La Pintura Barroca Española: Ribera, Zurbarán, Murillo y Velázquez
El siglo XVII representa la fase culminante de la pintura española. La decadencia política y económica coincide con un auge artístico, espiritual y cultural.
Centros Artísticos Principales
Existían en España en esa época dos centros artísticos principales:
- Madrid (capital de la nación).
- Sevilla (capital de ultramar).
Hubo también otros núcleos de menor importancia como Valencia, Toledo, Valladolid, Granada, etc.
Características Generales del Barroco Español
Estilo y Temática
- Naturalismo: Representación de los estados excepcionales del alma (misticismo y ascetismo).
- Sencillez de composición y de formas.
- Empleo del fresco poco frecuente.
- Gusto por los contrastes dentro de una misma obra.
- Se expresa el sentimiento del deber.
- La mitología apenas alcanzó desarrollo entre los pintores españoles; sin embargo, se importaban obras de este tipo para palacios y casas nobiliarias, sobre todo de Rubens.
- Hay realismo en las obras, aunque también hay una carga simbólica.
Temas Predominantes
- Los temas son en su mayoría religiosos, aunque también hay temas profanos como vistas de ciudades, bodegones, flores, arquitectura, paisaje e historia.
- Se da un estilo naturalista-tenebrista.
Escuela Madrileña: Diego Velázquez
Diego Rodríguez de Silva y Velázquez nació en Sevilla, donde tuvo varios maestros; el principal fue Francisco Pacheco. Marchó a Madrid y Felipe IV fue un verdadero mecenas para el pintor. La Corte le evitó agobios económicos y no tuvo que vender sus cuadros para poder vivir.
Trayectoria y Estilo
Velázquez tocó todos los géneros, incluidos los mitológicos y el desnudo femenino. Generalmente pintaba alla prima. La influencia de Velázquez fue grande sobre un extenso círculo, siendo especialmente importante en la escuela de Madrid. Goya debe mucho a Velázquez, lo mismo que los realistas e impresionistas del siglo XIX.
Todo su arte se apoya en la realidad, pero se trata de una realidad sentida, no observada. Desde sus obras más juveniles dominaba los secretos de la pintura, por lo que su evolución no es progresiva y lenta como la de otros pintores (Goya, por ejemplo), sino que destacó por su seguridad y afirmación pictórica desde las primeras pinceladas.
La obra de Velázquez es muy completa, aunque realizó un número corto de obras debido a su temperamento, ya que no se dedicaba a repetir fórmulas pictóricas; para él cada cuadro era una experiencia. Esto le tuvo en cierto modo muy limitado a partir de 1623 por sus deberes de retratista cortesano, y aun así, pronto buscó ayuda de colaboradores para hacer las copias de los retratos de los que eran necesarias varias copias.
Obras Destacadas de Velázquez
1. Las Lanzas (o La Rendición de Breda)
Esta obra maestra ilustra la entrega de las llaves de la ciudad de Breda al general español Spinola por el gobernador holandés Justino de Nassau.
- Composición: El soldado holandés a la izquierda, visto de espaldas, cierra esa parte de la composición. El caballo de Spinola a la derecha remata el esquema. Las lanzas victoriosas elevándose verticalmente contrastan con las picas de los vencidos, que marcan una línea inferior y se difuminan gradualmente a una posición diagonal, en descenso frente a la verticalidad de las lanzas.
- Contraste de Ejércitos: Velázquez procuró que el contraste entre los dos ejércitos quedara expresado por los tipos humanos: los generales y soldados españoles que se agrupan detrás de Spinola son caballeros serenos, avellanos, con melenas y chambergos, gestos serenos y satisfechos. Los holandeses son anchos, robustos, fuertes, de ojos claros, y muestran una fatigada resignación.
- Paisaje y Color: Al fondo del cuadro, un paisaje ocupa el tercio superior: es la ciudad de Breda, con sus campos a lo lejos. Algunos incendios producidos por la artillería española hacen subir columnas de humo. El cielo gris-azul pone su nota clara frente a los variados ocres de la parte inferior, que culminan en el pelaje castaño del caballo de Spinola.
- Contexto: Velázquez no había estado nunca en Holanda, pero observó cuadros de pintores flamencos y grabados describiendo el sitio. Hay una rica composición de color, observable en las calidades de los ropajes, por ejemplo, de los protagonistas.
2. Retrato del Conde-Duque de Olivares
(Segunda etapa en Madrid). Es un retrato elegante y cortesano del valido del rey, con la vara de general en la mano. Está situado ante un fondo de batalla. Predominan los colores plateados.
Como todos los retratos de Velázquez, es magistral en la preocupación por el estudio físico y psicológico de los personajes, además de conseguir unas ricas calidades. Su forma de representar los caballos es curiosa.
3. Retrato Ecuestre del Príncipe Baltasar Carlos
En este retrato usa un punto de perspectiva bajo, ya que el cuadro iba destinado a decorar la parte superior de una puerta.
4. Las Meninas o la Familia de Felipe IV (Etapa final)
Es un retrato múltiple realizado en un ambiente de interior cotidiano para el pintor. Es una composición barroca que transforma la realidad.
- Protagonistas y Espacio: Aparece el propio Velázquez, en pie, con pincel y paleta en las manos, trabajando sobre un lienzo cuyos modelos son Felipe IV y la reina Mariana, a los que podemos observar en el espejo situado al fondo. Con ello, Velázquez hace que entre en el cuadro el espacio en el que realmente está situado el espectador. Pero con gran sutileza, lo que Velázquez pinta es «otro cuadro»: el de los personajes que contemplan la sesión de pose de los reyes.
- La Infanta y su Corte: Aparece la Infanta Margarita de 5 años de edad, que ha entrado en la estancia. Su menina o dama de honor le lleva el búcaro sobre una bandeja, haciendo ademán de inclinarse ante la Infanta, fiel al protocolo oficial de palacio. A su lado, otra menina en actitud también de inclinarse.
- Figuras Secundarias: A la derecha del cuadro, los dos enanos familiares que acompañaban al séquito de la niña: la enana Mari-Bárbola, de facciones deformes e hidrocefalia, y Nicolasito de Pertusato, que hostiga con el pie a un paciente mastín pintado en primer término. Tras el grupo de la Infanta y sus acompañantes, en la penumbra de la sala, estaba doña Marcela de Ulloa, vestida de viuda, que era la dueña o guarda de damas. A su lado, un guardadamas varón que es quien atraviesa el corredor luminoso al fondo del cuarto, visto a través del vano de una puerta de cuarterones entreabierta por la que entra la luz que se concentra en la cabeza de la Infanta para difuminarse después en suaves penumbras.
5. Las Hilanderas (o La Fábula de Aracne) (Etapa final)
Lo que aquí representa Velázquez es un taller de tapicería en el que trabajan unas obreras. Se ve el interior por medio de unas magistrales gradaciones; se nos presentan varios planos en los que las figuras aparecen en la penumbra o a plena luz. Los rayos de sol penetran por la abertura en forma de arco al fondo del lienzo, mientras que las partes en penumbra quedan en primer plano.
Según Ortega y Gasset, él adivinaba en esta obra de Velázquez una intención mitológica, pero estaba tan oculta que se ha tardado en descubrir. El cuadro relata la fábula de Aracne, narrada por Ovidio en sus Metamorfosis: Aracne era una admirable tejedora de gran fama, cuya habilidad iban a admirar y a aprender las mujeres. Orgullosa de su destreza, creyó poder competir con los dioses, concretamente con Palas Atenea. Pero Palas acudió disfrazada de vieja a reprender a Aracne, pero esta no cedía en su orgullo, por lo que Atenea, recobrando su oculta apariencia divina, desafió a Aracne a tejer unos tapices.
El tapiz de Palas trataría como asunto el destino de los humanos que se atreven a desafiar a los dioses, mientras que Aracne tejería temas de seres mortales que se habían atrevido a desafiar a los dioses. Venció la diosa y castigó a Aracne a ser convertida en araña.
El sistema que Velázquez adopta para representar tan compleja narración es el de invertir la jerarquía de las figuras: en primer plano, en penumbra, pone a las obreras en las labores preparatorias para la elaboración de los tapices; al fondo, encuadrado por un rectángulo rematado en arco, podemos reconocer como Aracne a la mujer de blusa blanca y falda verdosa que está devanando una madeja. La mujer de la izquierda, de mayor edad, sería la diosa que se sería representada por Velázquez antes de que esta recobrase su apariencia normal, pero su pierna es más juvenil que la que correspondería a una mujer de su edad (alusión a la dualidad de personalidad encubierta). Están realizando el trabajo del que saldrá el castigo de Aracne.