Sociedad ilustrada

1970

La pirámide de población es un gráfico de barras que muestra la estructura demográfica por sexo y edad de España en 1970 y refleja en su perfil los sucesos que han tenido repercusiones demográficas en los últimos cien años.

En la estructura por sexo se observa que, como es habitual, nacen más niños que niñas (la longitud de la barra inferior, que corresponde realmente al grupo 0-4 años, es más larga del lado de estos). En la edad adulta, los porcentajes se igualan en torno a los 30-34 años, debido a la emigración masculina al exterior en aquellos años y a partir de entonces se invierten, por lo que en las edades avanzadas las mujeres son mayoría. Las causas son la mayor debilidad biológica de los hombres, el hecho de que estos han desempeñado tradicionalmente los trabajos más duros con mayor desgaste físico y riesgo de accidentes, han participado de forma más directa en las guerras y en la emigración al exterior y se han visto más afectados que las mujeres por hábitos nocivos en exceso como el alcohol o el tabaco. En esta fecha ya se aprecia claramente la reducción de la mortalidad femenina en el parto y posparto gracias a los avances médicos y sanitarios.

La estructura por edad puede establecerse a partir de la forma de campana de la pirámide, propia de una pirámide que inicia una regresión con predominio de la población adulta y en la que se observan algunos cambios, como un paulatino aumento de la esperanza de vida y por lo tanto un aumento de la población anciana. En estos momentos de la transición demográfica se aprecia un crecimiento natural elevado, debido a unas tasas de natalidad altas, que permiten el reemplazo generacional y unas bajas tasas de mortalidad. La consecuencia de una estructura de población adulta es la presencia de mucha población activa y pocos dependientes.

Aunque se mantienen todavía altas tasas de natalidad, se aprecia un leve entrante en la base que refleja el inicio de un control de natalidad, el inicio del que será un fuerte y continuado control de natalidad que comienza justo en los años 70, y que es carácterístico de todos los países desarrollados.

La alta natalidad que todavía se aprecia en las barras inferiores, se debe a la explosión demográfica o baby boom posbélico retrasado, acompañado del crecimiento económico del desarrollismo, una vez superada la crisis demográfica que supuso la guerra y posguerra con la

política autárquica. La baja mortalidad general está directamente unida a la mejora de las condiciones médicas y sanitarias modernas, las mejoras en la higiene y en la dieta y la elevación del nivel educativo y cultural.


En cuanto a los sucesos demográficos de los últimos 100 años, podemos hacer la siguiente lectura: empezando por la cima de la pirámide, se aprecia en las últimas barras una clara desproporción entre el número de varones y el de mujeres, que no se debe sólo a la mayor esperanza de vida de estas, sino también a la superior emigración de los varones (emigraciones transoceánicas a América).

El primer gran entrante pronunciado se observa en la franja de edad de los 50-54 años. Éste se debe a la sobremortalidad masculina durante los años de la guerra, por eso este entrante no se observa en las mujeres y esto provoca un desequilibrio pronunciado por sexos en estos grupos de edad. Son los jóvenes (entre los 20 y los 30 años) que lucharon en el frente en la Guerra Civil. Además, gran parte de la población de esta edad sufríó la gripe de 1918.

El segundo gran entrante es el que se observa en los grupos de edad de 30 a 34 años, que se corresponden con la subnatalidad de los años de la guerra, es decir, los no nacidos durante la Guerra Civil y los primeros años de la posguerra, en los cuales las tasas de natalidad se redujeron de manera considerable por dos motivos: primero por la ausencia de varones que estaban en el frente y segundo por el hambre y la crisis de posguerra.

A partir de esas edades, y sobre todo entre los 0 y los 15 años, se observa un saliente que se corresponde con la recuperación de la natalidad pasados los años más duros de la posguerra y con el fomento de la natalidad que el régimen franquista hizo en estos años, que dio lugar al baby boom de aquellos años y que supuso una explosión demográfica.

En el año
1970, la población española se encuentra en los años finales de la transición demográfica, con una alta natalidad (se aprecia un leve estancamiento en la base, aunque todavía se permite el reemplazo generacional) y una baja mortalidad, asociada a las mejoras sanitarias y socioculturales del país, lo que supondrá el paso definitivo para cambiar de un régimen demográfico antiguo a un régimen demográfico moderno.


2020

La pirámide de población es un gráfico de barras que muestra la estructura demográfica por sexo y edad de España en 2020 y refleja en su perfil los sucesos que han tenido repercusiones demográficas en los últimos cien años. En la estructura por sexo se observa que, como es habitual, nacen más niños que niñas (la longitud de la barra inferior, que corresponde realmente al grupo 0-4 años, es más larga del lado de estos). En la edad adulta, los porcentajes se igualan en torno a los 50 años, debido a la inmigración, fundamentalmente masculina, que llegó a España en los años anteriores a 2005 y que retrasa la equiparación hasta fechas más tardías. A partir de entonces se invierten, por lo que en las edades avanzadas las mujeres son mayoría. Las causas son la mayor debilidad biológica de los hombres, el hecho de que estos han desempeñado tradicionalmente los trabajos más duros con mayor desgaste físico y riesgo de accidentes, han participado de forma más directa en las guerras y en la emigración al exterior y se han visto más afectados que las mujeres por hábitos nocivos en exceso como el alcohol o el tabaco. Además, se aprecia claramente la reducción de la mortalidad femenina en el parto y posparto gracias a los avances médicos y sanitarios.

La estructura por edad puede establecerse a partir de la forma en urna de la pirámide, con la base metida claramente hacia adentro desde hace 40 años (indicando natalidad baja y en descenso), lo que permite afirmar que se trata de una población con bajos efectivos de jóvenes. Las últimas barras muestran un volumen importante de población anciana, por lo que nos encontramos ante una población envejecida. Se trata de una población propia de un régimen demográfico moderno, con una sociedad y una economía terciarizadas y urbanas con un escaso peso del sector agrario. Las causas del envejecimiento de la población han sido el descenso de la natalidad y la disminución de la mortalidad, acompañada del aumento de esperanza de vida.

El descenso de la natalidad se ha debido a diferentes causas: la situación económica que siguió a la crisis de 1975 supuso un grave aumento del paro, que hizo reducir los nacimientos a las parejas existentes y retrasar la edad del matrimonio, la precarización de los contratos laborales, el alto precio de compra y alquiler de viviendas; el cambio de mentalidad en la

sociedad a partir de la transición a la democracia con la disminución de la influencia religiosa, despenalización del aborto y uso de anticonceptivos, incorporación de la mujer al trabajo fuera del hogar y preponderancia de las relaciones de pareja; el aumento del nivel de vida y el progreso del nivel cultural (se valora la formación y el bienestar del niño y se prefiere tener menos hijos y mejor atendidos), aumento de la protección social (los hijos ya no son vistos como seguro de vejez de los padres) y aspiración a mejoras materiales (gastos y ocio).


La disminución de la mortalidad y el aumento de la esperanza de vida se han debido a los progresos médicos y sanitarios, las mejoras en la higiene y en la dieta y la elevación del nivel educativo y cultural. Las consecuencias del envejecimiento afectan al futuro de las pensiones, a la salud y a la integración social, ya que la reducción de los activos implicará modificaciones importantes en el sistema de pensiones, el gasto sanitario aumentará sobre todo en aquellos municipios rurales, donde el envejecimiento es fuerte y los equipos sanitarios escasos, y habrá una mayor necesidad de recursos (residencias) y actividades de ocio relacionados con la población de estas edades. En cuanto a los sucesos demográficos de los últimos 100 años, podemos hacer la siguiente lectura: empezando por la cima de la pirámide, podemos ver que disminuyen los efectivos de hombres respecto a los de mujeres, no solo por la mayor esperanza de vida de las mujeres, sino también a que en estos años se encuentran las generaciones afectadas por la Guerra Civil, aunque al llegar a la vejez, el entrante que provocan en la pirámide ha dejado de notarse. El abultado saliente de la pirámide en los grupos de 40 a 60 años (1960-1978) se debe al fuerte incremento de la natalidad por el baby boom posbélico retrasado, gracias a la finalización de la autarquía (Plan de Estabilización de 1959) y al comienzo de una nueva etapa de desarrollismo económico, basado en la mecanización del campo, el impulso de la industria y el auge del turismo. Además, hubo una reducción de la mortalidad materna e infantil por la mejora de la medicina y la generalización de los nacimientos en clínicas. También influye el hecho de que desde 1995 han llegado numerosos inmigrantes extranjeros, que en el año de la pirámide tienen edades similares a estas generaciones.

El retranqueamiento de la pirámide es manifiesto desde 1979 (grupos de 0 a 39 años). En los grupos de 20 a 39 años (entre 1979 y 1998) el retroceso se debíó a la fuerte reducción de la natalidad causada por los factores económicos y sociales antes comentados. Entre 1998 y 2008 (entre los 10 y 19 años) se aprecia la leve recuperación de la natalidad motivada por la favorable coyuntura económica de esos años, la elevada inmigración extranjera y los nacimientos atrasados de las generaciones del baby boom. Y desde el año 2008 (0 a 10 años), un nuevo retroceso de la base motivado por la crisis económica de aquellos años, que repercutíó duramente sobre las familias, redujo la inmigración y fecundidad de las extranjeras.

La repercusión de la pandemia del Covid ha producido un aumento de la mortalidad y un descenso de la natalidad, así como una contención de la inmigración debido a la paralización de los sectores económicos secundario y sobretodo terciario. Por todo ello, el proceso de envejecimiento y pérdida de población parece que irá en aumento de no cambiar las tendencias actuales, y si no se revierte mediante políticas que apoyen la natalidad y a conciliación de la vida familiar y laboral.