Novela existencial de los años 40

7. La poesía desde los años 70 a nuestros días: tendencias [poesía culturalista, de la experiencia y neovanguardista], autores y obras representativos. 
El final del franquismo y el inicio de la democracia supusieron el final de la censura, la vuelta de los poetas exiliados como Alberti y la incorporación plena de España al bloque occidental; pero no transformaron las condiciones de difusión del género poético, que siguió reducido a un público minoritario.  Durante esta época se han dado múltiples tendencias poéticas, entre las que destacamos las siguientes: 1. La poesía culturalista. Años 70 Denominaremos así a los poetas agrupados en torno a la antología de José María Castellet Nueve novísimos poetas españoles (1970) como Pedro Gimferrer (con su obra
Arde el mar), Martínez Sarrión (Una tromba mortal para los balleneros) o Félix de Azúa (Lengua de cal). Entre los rasgos más destacados de estos autores están su vasto bagaje intelectual que integra la tradición y la vanguardia, la influencia que sobre ellos ejercen los medios de comunicación y por ellos son constantes sus  referencias a la sociedad de consumo (el cine, la música pop, el deporte, los tebeos).  Por otra parte, contrarios a la poesía social, defienden explícitamente la ineficacia de la poesía para cambiar el mundo, por lo que la experimentación lingüística es la única justificación de la creación artística. Por ello cultivan un nuevo Vanguardismo y defienden la libertad absoluta del poeta: utilización de la  escritura automática e incorporación de las técnicas de “collage”,   el  verso libre amplio, la disposición visual y tipográfica del poema  (poemas visuales) o la prosa libre… Además de los más arriba mencionados, destacan los siguientes autores y obras: Manuel Vázquez Montalbán (Una educación sentimental),  Guillermo Carnero (Dibujo de la muerte) y Leopoldo Mª Panero (Así se fundó Carnaby Street). Dentro de esta estética se incluyen también Ana Mª Moix, Vicente molina foix, Luis Alberto de cuenca, Luis Antonio de Villena o Antonio Colinas. 2. La poesía de la experiencia. Años 80 y 90 Esta orientación, que vuelve a situar el texto en un espacio y tiempo concretos, busca un público más amplio, lo cual la aleja del elitismo de los novísimos. Abarca un espectro temático que incluye desde los hechos cotidianos y la realidad urbana al más profundo intimismo o la preocupación por el paso del tiempo. La reflexión sobre la vida se tiñe de un con-tenido emotivo y la presencia de la anécdota conduce muchas veces a poemas narrativos. Estos poemas prefieren un estilo basado en el lenguaje conversacional y en el monólogo dramático, es decir, en la presencia de un observador que cuenta la experiencia. La nómina de la denominada poesía de la experiencia agrupa a los andaluces Luis García Montero y Felipe Benítez Reyes (Sombras particulares), al vasco Jon Juaristi y al gallego Miguel d’Ors, como autores más destacados.  Luis GARCÍA MONTERO es el más claro representante de la poesía de la experiencia. Sus poemas son fundamentalmente urbanos y  en ellos se hace presente el tema del amor cotidiano y compartido. Entre sus obras destacan Completamente viernes   o Habitaciones separadas   3. La poesía neovanguardista A partir de los años ochenta y noventa del siglo pasado se extiende la estética de la posmodernidad que asume los presupuestos artísticos transgresores de las vanguardias de inicios del Siglo XX, pero sin manifestar la carga política anti-burguesa que las caracterizaba.  Sobresalen entre ellos poetas que desarrollan elementos surrealistas como Blanca Andreu o Leopoldo Panero. También podemos añadir la corriente de la llamada poesía visual, que parte 
del Futurismo, el dadaísmo y el Cubismo y que por medio de palabras intenta reflejar imágenes siguiendo estructuras caligramáticas y jeroglíficas. Entre sus autores podemos destacar a Fernando Millán, Antonio Gómez o José Carlos Beltrán.


























3. La novela desde 1975 hasta nuestros días: tendencias [poemática, histórica y de memorias], autores y obras representativos.  1. Introducción.  El ambiente de libertad en el que comenzó a desarrollarse la cultura española tras la muerte del general Franco (20 de Noviembre de 1975), permitíó un mejor conocimiento de la literatura española en Europa y de la literatura occidental en España. A ello contribuyó significativamente la desaparición de la censura (lo que supuso la publicación de novelas españolas prohibidas en nuestro país y editadas en el extranjero, expurgadas o inéditas), la recuperación de la obra de los escritores exiliados y un mayor conocimiento de la narrativa de otros países. 2. Tendencias y carácterísticas.  Los elementos más notables de la narrativa reciente son los de la narrativa tradicional: argumento comprensible, personajes definidos y estructura simple y lineal.  En general, los nuevos novelistas que se dan a conocer en los últimos veinticinco años del Siglo XX enlazan con la renovación iniciada en los sesenta y siguen siendo muy sensibles a la influencia de las literaturas europea e hispanoamericana.  2.1 Como notas comunes a la mayoría de los narradores podemos señalar:  a. Un sentimiento de desencanto, tras los anhelos de transformación del mundo (Mayo del 68).  b. Distanciamiento de los problemas colectivos, del compromiso político.  c. Tono desenfadado y humorístico en muchas creaciones como muestra del escepticismo y el desencanto.  d. El carácter aglutinador. Se acogen prácticamente todas las tendencias, modalidades, discursos, temas, experiencias y preocupaciones personales. Reaparición de las preocupaciones existenciales y la intimidad.  3. Aunque no resulta fácil distinguir en la nueva narrativa unas corrientes o escuelas definidas, sí es posible, no obstante, identificar ciertas tendencias temáticas. Nosotros nos centraremos en las siguientes: • Novela  poemática. Este tipo de narrativa se centra en la búsqueda personal y la reflexión sobre la propia existencia y centra su interés en un mundo más sugerente que concreto, con personaje-símbolo y una mayor tendencia al lenguaje poético. Obras representativas de esta tendencia son Mortal y rosa (1975), de Francisco Umbral, sentida reflexión sobre la muerte escrita con brillante estilo, o El desorden de tu nombre, de Juan José Millás, que combina la introspección psicológica con la reflexión literaria. En La lluvia amarilla (1988), Julio Llamazares narra el abandono de los pueblos a través de un largo y emocionado monólogo y El lápiz del carpintero (1998), de Manuel Rivas. • Novela histórica. Se pueden citar como ejemplos El oro de los sueños, de José María Merino; El hereje (1998), de Miguel Delibes, así como la saga que inaugura El capitán Alatriste, de Arturo Pérez-Reverté, ambientada en el Siglo de Oro. En los últimos años son frecuentes las novelas históricas contextualizadas en épocas cercanas, especialmente en la Guerra Civil, como Soldados de Salamina (2001), de Javier Cercas; La voz dormida (2002), de Dulce Chacón, Luna de lobos (1985), de Julio Llamazares o los relatos breves que componen Los girasoles ciegos (2004) de Alberto Méndez. • Novela de la memoria y del testimonio. La memoria de una generación y el compromiso son los temas básicos de esta corriente, en la que se encuadran novelistas como Rosa Montero, con Te trataré como a una reina (1981), defensa de la condición femenina,  Luis Mateo Díez, con La fuente de la edad (1994), crítica lírica y humorística de la vida provinciana. La revisión crítica de los desajustes sociales de nuestro tiempo de Rafael Chirbes en Crematorio o la 
revisión caleidoscópica de la Transición de El día de mañana (2011), de Ignacio Martínez de Pisón.