5.1.LA REFORMA AGRARIA LIBERAL EN LA ESPAÑA DEL Siglo XIX
La  tierra  estaba  mal  repartida  socialmente,  y  controlada  por  los  grupos  privilegiados  o  por instituciones  a  través  de  la  vinculación  o  amortización.    Los  Ilustrados  propusieron  reformar jurídicamente la propiedad agrícola y Carlos IV ordenó la primera desamortización, y José I, las Cortes  de  Cádiz  y  el  Trienio  Liberal,  también  aprobaron  leyes  desamortizadoras,  pero  no  se materializaron.    Será  en  las  etapas  de  1836-1843  (Mendizábal)  y  1854-1856  (Madoz)  cuando  las leyes  de  disolución de señoríos,  la desvinculación de  mayorazgos  y de  desamortización de bienes amortizados, se materialicen. Mendizábal: Entre 1836-37,  como presidente  del  gobierno  y  Ministro,  acabó  con  el  régimen  de propiedad señorial en España, transformando las propiedad amortizadas en propiedades privadas que  consolidaron  el  liberalismo  y  el librecambismo,al  abolir  también la  Mesta,  el  diezmo,  los gremios, las pruebas de nobleza para acceder al Ejército y a la Administración, e imponer la libre producción y libre comercio.  La Ley de señoríos de 1837 disuelve los señoríos jurisdiccionales y territoriales,permitiendo a los  señores  convertirse  en  propietarios  privados  e  las  tierras  señoriales,  incluso  las  de  los señoríos   jurisdiccionales,   salvo   que   los   campesinos   pudiesen   demostrar   sus   derechos   de propiedad.    Los  campesinos  perdieron  sus  derechos,  convirtiéndose  en  arrendatarios  con  rentas actualizadas o jornaleros, ya que los tribunales no solían tener en cuenta las reclamaciones. El Decreto de Desvinculación abolíó los mayorazgos, así como los vínculos de las propiedades de la Iglesia o de los municipios,permitiendo vender y repartir esas propiedades. La  desamortización expropió  las  propiedades  eclesiásticas  para  venderlas  en  subasta  pública.  Pretendía  recaudar  fondos  para  resolver  la  crisis  de  Hacienda  y  costear  la  guerra  carlista, aumentar la producción, castigar el apoyo de la Iglesia al carlismo, y crear un grupo    social    favorable    al    Estado    Liberal    (compradores    de    bienes desamortizados)  cuyo  beneficio  dependiese  del  triunfo  liberal  en  la  guerra.  Los    diferentes    decretos    de    abolición    de    órdenes    religiosas,    de desamortización,  etc.,  se completaron  con  la  Ley  de  19  de  Febrero  de  1936 que   nacionalizó   los   bienes   del   clero   secular   y   ordenó   subastarlos públicamente.    Primero  se  expropiaba,  después  se  medían  y  tasaban  los bienes,  para  finalmente  subastarlos, según  su  tamaño,  en  Madrid,  capitales de  provincia  o  cabeza  de  partido  judicial.    El  comprador  podía  pagar  en metálico  (El  20%  en  el  acto  y  el  resto  en  15  años)  o  en títulos  de  la  Deuda con su valor nominal (20 % inicial y el resto en 8 años al 10 % de interés), lo que  benefició  al  Estado  (recuperó  4.224  millones  en  títulos  y  327  millones  en  metálico)  y  los burgueses  propietarios  de  Títulos  de  Deuda  devaluados.    Burguésía,  ricos  propietarios  agrícolas, nobleza y algunas pequeños y medianos propietarios, adquirieron 1/3 de las tierras cultivadas del país.    Entre  los  perjudicados  destacamos:  Campesinos pobres,  convertidos  ahora  en  jornaleros  o en  arrendatarios  con  rentas  actualizadas;  la  Iglesia  que  pierde  parte  de  su  patrimonio;  el patrimonio artístico y arquitectónico expoliado; y la industria, que vio como la mayoría del capital ahorrado se invirtió la desamortización y no   en   fábricas.      El   minifundismo   subsistíó   en   el   norte   y   el latifundismo en el sur.  La producción aumento, al ponerse en cultivo tierras antes yermas, pero la productividad no mejoró. En  1855  Pascual  Madoz  decretó  la  Desamortización  General  de bienes   de   la   Iglesia,   Beneficencia,   Obras   Pías,   Instituciones educativas,  Hospitales,  Ordenes  Militares  y,  sobre  todo,  bienes comunales y de propios de los Ayuntamientos.  Esta Desamortización es  la  más  importante  por  el  número,  recaudación  y  extensión  de propiedades  afectadas,  y  no  finalizó  hasta  1924  con  las  últimas ventas y la aprobación del Estatuto Municipal de Calvo Sotelo, y por la  recaudación  obtenida.    Quería  recaudar  fondos  para  reducir  la Deuda Pública y financiar el ferrocarril y la industrialización, y exigía el  pago  en  metálico,  pero  pronto  aceptó  también  Títulos  de  Deuda.   Alta burguésía (muchos se convierten en terratenientes), grandes y medianos propietarios rurales (burguésía rural), grandes arrendatarios, burguésía especuladora en proyectos ferroviarios, y, en menor medida, nobleza (compra menos que con Mendizábal), y medianos propietarios rurales, son los  grandes  beneficiados.    Entre los  perjudicados,  otra vez  los  más  pobres  carentes  de  dinero  o de  Títulos  de  Deuda,  y aunque ahora  ven  como  sus  contratos  de  arrendamiento  tienen  que actualizarse  y  pierden  el  derecho  a  acceder  a  los  comunales  municipales,  convirtiéndose  en jornaleros. Aumenta la producción, pero no la productividad, y tampoco soluciona el minifundismo norteño (foreros y subforeros gallegos o asturianos se transforman en pequeños minifundios) y el latifundios terrateniente en el sur, que aumenta y accede a una mano de obra abundante y barata.La  Iglesia  perdíó  su  patrimonio    y  sufríó  la  persecución  anticlerical  (quema  de  conventos  y asesinatos  en  1834,  1835,  y  hasta  1939  .    La  industria,  como  ya  hemos  indicado,  es  otra  de  las perjudicadas.Después de este proceso de disolución, desvinculación y desamortización, el viejo régimen señorial desaparece, y el concepto jurídico de propiedad del A. Régimen también, pasando a ser todas las propiedades  privadas.    Burguésía  y  ricos  propietarios  agrícolas  aumentan  su  patrimonio,  y  la nobleza convierte sus derechos señoriales en propiedades privadas de pleno derecho. El Estado no logró  acabar  con  la  Deuda,  aunque  sí  logró  fondos  para  financiar  la  guerra  Carlista  e  iniciar  la construcción  ferroviaria,  y  ,  sobre  todo,  consiguió  adeptos  a  la causa  liberal.    El  ferrocarril mejoró  la  interrelación  comercial  peninsular  y  también  la  comercialización  agrícola,  pero  la agricultura  será  siendo  dual:    Un sector  moderno  y  exportador  (Vid,  cítricos  y  frutos  secos)  y otroarcaicocon  periódicas  crisis de  subsistencia  y  bajos  rendimientos  (cereal  terrateniente  y agricultura  de  subsistencia  en  el  norte),  dedicados  a:    El  olivar  en  el  sur;  la  vid  en  Cataluña,  La Mancha  y  La  Rioja,  explotando  comercialmente  en  la  década  de  1880  gracias  a  la  filoxera francesa;  los  cereales  como  base  productiva  y  alimenticia,  con  un  mercado  controlado  por  los terratenientes  y  protegido  por  los  políticos  de  la  posible  competencia  exterior;  y  productos nuevos  como  la  remolacha  azucarera  y  los  cítricos,  que  incorporan nuevos  sistemas  de  riego y  el abono del guano. La cabaña ganadera crece y se moderniza en algunas regiones, pero en el resto se mantiene  una  ganadería  tradicional  y  pierde  importancia  la  ganadería  lanar,  ante  el  empuje  del algodón como materia prima textil.
			