Reinos cristianos de la península

1.Pueblos prerromanos


Pueblos que habitaban la Península Ibérica antes de la llegada de los romanos en el s III a.C. Se distinguen dos grandes áreas culturales: la ibérica y la indoeuropea o celta. La ibérica, localizada en la costa mediterránea y el sur, alcanzó un gran nivel de civilización por sus contactos con los pueblos colonizadores (fenicios, griegos y cartagineses). La celta, localizada en la Meseta y el norte, tuvo un menor grado de desarrollo. Los celtíberos eran el resultado de la mezcla entre celtas e íberos y ocuparon las dos Mesetas mientras que en el norte peninsular localizamos pueblos autóctonos más o menos asimilados a los invasores celtas (astures, cántabros, galaicos, vascones). Tartessos fue un reino situado en el bajo Guadalquivir hacia mitades del primer milenio a.C. Que desarrolló una brillante cultura con una importante industria metalúrgica y un destacado comercio.

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Vascones

Pueblo prerromano asentado en torno al Pirineo Occidental en el territorio de la Navarra actual y tierras circundantes antes de la llegada de los romanos (s. III a.C.). Existen varias hipótesis sobre su origen: descendientes de pobladores paleolíticos relacionados con los íberos o procedentes del Cáucaso o incluso procedentes del norte de África. Según fuentes romanas, los que habitaban en el “saltus vasconum” (la montaña Navarra) practicaban una economía de subsistencia basada en la ganadería trashumante y vivían muy aislados por lo que su romanización fue muy débil y, por ello, mantuvieron su idioma el euskera, (también llamada “Vasconica Lingua” o “Lingua Navarrorum”). En la zona llana, el “ager vasconum” (valle del Ebro), practicaban la agricultura, vivían en poblados y llegaron a colaborar con Roma frente a otros pueblos indígenas. Su romanización fue más acusada aunque mantuvieron rasgos lingüísticos que se aprecia en topónimos de la zona Media de Navarra.

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La conquista romana de Hispania

Proceso histórico de ocupación y dominación de la Península Ibérica por parte de Roma. Duró entre el año 218 a.C. Hasta el 18 a.C. Se produjo en tres fases: 1) (218 aC.-197 aC.) El interés de Roma por la Península Ibérica surgíó en el contexto de la 2ª guerra púnica (contra Cartago) y comienza en el año 218 a.C. Con el desembarco de Publio Cornelio Escipión en Ampúrías. En esta etapa Roma expulsa de la península a los cartagineses y en el 197 a.C. Domina el valle del Ebro, Mediterráneo (costa) y sur peninsular. Esta zona fue la más intensamente romanizada. 2) (197 aC.-133 aC.) Entre el 197-133 a.C. Conquistaron la Meseta. Hubo gran resistencia de los lusitanos dirigidos por Viriato y los celtíberos defendieron Numancia, que cayó tras un largo asedio en el 133 a.C. 3) (29 aC.-18 aC.) Tras la Guerra Civil entre Pompeyo y Julio César, Augusto se erige como emperador y reanuda la conquista sometiendo a los pueblos del norte, cántabros y astures, y con lo que finalizó la conquista de Hispania en el 18 a.C. 

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Romanización:

Proceso de asimilación de los modos de vida romanos por parte de los habitantes de la Península Ibérica. Estos grupos fueron asimilando los rasgos y modos de vida propios de la cultura romana: la administración, urbanización (ciudades como Pompaelo, Caesaraugusta, Lucus), la construcción de obras públicas (calzadas, acueductos, teatros, anfiteatros, circos, templos), las estructuras económicas y sociales, el latín, el derecho, las instituciones, las costumbres y las creencias religiosas (cristianismo a partir del siglo I dC.). Este proceso permitíó que apenas se diferenciara un romano y un hispano y que Hispania aportara intelectuales (Séneca, Marcial) e incluso emperadores  (Trajano, Adriano, Teodosio). Este proceso se aceleró en la época imperial (siglos I-V d.C.) y no fue homogéneo en toda Hispania: más acentuado en el litoral mediterráneo, el sur, el este y el valle del Ebro y fue más leve en el interior.

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Provincias Romanas:

divisiones administrativas del territorio conquistado por Roma. Cada una de ellas era dirigida por un gobernador que con unos funcionarios se encargaban de las cuestiones administrativas, judiciales, militares y fiscales. Las más romanizadas y pacíficas estaban bajo el control del Senado, mientras que las fronterizas o conflictivas dependían del Emperador. En el siglo II a.C. Se crearon dos provincias: La Citerior (valle del Ebro y la costa catalana y levantina) y la Ulterior (valle del Guadalquivir). En época de Augusto se crearon tres: la Tarraconense (capital en Tarraco), la Bética, (capital Corduba) y la Lusitania, (capital Emérita). En el siglo IV Hispania se convierte en diócesis y se añaden 4 más: Gallaecia, (capital Bracara), Carthaginense (con capital en Cartagena), Baleárica, (capital Pollentia) y Mauritania Tingitana en el Norte de África.

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Andelos

Yacimiento arqueológico de una ciudad romana cercana a Mendigorría (Navarra). La ciudad de Andelos ocupaba una terraza sobre el río Arga. Alcanzó su esplendor máximo en el siglo I y II d.C. Entre sus restos se aprecia una estructura urbana de calles en retícula y la planta de varias casas, como la casa del Peristilo o las termas. Algunas casas se conservan con pavimentos de mosaico, como el del Triunfo de Baco (hoy en el Museo de Navarra). Destaca especialmente por un sistema hidráulico de abastecimiento de agua, uno de los mejor conservados de España, formado por una presa, un acueducto y un depósito para regular el agua, el más grande de los encontrados en la antigua Hispania con capacidad para 7.000 m3. 

7.Monarquía visigoda

Régimen político establecido por los visigodos en la Península Ibérica entre el 507 y el 711, tras la caída del Imperio romano y tras ser expulsados de las Galias (batalla de Vouillé, 507). Fundaron una monarquía con capital en Toledo. Llevaron a cabo un proceso de unificación territorial, política, religiosa (con la conversión de Recaredo del arrianismo al catolicismo en el III Concilio de Toledo) y jurídica (Líber Iudiciorum) de la Península Ibérica. El monarca se apoyó para gobernar en dos instituciones el Aula Regia y los Concilios de Toledo. El carácter electivo-hereditario de la monarquía y las disputas nobiliarias por el trono facilitaron la invasión musulmana (711, batalla de Guadalete) poniendo fin al reino visigodo.

8. Califato de Córdoba

Estado musulmán independiente implantado por Abderramán III al proclamarse califa (máxima autoridad religiosa y civil) en el 929 independizándose del califato abbasí de Bagdad. Hizo construir la ciudad-palacio de Medina-Azahara. Le sucedíó su hijo Al-Hakam II, protector de las artes y la cultura. A finales del s. X surge la figura de Almanzor, primer ministro que se alza con el poder y somete con razias (campañas militares) a los reinos cristianos. En 1031 se decretó el final del Califato que dio lugar a los Reinos de Taifas, tras las luchas civiles entre los partidarios de los califas Omeya y los descendientes de Almanzor.

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Reinos de Taifas:

Conjunto de estados musulmanes independientes en las que se dividíó Al-Ándalus tras la disolución del Califato de Córdoba a partir de 1031. Fueron Sevilla, Córdoba, Zaragoza o Toledo, entre otros. Se vieron obligados a pagar tributos (parias) a los reinos cristianos para comprar la paz. Se caracterizaron por sus continuas luchas internas que, junto a los avances cristianos desde el norte, los debilitaron. Los almorávides y los almohades los reunificaron temporalmente. Tras su derrota en las Navas de Tolosa (1212) comenzó el declive almohade y los reinos de taifas cayeron con facilidad ante el empuje de los reinos cristianos. A partir de 1248 solo se mantuvo independiente el reino nazarí de Granada.

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Almorávides y almohades:

pueblos bereberes del norte de África. Los almorávides procedían del Sáhara y profesaban los principios más estrictos del Islam. Formaron un movimiento político-religioso creando un Imperio en el Magreb. Entraron en la Península en 1086, ocuparon taifas como Granada o Málaga y conquistaron ciudades como Zaragoza. Durante su caída hacia 1146, Al-Ándalus se volvíó a fragmentar en pequeños estados (segundos reinos de taifas). Los almohades procedían del Atlas marroquí y formaron una secta más rigorista que los almorávides a los que sucedieron a partir de 1147 hasta 1269. La derrota de las Navas de Tolosa (1212) marcó el principio de la decadencia almohade en Al-Ándalus. Su poder político quedó fragmentado en las terceras taifas que fueron cayendo poco a poco en manos cristianas, excepto el reino de Granada.