Sociedad ilustrada

8.4. EL TEATRO ESPAÑOL HASTA 1939


El teatro español del s. XX, excepto Valle y Lorca, es bastante pobre, tanto en lo teatral como en lo dramático, sin participar en las innovaciones del teatro europeo. En el período que nos ocupa hay 2 modelos teatrales: uno que triunfa y otro que no alcanza éxito pese a su superior valor literario.


En el teatro popular se incluyen 3 tendencias:


• El drama burgués, realista y suavemente crítico. Se trata de un teatro continuador del Realismo del XIX, renovando algunos aspectos para adaptarse a los gustos del público burgués. Su principal representante es Jacinto Benavente (Los intereses creados, La Malquerida).


• El teatro costumbrista, de raíz ROMántica y sin pretensiones críticas: su único propósito es entretener al público. Destacan los hermanos Álvarez Quintero, representantes del teatro regionalista andaluz (El genio alegre); Carlos Arniches, creador de la “tragedia grotesca” (La señorita de Trevélez); y Pedro Muñoz Seca, inventor del “astracán” (La venganza de don Mendo).


• El teatro poético modernista, de ideología marcadamente conservadora y tradicional, con continuas alusiones al glorioso pasado del Imperio español. Destacan Eduardo Marquina y Francisco Villaespesa.


Frente a este teatro hay otras tendencias más innovadoras e interesantes literariamente, pero que no triunfan porque no se adaptan a los gustos del público. Puede hablarse de 2 experiencias teatrales:


• El teatro del 98 y el Novecentismo: Unamuno, Azorín, Ramón Gómez de la Serna, Jacinto Grau.


• El teatro del 27
: Salinas, Max Aub, Alberti, Miguel Hernández, a los que habría que unir a Jardiel Poncela y Miguel Mihura, renovadores del teatro humorístico.


Cada uno de estos 2 grupos está encabezado por un autor fundamental: Valle- Inclán, el primero; y Lorca, el segundo. Valle-Inclán es el autor más importante del teatro español del siglo, y uno de los fundamentales de la escena mundial. Su obra sigue una constante evolución hasta llegar a su gran creación: el esperpento (Luces de bohemia, Martes de carnaval). En el esperpento, Valle sintetiza los elementos más dispares: lo vulgar y lo literario, lo social y lo existencial,…


García Lorca es el referente principal del teatro del 27. Su obra es variada, plena de elementos líricos y surrealistas. En su obra dramática se distinguen 3 etapas:


• La etapa inicial caracterizada por la experimentación formal y temática. Busca aún un lenguaje dramático y teatral propio, de ahí la heterogeneidad de los títulos de esta etapa: El maleficio de la mariposa, de carácter simbolista; Mariana Pineda, drama histórico en verso; Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín, farsa de amor trágico. La obra más importante de esta etapa es La zapatera prodigiosa, en la que anticipa elementos de su producción posterior, como la mezcla de verso y prosa.


• La etapa vanguardista, en los primeros años de la década de los 30, de carácter surrealista, incluye 2 obras: El público y Así que pasen cinco años.


• Por último, su etapa de plenitud (obras escritas entre 1933 y 1936). Lorca se muestra muy prolífico, y consigue un gran éxito con sus obras, en las que es capaz de conjugar el rigor estético con el sentido popular. Las 2 primeras obras de esta etapa son Bodas de sangre y Yerma, que formarían parte de una probable “trilogía dramática de la tierra española” junto a La sangre no tiene voz.


8.5. EL TEATRO ESPAÑOL DESDE 1939


El teatro acusa más que ningún otro género el aislamiento y la pobreza de la sociedad española de posguerra. Su evolución abarca 3 etapas:


• Los años 40 se caracterizan por la continuidad de las tendencias que ya triunfaban antes de la guerra, especialmente al drama burgués al estilo de Benavente. Este teatro es cultivado por autores como Calvo Sotelo, Luca de Tena o Ruiz Iriarte. No deja de haber, sin embargo, algunos intentos renovadores, centrados en el teatro de humor: Mihura, Jardiel Poncela. Miguel Mihura es autor de un teatro cercano al del absurdo aunque con intencionalidad crítica. Su obra más importante es Tres sombreros de copa


Entre 1950 y 1965 surge y se desarrolla la llamada “generación realista”: Buero Vallejo, Alfonso Sastre, Lauro Olmo, Rodríguez Méndez… Es un grupo coherente, de ideología izquierdista, cuyo objetivo es la crítica de la realidad española de su época a través de una estética predominantemente realista. Se trata de un teatro poco innovador desde el punto de vista formal, por cuanto los autores se preocupan más del contenido y el mensaje, buscando la identificación del público con los personajes. Destacan entre todos ellos Antonio Buero Vallejo y Alfonso Sastre, cuya obra más representativa es Escuadra hacia la muerte, además de La sangre y la ceniza. Buero es autor de 2 de de las obras fundamentales del teatro de posguerra: Historia de una escalera y El tragaluz.


A partir de 1965 se produce una renovación dramática y teatral, al mismo tiempo que se mantiene la línea más tradicional, basada en la importancia de los diálogos, y representada por autores como Antonio Gala (Anillos para una dama), José Luis Alonso de Santos (Bajarse al moro), José Sanchís Sinisterra (¡Ay, Carmela!) o Fernando Fernán Gómez (Las bicicletas son para el verano).


La renovación se fundamenta en el abandono del Realismo puro para orientarse hacia fórmulas más expresionistas, concediendo por 1ª vez más importancia a los factores teatrales por encima del propio texto. Esta renovación se desarrolla en 2 líneas:


Autores individuales (el teatro “underground”): Francisco Nieva, Miguel Romero Esteo y Fernando Arrabal, creador del “teatro pánico”, que pretende unir lo absurdo con lo cruel (Pic-Nic, Cementerio de automóviles).


Grupos independientes, que crean sus espectáculos de forma colectiva: TEI, Tábano, Els Joglars, Els Comediants, La Fura dels Baus… Dentro del colectivo de grupos independientes caben muchos tipos diferentes, por sus propósitos y sus medios: teatro amateur, teatro de cámara, teatro universitario, teatro experimental…