La Guerra Civil Española: Conflictos Internos Republicanos y la Consolidación del Régimen Franquista

El Bando Republicano: Conflictos y Resistencia

Los Hechos de Mayo en Barcelona

Las fuerzas del Gobierno de la Generalitat intentaron desalojar a los anarquistas del edificio de Telefónica que habían ocupado y desde donde controlaban las comunicaciones. Los hechos derivaron en un enfrentamiento en las calles de Barcelona entre militantes de la CNT y el POUM, y militantes del PSUC, ERC y la UGT, que respaldaban al Gobierno. El conflicto se saldó con más de 200 muertos, la derrota de los anarquistas y poumistas, y una fuerte crisis de Gobierno.

El Gobierno de Negrín y la Resistencia a Ultranza

Los hechos de mayo restaron influencia a los anarquistas y fortalecieron las posiciones comunistas. Los comunistas españoles exigieron la disolución del POUM y la detención de sus líderes. Largo Caballero dimitió y se constituyó un nuevo Gobierno presidido por el socialista Juan Negrín; de la dirección de la guerra se encargaría el nuevo ministro de Defensa, Indalecio Prieto. En el Gobierno no estarían los sindicatos, CNT y UGT, sino solo los partidos políticos.

El Gobierno de Negrín permaneció en el poder hasta el final de la guerra y propuso una política de resistencia de la República, aunque no dejó nunca de buscar un acuerdo con el enemigo. Su célebre programa de los Trece Puntos preveía la permanencia de la República cuando cesara la lucha armada. Franco no aceptó entrar en ningún tipo de negociación y hizo saber públicamente que solo aceptaría una rendición sin condiciones.

A partir de marzo de 1938, en el territorio republicano faltaban alimentos y productos básicos, los reveses militares eran continuos y el cansancio de la guerra era palpable. Negrín insistía en la necesidad de resistir con la esperanza de que el inicio del previsible conflicto en Europa entre las potencias aligerara la presencia alemana e italiana en España. La pérdida de Cataluña en 1939 y el exilio de los gobiernos de la República, de Cataluña y del País Vasco evidenció que la República tenía los días contados.

División Interna en el Bando Republicano

El alzamiento militar se intentó justificar con el argumento de que en la República, gobernada por el Frente Popular, se estaba preparando una revolución dirigida por los sindicatos obreros, que eliminaría la propiedad privada, la religión y el Estado existente. Nada de ello tenía fundamento. Paradójicamente, el alzamiento militar provocó que en el territorio fiel a la República se extendiera una revolución social.

Los anarquistas, los comunistas del POUM y una parte de la UGT defendían que las transformaciones revolucionarias eran el mejor medio para conseguir una verdadera movilización popular contra el fascismo y ganar la guerra. Para ello era esencial poseer el control de las armas, no permitir la integración de sus milicias en el ejército regular y mantener la iniciativa y la autonomía en el frente bélico.

Frente a estas posiciones, republicanos, comunistas y socialistas mantenían otra postura. Aceptaban el protagonismo y la necesidad de cambios, pero creían que era indispensable centrarse en ganar la guerra. Eran partidarios de poner orden en la retaguardia, controlar las experiencias colectivizadoras y reconstruir un Estado fuerte, concentrado en el esfuerzo bélico. Ambos sectores, con sus respectivas razones, protagonizaron un enfrentamiento que fue uno de los procesos más dolorosos vividos en el territorio republicano.

La Zona Sublevada: Construcción de un Estado Totalitario

Militarización y Mando Único

En la zona dominada por los militares, conocida como la Zona Nacional, hubo un orden mantenido por la disciplina militar y la proclamación del estado de guerra. Organizaron una Junta de Defensa Nacional; los generales sublevados actuaron como pequeños virreyes en su territorio. La muerte accidental en Lisboa, el 20 de julio de 1936, del general Sanjurjo, considerado como el principal jefe del movimiento golpista, planteó el problema de liderazgo.

El 24 de julio se creó en Burgos la Junta de Defensa Nacional, integrada por militares y presidida por el general Miguel Cabanellas. La misión de la Junta era gobernar el territorio ocupado y sus primeras medidas fueron prohibir la actividad de todos los partidos políticos, suspender la Constitución y decretar la paralización de la reforma agraria.

El Ascenso de Francisco Franco

Para dirigir la guerra, fue ganando cada vez más adeptos el general Francisco Franco. Su liderazgo dentro del ejército se impuso tras liberar el Alcázar de Toledo y conseguir que Hitler y Mussolini lo reconocieran como único interlocutor válido. El día 30 de septiembre, los militares lo eligieron jefe del alzamiento. El 1 de octubre de 1936 se publicó el decreto que lo nombraba Jefe del Gobierno del Estado y Generalísimo de los Ejércitos españoles. La Junta desapareció y se estableció una Junta Técnica del Estado.

La Creación del Partido Único

A partir de octubre de 1936, existía un mando militar único e incontestado, pero no una uniformidad política. Solo eran legales Falange Española y de las JONS, cuyo jefe fundador, José Antonio Primo de Rivera, había sido fusilado por los republicanos, y los carlistas. Se toleraban la CEDA y los grupos monárquicos.

En abril de 1937, Franco, inspirándose en el modelo de Estado fascista italiano y alemán, dio a conocer el Decreto de Unificación por el que se creaba un partido único, Falange Española Tradicionalista y de las JONS, unificando a falangistas y carlistas. Franco sería Jefe Nacional de este partido único. El nuevo partido adoptó el uniforme con la camisa azul de Falange y la boina roja de los carlistas, y el saludo fascista con el brazo en alto.

El Gobierno de Burgos y la Consolidación del Estado Totalitario

En enero de 1938, con la desaparición de la Junta Técnica y la formación en Burgos del primer Gobierno de Franco, este concentró en su persona la Jefatura del Estado y la Presidencia del Gobierno. Se inspiraba en el fascismo y defendía el conservadurismo y el catolicismo.

Se abolió la legislación republicana en materia económica, social y laboral. Se suprimieron las libertades religiosas, políticas y sindicales, y se impuso la censura en la prensa y los medios de comunicación. Se suprimieron los estatutos de autonomía y se restableció la pena de muerte. Esta política fue acompañada de una violencia extrema, que formaba parte de las directrices fijadas y que comportó la aniquilación de los vencidos en los territorios ocupados.

En marzo de 1938 se aprobó la primera de las Leyes Fundamentales, el Fuero del Trabajo, que establecía un sindicato único que agrupaba a empresarios y trabajadores, y prohibía las huelgas y las reivindicaciones obreras. Se respetaba la importante influencia de la Iglesia Católica. En julio de 1937, la Iglesia hizo pública una Pastoral Colectiva de los Obispos en apoyo de los sublevados. El nuevo Estado era claramente confesional y derogó las leyes del matrimonio civil y del divorcio; estableció el culto religioso en la enseñanza y en el ejército, e instituyó una retribución estatal al clero. La Zona Nacional se había convertido en un estado totalitario.