Qué implicación tiene la aceptación del sur sufragio universal para la burguesía

En 1870, una vez concluido el proceso de unificación política, Alemania inició la construcción del nuevo Estado y se convirtió rápidamente en una gran potencia que aspiraba a dirigir la política europea y a extender por el continente su poder e influencia.

La Alemania del II Reich se forjó bajo la impronta del canciller Bismarck y del káïser Guillermo I. El régimen político asentado con la Constitución de 1871 mostraba un fuerte componente autoritario. Existía sufragio universal masculino pero solo para la elección de la cámara baja. Tenía una estructura federal aunque Prusia poseía más diputados que los otros Estados en la cámara de los Estados. Asimismo, el káiser podía nombrar a sus ministros con independencia del parlamento y ellos no eran responsables ante la cámara sino ante el mismo emperador.

Las fuerzas políticas dominantes eran las conservadoras, aunque el Partido Obrero Socialdemócrata Alemán se fue imponiendo entre los trabajadores. Sin embargo, para evitar un estallido revolucionario, Bismarck adoptó una serie de reformas sociales que favorecen a las clases populares: leyes de seguro de enfermedad, de accidentes de trabajo, de pensiones… El caso de Alemania fue paradigmático de un modelo de cambio entre el autoritarismo y las reformas democráticas.


Alemania se convirtió en treinta años en una gran potencia económica. A finales del Siglo XIX, era el Estado más poblado de Europa occidental, había doblado su producción y era la segunda potencia industrial del mundo.

Su industrialización se nutría de las técnicas y experiencias de la revolución industrial británica. Pero, sobré todo, se basaba en una profunda colaboración entre los industriales, la banca y el Estado. Constituía un proyecto colaborativo para convertir Alemania en una nacíón poderosa y hacer comprender que, aunque había llegado retrasada al mundo industrial, tenía voluntad de convertirse en hegemónica en Europa.

De este modo, los éxitos económicos estimularon un fuerte sentimiento nacionalista. En 1891 se fundó la Liga Pangermanista, que pedía una expansión territorial que diera al pueblo alemán el espacio que necesitaba. El nuevo káiser Guillermo II declaró su voluntad de hacer una política mundial que se apoyaría, especialmente, en el desarrollo de la marina y en la creación de una gran flota de guerra. En 1914 se manifestaría de forma agresiva e imperialista. El modelo industrial alemán: Predominio de la industria pesada sobre la de bienes de consumo. Primacía de las industrias química, mecánica y eléctrica. Elevado nivel de concentración industrial, predominio de los cárteles. Elevado volumen de comercio exterior. El estado intervenía para mejorar las infraestructuras,


A finales del Siglo XIX, el Imperio austrohúngaro continuaba siendo un mosaico de nacionalidades y religiones. El acuerdo de la monarquía dual solo daba solución al problema húngaro, pero continuaba dejando sin resolver las aspiraciones nacionales del resto de pueblos del Imperio.

Por ello, checos, polacos, eslovacos, rumanos y eslavos del sur continuaban sometidos a una u otra monarquía y manténían su oposición contra el Imperio.

A esta complicada situación interna se unía el conflicto generado en los Balcanes por la desintegración paulatina del Imperio turco. Desde principios del Siglo XIX, los movimientos nacionalistas habían conseguido desmembrar su territorio:

en 1928, Grecia logró la independencia y, más adelante, se sucedieron las de Serbia, Rumanía, Bulgaria y Montenegro. El Imperio austrohúngaro pretendía influir en esa regíón y ampliar su espacio a costa del Imperio turco. En 1878 ocupó los territorios eslavos de Bosnia. Esto provocó la alarma de Serbia, que se creía destinada a unificar a los eslavos del sur y que contaba con el apoyo de Rusia. Gran parte de las alianzas y de los problemas que condujeron a esta Primera Guerra Mundial tuvieron su origen en las tensiones generadas en la zona de los Balcanes del Imperio austrohúngaro.


En el Imperio austriaco, tras la revolución de 48, se volvíó a reafirmar una monarquía autoritaria. Para abordar el problema de las nacionalidades en el Imperio, el emperador Francisco José se convirtió también en rey de Hungría, reinando sobre una doble monarquía. El emperador nombraba, para el conjunto del Imperio, a los ministros de Asuntos Exteriores, de Guerra y de Finanzas, mientras que cada uno de los reinos tenían un gobierno, un parlamento y una ley electoral propios y se encargaban de los asuntos internos. Respecto al gobierno, en Austria, la Constitución reconocía las libertades públicas y se constituyó un parlamento elegido por sufragio.

En Hungría, el sistema era más restrictivo y los nobles húngaros, grandes propietarios de tierras, controlaban los poderes El sistema político de Hungría no se correspondía con el dinamismo económico de algunas zonas del Imperio, en las que se produjo una importante industrialización. Su economía era la sexta del mundo, y se produjo un gran crecimiento de la red ferroviaria y de los negocios ligados a ella. Viena tenía dos millones de habitantes en10 y era la tercera ciudad más grande. La burguésía de los negocios y el creciente movimiento obrero de esas zonas reclamaba cambios políticos. Por ello, grupos demócratas y socialistas, a finales del Siglo XIX y principios del XX, pugnaron para acabar con la monarquía autoritaria de los Habsburgo.