La Primera Guerra Carlista (1833-1840)
Primera fase (otoño de 1833 – verano de 1835)
Se produjo una rápida adhesión a la causa de Carlos María de campesinos de los territorios vascos, navarros y catalanes, así como en la zona levantina del Maestrazgo, afectados por las leyes del Trienio Constitucional. El militar carlista Tomás Zumalacárregui realizó todo el esfuerzo organizativo y le otorgaron la jefatura de los ejércitos del norte. Zumalacárregui murió tras un inútil asedio de la ciudad de Bilbao en junio de 1835.
Segunda fase (verano de 1835 – otoño de 1837)
Se extendieron las operaciones militares a todo el territorio nacional. Adquirieron gran importancia las campañas del general carlista Miguel Gómez, que llegó hasta Cádiz. El propio Carlos asedió Madrid, donde confluyó con Ramón Cabrera, pero al no poder conquistar la ciudad, las tropas carlistas se replegaron hasta la zona del Ebro.
Tercera fase (finales de 1837 – 1839)
Como consecuencia del desgaste de las tropas carlistas, se produjeron disensiones en su seno que propiciaron los acuerdos con los ejércitos de María Cristina. Esto se plasmó en el Convenio de Vergara, alcanzado entre Maroto (carlista) y Espartero (cristino) el 31 de agosto de 1839. Este acuerdo ofreció la posibilidad de retiro de los militares carlistas o su integración en el ejército liberal. El carlismo volvió a brotar en torno a los descendientes de Carlos María.
Consecuencias de la guerra
- Inestabilidad política en el conjunto del país.
- Protagonismo del ejército en la vida política.
- Ingente movilización de recursos al servicio del conflicto militar, lo que agravó la situación de la Hacienda española.
El Régimen del Estatuto Real de 1834
En enero de 1834, tras la presión de los capitanes generales, se sentó en el gobierno a Francisco Martínez de la Rosa. Este antiguo doceañista acometió un programa político para facilitar la llegada al trono de Isabel II. La reforma más importante fue la elaboración de un Estatuto Real en abril de 1834. Sus rasgos fundamentales son:
- Sistema de representación: Las Cortes ejercían las facultades de derecho de petición al rey. Estaban formadas por dos cámaras:
- Estamento de Próceres: De nombramiento real, lo componían los grandes de España.
- Estamento de Procuradores: Elegido por los ciudadanos mayores de 30 años con una renta anual superior a 12.000 reales.
- Rey: Tenía la capacidad para convocar y disolver las Cortes, capacidad legislativa y nombraba al presidente de ambos estamentos.
El Estatuto no era un marco plenamente representativo, pero suponía la desvinculación parcial del Antiguo Régimen.
Las Corrientes del Liberalismo: Moderados y Progresistas
Moderados
Representan la oligarquía del liberalismo. Eran defensores de las capas altas de las clases pudientes y aglutinaban a las viejas fuerzas del Antiguo Régimen. Su doctrina política se sustentaba en el liberalismo doctrinario, según el cual existían dos fuentes de soberanía: la historia y la nación. Para ellos, el poder debía basarse en la inteligencia y la riqueza. Sus prácticas económicas derivaban del proteccionismo. En esta corriente militaban terratenientes, aristócratas, funcionarios de prestigio, periodistas y antiguos afrancesados.
Progresistas
Defensores de la soberanía nacional y de delimitar los poderes de la Corona. Eran convencidos partidarios de la autonomía de los municipios y de la Milicia Nacional. Sus prácticas económicas derivaban del librecambismo. La masa popular anticarlista y anticlerical, junto con los sectores más dinámicos de la burguesía nacional, formaron parte de la tendencia progresista. El reducido número de electores impidió su ascenso al gobierno, por eso utilizaron una doble estrategia: la ampliación del cuerpo electoral y los pronunciamientos militares.
El Marco Constitucional del Reinado de Isabel II
La Constitución de 1837
Consolidó definitivamente el régimen constitucional en España, aunque este experimentara variaciones en el futuro. No fue una modificación de la de Cádiz, sino una nueva Constitución. Constaba de 77 artículos y dos disposiciones adicionales.
La Constitución de 1845
Impuso la ideología, el orden y las instituciones de los moderados. Se sustituyó la soberanía nacional por la soberanía compartida (Rey y Cortes).
Las Grandes Reformas del Periodo Isabelino
El Concordato con la Santa Sede (1851)
La desamortización decretada por Mendizábal había creado tensión entre el Estado español y la Santa Sede. Las relaciones se normalizaron con la llegada de los moderados al poder, con el freno de las medidas desamortizadoras y con el cambio de consideración de la religión católica en el ordenamiento constitucional. El Concordato constituyó la base jurídica de las relaciones entre España y el Vaticano. Se produjo una racionalización administrativa eclesiástica acorde con la proyectada por los moderados, que supuso la reducción de las diócesis, estableció la formación de sacerdotes, reconoció como único matrimonio válido el celebrado por la Iglesia católica y garantizó el mantenimiento del culto y el pago a los ministros de la Iglesia por parte del Estado. Supuso el reconocimiento del Estado confesional español, con la prohibición de otros cultos y el compromiso de la Iglesia para no acometer la recuperación de los bienes desamortizados.
La Centralización del Estado
La obra de los moderados en España fue una política centralizadora que continuaba la tradición borbónica y el modelo napoleónico francés. Esta política se manifestó en la elaboración de un orden jurídico unitario, plasmado en el nuevo Código Penal (1851), que supuso la abolición de los fueros particulares. En 1844, mediante un decreto ministerial de González Bravo, se creó la Guardia Civil con el fin de preservar el orden público, garantizar la protección de las personas, reprimir el bandolerismo y hacer cumplir las leyes. La provincia pasó a ser la demarcación territorial por excelencia. La función pública se profesionalizó a partir de las reformas generadas por el gobierno de Bravo Murillo.
La Reforma Fiscal
Sustituyó los impuestos tradicionales por los de contribución territorial sobre la propiedad agraria, los bienes inmuebles y la actividad industrial; estableció impuestos de consumo. Acometió reformas monetarias, como la fragmentación de la moneda en cuatro reales.
Las Reformas Progresistas
Se llevaron a cabo importantes reformas económicas y sociales:
- Desamortizaciones: La desamortización civil, obra de Pascual Madoz (1855), tenía como objetivo subvencionar el plan de ferrocarriles y reducir la deuda pública. Afectó a los bienes municipales. Se produjo la ruptura con la Santa Sede al revitalizar la desamortización eclesiástica. La desamortización causó conflicto con la reina, que finalmente hubo de firmar el decreto que la desarrollaba, comunicándole al Papa que lo hizo bajo coacción. La posterior venta de tierras se desarrolló en metálico, lo que supuso un notable incremento de recursos para el Estado.
- Plan de Ferrocarriles: Se estableció Madrid como centro y se desarrolló la construcción de 5.000 km de vía radial.
- Reformas Financieras: Fueron reformas tendentes al control por parte del gobierno de la actividad fiduciaria, estableciendo el Banco de España como el único organismo emisor de billetes.
La Etapa Final del Reinado: La Unión Liberal y la Caída del Régimen
El Gobierno de la Unión Liberal (1858-1863)
O’Donnell presidió el gobierno más largo de esta etapa, estando al frente del Consejo de Ministros desde junio de 1858 hasta marzo de 1863. Creó la Unión Liberal, un partido que concentraba lo más moderado del progresismo con lo más avanzado de los moderados. El nuevo gabinete comenzó su andadura en el marco de un ciclo de crecimiento económico que se extendió hasta 1867, en el que se duplicó el comercio exterior. Fue un periodo marcado por el establecimiento del plan de ferrocarriles. La burguesía catalana y la vasca financiaron el trazado de vías en sus respectivos territorios. La Unión Liberal realizó esfuerzos para dar seguridad a la propiedad con la elaboración de leyes importantes. La desamortización de Madoz provocó movilizaciones populares en 1861 y levantamientos de los carlistas.
El Pacto de Ostende (1866)
Ante una situación deteriorada, la oposición, constituida por progresistas y demócratas, firmó el Pacto de Ostende, un acuerdo para el derrocamiento del régimen, que fue ratificado en Bruselas en 1867. Fue de gran importancia la acción conspiradora del general Prim, que encabezaba el progresismo. Tras la muerte de O’Donnell, los generales de la Unión Liberal se incorporaron a la conspiración antiborbónica.