resumen

Mostraremos ante todo sus contradicciones más importantes, y la fundamental ambigüedad de sus conceptos centrales, o del manejo que hace de los mismos (“ciencia”, “religión”, “comunidad”…), y la ubicaremos también en la historia larga de la civilización occidental, con lo que mínimamente alcanzaremos a ver que la suya no es la única solución al “problema religioso”, y acaso tampoco la mejor.
Tal es el problema que Sapiens Research nos ha planteado en esta ocasión, para su sección Lógyca, y ello ocurre en una época, y en un año especialmente en el que el tema de la religión como manzana de la discordia se ha vuelto de una tremenda actualidad en todos los medios de comunicación occidentales, principalmente porque somos los perplejos testigos de una especie de guerra de religión que se libra, en el mundo árabe y en Europa (o en América inclusive, si nos remontamos al 11 de Septiembre del 2001), y ahora más concretamente en las mismísimas calles de París (donde han impactado mucho los atentados de Enero y de Noviembre de este 2015), entre los triunfadores de la Guerra Fría (y por eso mismo los representantes, decía Francis Fukuyama, del Fin de la Historia), y esa, dicen que sorpresiva especie de “resurgencia medieval” que es, o que pretende ser el islamismo que ahora cuaja, encima, en todo un “Estado Islámico”, precisamente en el vacío de poder que dejan los Estados atacados por las propias potencias occidentales.
Pues bien, comencemos recordando cómo el periodista, profesor de estrategia en Science-Po y corresponsal de guerra Renaud Girard ya había advertido o publicado, desde el año pasado, esto que ahora mismo, en Noviembre del 2015, adquiere una muy particular relevancia o significación: «El otro día —escribe—, uno de mis amigos diplomáticos, con quien conversaba sobre la Siria de Bachar al Asad, me lanzó: “¡a ese tipo lo tenemos que eliminar!” ¡Yo estaba tan aturdido que le respondí que era una lástima que nuestros soldados hubiesen dejado Damasco en Enero de 1946, pues la operación sería más fácil si hubiésemos conservado ahí un cuartel!
Debe ser harto embarazoso, para las buenas conciencias emancipadas de toda religión, y en consecuencia de todo mal, y de toda violencia, el ver que ahora mismo es nada menos que la izquierda francesa la que se encamina por el harto místico sendero del tristemente célebre Patriot Act, de tan nefastas consecuencias para las libertades civiles no solo de los ciudadanos estadounidenses, sino de los de todas las “democracias” del planeta.
Regís Debray le hacía, en un artículo escrito en 2012, el siguiente balance: «La Casa Blanca, de acuerdo a fuentes americanas, ha dado en dos años y medio seis veces más autorizaciones para asesinatos selectivos —con innumerables víctimas civiles alrededor de los puntos de impacto, y buenos reclutas para Al Qaida entre los sobrevivientes— que George W.
La guerra, los pueblos y los dioses: en un artículo del 15 de Diciembre de 1915, comentando la actualidad de entonces, principalmente a la luz de la filosofía de la mitología de Schelling, el gran filósofo español José Ortega y Gasset daba cuenta, no obstante su gran cercanía para con el pensamiento liberal, de la dimensión fundamentalmente religiosa de las naciones que entonces estaban en guerra: “¿Y qué es la nacíón?
La religión, eso nos lo reveló el recientemente desaparecido René Girard en libros como La violencia y lo sagrado o Veo a Satán caer como el relámpago, es el “todos contra uno” del linchamiento original, y de su mímesis o reproducción ritual, en torno a la cual se organizan esas culturas primitivas en las que no se ha dado aún la distinción, ni entre el mito y el logos, ni entre la religión y la política.
Pues bien, la ciencia y la filosofía oficiales, las social e institucionalmente existentes, en las diversas naciones en guerra, en las dos guerras mundiales, no solo no frenaron, sino que más bien alimentaron el conflicto, justificando incluso, mediante el darwinismo social y la filosofía del sujeto, por ejemplo, o mediante la muy muy asesina idea del progreso, y la medición de cráneos, y etc.
Lo que deja estupefacto, es que lo quieran promover al rol de faro, de guía de lo moderno como si Auschwitz e Hiroshima, tres guerras mundiales, diez genocidios y mil carnicerías no hubiesen refutado entre tanto sus promesas, desmontado sus postulados y puesto con el culo por encima de la cabeza el porvenir proyectado por Condorcet” (2006: 23-24).
«Eso debería suscitar de entrada una sonrisa amarga —escribe Rémi Brague— cuando pensamos que, no hace tanto tiempo, dos ideologías ateas y enemigas del cristianismo como, por un lado, el leninismo con sus variantes estalinistas, maoístas, etc., y por el otro el nazismo, han relegado a las masacres vinculadas a los conflictos presuntamente religiosos, entre ellos la eterna letanía “las cruzadas y la inquisición”, al rango de simples aficionados» (2013: 10).
Conclusiones-discusión Contra lo que la vulgata periodístico-ideológica pretende hacernos creer, el problema de las relaciones entre la religión y la ciencia es mucho más complejo de lo que parece, y sobre todo hay que desechar, de entrada, respecto de lo que son las religiones, el dogma liberal: las religiones no son ni indiferentes, ni privadas, ni equivalentes… Ni son las que cometen actos terroristas, bombardean, o se hacen mutuamente la guerra.