La Configuración Política de Europa a Finales del Siglo XIX: Francia, Austria-Hungría y Rusia

Las Grandes Potencias Europeas en la Segunda Mitad del Siglo XIX

Francia: Del Segundo Imperio a la Tercera República

En Francia, Luis Napoleón Bonaparte fue elegido en 1848 presidente de la II República. Sin embargo, realizó un golpe de Estado en 1851, con el apoyo de los sectores más conservadores. En 1852 proclamó el II Imperio francés y se coronó emperador como Napoleón III.

El Mandato de Napoleón III (1852-1870)

Su mandato se caracterizó por tener un poder personalista basado en el orden, el crecimiento económico y la persecución de la oposición. La buena circunstancia económica permitió una cierta paz social:

  • Se realizaron grandes obras públicas (como el ferrocarril).
  • Creció la industria.
  • Se promulgaron leyes para proteger a los obreros.

A pesar de este progreso, las diferencias sociales y la falta de libertades mantuvieron una fuerte oposición a su mandato. También emprendió una política exterior intervencionista que terminó con la declaración de guerra a Prusia. La derrota francesa en Sedán frente a Prusia (1870) provocó la caída del Imperio de Napoleón III y la proclamación de la República.

La III República Francesa

La III República francesa se estableció con dos cámaras legislativas, el Senado y la Asamblea, y un presidente electo con pocos poderes. En este periodo se impulsó la democratización política. El asunto internacional que dividía a la opinión pública francesa eran las relaciones con Alemania, muy conflictivas por la pérdida de los territorios de Alsacia y Lorena.

Austria-Hungría: La Monarquía Dual y el Problema de las Nacionalidades

En el imperio austríaco, tras la revolución de 1848, se volvió a reafirmar una monarquía autoritaria. En 1867, el emperador Francisco José se convirtió en rey de Hungría para solucionar las tensiones de las nacionalidades del Imperio, estableciendo la Monarquía Dual.

Estructura de la Monarquía Dual

El emperador nombraba a los ministros de Asuntos Exteriores, de Guerra y de Finanzas, mientras que cada uno de los reinos (Austria y Hungría) tenía su propio gobierno.

  • En Austria: La Constitución reconocía las libertades públicas y se constituyó un parlamento elegido por sufragio censitario. De este modo, el gobierno solo era responsable ante el emperador.
  • En Hungría: El sistema era más restrictivo y los nobles controlaban los poderes legislativo y ejecutivo.

El acuerdo de la monarquía dual solo daba solución al problema húngaro, pero dejaba sin resolver las aspiraciones nacionales del resto de pueblos del Imperio. A esto se le unía el conflicto generado en los Balcanes por la desintegración del Imperio Turco.

El Conflicto de los Balcanes

Desde principios del siglo XIX, los movimientos nacionalistas habían conseguido desmembrar el territorio otomano, como Grecia en 1820 y posteriormente Rumanía o Bulgaria. El Imperio Austro-Húngaro pretendía influir en esa región y ampliar su espacio. En 1878 ocupó los territorios eslavos de Bosnia. Gran parte de las alianzas y problemas que condujeron a la Primera Guerra Mundial tuvieron su origen en las tensiones generadas en la zona de los Balcanes y el expansionismo austrohúngaro.

La Rusia Zarista: Autocracia y Desequilibrios

La fuerza de Rusia era solo aparente al presentar grandes desequilibrios. Grandes zonas del imperio estaban despobladas, la población se concentraba en el oeste, su economía era esencialmente rural y estaba constituido por un gran número de nacionalidades, lenguas y religiones.

El Poder Autocrático del Zar

Rusia era un gran imperio tradicional que a finales del siglo XIX mantenía una monarquía absoluta en la que el zar tenía el poder autocrático que provenía de Dios. Gobernaba por decreto y ninguna institución controlaba ese poder. El zar se sustentaba en cuatro grandes instituciones:

  1. Una administración con poderosa burocracia.
  2. Un ejército dirigido por la nobleza.
  3. Una policía que se encargaba de mantener el orden público.
  4. La Iglesia ortodoxa, que tenía gran influencia en la población y que bendecía al zar y a la sociedad estamental.

En Rusia existía una poderosa aristocracia que poseía inmensos territorios en los que se mantenía una estructura rural y señorial, al margen de las transformaciones europeas. Los campesinos no podían abandonar las tierras y eran vendidos con ellas. Cultivaban parcelas cedidas por señores y debían pagar censos en trabajo y en dinero.

Las Reformas de Alejandro II

Con la llegada al poder del zar Alejandro II, y ante la grave situación económica, se iniciaron una serie de reformas en la administración, en la enseñanza y en el ejército.

Abolición de la Servidumbre (1861)

La reforma más importante de Alejandro II fue la abolición de la servidumbre en 1861. Sin embargo, los campesinos quedaron decepcionados porque, aunque podían comprar tierras, a la mayoría les era imposible pagar esas cantidades. Esto generó una nueva burguesía rural, conocida como los kulaks. Mientras, otros campesinos quedaron en la miseria (los mujiks) y tuvieron que emigrar a ciudades.

Alejandro II también impulsó la industrialización y la construcción del ferrocarril. De este modo, se recurrió a las inversiones extranjeras, provocando una rápida, aunque desigual, industrialización del país.