aunque esto les lleve a no representar sus obras. Bueno Vallejo escribe Historia de una escalera donde a través de la vida de varias familias que comparten el mismo bloque de vecinos, nos muestra la falta de esperanza y de oportunidades de la clase media trabajadora. En En la ardiente oscuridad el protagonista, ciego de nacimiento, ingresa en una institución para ciegos a los que contagia su pesimismo. Un soñador para un pueblo es un drama histórico en el que recrea los acontecimientos del motín de Esquilache, empleándolo para criticar la represión y la injusticia, pero evitando así los problemas de censura. Alfonso Sastre desarrolla sus temas más recurrentes, la represión y la rebelión, en obras como La mordaza o Escuadra hacia la muerte, ambientada esta última en una hipotética Tercera Guerra Mundial. Los años sesenta traerán consigo la continuación del teatro de denuncia anterior y también un periodo de experimentación formal y temática que desembocará en el teatro independiente.
José Martín Recuerda escribe obras como Los salvajes en Puente San Gil en la que muestra el más retrógrado conservadurismo de una burguésía provinciana ante la llegada de un grupo de actrices de revista cuya presencia no aceptan. Lauro Olmo trata el tema de la emigración, el paro y la escasez de dinero en La camisa. Antonio Buero Vallejo usa recursos que buscan introducir al espectador en la obra mediante recursos escénicos de iluminación y sonido, así como la diposición de diferentes planos simultáneos sobre el escenario; como ocurre en obras como El tragaluz o El sueño de la razón. En La fundación el autor reflexiona acerca de la libertad y las consecuencias de la lucha por conseguirla, ya que muestra a un grupo de presos políticos condenados a muerte, uno de los cuales sufre un trastorno que hace creer que están en el centro de una investigación en lugar de una celda. Otros autores que tienen un papel relevante en este periodo son Francisco Nieva, Antonio Gala o Fernando Arrabal que, iniciado en el teatro del absurdo, es uno de los máximos representantes del denominado como teatro pánico con obras como Pic-nic o El cementerio de automóviles. Es destacable la aparición de los grupos de teatro independiente que desarrollan la creación de textos propios, muchas veces colectivos, en donde el espectáculo y el montaje tiene tanta importancia como el texto en sí. Destacaron grupos como Els Joglars, Els Comediants y Teatro Lliubre en Cataluña; Tábano en Madrid, La Cuadra en Sevilla o Aklarre en Bilbao


. Muchos de estos grupos siguen hoy en día en activo como La Fura del Baus. Con la llegada de la democracia llegaron al público las obras de los grandes dramaturgos que no habían gustado a la censura como Luces de bohemia de Valle-Inclán o El público de Federico García Lorca, además de los principales autores europeos como Henrik Ibsen, Antón Chejov, Luigi Pirandello o Bertolt Brecht. En 1978 se fundó el Centro Dramático Nacional, institución dedicada a la producción teatral. Además de los grupos de teatro independiente, se desarrolla la obra de autores que continúan con las formas de hacer teatro tradicionales como Antonio Gala, Fernando Fernán Gómez (Las bicicletas son para el verano), Luis Alonso de Santos (La estanquera de Vallecas, Bajarse al moro) o José Sanchís Sinisterra (Ay, Carmela). Mas recientemente, al auge de el teatro en pequeño formato, denominado microteatro, la producción teatral tiene un gran momento con autores de la talla de Juan Mayorga o Angélica Liddell