Como cazaban los homo habilis

Homo habilis. (1.8 ma.). Su nombre hace referencia a la realización de sencillos instrumentos de piedra. Es el primer representante del género Homo. Capacidad craneal:
600 cc5 . Se le considera antecesor del Homo ergaster. La catalogación de la especie
Homo habilis dentro del género Homo se justifica porque su capacidad craneal, por encima de los 600 cc., era significativamente superior al promedio de los Australopitecus (450 cc.). El nombre específico de habilis se debe a que presenta carácterística evolutiva de tener el dedo pulgar oponible en las manos. Esto explica su capacidad de manipulación de objetos. Sus restos siempre aparecen relacionados con la presencia de herramientas, lo que sugiere que Homo habilis es el primer fabricante de herramientas conocido. Sus restos más representativos se han encontrado en Kenia y en Tanzania. Su industria lítica recibe el nombre de cultura olduvaiense, por ser Olduvai (Tanzania) el yacimiento donde se catalogó. Homo rudolfensis (Literalmente: Hombre del Lago Rudolf -Lago Turkana-, en Kenia) (1.6 ma.). Capacidad craneal: 725 cc. Homo ergaster (Literalmente: “Hombre trabajador”) (1.2 ma.). Homínido extinto. Es muy diferente a los homínidos anteriores y muestra cambios anatómicos importantes: la talla y proporción del cuerpo es similar a la nuestra y el cerebro sufre un aumento importante, rondando los 850 cc. Es descrito por algunos autores como el antecesor inmediato del Homo erectus.
Homo ergaster fue una de las especies en que se diversificó el Homo habilis. Los restos fósiles del llamado Niño de Turkana son su representante más conocido. Se extendíó por todo el continente africano. Una parte de la especie abandonó África en épocas todavía muy tempranas y, con el nombre de Homo erectus se extendíó por Europa y Asía. Mientras tanto, las variedades de la especie que habían permanecido en África evolucionaron de forma independiente, derivando alguna de ellas hacia el Homo antecessor.
Homo erectus (Literalmente: “Hombre erguido”) (1 ma.). Se caracteriza por el grado de eficacia y refinamiento de sus hachas y herramientas cortadoras, lo cual presupone un grado de capacidad y de habilidad más alto que el de sus antepasados. Su importante industria lítica se conoce con el nombre de cultura achelense. El Homo ergaster y el Homo erectus, con una capacidad craneal de 1000 cc., presentan algunas carácterísticas de naturaleza social que indican su importancia creciente en el proceso de hominización: • Sus recién nacidos necesitaban para subsistir un período muy largo de crianza y de atenciones por parte de todo el grupo. Esto facilitó que la relación entre sus miembros se estableciera más allá del mero instinto, sobre pautas de conducta consciente, lo cual favorecíó la estabilidad del grupo y el aprendizaje y la transmisión de técnicas, hábitos y normas culturales. • El alto grado de cooperación que exigía la caza de animales grandes permite deducir que la organización social como medio de supervivencia había experimentado un gran desarrollo. • La eficacia de sus armas y herramientas para la caza permitieron incorporar a la dieta las proteínas necesarias para un cerebro en creciente desarrollo. • El uso del fuego, su conservación y su domesticación fueron las conquistas más decisivas en el proceso de hominización. Su dominio significó la mejora de la dieta y de la calidad de vida. Asimismo, favorecíó una mayor cohesión del grupo y una mayor cooperación entre sus miembros. Homo antecessor (800.000 años). Es el nombre de una nueva especie que fue descubierta entre 1994 y 1997 en la sierra de Atapuerca (Burgos) por un equipo de paleontólogos españoles. Esta especie, igual que otras, era cazadora y recolectora. Según la hipótesis que defienden sus descubridores, el Homo antecessor surgíó en el continente africano hace más de un millón de años a partir de una de las variaciones del Homo ergaster. 5 Se considera que el Homo antecessor dio lugar a dos líneas evolutivas sucesivas: • La primera, hace unos 500.000 años, derivó hacia la especie Homo heildelbergensis de la que, a su vez, derivaría la especie Homo neanderthalensis, que posteriormente se extinguíó. • La segunda, hace 200.000 años, derivó hacia la especie Homo rodhesiensis, de la que surgiría el Homo sapiens actual. Homo neanderthalensis. Vivíó hace 300.000 años, y se extendíó por el Próximo Oriente y por el centro y sur de Europa, en busca de las zonas menos castigadas por el frío de las glaciaciones. Corpulentos y dotados de un volumen craneal un poco mayor que el nuestro (1500 cc.), se encuentran, sin embargo, en una línea evolutiva distinta. Fabricaron una gran variedad de herramientas para la caza y manufacturaron pieles para su abrigo. Asimismo, el análisis de sus enterramientos y de sus formas rituales permite deducir que llegaron a tomar conciencia de la muerte y, posiblemente, abrieron el camino a una incipiente concepción religiosa de la vida y de la muerte. El desarrollo de su cultura, denominada cultura musteriense, muestrar la capacidad de representación simbólica y del lenguaje de la especie. El Homo neanderthalensis se extinguíó hace unos 35.000 años, durante la última glaciación, la de Würm6 , siendo las costas del sur de España su último refugio. Homo sapiens (Cro-Magnon). La especie Homo sapiens no proviene, como se creía hasta hace poco, del Homo neanderthalensis, sino al parecer del Homo rodhesiensis, que fue la especie en que el Homo antecessor acabó derivando hace 200.000 años. Podemos suponer que nuestra especie, Homo sapiens, se originó en algún lugar de África. No se sabe cuándo aparecíó el comportamiento humano moderno entre nuestros antepasados, aunque la mayoría de los científicos sitúa su generalización hace unos 50.000 años. Es muy probable que toda la especie humana actual descienda de una mujer que vivíó hace no más de 200.000 años en África. Los restos hallados en el yacimiento de Hadar (Etiopía) de la especie Homo sapiens idaltu, datados hace 160.000 años, se consideran nuestros ancestros más antiguos. Esta nueva especie se caracteriza por: • Estar dotada de una capacidad craneal de 1450 cc. • Ser anatómicamente iguales a nosotros. • Dominar la técnica de producir fuego a voluntad. • Estar dotada de razonamiento lógico, como se deduce de sus actividades de caza y pesca. • Poseer capacidad simbólica, como sugieren sus manifestaciones artísticas. La especie Homo sapiens comenzó su expansión, lenta pero incesante, hasta ocupar gran parte el planeta. Tenemos constancia de su presencia en Sudáfrica hace 120.000 años, en Oriente Medio hace 100.000 años, en Europa y en Australia hace 40.000, y un poco más tarde en América. El Homo sapiens llegó a Europa hace unos 40.000 años, donde ocupó un territorio inhóspito, que compartíó -o rivalizó por él- durante 10.000 años con los neandertales, siendo testigos, en España, de su total extinción.
La explicación de su éxito evolutivo se halla en tres innovaciones específicas: • Su capacidad de acción transformadora les permitíó, con la invención y el uso de herramientas cada vez más eficaces, adaptar el medio a sus necesidades. • Su capacidad organizativa de la vida grupal alrededor del lenguaje articulado les permitíó crear estructuras asociativas no basadas en la fuerza, sino en la cooperación. • Su capacidad de representación simbólica les permitíó la creación de realidades no materiales y el acceso a un mundo exclusivo de su especie: el simbólico. En este mundo propio, el mundo de la cultura, su creatividad desarrolló sucesivas formas simbólicas para expresar primero sus sentimientos y emociones ante el mundo: el arte, los mitos, la religión y, más tarde, otras formas basadas en el razonamiento, para comprender la naturaleza del mundo y de sí mismos. Como conclusión, la originalidad del Homo sapiens reside en que su naturaleza, a la vez que biológica, es cultural. Con su aparición, la evolución ha dado lugar a un ser vivo cuyo patrimonio genético no incluye con exclusividad pautas rígidas de conducta instintiva. Por ello, los seres humanos, a diferencia de los demás animales, podemos vivir sin tener que estar apenas sometidos a las rígidas leyes del instinto. En definitiva, nuestra conducta social y cultural no dependen tanto de lo biológico, sino de lo cultural.