El Arte Románico: Características, Arquitectura Religiosa y Civil

Características Generales del Arte Románico

A principios del **siglo XIX**, el estudio de la arquitectura de los siglos XI y XII propició la unificación del gran número de estilos de las distintas escuelas regionales (anglonormanda, lombarda, sajona, etc.) y fijó el término románico. A pesar de la enorme variedad y de la **riqueza formal** del arte románico, con esta denominación se designa una serie de obras que, en virtud del uso del **arco de medio punto** y la **bóveda de cañón** y de **aristas**, se podrían ver como derivación de la arquitectura romana, en un proceso similar al que también experimentaron las llamadas lenguas románicas respecto al latín.

Si en la arquitectura románica la herencia clásica es notoria, en la escultura y la pintura los conceptos de **mímesis o imitación**, **naturalismo** y **proporcionalidad**, propios del mundo antiguo, desaparecen por completo. En su lugar se da prioridad al valor y la calidad de los **materiales preciosos** como el oro, la plata o las gemas, y a la **función alegórica y simbólica** de la imagen.

En el arte románico se aprecia la voluntad de proclamar el **triunfo definitivo de la Iglesia cristiana**, lo cual motivó la creación de un nuevo tipo de templo, en el que toda manifestación artística (arquitectura, escultura y pintura) se puso al servicio de la gloria de Dios. Cabe señalar que el artista artesano solía realizar su trabajo por encargo de alguien o de una orden o institución y que, por tanto, debía seguir las normas formales y los temas que le dictaban los que lo contrataban y pagaban la obra.

La Arquitectura al Servicio de Dios

El estilo **fundamentalmente religioso** del románico hace que catedrales, iglesias y monasterios sean los edificios más representativos del periodo.

Catedrales e Iglesias

A partir del año 1000, las **peregrinaciones** potenciaron la construcción de iglesias y catedrales, cuya estructura estuvo muy determinada por su función y por contenidos simbólicos.

  1. En primer lugar, se orientaron de **este a oeste**, de manera que el primer rayo de luz solar (identificada con la luz del Cristo) entrase por el ábside y que el último lo hiciese por la portada principal.
  2. En segundo lugar, se recuperó el **transepto**, un espacio aparecido en las primeras iglesias paleocristianas, compuesto por una o más naves que cruzan perpendicularmente el cuerpo longitudinal. De esta manera se consigue una forma simbólica de cruz. La estructura cruciforme podía tener los brazos iguales (planta de **cruz griega**) o desiguales (planta de **cruz latina**). La cruz latina era más utilizada en iglesias de peregrinación y catedrales.

En el lugar de encuentro entre la nave central y la del transepto se halla el **crucero**, cubierto habitualmente por un **cimborrio**. Los cimborrios más destacados son los de la catedral vieja de Salamanca, el de la catedral de Zamora y los de las iglesias de Toro y San Martín de Frómista.

De los tres elementos que configuran la cabecera de los templos románicos (el transepto, el **presbiterio** —donde se situaban el coro y el altar mayor— y el **ábside**), fue este último el que desarrolló una formulación más innovadora para responder a las necesidades de los peregrinos que visitaban los santuarios y las catedrales. Así, además del ábside semicircular o poligonal habitual, en estos centros de peregrinación (como la catedral de Toulouse en Francia y la de Santiago de Compostela en España) se ideó el **deambulatorio o girola**, un pasillo semicircular que prolonga las naves laterales rodeando la parte posterior del presbiterio, en el cual se abren pequeñas **capillas radiales o absidiolos**.

Este pasillo facilitaba el **tránsito de los peregrinos** dentro de la iglesia cuando iban a venerar las reliquias del santo, guardadas en la **cripta**, espacio circular, cubierto con bóveda, bajo el presbiterio. A partir de la estructura primitiva paleocristiana, algunas iglesias construyeron un espacio llamado **nártex**, utilizado como atrio de entrada al edificio.

En el interior, la nave central está cubierta con una **bóveda de cañón** reforzada por **arcos fajones** que descargan el peso en **pilares**; las naves laterales, de menor altura y anchura, están coronadas con **bóveda de aristas**. En los muros que separan las naves se distinguen: las **arquerías**, que comunican la nave central con las laterales, y la **tribuna**, un corredor superior en el que se abren pequeñas ventanas por las que se filtra parte de la luz que ilumina el interior.

El peso de la bóveda de cañón obligaba a los arquitectos a utilizar **muros muy anchos y macizos**, que se reforzaron con poderosos **contrafuertes**, a los que se abrieron pocas ventanas. Además del cimborrio, también destacan las dos **torres campanario** que flanquean la fachada occidental, aunque algunas veces se colocaban en los laterales, cerca del transepto. Otras veces, en iglesias pequeñas, el campanario es la prolongación del muro de la fachada, al que se le abren unos espacios para colocar las campanas; esta construcción se conoce como **espadaña**.

El Románico en Italia y la Península Ibérica

En Italia, el arte románico estuvo muy condicionado por la antigüedad clásica y la cultura bizantina, y adoptó un estilo singular y muy distinto al descrito anteriormente. Sus rasgos más significativos fueron:

  • El **uso del ladrillo** y el **aprovechamiento de materiales antiguos** (mármoles).
  • Las **grandes naves cubiertas con bóveda**.
  • La preferencia por la **decoración mural**.
  • La **independencia física de los tres edificios catedralicios**: catedral, baptisterio (de planta circular) y campanario.

Un ejemplo de esta distribución no unitaria es el conjunto de la catedral de Pisa.

En la Península Ibérica hay que distinguir: en **Cataluña**, junto a las iglesias rurales importantes por sus conjuntos pictóricos, como las del valle de Boí (San Clemente y Santa María de Tahull).

Los Conjuntos Monacales

Utilizando los mismos parámetros constructivos de las catedrales y las iglesias, los **monasterios** fijaron la distribución de todas las dependencias del recinto monacal. En los monasterios, pensados como una **ciudad cerrada en sí misma**, los espacios importantes (iglesia, sala capitular, dormitorio, refectorio, cocina, biblioteca, etc.) se estructuraron alrededor del **claustro**, un **patio central ajardinado** (símbolo de la **vida en común, el recogimiento y la oración**) donde los monjes llevaban a cabo sus meditaciones personales.

En Cataluña destacan los conjuntos monacales de Santa María de Ripoll, San Martín del Canigó y San Juan de les Abadesses; en Aragón, el monasterio de San Juan de la Peña; en Navarra, el monasterio de San Salvador de Leyre, y en Castilla, el de Santo Domingo de Silos.

Carácter Defensivo de la Arquitectura Civil

En lo que se refiere a la arquitectura civil, los ejemplos conservados o bien son demasiado escasos para establecer características generales (hospitales y albergues) o bien han sido objeto de múltiples reformas (castillos). No obstante, sobre los castillos es posible señalar algunas características formales propias de la época.

Su evidente **función defensiva** hizo que los castillos fueran construidos en **lugares elevados y estratégicos**, desde donde se pudiera dominar el territorio circundante y advertir con facilidad la llegada del enemigo. El edificio estaba rodeado por una **gruesa y alta muralla de piedra**, en la que se abrían las puertas de entrada. En su interior destacaba la torre más alta y fortificada del castillo, llamada **torre maestra o del homenaje**, encargada de la vigilancia.

Los castillos eran **residencias fortificadas** donde vivían los **señores feudales** y lugar de refugio de los habitantes del feudo. Otro espacio importante era el **patio**, a partir del cual se organizaban las distintas dependencias destinadas a la residencia del señor feudal. El castillo de Loarre, en Huesca, y las murallas de Ávila son ejemplos de la arquitectura civil románica en España.