Explorando la Música del Romanticismo y las Vanguardias del Siglo XX

El Romanticismo Musical: Formas y Expresiones del Siglo XIX

1. La Música Orquestal en el Siglo XIX: La Sinfonía, el Poema Sinfónico y la Música Programática

Durante el Romanticismo, la orquesta experimentó importantes cambios, creciendo en tamaño y variedad. Llegó a contar con hasta 95 músicos y se introdujeron mejoras en instrumentos como la trompa, que incorporó válvulas, y la trompeta, que adoptó pistones. También se añadieron nuevos instrumentos, como la tuba y el trombón, y se ampliaron los registros tanto graves como agudos de los metales y las maderas. Este aumento en el tamaño de la orquesta permitió una mayor riqueza sonora y mayor contraste dinámico en las composiciones, con efectos de crescendo y diminuendo más intensos que en el Clasicismo. La orquestación se convirtió en un arte por sí misma, y los compositores comenzaron a explorar formas más libres y expresivas.

Las principales formas sinfónicas de la época fueron la sinfonía, el concierto, la sinfonía programática y el poema sinfónico. La sinfonía siguió siendo un género clave, con compositores como Beethoven, Schumann, Mendelssohn y Brahms, aunque fue Berlioz quien destacó por sus innovaciones en la orquestación, ampliando enormemente el número de músicos y explorando nuevos sonidos. El concierto, especialmente el de piano, se destacó por el virtuosismo y mayor libertad estructural. Además, la música programática, que busca evocar imágenes o historias a través de la música, cobró gran importancia. Este tipo de música, que se desarrolló especialmente en el ámbito orquestal, permitió a los compositores transmitir ideas literarias y pictóricas. La sinfonía programática, que se basa en un programa extramusical, fue popularizada por Berlioz, y los poemas sinfónicos, una forma de composición orquestal de un solo movimiento inspirada en ideas poéticas o descriptivas, fueron introducidos por Liszt. Este género fue particularmente atractivo para compositores nacionalistas, como Mussorgski y Rimski-Korsakov, quienes utilizaron el poema sinfónico para contar historias nacionales. Richard Strauss también exploró este género en el Postromanticismo, llevando el poema sinfónico a nuevas alturas.

2. La Música de Cámara y el Lied

La música de cámara, compuesta para grupos pequeños de instrumentos, se destacó en el siglo XIX como uno de los géneros más profundos e intelectuales. Debido a la complejidad de las composiciones, este género fue interpretado cada vez más por músicos profesionales. El lied, que en alemán significa cualquier canción, se convirtió en un género importante en el Romanticismo. Este tipo de canción, generalmente con voz solista y acompañamiento de piano, fusiona música y poesía, alcanzando su máxima expresión en esta época. El lied romántico tiene una estructura libre, pero se suelen distinguir tres formas comunes: estrófica, con música repetida para cada estrofa; de tres estrofas, con un esquema A-B-A; y en forma de rondó, con un esquema A-B-A-C-A. El lied se inspiró en la poesía lírica de autores como Goethe y Heine, cuyas obras expresan sentimientos de amor, nostalgia y desesperación. Aunque compositores como Mozart, Haydn y Beethoven escribieron lieder, el verdadero florecimiento del género ocurrió con Franz Schubert, quien compuso más de 600 lieder, muchos basados en los poemas de Goethe y Schiller. Schubert interpretaba sus canciones en reuniones sociales conocidas como “schubertiadas”. Sus obras destacadas incluyen La bella molinera y Viaje de invierno. Robert Schumann, quien escribió alrededor de 250 lieder, destacó por su expresividad y la prominencia del piano en sus composiciones. Sus ciclos Amor y vida de mujer y Amor de poeta son emblemáticos. Por su parte, Johannes Brahms, con aproximadamente 260 lieder, se inclinó por la música popular, lo que le dio a sus canciones un estilo pintoresco. Finalmente, Hugo Wolf se destacó por su enfoque en reproducir literalmente el texto a través de la música, y orquestó varios de sus lieder, dejando una gran huella en el género.

3. La Música para Piano

El Romanticismo renovó las grandes formas musicales, pero se expresó con mayor libertad en las pequeñas formas, que se caracterizan por su sencillez y facilidad para conectar con el oyente. El piano fue el instrumento más popular y utilizado, debido a su capacidad para tocar tanto la melodía como la armonía, lo que facilitó su integración en la vida cotidiana y su uso en conciertos y en el hogar. Las composiciones para piano fueron numerosas y variadas, y se adaptan incluso a obras no escritas para piano. Entre las piezas más comunes del Romanticismo se encuentran los preludios, intermezzi, impromptus y estudios, que a menudo tienen una forma libre y casi improvisada. Muchos compositores también exploraron danzas como la polonesa, mazurca y vals, y algunas composiciones adoptaron títulos descriptivos. Schubert, Chopin, Liszt, Mendelssohn, Schumann y Brahms fueron maestros de estas pequeñas formas, destacándose por su innovación técnica y expresiva. Las pequeñas piezas para piano, como las baladas, barcarolas y nocturnos, eran muy libres y permitían una gran expresión emocional. Algunas de las estructuras más comunes incluyen esquemas como ABA, AB, ABC o AA. Estas piezas eran como bocetos en los que los compositores podían seguir sus impulsos creativos. Franz Schubert fue pionero en la creación de momentos musicales e impromptus, que establecieron el modelo de la pieza breve e íntima. Mendelssohn, conocido por su sentimentalismo, compuso piezas como las Romanzas sin palabras, mientras que Schumann creó colecciones literarias como Carnaval y Álbum de la juventud. Liszt, uno de los mayores virtuosos del Romanticismo, escribió obras como las Rapsodias húngaras y fue conocido por su virtuosismo técnico. Chopin, por su parte, se dedicó casi exclusivamente a la música para piano, creando obras como nocturnos, mazurcas, polonesas y estudios, que se convirtieron en símbolos del Romanticismo.

4. La Ópera Romántica: Italia, Alemania, Francia

El auge de la ópera romántica durante el Romanticismo hizo que se construyeran nuevos teatros y se ampliaran los existentes para dar cabida a un público más numeroso, que abarcaba diferentes clases sociales. Los teatros de ópera se convirtieron en centros de interacción social, donde se aprovechaban los entreactos para diversas actividades, como negocios, matrimonios y citas clandestinas. La música de ópera llegó a ser parte integral de la vida cotidiana, escuchándose en los cafés, en los organillos de las calles y en los salones de la alta sociedad.

Italia

En Italia, el Romanticismo llegó más lentamente a la ópera, ya que continuaba una rica tradición operística. Los principales compositores de esta época fueron Gioacchino Rossini, Vincenzo Bellini, Gaetano Donizetti y Giuseppe Verdi.

  • Gioacchino Rossini (1792-1868) destacó por sus grandes dotes melódicas y habilidad para crear efectos escénicos. Su obra El barbero de Sevilla (1816) es uno de los grandes tesoros de la ópera cómica. En sus composiciones predominan ritmos marcados y melodías preciosas, destacando el bel canto, un estilo con líneas melódicas floridas y voces ágiles. Otras obras importantes de Rossini son La Cenerentola (1817) y Guillermo Tell (1829).
  • Vincenzo Bellini (1801-1835) se destacó por su pasión y dramatismo. Sus melodías elegantes y amplias permiten una gran expresión emocional. Algunas de sus óperas más conocidas son La sonámbula (1831), Norma (1831) e I puritani (1835).
  • Gaetano Donizetti (1797-1848) compuso más de setenta óperas. Entre sus obras más destacadas se encuentran Lucia de Lammermoor (1835), La hija del regimiento (1840) y Don Pasquale (1843).
  • Giuseppe Verdi (1813-1901) es el compositor más destacado de la ópera italiana en el siglo XIX. Su obra fue vista como un símbolo de la lucha por la unificación de Italia. Obras como Nabucco (1842), Rigoletto (1851), Il trovatore (1853) y La traviata (1853) son fundamentales en la ópera italiana. Su estilo fue evolucionando, incorporando influencias de la gran ópera en obras como Aida (1871), Otello (1887) y Falstaff (1893).

A fines del siglo XIX, el verismo (movimiento que retrataba la vida real y las pasiones humanas) dominó la ópera italiana, con obras como Cavalleria rusticana (1890) de Mascagni, y Pagliacci (1892) de Leoncavallo. Giacomo Puccini también destacó en este periodo con óperas como La Bohème (1896), Tosca (1900) y Madama Butterfly (1904).

Alemania

En Alemania, la ópera tomó un camino independiente de la influencia italiana, especialmente con Richard Wagner (1813-1883), quien transformó el género. Wagner creó el drama musical, una forma en la que la música y la poesía se unían de manera continua, sin dividirse en arias o dúos. Su música se caracteriza por el uso de motivos recurrentes y una orquestación de gran magnitud. Sus óperas más importantes incluyen Tristán e Isolda (1865), Los maestros cantores de Nuremberg (1868), El anillo del nibelungo (1874) y Parsifal (1882).

Francia

En Francia, la ópera evolucionó con la gran ópera, un género monumental con enormes coros y escenas espectaculares, muy influenciado por los cambios sociales y políticos de la Revolución Francesa. Giacomo Meyerbeer fue un compositor representativo de la gran ópera. La ópera cómica, por otro lado, era más sencilla y con partes habladas en lugar de recitativos. Georges Bizet (1838-1875) fue fundamental en la ópera francesa, y su obra Carmen (1875) marcó un hito en la historia de la ópera realista. Otras de sus composiciones más importantes son Los pescadores de perlas (1863) y La Arlesiana (1892).

En resumen, el Romanticismo fue una época de gran transformación para la ópera, caracterizada por la expansión de las audiencias, la evolución de los estilos y la aparición de nuevos géneros y compositores que marcarían la historia de la música.

5. La Zarzuela y el Teatro Musical en España

En la primera mitad del siglo XIX, la música italiana dominó la escena en España, desplazando a la zarzuela de los teatros madrileños, debido a la creciente influencia de la ópera italiana. Este cambio cultural fue tan significativo que, cuando se fundó el Conservatorio de Madrid, se nombró a un director italiano al frente de la institución, y el Teatro Real, inaugurado en 1850, solo presentaba óperas escritas en italiano. Esta situación generó una reacción en la segunda mitad del siglo XIX, cuando el teatro cantado en español, específicamente la zarzuela, revivió como respuesta a la corriente italianizante. El término “zarzuela” se adoptó a partir de 1849, en alusión a las representaciones del siglo XVII, y en ese año se estrenan dos obras fundamentales: El duende y Colegialas y soldados, de Rafael Hernando.

La zarzuela se caracteriza por su estructura formal, que incluye varias partes musicales. En primer lugar, tiene partes para solistas, como las arias, aunque menos frecuentes, las romanzas (de carácter lírico y con textos amorosos o históricos, generalmente sencillos y estróficos), y las coplas (con música más ligera y popular, también estróficas). También se incluyen dúos y tríos que suelen repetirse en cada acto. Además, los coros tienen una gran presencia, especialmente en la Zarzuela Grande, y juegan un papel crucial en su popularidad, ya que son muy vistosos y comprensibles para el público. Por último, las partes instrumentales incluyen preludios (antes de cada acto) e intermedios (dentro de los actos). El éxito de estas obras impulsó a compositores y libretistas como Francisco Barbieri, Rafael Hernando, Joaquín Gaztambide y Emilio Arrieta a crear un nuevo teatro nacional, basado en la historia lírica española, el folclore, la tonadilla y la canción de salón, mientras se apropian de los elementos del Romanticismo. Esta iniciativa dio lugar a la fundación de la Sociedad de Artistas en 1851, que estrenó la zarzuela Jugar con fuego de Barbieri, y a la creación del Teatro de la Zarzuela en 1856.

La zarzuela del siglo XIX se divide en varios períodos:

Primer Período (1849-1866)

Durante estos años se distinguen dos tipos de zarzuela: la Zarzuela Grande, que tiene tres actos (y excepcionalmente cuatro), con un preludio, un gran coro y una predominancia del texto cantado, a menudo centrado en temas históricos españoles. Obras destacadas incluyen Jugar con fuego (1851) de Barbieri y El juramento (1858) de Gaztambide. Por otro lado, la Zarzuela Chica, de un solo acto, tiene una estructura musical más sencilla, con menos presencia de coros y un enfoque en la música popular y la temática cotidiana.

Período del Género Bufo (1866-1880)

Esta etapa está marcada por la creación del género bufo por Francisco Arderius, que buscaba hacer una zarzuela más fácil y popular, basada en el humor y la exageración. Los juegos de palabras y situaciones cómicas dominan este estilo, que se aleja de la concepción dramática para centrarse en escenas pintorescas y cómicas. Un ejemplo destacado es Los sobrinos del capitán Grant (1877) de Fernández Caballero.

Período del Género Chico (1880-1905)

El género chico nació como una respuesta a la fatiga del público ante los largos dramas románticos. Consistía en obras más breves, de un solo acto, generalmente cómicas y de carácter popular. A partir de 1880, estas obras comenzaron a incorporar música, lo que las hizo más atractivas para el público. El género chico tomaba influencias de la zarzuela chica, pero se diferenciaba en su uso más prominente de la música popular y los bailes urbanos como el vals, el chotis y el pasodoble. Los temas solían ser el amor y cuestiones cotidianas, y los personajes eran generalmente de origen popular. Obras representativas de este género incluyen La gran Vía (1886) de Federico Chueca y La verbena de la Paloma (1894) de Tomás Bretón.

Período de Decadencia y Restauración (1905 hasta la Guerra Civil)

A principios del siglo XX, el género chico experimentó una decadencia gradual, en parte debido a la competencia con nuevas formas de entretenimiento como el teatro de variedades y la opereta. Sin embargo, tras la Guerra Civil, la zarzuela experimentó una revitalización, destacando obras como Bohemios (1904) y Doña Francisquita (1923) de Amadeo Vives. A lo largo de estas transformaciones, la zarzuela pasó de ser una forma teatral y musical popular a una forma de expresión nacional, adaptándose a los cambios sociales y culturales de cada época.

6. El Ballet Romántico y la Danza Española

El ballet romántico, heredero del ballet de acción clásico, introdujo elementos nuevos como la mímica, la caracterización y un enfoque emocional y sensitivo. Las escenas de la vida real se mezclaron con escenas sobrenaturales, creando una atmósfera mágica que se reflejó en el vestuario (como el tutú y las zapatillas de punta) y en la veneración de la bailarina como símbolo de “lo etéreo”. El ballet romántico se centró en la elevación y expresividad del cuerpo, destacando el salto como un vuelo que involucra tanto el tronco como las piernas. Además, se popularizó el trabajo de puntas, con largas suspensiones y posturas que reflejaban la destreza y la elegancia.

Carlos Blasis, en su tratado de 1820, formalizó la técnica del ballet, que incluía la barra de ballet y la postura de attitude, inspirada en la escultura del dios Mercurio. El ballet se consolidó como parte del repertorio de la Ópera de París, que incluyó ballet en las funciones de ópera, y los periódicos publicaban críticas detalladas para los espectadores. El ballet romántico combinó danzas académicas con danzas populares y folclóricas, y el trabajo de las bailarinas, especialmente figuras como María Taglioni, Fanny Cerrito y Carlota Grisi, se destacó por su capacidad técnica y su atractivo social. Los bailes, inspirados en cuentos de hadas, literatura y óperas, exploraron mundos sobrenaturales y mágicos. El vestuario, como las faldas de muselina y tul, también jugó un papel importante en crear la atmósfera etérea. Obras clave como Roberto el Diablo (con las monjas condenadas que bailan en penumbra), La Sílfide (que consagró las zapatillas de punta y el corsé ajustado) y Giselle (la obra más representativa del ballet romántico) marcaron el auge del estilo. Además, la influencia del ballet romántico se extendió a Rusia, donde figuras como Marius Petipa y el compositor Chaikovski crearon obras maestras como El Lago de los Cisnes, La Bella Durmiente y Cascanueces. Por otro lado, la escuela bolera en España desarrolló una danza propia, influenciada por el bolero, la seguidilla y el fandango. En el siglo XIX, las compañías de ballet en España y la familia Pericet destacaron por su técnica y pureza en el ballet clásico español, con danzas como el Jaleo de Jerez y la Cachucha.

Audiciones del Romanticismo

Margarita en la Rueca. Schubert

Se trata de un lied compuesto por Schubert para piano y voz solista de soprano. El compás es de 6/8. Además, está basado en un poema de Fausto de Goethe. El acompañamiento del piano actúa como una rueca: la mano derecha representa el movimiento continuo de la rueca, mientras que la mano izquierda imita el pedal. Tiene forma de rondó, con tonalidad en Re menor, excepto en el momento que la pieza habla de los besos, que cambia a Fa mayor. El tempo es Adagio-Andante.

Nocturne Opus 9 N°2. Chopin

Se trata de una obra para piano del compositor Chopin, es de la época del Romanticismo. El compás es de 12/8, con un tempo Andante. Además, la tonalidad es Mi bemol mayor. Destacan los cambios de intensidad, tanto de piano a forte, hasta cambios de tempo. Hay mucho uso del pedal. La mano izquierda mantiene un patrón rítmico. Destaca el uso del tempo rubato. Su estructura es: A A’ B A” B’ A coda.

Aires Gitanos. Sarasate

Czarda para violín y orquesta. Basada en las czardas (danzas tradicionales de Hungría). Comienza con un compás 4/4 y un tempo moderado, pero a lo largo de la pieza, hay tanto cambios de tempo como de compás. Asimismo sucede con la tonalidad: comienza en Do menor, pero modula a otras tonalidades a lo largo de la obra, para terminar en La menor.

En el Palacio del Rey de la Montaña. Suite Peer Gynt. Grieg

Se trata de música instrumental para orquesta sinfónica. Durante la obra se ve cómo la música acelera y va añadiendo instrumentos poco a poco. Las primeras notas que hace el fagot, hacen referencia a los pasos de “Peer Gynt”. Se trata de la suite N°4 de Peer Gynt. La obra está en 4/4 con tonalidad Si menor y tempo alla marcia e molto marcato. La orquestación: orquesta sinfónica con maderas (con flautín), metales, cuerdas y percusión. La obra comienza en pianissimo representando los pasos de Peer en su huida y después la melodía repetida más aguda, representa a los troles, usando una serie de escala cada vez más rápido, acabando en fortissimo, que representa el desplome de la montaña.

September. Das Jahr. Mendelssohn

Se trata de una pieza para piano. Mendelssohn compuso un ciclo de piezas para piano que representan los meses del año, de ahí Das Jahr (el año). En September hizo el uso de la técnica de las tres manos: la mano derecha ejecuta una melodía delicada, mientras que la mano izquierda toca un acompañamiento en arpegios o acordes, mientras que el pedal da un soporte adicional para resaltar la atmósfera melancólica. El compás es 6/8 con un tempo Andante con moto y la tonalidad en Si menor.

Gymnopédie Nº1. Erik Satie

Se trata de una pieza instrumental para piano del compositor Satie de la época del Romanticismo. La mano izquierda sigue un patrón de bajo que se repite durante toda la obra, mientras que la mano derecha proporciona la melodía. Tempo lento y compás 3/4. Además, usa una séptima en acordes. A Satie se le considera el precursor del Minimalismo y el Impresionismo musical. Además, el objetivo de la obra es transmitir tristeza. Sin embargo, la tonalidad principal es Sol mayor, pero con el uso de la séptima cambia la tonalidad. El acorde de séptima dominante es Re7.

El Barbero de Sevilla. Aria del Conde. Rossini

Se trata de un aria de la ópera El barbero de Sevilla para voz solista de tenor y orquesta sinfónica. Predominan los melismas. Cuando la mujer se asoma, la voz y la música se vuelven más alegres. Tiene virtuosismo en la voz y usa el bel canto. Es representado por una orquesta con metales, cuerdas, vientos y voz. Compás 2/4, tempo Largo con cambio a Allegro y tonalidad Do mayor.

Habanera. Carmen. Bizet

Se trata de un aria para voz solista de mezzosoprano, coro y orquesta de la ópera Carmen del compositor Bizet. Compás 2/4 con tempo Allegretto quasi andantino, basado en un ritmo característico de la habanera, que es interpretado por los chelos. Tonalidad Re menor. Con bajo ostinato. Estructura bipartita que se repite musicalmente pero cambiando la letra. Contrastes dinámicos y expresivos de la voz. Coro a cuatro voces. Destaca un descenso cromático.

Casta Diva. Norma. Bellini

Se trata de un aria para soprano y orquesta de la ópera Norma de Bellini. Esta pieza es el ejemplo de bel canto más conocido, con muchas florituras y expresión. Compás 12/8 con tempo Andante sotto assai. La orquesta empieza siendo de cuerdas con flauta y clarinete, y más tarde se añaden las trompetas. Comienza la melodía con la flauta travesera y más tarde la continuará la soprano. Durante la obra se alterna el modo mayor con el modo menor (Fa mayor y Re menor). El aria consta de dos partes, pero las florituras no se repiten. Es una melodía muy adornada. La obra comienza en agudo, y la cantante destaca por su gran habilidad a la hora de hacer agudos pianos. Los violines comienzan haciendo un acompañamiento en arpegios. Al final de la primera parte se une el coro representando al pueblo.

Marcha Triunfal. Aida. Verdi

Se trata de la Marcha Triunfal de la ópera Aida de Verdi que pertenece al segundo acto. Es una composición para orquesta sinfónica. La melodía principal es interpretada por las trompetas y tiene un ritmo muy marcado, lo que crea una atmósfera de victoria. Compás 4/4 con tempo Allegro. Más tarde se añadirán dos coros. La tonalidad es Mi bemol mayor. Esta marcha refleja el esplendor del antiguo Egipto y la emoción del pueblo ante la victoria de su líder.

Cabalgata de las Valquirias. La Valquiria. Wagner

Se trata del fragmento Cabalgata de las valquirias de la ópera La valquiria de Wagner. Compás 9/8. Esta ópera es la segunda de la tetralogía de El anillo del nibelungo. La temática es la mitología germánica. La obra comienza con la orquesta sinfónica y más tarde se añadirán ocho voces de solistas sopranos y mezzosopranos. Tempo Lebhaft y tonalidad Si menor. Comienzo del tercer acto. La música representa ráfagas de viento y tormentas con notas ascendentes. Los vientos metal recrean el motivo de las valquirias. Aparece el leitmotiv.

Habanera. La Verbena de la Paloma. Bretón

Se trata de una zarzuela de género chico del compositor Bretón. El tema es de carácter popular. Compás 2/4. Para soprano y tenor junto con orquesta sinfónica. Tempo lento de habanera. Los bajos marcan el ritmo de la habanera. Tonalidad Re mayor. Comienzan los bajos con el oboe y luego se unen las voces creando un diálogo entre ambos. El oboe dobla la parte final del tenor y la flauta travesera la parte final de la soprano.

Canción de la Juventud. Doña Francisquita. Vives

Música de Amadeo Vives. Basada en la comedia “La discreta enamorada”. Zarzuela dividida en tres actos y estrenada en 1923. Compás 3/4. Para dúo de tenores con orquesta y coro. Tempo Allegretto. Comienza una voz solista haciendo florituras. Tonalidad Mi mayor.

Marcha. El Cascanueces. Chaikovski

Se trata de la Marcha del ballet El Cascanueces de Chaikovski. Compás 2/4 con tempo di marcia viva. Interpretada por una orquesta sinfónica. Tiene una estructura parecida al aria da capo, la estructura es ternaria (ABA), aunque realiza varios cambios en las repeticiones de los temas, añadiendo contrastes, instrumentos o cambiando matices. Melodía muy definida, la estructura es narrada para que pueda ser bailada fácilmente. La tonalidad es de Sol mayor.

Vals de las Flores. El Cascanueces. Chaikovski

Se trata del Vals de las Flores del ballet El Cascanueces de Chaikovski. El compás está en 3/4, interpretada por una orquesta sinfónica y al principio destaca el arpa, al igual que una celesta. Tempo moderato o di valse y tonalidad de Re mayor. Además, es interpretada por un grupo de bailarines. En base a la melodía, comienza un arpa haciendo una introducción al vals y el tempo no está marcado, acompañado de viento madera. Más tarde los viento metal hacen la melodía y los viento madera responden, luego se unen las cuerdas, creando un crescendo.

Aria de Fígaro. El Barbero de Sevilla. Rossini

Aria de Fígaro de la ópera El barbero de Sevilla de Rossini. Obra para orquesta sinfónica y voz solista de barítono. Se trata de la presentación de Fígaro en la ópera como barbero. Tiene un compás de 6/8 y el tempo es Allegro.

La Música del Siglo XX: Innovación y Vanguardias

Introducción: Contexto Histórico y Cultural

El siglo XX se caracteriza por grandes avances científicos, tecnológicos y médicos, pero también por conflictos como la Primera y la Segunda Guerra Mundial, que provocan la caída de imperios y el ascenso del fascismo. La Revolución Rusa y la Guerra Fría marcan el panorama político, mientras España, aunque neutral en ambas guerras mundiales, vive una guerra civil que instaura una dictadura fascista. En el ámbito cultural, se cuestionan los valores tradicionales gracias a figuras como Freud, Einstein y Nietzsche. El arte rompe con lo anterior con movimientos como el Impresionismo, Expresionismo, Cubismo y Surrealismo. La música y el cine cambian con la aparición de nuevos medios como la radio, el gramófono y el cinematógrafo, consolidando la comunicación audiovisual.

Cambios en el Lenguaje Musical

En el siglo XX, el lenguaje musical se transforma profundamente: se disuelve la tonalidad tradicional, y el ritmo y el timbre cobran gran importancia. Se amplían las posibilidades melódicas, la disonancia se acepta sin necesidad de resolución, y se recupera el contrapunto. También se experimenta con nuevas combinaciones tímbricas y formas musicales, incluyendo un retorno a estructuras clásicas y barrocas, aunque adaptadas libremente. Surge el Neoclasicismo como intento de equilibrio, y es un siglo marcado por la fusión de estilos y lenguajes musicales diversos.

Las vanguardias musicales del siglo XX se caracterizan por la aparición de diversas tendencias que a menudo se combinan entre sí. Antes de 1914, las principales ciudades musicales eran Viena (con el Posromanticismo de Mahler y el Expresionismo-Atonalismo de Schönberg) y París (donde floreció el Impresionismo de Debussy y algunas obras de Ravel, que también se acercan al Neoclasicismo). Además, el Nacionalismo se desarrolló en varios países (Chequia, Hungría, España, Rusia, etc.), fusionando las tradiciones folclóricas con el lenguaje musical moderno. Tras la Primera Guerra Mundial, Nueva York se convierte en un nuevo centro musical, exportando el jazz a Europa y mezclándose con otros estilos musicales.

El Nacionalismo Musical

El nacionalismo musical en el siglo XX utiliza elementos musicales identificables con una identidad nacional o regional, combinando la tradición folclórica con lenguajes musicales contemporáneos. Mientras que en el siglo XIX el nacionalismo se inscribía dentro del Romanticismo, en el siglo XX se une a la búsqueda de nuevos enfoques sonoros. El fonógrafo permitió la recopilación y el estudio más profundo de músicas tradicionales, lo que inspiró a compositores como Manuel de Falla en España, Béla Bartók en Hungría, y Leoš Janáček en Eslovaquia. Estos músicos incorporaron ritmos y escalas populares, a menudo usando el fonógrafo como herramienta para un análisis más riguroso de las fuentes folclóricas. A través de este enfoque, los compositores ofrecieron respuestas musicales frescas y contemporáneas, fusionando sus raíces tradicionales con las inquietudes del siglo XX.

El Impresionismo Musical

El Impresionismo surge en París a finales del siglo XIX, influenciado por la pintura impresionista, el simbolismo literario y las músicas exóticas descubiertas en la Exposición Universal de 1889. Representado principalmente por Debussy, este movimiento se caracteriza por la ruptura con las convenciones musicales de la época, usando melodías difusas, escalas modales, cromáticas y de tonos enteros, y evitando cadencias claras. En la armonía, se liberan las relaciones tradicionales entre tónica, subdominante y dominante, valorando los acordes por su sonoridad más que por su función tonal. El timbre también juega un papel clave, individualizando los instrumentos y creando nuevas combinaciones tímbricas, como las arpas de La siesta del fauno. Aunque Maurice Ravel también tuvo un estilo impresionista en sus primeros trabajos, con el tiempo su música se alejaría de este enfoque, desarrollando un estilo más neoclásico, como se aprecia en su Bolero, una pieza repetitiva con raíces folclóricas. Compositores como Manuel de Falla, en obras como Noches en los jardines de España, también estuvieron influenciados por este estilo.

El Expresionismo Musical

El Expresionismo fue un movimiento artístico centroeuropeo que abarcó música, pintura, literatura y cine, influido por el psicoanálisis de Freud y Jung. En música, se manifiesta en la obra de Schönberg, Berg y Webern, con melodías fragmentadas, armonías disonantes y colores orquestales oscuros. Rompe con la tonalidad tradicional y emplea técnicas como el sprechgesang, que intensifican su carácter emocional extremo y caótico. Su estética transmite angustia, conflicto interior y una visión pesimista de la humanidad, en sintonía con otras artes como la pintura de Munch o el cine expresionista alemán.

El Atonalismo

El Atonalismo surge a finales del siglo XIX como una ruptura con el sistema tonal tradicional. Arnold Schönberg es su principal impulsor, eliminando el centro tonal y generando música basada en la tensión continua entre disonancias. Este estilo está estrechamente vinculado al Expresionismo y busca expresar el mundo interior y emocional del individuo. Un ejemplo representativo es Pierrot lunaire de Schönberg, donde emplea el sprechgesang, una técnica vocal entre el canto y el habla, acompañado por un pequeño conjunto instrumental.

El Dodecafonismo

El Dodecafonismo es un sistema de composición ideado por Arnold Schönberg en 1923 como alternativa a la tonalidad tradicional. Se basa en el uso de las doce notas de la escala cromática, organizadas en una serie en la que cada nota debe aparecer una sola vez antes de repetirse, otorgándoles igual importancia. Esta serie puede utilizarse de forma directa, retrógrada, invertida o en diferentes registros y ritmos. Schönberg, junto a sus discípulos Alban Berg y Anton Webern (la Segunda Escuela de Viena), desarrolló esta técnica, que influenció profundamente la música del siglo XX y dio lugar al serialismo integral tras la Segunda Guerra Mundial.

El Neoclasicismo Musical

El Neoclasicismo surge entre 1920 y 1940 como reacción al Impresionismo, Posromanticismo y Expresionismo, proponiendo un retorno a las formas y géneros del Barroco y el Clasicismo. Busca la claridad, el equilibrio y una mayor sencillez, alejándose de la intensidad emocional del Romanticismo. Se caracteriza por el uso de pequeños grupos instrumentales, formas tradicionales como el concerto grosso, el empleo moderado de la tonalidad y armonías más disonantes con ritmos irregulares. Fue representado en Francia por el Grupo de los Seis, en España por Manuel de Falla, en Rusia por Stravinsky y Prokofiev, y en Alemania por Paul Hindemith, todos ellos adaptando elementos del pasado con un lenguaje moderno.

El Futurismo Musical y Nuevas Tendencias

El Futurismo, nacido en Italia a comienzos del siglo XX, introduce el ruido como elemento musical, rompiendo con la tradición occidental. Su principal impulsor fue Luigi Russolo, autor del Manifiesto de los Ruidos (1913), quien diseñó instrumentos como los intonarumori para producir sonidos mecánicos y urbanos. Este movimiento influyó en el cine vanguardista, especialmente el soviético, y sentó las bases de la música electrónica. En la segunda mitad del siglo XX, surgen nuevas tendencias como la música aleatoria (John Cage), el serialismo integral (Pierre Boulez), la música electroacústica, la música concreta y el Minimalismo, ampliando aún más los límites del lenguaje musical.