La Edad de Oro de Atenas: Pericles, Democracia y el Giro Antropológico de la Filosofía Griega

I. El Siglo de Pericles

Pericles (495-429 a.C.) fue un magistrado, general, político y orador ateniense en la edad de oro de la polis, cuando esta se organizó políticamente en democracia. En su época vivieron los poetas trágicos Sófocles y Eurípides, el historiador Heródoto y el sofista Protágoras.

Aunque las polis griegas compartían una lengua y una religión comunes, esto no bastó para evitar las continuas guerras entre ellas. Ni siquiera durante las Guerras Médicas (490-454 a.C.), cuando Grecia estuvo a punto de caer ante el Imperio persa, todas participaron con el mismo empeño en la defensa común.

Fue Atenas la que tomó el liderazgo en esas guerras y, tras la victoria sobre los persas, se convirtió en la cabeza de una gran confederación de ciudades: la Liga de Delos. Esta situación privilegiada, unida a la labor del gran gobernante Pericles, hizo que el siglo V a.C. fuera conocido como la Edad de Oro de Grecia.

Durante unos 150 años, Atenas se transformó en la ciudad más importante y en el centro de una cultura que todavía influye en nosotros. Allí nació la democracia, gracias a la cual todos los hombres libres se convirtieron en ciudadanos sin importar su renta ni su origen. Este espíritu democrático impregnó las instituciones, las costumbres y también las actividades teóricas y artísticas.

Se trabajó intensamente en los templos, estatuas y bajorrelieves de la Acrópolis, mientras los poetas trágicos Esquilo, Sófocles y Eurípides y el comediógrafo Aristófanes escribían sus obras. Los historiadores Heródoto y Tucídides convirtieron la historia en una ciencia, y la filosofía y la ciencia, nacidas el siglo anterior, vivieron un desarrollo espectacular.

Por eso, Pericles dijo con orgullo que los hombres de su tiempo y los del futuro admirarían siempre a Atenas:

«Somos admirados por los seres humanos de ahora y seremos admirados por los del porvenir»

La Democracia Ateniense

Aunque el sistema político de Atenas podía considerarse democrático en comparación con los despotismos orientales de la época, resultaba elitista y aristocrático frente a las democracias actuales.

De los 500.000 habitantes que llegó a tener la ciudad en el siglo V a.C., unos 300.000 eran esclavos sin ningún derecho, y 50.000 eran metecos, es decir, extranjeros sin derechos civiles. Si se excluyen también a las mujeres y a los niños, solo quedaban unos 50.000 auténticos ciudadanos, lo que representaba aproximadamente el 10% de la población.

II. El Paso de la Physis a la Polis

Frente a las cosmologías y teogonías míticas, los pensadores del siglo V a.C. centraron su reflexión en el ser humano, tanto individual como colectivamente. Los sofistas, Sócrates, Platón y Aristóteles son un ejemplo de este cambio, y la filosofía de los tres últimos se conoce como Filosofía Clásica Griega.

A mediados del siglo V a.C., la filosofía griega dejó de enfocarse en todo aquello que tenía que ver con la naturaleza (physis) y lo que se escondía detrás de ella, como hacían los presocráticos, y comenzó a estudiar al hombre y su vida en la polis. Este cambio, llamado primer «giro antropológico», supuso el paso de la physis a la polis.

Los sofistas iniciaron esta transformación, separando los conceptos de physis (naturaleza) y êthos o nomos (costumbre o ley), y centrando su interés en este último ámbito, es decir, hacia cuestiones de tipo político, moral, etc.

Por eso, sus reflexiones trataban temas como la virtud, la justicia, la felicidad o el lenguaje, todos relacionados con la vida política y moral dentro de la ciudad-Estado griega.

III. Los Sofistas

Los sofistas no formaron una escuela filosófica, sino una clase de maestros itinerantes que recorrían las polis griegas enseñando a cambio de un pago. En su mayoría eran extranjeros en Atenas y ofrecían distintos tipos de enseñanza, aunque su especialidad fue el uso de la palabra.

Su aparición tuvo causas político-culturales: con el desarrollo de la democracia tras las Guerras Médicas, todos los ciudadanos podían participar en las asambleas, por lo que se hizo necesario saber hablar y persuadir en público. Los sofistas enseñaban retórica (arte de convencer), erística (arte de debatir) y oratoria (saber expresarse correctamente).

Características de los Sofistas

  • Cobraban por enseñar.
  • Se consideraban maestros, no filósofos.
  • Valoraban más las virtudes prácticas que el conocimiento teórico, del que eran escépticos.
  • Dejaron de estudiar la naturaleza (physis) para centrarse en la polis.
  • Eran maestros de virtud, entendida como habilidad.
  • Buscaban convencer, no alcanzar la verdad.
  • Eran relativistas y escépticos: no existen verdades universales ni leyes naturales, solo acuerdos humanos (nomos).

Para ellos, las leyes sociales eran arbitrarias y dependían de la convención entre los individuos, no de la naturaleza. Por tanto, lo bueno y lo malo no son absolutos, sino que dependen de lo que una sociedad decida considerar como tal.

Protágoras (485-411 a.C.)

Fue el primer y más famoso de los sofistas, originario de Abdera (polis en la costa norte del mar Egeo). Conocemos su pensamiento por los Diálogos de Platón. Su frase más célebre fue:

«El hombre es la medida de todas las cosas»

Con ello afirmaba que cada persona es el criterio de verdad, ya que las cosas son tal y como nos parecen. No existen propiedades objetivas, sino percepciones subjetivas: «Esa piedra no es gris, sino que yo la percibo gris». Por tanto, Protágoras es claramente relativista: «No hay leyes mejores que otras».

Otros sofistas destacados fueron Gorgias, Antifón, Critias y Calicles.

IV. Sócrates (470-399 a.C.)

Sócrates nació en Atenas, hijo de un escultor y una comadrona. No dejó nada escrito, por lo que su pensamiento se conoce a través de Aristófanes, Jenofonte, Aristóteles y, sobre todo, Platón, su discípulo.

Contemporáneo de los sofistas, Sócrates consolidó el giro antropológico de la filosofía griega: dejó en segundo plano el estudio de la naturaleza para centrarse en el ser humano y su conducta moral. Su objetivo era la reforma moral de los ciudadanos atenienses, convencido de que la falta de virtud era la causa de la grave crisis política que llevó a Atenas a la derrota en las Guerras del Peloponeso.

Su método de enseñanza era directo y dialogado, y se centraba en cuestiones práctico-morales. Defendía que para alcanzar la felicidad era necesario ser virtuoso, y que conceptos como justicia, bondad, bien, sabiduría, felicidad y belleza estaban estrechamente relacionados.

En el 404 a.C., durante el gobierno de los Treinta Tiranos, se negó a colaborar en el arresto de un ciudadano inocente. Años después, con la restauración de la democracia, fue acusado de impiedad y de corromper a la juventud, y condenado en un juicio injusto a morir bebiendo cicuta en el 399 a.C.

Comparación con los Sofistas

Similitudes:

  • Su interés se centra en lo que hemos denominado êthos.
  • El conocimiento tiene un interés práctico: orientado a desarrollar la virtud, aunque entendía este concepto de manera distinta.

Diferencias:

  • No se cree maestro, sino filósofo («Solo sé que no sé nada»).
  • No cobra por enseñar; no pretende vender saberes sino ayudar a los otros a aprender por sí mismos.
  • No entiende la virtud como habilidad práctica para el éxito social ni busca formar políticos demagogos; su objetivo es la reforma moral del ciudadano y el cumplimiento de las leyes.
  • No concibe el saber como instrumento al servicio del éxito social (y, por tanto, no lo valora económicamente), sino como búsqueda de la verdad.
  • Frente al escepticismo sofista, afirma que la verdad puede ser conocida (definida): mantiene una doctrina antirrelativista y antiescéptica.
  • Sostiene el intelectualismo ético.
  • Adopta el método del diálogo con finalidad distinta: mientras los sofistas usan el diálogo sobre todo como erística (disputa para prevalecer), Sócrates lo usa como método para aproximarse a la verdad, buscando definiciones universales y aquello que hay en común en nuestras reflexiones para, juntos, alcanzar el conocimiento.
  • Exige definiciones universales: todo diálogo socrático debe tender a una definición general de los conceptos morales.