El Siglo XVIII: Estructuras Económicas y Regímenes Políticos Dominantes

El Contexto Económico: Un Mercado en Transformación

La Inexistencia de un Mercado de Ámbito Nacional

El comercio más destacado era el transporte marítimo, en crecimiento por las relaciones comerciales con las colonias.

Este comercio con las colonias era conocido como el “Comercio Triangular”, pues unía tres continentes: África (de donde se traían los esclavos para trabajar en América), Europa (que enviaba sus manufacturas) y América (que exportaba sus materias primas). Este comercio era muy beneficioso para la metrópolis, pero no así para la colonia, que veía cómo se llevaban sus materias primas a bajo coste, mientras que estaba obligada a comprar a la metrópolis las manufacturas a precios muy altos.

Para poder desarrollar un mercado nacional eran necesarios nuevos medios de transporte, así como la mejora de las vías de comunicación. Sin embargo, la lentitud y escasez de los transportes terrestres y la persistencia de aduanas interiores determinaban un escaso grado de integración económica entre los diferentes territorios de un país. El comercio era más bien local o regional.

La economía necesitaba una revolución que vendría de la Industrialización, capitaneada por la potencia más rica de la época, Gran Bretaña.

La Política del Siglo XVIII: Absolutismo, Despotismo y Monarquía Parlamentaria

En los siglos XVII y XVIII, el sistema político más extendido fue el Absolutismo. No obstante, algunos países como Gran Bretaña mantuvieron una Monarquía Parlamentaria. Las ideas de la Ilustración llevaron a las monarquías absolutas a adoptar el Despotismo Ilustrado, como una forma de mantener el sistema mostrando una imagen más avanzada y cercana a la población.

Límites del Absolutismo y Práctica de Gobierno (Monarquía Absoluta)

El Absolutismo suponía que el Rey concentraba todo el poder, aunque, en la práctica, existían límites importantes a su autoridad. Tradicionalmente, el poder se dividía en:

  • Legislativo: Parlamento, encargado de elaborar las leyes.
  • Ejecutivo: Gobierno, responsable de gobernar y asegurar el cumplimiento de las leyes.
  • Judicial: Jueces, con la función de sancionar a quienes no cumplieran las leyes.

A pesar de la concentración de poder en el monarca absoluto, tres eran los principales límites a su autoridad:

  1. Resistencia de los diversos poderes locales a las demandas del gobierno central.
  2. Falta de control eficaz de los reyes sobre las tareas de gobierno en los grandes reinos e imperios. A pesar de la burocracia, esta era escasa y la población y distancias eran demasiado amplias como para controlarlos eficazmente.
  3. La Aristocracia y el Clero limitaban el poder del Rey, ya que este necesitaba de ambos estamentos para poder sacar adelante algunas leyes y los nuevos impuestos en las asambleas representativas.

Los Reyes necesitaban la colaboración tanto de la Nobleza y el Clero, como de las autoridades locales, para poder gobernar el reino. Los monarcas centraron su gobierno en dos medidas principales:

  1. Crear más funcionarios para poder controlar mejor los poderes locales y el reino.
  2. Buscar la alianza con la Jerarquía Eclesiástica y la Aristocracia, manteniendo y aumentando sus privilegios, incluido el de ejercer justicia.

El Despotismo Ilustrado

En el siglo XVIII, los monarcas, conscientes del atraso económico de sus reinos, decidieron adoptar algunas ideas ilustradas e introducir leves reformas. A este fenómeno lo conocemos como Despotismo Ilustrado. Sus objetivos principales eran:

  • Reforzar el Estado a través de: la centralización de la Administración, la creación de un ejército profesional estable y la reducción del poder del Parlamento y otras instituciones, lo que en la práctica equivalía a un mayor Absolutismo.
  • Desarrollo de la Economía a través de: medidas que fomentasen la Agricultura y la Industria, la promoción de la Enseñanza Primaria para transmitir al trabajador conocimientos básicos para su labor, y finalmente el apoyo al desarrollo científico para lograr avances e inventos que mejorasen la economía.

Ninguna de estas reformas alteró la base del Antiguo Régimen; solo buscaban fortalecer el poder real y aumentar la riqueza del reino. Su lema era: “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”.

La Monarquía Parlamentaria Inglesa y la República Holandesa

En toda Europa, solo existían dos regímenes parlamentarios: Inglaterra y las Provincias Unidas, la primera monárquica y la segunda republicana.

Inglaterra fue un caso único, en el que a pesar de los intentos de los Estuardo por implantar el Absolutismo, las dos Revoluciones dirigidas por el Parlamento, que tuvieron consecuencias drásticas para la monarquía (incluyendo la ejecución de Carlos I y el derrocamiento de Jacobo II), llevaron a que Guillermo III firmara en 1689 la Declaración de Derechos (Bill of Rights). Por primera vez, un Rey se veía obligado a aceptar las condiciones impuestas por el pueblo.

Las Provincias Unidas, tras su independencia de España en el siglo XVII, se configuraron como una república dividida en siete regiones que se gobernaban por unos Estados Generales.