Sociedad ilustrada

Desde 1975 España ha superado la transición demográfica y se encuentra dentro del régimen demográfico moderno que implica unas bajas tasas de natalidad y mortalidad, y por lo tanto un crecimiento vegetativo escaso. El descenso en la natalidad se hizo muy pronunciado a partir del fin de la transición demográfica y el número de hijos por mujer descendíó de los niveles de reemplazo (por encima de 2,1) hasta el mínimo de 1998 en 1,15 hijos por mujer. Las causas de la caída de la natalidad son varias. Por un lado la situación socioeconómica del país con unos altos niveles de desempleo que afecta especialmente a los jóvenes a lo que hay que añadir otros condicionantes como el elevado precio de la vivienda. Por otro lado ha sido evidente el cambio de mentalidad en la sociedad española con la difusión de los anticonceptivos y la masiva incorporación de la mujer al trabajo que implica un retraso en la maternidad. Los hijos dejan de verse como un seguro de vejez para los padres, algo propio de las sociedades rurales, por el contrario los gastos que acarrea su formación y atención hacen que se prefiera tener menos. A partir del mínimo de finales de los noventa la natalidad experimentó un ligero incremento debido a la mejora del ciclo económico y la llegada de población inmigrante, especialmente de mujeres en edad fértil. Este crecimiento se interrumpíó como consecuencia de la crisis económica de 2008. La natalidad que se situó por el encima del 10 por mil se encuentra en 2019 en 7,9 por mil. La mortalidad se ha mantenido baja durante todos estos años incrementándose la esperanza de vida. Las causas de la mortalidad han cambiado, ya no son tanto las llamadas “tres C”, cáncer, corazón y carretera; en los últimos años están creciendo las enfermedades ligadas al envejecimiento como el alzhéimer. El envejecimiento de la población española ha elevado la tasa de mortalidad hasta el 8,8 por mil, superado esta a la de natalidad desde mediados de la década de 2010, con lo cual durante estos últimos años el crecimiento natural de la población española ha sido negativo. Salvo que se logre aumentar la tasa de natalidad la única manera de evitar que la población española descienda es mediante aportes inmigratorios. Migraciones en la actualidad Las migraciones interiores han disminuido debido a la caída del éxodo rural. Algunos de los escasos residentes de las áreas rurales las continúan abandonando y se instalan en localidades cabeceras de comarca o capitales de provincia. Por otro lado hay un éxodo de los jóvenes y grupos cualificados en dirección a las grandes metrópolis como Madrid o Barcelona. Aunque estas llegadas no se traducen en un crecimiento en las áreas centrales sino en las coronas exteriores, lo cual implica un incremento de la población en provincias como Toledo o Guadalajara para el caso de Madrid y de Tarragona o Gerona para el caso de Barcelona. Un ejemplo local de este proceso es el crecimiento del municipio de Castro Urdiales por el desplazamiento de la población de Bilbao. La migración exterior que fue muy importante en España a lo largo del Siglo XX ha desaparecido, ahora se realiza por sectores cualificados y es más puntual; tuvo un cierto auge nuevamente en la década de 2010 por efecto de la crisis económica. España se ha caracterizado estos años por ser un país receptor de inmigrantes. Desde mediados de la década de los 80 y sobre todo desde 1995 España ha recibido un elevado número de inmigrantes. La población inmigrante significa 6,1 millones de personas, es decir un 12,9 % del total de la población española en 2019. El número de inmigrantes actual es similar al de 2010, en este último año se estancó como consecuencia de la crisis económica de 2008 e incluso descendíó, para recuperarse a partir de 2015.


La primera fase a la que llamaremos: Régimen demográfico antiguo según observamos la gráfica se produce desde el año 1858 hasta el año 1900 y se caracteriza por las altas tasas de natalidad, altas tasa de mortalidad y como consecuencia de esto un bajo crecimiento natural en la población. Los motivos de estos es debido a que se trata de una época en el cual las personas carecían de un sistema de control higiénico y la estructura social y económica. Una familia campesina de esta época se caracterizaba por una familia numerosa, el sistema económico se basaba en la agraria, l La disminución de la mortalidad en España a lo largo del Siglo XX fue fruto de la acción combinada de los progresos médicos como vacuna contra la viruela, la mejora de las condiciones higiénicas y la disponibilidad de mayores recursos económicos la mayor producción de alimentos. El progresivo descenso de la natalidad hasta 1935 se explica que la causa fue por el aumento en la edad de contraer matrimonio, la entrada de la mujer en el trabajo y en los estudios, una de las carácterísticas de una sociedad que se va industrializando poco a poco, es decir, un cambio de mentalidad en la sociedad española en la valorización del papel de la mujer este proceso de industrialización al igual que se produce la urbanización se ve facilitado y en parte acelerado por el desarrollo de la Primera Guerra Mundial: España al no participar en la contienda se convierte en uno de los principales abastecedores de los países en guerra, lo que impulsa el desarrollo de la producción. En este período el crecimiento de la población se interrumpe con la epidemia de la gripe española en 1918, que lleva considerable vidas y con ella se lleva al crecimiento natural a valores negativos. Cuando la gripe española deja resultados indeseados, el crecimiento natural se recupera volviendo los índices de natalidad a valores anteriores. Además de ser una de las carácterísticas de recuperación demográfica típica de los años posteriores a una crisis, la recuperación de esta coincide con la época de prosperidad económica, denominada los felices años 20. La mortalidad va descendiendo hasta llegar casi los entorno los 15‰ por cada mil habitantes en los años 1933, al igual que la natalidad desciende pero de manera más moderada. Cuando llega la Guerra Civil y la inmediata posguerra (de los años cuarenta) supone un nuevo estancamiento en la evolución, debido al aumento bruto de la mortalidad y la caída en picado de la natalidad que se iniciaron en los años 20 y 30 con la crisis económica y la Segunda República. En estos años se podría resumir el crecimiento natural como negativos y algunos de sus motivos son claro y de lógica. La guerra provoca muerte masiva de los hombres que van a combatir, otros van a la cárcel, otros varones se ven obligado a exiliarse, esto produce también un paro brutal en el nacimiento de niños en que los hombres no están. Por lo tanto, un descenso en la natalidad. En la posguerra sobre los años cuarenta comienza el ascenso de la natalidad, pero los valores anteriores ya no se pueden alcanzar y menos en unas condiciones como las duras condiciones de la posguerra, aumento del número de exiliados, difíciles condiciones económicas, un bloqueo internacional. Es por esto uno de los motivos por lo que las tasas de natalidad y mortalidad experimentan una gran diferencia de valores, más acusadas en relación con los problemas económicos del período. En el país no se llega a producir tan rápido el fenómeno conocido como el “baby boom”, sino que se retrasa esta recupera demográfica hasta los años 50. A mediados de los 50 y los primeros años setenta fueron los años en lo que la económica de España poco a poco se ha ido desarrollando, se registra un fuerte crecimiento vegetativo, uno de los más altos del siglo. En el que la natalidad vuelve a subir y se posicionan sobre los 20 ‰, y como consecuencia de esta disminución la tasa de mortalidad alcanza valores muy bajos, sobres los 10 ‰ por cada mil habitantes. La recuperación coincide con la ruptura de la política inestable y del aislacionismo exterior que sufría España durante la guerra y con el inicio de una nueva etapa de mayor prosperidad, la de una modernización. Entre los años 1955 y 1965 se produce la recuperación de la tasa de natalidad, el fenómeno baby boom llega a España (baby boom posbélico retrasado), al mismo tiempo en el que los progresos de la medicina, aparece la Seguridad Social y de la pediatría y la gran mejora de la situación económica, desaparece la malnutrición y la escasez de alimentos, mientras se mantiene estables las tasas de mortalidad. Este hecho está relacionado con la consolidación de una sociedad urbana e industrial. Y para concluir la Tercera Fase que representa el Régimen demográfico moderno comprende entre el 1975 y la actualidad caracterizada por el bajo índice de mortalidad, natalidad y también un bajo crecimiento natural.