Relatos Clásicos: Vida Cotidiana, Mitos y Fábulas de Roma y Grecia

Vida Cotidiana y Educación en Roma

Un Día en la Escuela Romana

Al amanecer se levanta el niño de la cama; se pone rápidamente la toga pretexta y va a la escuela cada día. El esclavo le llevará las tabletas de cera hasta la puerta de la escuela. Todos los alumnos se sientan en las banquetas y guardan silencio. En la escuela leen libros, escriben, aprenden muchas artes y recitan dichos de hombres ilustres. El maestro enseña lengua latina y lengua griega. Después este pronuncia palabras en voz alta y también los niños las escriben con el punzón en las tablillas. A los alumnos vagos el maestro los castiga con la vara. Luego, después del almuerzo los niños recrean sus ánimos en el Campo de Marte con juegos y ejercicios y robustecen sus cuerpos. “Una mente sana es un cuerpo sano”, dijo el poeta Juvenal.

La Influencia Griega en Roma

Roma Conquista, Grecia Cautiva

Los romanos sometieron a Grecia mediante una guerra. Después aprendieron de los griegos artes y literatura. Además, en Roma no solo había muchos preceptores griegos, sino también los romanos a menudo enviaban sus hijos a Grecia y allí aprendían la lengua griega e ilustres maestros griegos los instruían en literatura griega. “La Grecia conquistada conquistó al fiero vencedor y llevó las artes al agreste Lacio“.

Mitos Clásicos

El Mito de Vulcano

Vulcano, hijo de Juno y Júpiter, era feo y deforme. Así, su padre lo arrojó de los cielos a la tierra. Pero los habitantes de la tierra acogieron al pequeño Vulcano. Después trabajaba en las cuevas del monte Etna con los cíclopes, pues era el artesano más hábil de todos los inmortales. Hizo el casco, la coraza y el escudo de Aquiles. Con estas armas, Aquiles venció y mató a Héctor, el más importante caudillo troyano. Su principal obra fue: con agua y arcilla hizo una hermosísima mujer. A esta mujer los propios dioses la honraron, le ofrecieron muchos regalos y la llamaron Pandora.

La Tragedia de Edipo

Edipo es hijo de Layo, rey de Tebas, y Yocasta. Cuando el niño es pequeñito, Layo pregunta al oráculo acerca del destino de su hijo, y el oráculo responde: “Cuando Edipo sea adulto, matará al rey de Tebas y será marido de Yocasta”. Layo, aterrorizado por el vaticinio del oráculo, abandona a Edipo y desea la muerte del niño. Pero el rey de Corinto encuentra al crío y lo educa como a un hijo en su palacio. Después de muchos años, Edipo regresa a Tebas desde Corinto; en el camino se encuentra con Layo y mata a su padre. Finalmente llega a Tebas y se casa con Yocasta. Así provoca una gran desgracia a la ciudad tebana. Los dioses en el Olimpo se horrorizan, castigan a Edipo y a Tebas con muchos males.

Apolo y la Pitón en el Parnaso

Entre el Peloponeso y Tesalia se alzaba el monte Parnaso. Manantiales cristalinos bañaban las faldas de este monte y proporcionaban floridos pastos en ese mismo valle. Pero los habitantes y los pastores abandonaban este valle porque Pitón, una enorme serpiente, devastaba esta región. Enseguida Apolo salió del Olimpo; de su arco lanzó muchas flechas y mató a aquel monstruo. En recuerdo de esa matanza, los griegos dedicaron al dios un magnífico templo en aquella región. Durante muchos siglos los griegos acudían a aquel templo y consultaban el oráculo. Allí no daba las respuestas el propio dios, sino la virgen Pitonisa.

Fábulas y Enseñanzas

El Asno, la Sal y las Esponjas

Un asno transportaba unos sacos llenos de sal y hacía su recorrido por un camino junto al río. Con gran esfuerzo llevaba su peso y soportaba los latigazos del mulero. Pero por casualidad cayó en el río y permaneció un tiempo en el agua. Al final salió del agua con gran dificultad y notó una cosa sorprendente: una gran parte de la sal, disuelta en el agua, había hecho la carga más ligera. Entonces el asno caminó contento. Al cabo de unos días el asno llevaba una carga de esponjas. Acordándose de su anterior suerte, se tiró al agua; las esponjas absorbieron agua y el peso de la carga aumentó. Entonces, tuvo que transportar el peso con gran esfuerzo.

El hombre a menudo busca placer de forma desmedida y encuentra dolor.

Las Dos Alforjas de Júpiter

Júpiter nos impuso dos alforjas. Una nos la dio llena de defectos y la colocó detrás de la espalda. La otra la dio llena de defectos ajenos y la colocó delante del pecho. Por esta razón, no vemos nuestros propios defectos, sino que somos censores de los defectos ajenos (criticamos / censuramos las cosas malas ajenas).

No vemos nuestras propias faltas, solo las de los demás.

El Perro y su Reflejo

Un perro llevaba su botín por la orilla del río y en el reflejo del agua (lit.: de las aguas) vio su propia imagen. Esta era parecida a otro perro. El perro quiso arrebatar la presa al otro perro. Entonces dejó caer la comida de la boca y la comida cayó en el río. Así, quien pretende lo ajeno pierde lo propio.

Quien codicia lo ajeno, pierde lo propio.

La Zorra y la Máscara Trágica

Por casualidad una zorra había visto una máscara de actor de tragedia (lit: máscara trágica). La zorra dijo: “¡Oh, cuánta belleza, pero no tiene cerebro!”. Del mismo modo hay personas a quienes la Fortuna ha repartido honores y gloria pero no les ha dado sentido común / inteligencia.

La apariencia sin inteligencia carece de valor.

El Lobo y la Grulla

Un lobo devoraba carne ávidamente; un hueso de la presa se quedó clavado en su garganta y le causaba un dolor muy agudo. Entonces empezó a gritar con una voz muy fuerte y a pedir auxilio. La grulla escuchó el gemido del lobo y acudió a la fiera. —¿Por qué gritas? —Tengo un hueso —dijo el lobo— clavado en la garganta. Te daré una gran recompensa si con tu pico me sacas el hueso. La grulla introdujo su cabeza en las fauces del lobo y le sacó el hueso con sumo cuidado. Entonces reclamó del lobo la recompensa, pero aquel riendo respondió: “He tenido tu cabeza en mis fauces y no la he devorado, ¿acaso deseas una mayor recompensa?”.

No esperes gratitud de los malvados.