Contexto Histórico de la Filosofía Griega
Mileto (ss. VIII-VI a.E.C.)
La filosofía no nació en un calmo retiro, según Nestle, sino en Mileto, el mercado del mundo antiguo donde todos los pueblos del Mediterráneo confluían con sus mercancías. Los primeros filósofos no eran ascetas alejados del mundo, sino **hombres** distinguidos, curiosos y abiertos. La sociedad primitiva griega era fundamentalmente rural y aristocrática: dominaba una nobleza de terratenientes que tenía todo el poder económico y político, donde la figura del rey, si existía, era meramente decorativa. Los nobles, al ser los únicos que poseían armas y caballos, eran los que solucionaban las guerras. El noble representaba el ideal de hombre, dando lugar a una ética para la que la virtud (*areté*) es fuerza, valor e independencia. Los pobres y descontentos no podían hacer otra cosa que expatriarse, buscando tierras que cultivar. El movimiento colonizador griego, pues, tiene un origen socioeconómico. Las fértiles tierras de Asia Menor y del sur de Italia eran muy atrayentes. En Grecia había demasiada población para los recursos existentes, y la aparición de la moneda provocó un endeudamiento insoportable de los más pobres. Así, el primer movimiento colonizador —entre 775 y 675 a.E.C.— tiene por objeto buscar nuevas tierras. En cambio, la segunda colonización —entre 675 y 500 a.E.C.— se orientará más bien a establecer emplazamientos para el comercio.
La aventura colonizadora se dirige, en primer lugar, a la Jonia, donde surge una brillante civilización en ciudades como Éfeso y Mileto; esta última crea un pequeño imperio marítimo. En estas ciudades confluyen circunstancias desconocidas hasta ahora en Grecia: prosperidad económica, comercio marítimo floreciente, formas políticas más flexibles y tolerantes, ruptura con el pasado y apertura a las civilizaciones orientales, que relativiza las propias tradiciones. Posteriormente, se coloniza Italia meridional. La proximidad geográfica, la bondad del clima y la fertilidad de la tierra atraen a los griegos. La prosperidad económica favorece nuevas formas políticas, aunque la democracia no hizo su aparición inmediatamente. Siracusa y Tarento mantienen formas de poder autoritarias. Cuando a finales del siglo VI la dominación persa hace insoportable la vida en la Jonia, muchos griegos vendrán a la Magna Grecia, donde aparecen las escuelas filosóficas de Elea y los pitagóricos que proceden de Jonia, pero en Italia nacen Empédocles y Gorgias (sofista).
Entretanto, en la Grecia continental tiene lugar una importante evolución. La aristocracia pierde influencia. Las técnicas guerreras cambian y ya no dependen del jinete, sino del hoplita (infantería pesada, de clase media) y el remero (clase baja): la nobleza pierde el monopolio de la defensa de la ciudad, y ya no puede justificar la usurpación del poder político. Desde principios del siglo VII hay una revolución económica: florecen el comercio y la pequeña industria, con lo que la riqueza de los terratenientes deja su sitio ante los nuevos ricos. Por otro lado, la inestabilidad social es continua y estallan revoluciones sociales que exigen el reparto de la tierra y la abolición de las deudas. Así se explica la aparición de legisladores y tiranos que monopolizan el poder apoyados por el descontento popular: legislaciones de Dracón y Solón, la tiranía de Pisístrato y sus hijos y las reformas de Clístenes.
Todos ellos pretenden desposeer a los nobles y fortalecer el estado, preparando así el terreno jurídico y social para la democracia. Estos nuevos gobernantes ejercen el mecenazgo y embellecen y mejoran la *pólis*. Cuando agonicen las colonias jonias, Grecia continental estará preparada para recoger el testigo. Mileto es destruido por los persas en 494 a.E.C.
Atenas (ss. V-IV a.E.C.)
La victoria sobre los persas (Guerras Médicas) confiere tranquilidad exterior a los griegos y permite la aparición de la “Grecia clásica”. Además, consagró la supremacía de Atenas. Pero las guerras entre las distintas ciudades son continuas, así como las rivalidades internas; solo la época de Pericles (s. V) supone un periodo de paz relativa. La *polis* constituye el centro de un estado independiente. Su territorio y su población son reducidos: todos tienen que conocerse. La democracia supone la *isonomía* (todos son iguales ante la ley) y la *isegoría* (todos tienen **derecho** a hablar en la Asamblea). La Asamblea de ciudadanos es soberana: todos pueden participar en ella, de tal manera que la Grecia clásica ignora el sistema representativo. Además de la Asamblea existe un Consejo y unos magistrados; sobre estos últimos se ejerce todo tipo de controles para evitar su preponderancia.
Sin embargo, la ciudad griega se basa en gran parte sobre el trabajo de los esclavos, que no son maltratados, pero carecen de los derechos de ciudadanos libres (25% de la población). Los ciudadanos libres quedan separados de toda actividad económica: muchos son propietarios de tierras, pero el trabajo físico está mal considerado y no se ve con buenos ojos dedicarse a una actividad remunerada. Muchos viven en la ociosidad, y la ciudad entrega una cierta cantidad diaria a los magistrados, a los jurados, a los soldados y a todos los ciudadanos que en ese momento estén en la Asamblea. Por ello, el griego se dedica, ante todo, a la vida pública. La casa queda para la mujer, que no sale casi nunca y que permanece marginada. Cuando el hombre regresa a casa, es frecuente que organice banquetes con sus amigos hasta altas horas de la noche: se come, se bebe, se escucha música, se habla de política y de filosofía.
Atenas, como Mileto, es puerto de mar. Impone su economía, sus productos y sus gustos y estilo a toda Grecia. No es extraño que numerosos extranjeros engrosen la población de Atenas (*metecos*) hasta alcanzar un tercio de la población. Sin embargo, quedan excluidos de derechos políticos y de la propiedad inmobiliaria. Se dedican, pues, al comercio y la artesanía. Atenas se convierte en el centro filosófico de Grecia: economía floreciente, libertades democráticas, contactos con otras culturas. Además, la religión había perdido vitalidad: los mitos solo servían de inspiración para el arte y la literatura, no existía un sacerdocio organizado ni había libros sagrados: el pensamiento se hallaba libre de dogmas.
El carácter de la filosofía griega es muy peculiar. Aristóteles señala que no es una ciencia práctica, que solo busca el mero afán de conocer y no por fin utilitario alguno, y que solo es posible allí donde los hombres pueden dedicarse al ocio. En cuanto surge del ocio y del rechazo del trabajo productivo, esta filosofía es meramente teórica, especulativa y contemplativa. En contrapartida, Grecia descuidará la técnica, e incluso los alejandrinos construyen máquinas como entretenimiento. Si bien la filosofía surge en la democracia, los filósofos, paradójicamente, no sienten gran simpatía por ella.
Alejandría (ss. III-II a.E.C.)
Las conquistas de Alejandro Magno tienen consecuencias de gran **trascendencia**. El siglo IV es ya la decadencia de Grecia (excepto en filosofía), agotada por las luchas intestinas y por las guerras. La *polis* pierde su fundamento: la independencia; se agrupan en ligas en torno a una *polis* hegemónica, fundamentalmente Atenas o Esparta. Además, la cultura griega se “orientaliza”, a pesar de helenizar los territorios asiáticos. Si la civilización clásica fue una civilización de la *pólis*, la civilización helenística es una civilización de *basileus* (monárquica). Incluso los filósofos elaboran teorías políticas monárquicas, y algunos llegan a la idea de un rey del mundo, único, identificado por los estoicos con el sabio por excelencia. Para el pueblo, el rey es el representante de la divinidad, y por ello se le rinde culto. El bienestar del pueblo no es ya una consecuencia de la democracia, sino que procede de los beneficios del rey para con sus súbditos. El rey es llamado *sóter* (salvador). El hombre libre de la época anterior ha desaparecido. La única libertad posible para el hombre es una libertad interior: el único hombre libre es el soberano. De él emana el poder divino y la ley. La libertad de los demás hombres consistirá en el sometimiento a este poder **trascendente**.
La *pólis*, sin embargo, no desaparece sino que se transforma profundamente. De hecho, surgen nuevas ciudades como instrumento de helenización. Alejandría es fundada por Alejandro Magno en Egipto. En estas ciudades conviven griegos y no griegos bajo la cultura, lengua y costumbres de los primeros. La riqueza ha aumentado considerablemente y domina una burguesía acomodada y culta, celosa de sus privilegios: ya no puede hablarse de democracia. Por otro lado, la presencia del rey se siente continuamente: tributos, un representante real, una guarnición. Las preocupaciones culturales se extienden y los más ricos envían a sus hijos a estudiar filosofía a Atenas.
La cultura helenística se “orientaliza”, adquiriendo nuevos rasgos. La religiosidad recibe un nuevo impulso: junto al culto al rey aparece el culto a Fortuna e inquietudes referentes a la salvación, la muerte y el más allá. Aunque en la Grecia clásica el culto a Dionisos y los misterios eleusinos respondían a estas preocupaciones **trascendentes** y místicas, ahora encuentran respuesta en los cultos a Atis y Cibeles (Asia Menor) o Isis y Osiris (Egipto). El arte abandona, paralelamente, la belleza apolínea y refleja la pasión, el movimiento y la individualidad. El mundo griego ha variado enormemente. El individuo ha perdido el soporte arropador de la pequeña **ciudad-estado** y se siente perdido en el mundo: el hombre es “ciudadano del mundo” (=cosmopolitismo), según afirman estoicos y cínicos. Por eso busca la salvación en la religión o la filosofía. Esta última derivará hacia problemas éticos. Por otro lado, la cultura ha sufrido una profunda ruptura: ya no domina la razón, el hombre ha perdido el equilibrio puesto que los referentes se han perdido. Alejandría, con su Museo y su Biblioteca, es el modelo, pero allí se hace ciencia, no filosofía. Se da, por vez primera —que no última— una ruptura entre la ciencia y la filosofía.
Antecedentes de la Filosofía Griega
La religión griega y el paso del mito al *lógos*: La religión griega era —tal como aparece en los poemas de Homero y Hesíodo— fuertemente antropomórfica y se expresa mediante narraciones simbólicas o mitos. La filosofía habría supuesto —según una famosa expresión— “el paso del mito al *lógos*”, es decir, la sustitución de lo mítico por lo racional. Pero ya en los poemas de los que hemos hablado aparecen realidades no antropomórficas en las que se ha visto un antecedente de los primeros filósofos. Homero dice que Océano es el “generador de dioses” y “génesis de todas las cosas”, afirmación que Aristóteles considera posible antecedente del pensamiento de Tales de Mileto. Para Hesíodo, la génesis de los dioses (teogonía) es precedida por una génesis de elementos abstractos (cosmogonía): “Antes que nada nació *Caos*, después Gea de ancho seno, asiento firme de todas las cosas para siempre, (…), y Eros, que es el más hermoso entre los dioses inmortales”. El mundo, pues, surge mediante una separación entre el cielo (Urano) y la Tierra (Gea), apareciendo luego el amor (*Eros*) como fuerza unitiva.
La religión de los misterios: Además, la religión de los misterios que se difundieron en Grecia en el siglo IV a.E.C. refleja inquietudes filosóficas. Pertenecen a esta religión el culto a Dionisos, el culto a Deméter cuyos misterios se celebraban en Eleusis y el orfismo. Este último también dedicaba su culto a Dionisos que se había revelado a Orfeo. Sus ritos iban destinados a purificar el alma del iniciado, reunidos en comunidades, y sustraerla a la “rueda de los nacimientos”, esto es, de la transmigración de las almas a otros seres vivos. La enseñanza fundamental del orfismo es la idea de ciencia y de la actividad del pensamiento como camino de vida. Pitágoras y Platón están muy influenciados por esta corriente. Según Cornford, aquí están los principios fundamentales que recogerán los primeros filósofos: un estado original de indistinción, una separación en parejas de contrarios, una conexión y mezcla posterior de los contrarios. La filosofía griega no aparecerá así como algo contrario a la religión, sino como un paso adelante.
Los siete sabios (*sophoi*): Los siete sabios (*sophoi*) de los siglos VII-VI, entre los que se encuentran Tales y Solón, dejaron breves dichos que influyeron en toda la civilización griega: “conócete a ti mismo” y “nada en exceso”. Se trata de una sabiduría “gnómica” (*gnomon* > guía, maestro): se trata de máximas (sentencias **breves** que indican una manera recta de conducirse), apta para ser asimilada por el pueblo y responder a las necesidades de orientación ética y política en una época de profundos cambios. El primero de los siete sabios, Tales, es el primer filósofo.
Los poetas líricos: Los poetas líricos de los siglos VII-VI que por un lado están cerca del adivino y del sacerdote y, por otro, del filósofo. Trazar una línea de separación entre poetas y filósofos en la Grecia arcaica es una tarea vana. Además, poetas como Parménides y Empédocles son considerados filósofos. Sus reflexiones morales dieron a Grecia aquellos conceptos fundamentales que habrían de servir a los filósofos para la interpretación del mundo. El concepto de una ley que da unidad al mundo humano se encuentra por vez primera en Homero. La *Odisea* está totalmente dominada por la fe en la justicia, de la cual los dioses son custodios y garantes. En Hesíodo esta ley está personificada en *Diké*. El desorden del mundo humano es solamente aparente.
La ciencia egipcia y babilónica: Entre los mismos griegos se tuvo la consideración de que el pensamiento griego tiene un origen oriental. Se afirma, por ejemplo, que Tales era de origen fenicio, que viajó a Asia y que tomó sus ideas de los sacerdotes egipcios. A pesar de ello, no se puede hablar de un influjo de la ciencia oriental, sino solo de determinados aspectos.
Condiciones de Aparición de la Filosofía en Grecia
La ciudad griega (*pólis*) y el sistema político democrático hicieron posible la filosofía. “Entre ciudadanos libres que no reconocen más amos que las leyes que han consentido, que discuten en común las decisiones que han de tomar, que aceptan para resolver los asuntos privados el arbitraje de los tribunales y que no aceptan más dominación que la de un príncipe abstracto y público, plenamente inteligible: la ley, el *nómos*” (F. Châtelet). Ni en las sociedades rurales ni en los imperios asiáticos —en los que domina la arbitrariedad del soberano— pudo surgir filosofía alguna. La ley escrita supuso un alto grado de abstracción, un punto de referencia racional sobre el que discutir.
Las condiciones socioeconómicas. La libertad del ciudadano, que le permite el ocio, condición fundamental para filosofar, se basa en la existencia de los esclavos. Además, la introducción de la moneda en el siglo VII (invento procedente de Lidia) no solo transforma la economía, sino que permite un sistema abstracto de referencia y un nuevo tipo de valor no basado en preferencias subjetivas. La moneda —como la ley escrita— contribuyó a educar a los griegos en el desarrollo de la capacidad de abstracción.
La religión griega posee unas características peculiares. Carecía de un sacerdocio estable que garantizase y mantuviese una ortodoxia doctrinal. Los mitos no eran coherentes entre sí, ni tampoco de creencia obligatoria; para los griegos era más importante el culto que las creencias. Nada tiene de extraño que surgieran interpretaciones alegóricas o racionalistas de los mitos, o bien que se desechasen los mitos para buscar otro tipo de explicación de la realidad, que hasta ahora los mitos habían satisfecho. Esta nueva explicación es la racional, la filosofía.
La permeabilidad del mundo griego a todas las influencias culturales del Mediterráneo. Ello supone un enriquecimiento y una relativización de la propia cultura que lleva a una autocrítica.
Repetición del Contenido (Según Requerimiento Original)
Mileto (ss. VIII-VI a.E.C.)
La filosofía no nació en un calmo retiro, según Nestle, sino en Mileto, el mercado del mundo antiguo donde todos los pueblos del Mediterráneo confluían con sus mercancías. Los primeros filósofos no eran ascetas alejados del mundo, sino **hombres** distinguidos, curiosos y abiertos. La sociedad primitiva griega era fundamentalmente rural y aristocrática: dominaba una nobleza de terratenientes que tenía todo el poder económico y político, donde la figura del rey, si existía, era meramente decorativa. Los nobles, al ser los únicos que poseían armas y caballos, son los que solucionaban las guerras. El noble representaba el ideal de hombre dando lugar a una ética para la que virtud (*areté*) es fuerza, valor e independencia. Los pobres y descontentos no podían hacer otra cosa que expatriarse, buscando tierras que cultivar. El movimiento colonizador griego, pues, tiene un origen socioeconómico. Las fértiles tierras de Asia Menor y del sur de Italia eran muy atrayentes. En Grecia había demasiada población para los recursos existentes, y la aparición de la moneda provocó un endeudamiento insoportable de los más pobres. Así, el primer movimiento colonizador —entre 775 y 675 a.E.C.— tiene por objeto buscar nuevas tierras. En cambio, la segunda colonización —entre 675 y 500 a.E.C.— se orientará más bien a establecer emplazamientos para el comercio. La aventura colonizadora se dirige, en primer lugar, a la Jonia, donde surge una brillante civilización en ciudades como Éfeso y Mileto; esta última crea un pequeño imperio marítimo. En estas ciudades confluyen circunstancias desconocidas hasta ahora en Grecia: prosperidad económica, comercio marítimo floreciente, formas políticas más flexibles y tolerantes, ruptura con el pasado y apertura a las civilizaciones orientales, que relativiza las propias tradiciones. Posteriormente, se coloniza Italia meridional. La proximidad geográfica, la bondad del clima y la fertilidad de la tierra atraen a los griegos. La prosperidad económica favorece nuevas formas políticas, aunque la democracia no hizo su aparición inmediatamente. Siracusa y Tarento mantienen formas de poder autoritarias. Cuando a finales del siglo VI la dominación persa hace insoportable la vida en la Jonia, muchos griegos vendrán a la Magna Grecia donde aparecen las escuelas filosóficas de Elea y los pitagóricos que proceden de Jonia, pero en Italia nacen Empédocles y Gorgias (sofista). Entretanto, en la Grecia continental tiene lugar una importante evolución. La aristocracia pierde influencia. Las técnicas guerreras cambian y ya no dependen del jinete, sino del hoplita (infantería pesada, de clase media) y el remero (clase baja): la nobleza pierde el monopolio de la defensa de la ciudad, y ya no puede justificar la usurpación del poder político. Desde principios del siglo VII hay una revolución económica: florecen el comercio y la pequeña industria, con lo que la riqueza de los terratenientes deja su sitio ante los nuevos ricos. Por otro lado, la inestabilidad social es continua y estallan revoluciones sociales que exigen el reparto de la tierra y la abolición de las deudas. Así se explica la aparición de legisladores y tiranos que monopolizan el poder apoyados por el descontento popular: legislaciones de Dracón y Solón, la tiranía de Pisístrato y sus hijos y las reformas de Clístenes.
Todos ellos pretenden desposeer a los nobles y fortalecer el estado, preparando así el terreno jurídico y social para la democracia. Estos nuevos gobernantes ejercen el mecenazgo y embellecen y mejoran la *pólis*. Cuando agonicen las colonias jonias, Grecia continental estará preparada para recoger el testigo. Mileto es destruido por los persas en 494 a.E.C.
Atenas (ss. V-IV a.E.C.)
La victoria sobre los persas (Guerras Médicas) confiere tranquilidad exterior a los griegos y permite la aparición de la “Grecia clásica”. Además, consagró la supremacía de Atenas. Pero las guerras entre las distintas ciudades son continuas, así como las rivalidades internas; solo la época de Pericles (s. V) supone un periodo de paz relativa. La *polis* constituye el centro de un estado independiente. Su territorio y su población son reducidos: todos tienen que conocerse. La democracia supone la *isonomía* (todos son iguales ante la ley) y la *isegoría* (todos tienen **derecho** a hablar en la Asamblea). La Asamblea de ciudadanos es soberana: todos pueden participar en ella, de tal manera que la Grecia clásica ignora el sistema representativo. Además de la Asamblea existe un Consejo y unos magistrados; sobre estos últimos se ejerce todo tipo de controles para evitar su preponderancia. Sin embargo, la ciudad griega se basa en gran parte sobre el trabajo de los esclavos, que no son maltratados, pero carecen de los derechos de ciudadanos libres (25% de la población). Éstos quedan separados de toda actividad económica: muchos son propietarios de tierras, pero el trabajo físico está mal considerado y no se ve con buenos ojos dedicarse a una actividad remunerada. Muchos viven en la ociosidad, y la ciudad entrega una cierta cantidad diaria a los magistrados, a los jurados, a los soldados y a todos los ciudadanos que en ese momento estén en la Asamblea. Por ello, el griego se dedica, ante todo, a la vida pública. La casa queda para la mujer, que no sale casi nunca y que permanece marginada. Cuando el hombre regresa a casa, es frecuente que organice banquetes con sus amigos hasta altas horas de la noche: se come, se bebe, se escucha música, se habla de política y de filosofía. Atenas, como Mileto, es puerto de mar. Impone su economía, sus productos y sus gustos y estilo a toda Grecia. No es extraño que numerosos extranjeros engrosen la población de Atenas (*metecos*) hasta alcanzar un tercio de la población. Sin embargo, quedan excluidos de derechos políticos y de la propiedad inmobiliaria. Se dedican, pues, al comercio y la artesanía. Atenas se convierte en el centro filosófico de Grecia: economía floreciente, libertades democráticas, contactos con otras culturas. Además, la religión había perdido vitalidad: los mitos solo servían de inspiración para el arte y la literatura, no existía un sacerdocio organizado ni había libros sagrados: el pensamiento se hallaba libre de dogmas. El carácter de la filosofía griega es muy peculiar. Aristóteles señala que no es una ciencia práctica, que solo busca el mero afán de conocer y no por fin utilitario alguno y que solo es posible allí donde los hombres pueden dedicarse al ocio. En cuanto surge del ocio y del rechazo del trabajo productivo, esta filosofía es meramente teórica, especulativa y contemplativa. En contrapartida, Grecia descuidará la técnica, e incluso los alejandrinos construyen máquinas como entretenimiento. Si bien la filosofía surge en la democracia, los filósofos, paradójicamente, no sienten gran simpatía por ella.
Alejandría (ss. III-II a.E.C.)
Las conquistas de Alejandro Magno tienen consecuencias de gran **trascendencia**. El siglo IV es ya la decadencia de Grecia (excepto en filosofía) agotada por las luchas intestinas y por las guerras. La *polis* pierde su fundamento: la independencia; se agrupan en ligas en torno a una *polis* hegemónica, fundamentalmente Atenas o Esparta. Además, la cultura griega se “orientaliza”, a pesar de helenizar los territorios asiáticos. Si la civilización clásica fue una civilización de la *pólis*, la civilización helenística es una civilización de *basileus* (monárquica). Incluso los filósofos elaboran teorías políticas monárquicas, y algunos llegan a la idea de un rey del mundo, único, identificado por los estoicos con el sabio por excelencia. Para el pueblo, el rey es el representante de la divinidad, y por ello se le rinde culto. El bienestar del pueblo no es ya una consecuencia de la democracia, sino que procede de los beneficios del rey para con sus súbditos. El rey es llamado *sóter* (salvador). El hombre libre de la época anterior ha desaparecido. La única libertad posible para el hombre es una libertad interior: el único hombre libre es el soberano. De él emana el poder divino y la ley. La libertad de los demás hombres consistirá en el sometimiento a este poder **trascendente**. La *pólis*, sin embargo, no desaparece sino que se transforma profundamente. De hecho, surgen nuevas ciudades como instrumento de helenización. Alejandría es fundada por Alejandro Magno en Egipto. En estas ciudades conviven griegos y no griegos bajo la cultura, lengua y costumbres de los primeros. La riqueza ha aumentado considerablemente y domina una burguesía acomodada y culta, celosa de sus privilegios: ya no puede hablarse de democracia. Por otro lado, la presencia del rey se siente continuamente: tributos, un representante real, una guarnición. Las preocupaciones culturales se extienden y los más ricos envían a sus hijos a estudiar filosofía a Atenas. La cultura helenística se “orientaliza”, adquiriendo nuevos rasgos. La religiosidad recibe un nuevo impulso: junto al culto al rey aparece el culto a Fortuna e inquietudes referentes a la salvación, la muerte y el más allá. Aunque en la Grecia clásica el culto a Dionisos y los misterios eleusinos respondían a estas preocupaciones **trascendentes** y místicas, ahora encuentran respuesta en los cultos a Atis y Cibeles (Asia Menor) o Isis y Osiris (Egipto). El arte abandona, paralelamente, la belleza apolínea y refleja la pasión, el movimiento y la individualidad. El mundo griego ha variado enormemente. El individuo ha perdido el soporte arropador de la pequeña **ciudad-estado** y se siente perdido en el mundo: el hombre es “ciudadano del mundo” (=cosmopolitismo), según afirman estoicos y cínicos. Por eso busca la salvación en la religión o la filosofía. Esta última derivará hacia problemas éticos. Por otro lado, la cultura ha sufrido una profunda ruptura: ya no domina la razón, el hombre ha perdido el equilibrio puesto que los referentes se han perdido. Alejandría, con su Museo y su Biblioteca, es el modelo, pero allí se hace ciencia, no filosofía. Se da, por vez primera —que no última— una ruptura entre la ciencia y la filosofía.
Antecedentes de la Filosofía Griega (Repetición)
La religión griega y el paso del mito al *lógos*: La religión griega era —tal como aparece en los poemas de Homero y Hesíodo— fuertemente antropomórfica y se expresan mediante narraciones simbólicas o mitos. La filosofía habría supuesto —según una famosa expresión— “el paso del mito al *lógos*”, es decir, la sustitución de lo mítico por lo racional. Pero ya en los poemas de los que hemos hablado aparecen realidades no antropomórficas en las que se ha visto un antecedente de los primeros filósofos. Homero dice que Océano es el “generador de dioses” y “génesis de todas las cosas”, afirmación que Aristóteles considera posible antecedente del pensamiento de Tales de Mileto. Para Hesíodo, la génesis de los dioses (teogonía) es precedida por una génesis de elementos abstractos (cosmogonía): “Antes que nada nació *Caos*, después Gea de ancho seno, asiento firme de todas las cosas para siempre, (…), y Eros, que es el más hermoso entre los dioses inmortales”. El mundo, pues, surge mediante una separación entre el cielo (Urano) y la Tierra (Gea), apareciendo luego el amor (*Eros*) como fuerza unitiva.
La religión de los misterios: Además, la religión de los misterios que se difundieron en Grecia en el siglo IV a.E.C. refleja inquietudes filosóficas. Pertenecen a esta religión el culto a Dionisos, el culto a Deméter cuyos misterios se celebraban en Eleusis y el orfismo. Este último también dedicaba su culto a Dionisos que se había revelado a Orfeo. Sus ritos iban destinados a purificar el alma del iniciado, reunidos en comunidades, y sustraerla a la “rueda de los nacimientos”, esto es, de la transmigración de las almas a otros seres vivos. La enseñanza fundamental del orfismo es la idea de ciencia y de la actividad del pensamiento como camino de vida. Pitágoras y Platón están muy influenciados por esta corriente. Según Cornford, aquí están los principios fundamentales que recogerán los primeros filósofos: un estado original de indistinción, una separación en parejas de contrarios, una conexión y mezcla posterior de los contrarios. La filosofía griega no aparecerá así como algo contrario a la religión, sino como un paso adelante.
Los siete sabios (*sophoi*): Los siete sabios (*sophoi*) de los siglos VII-VI, entre los que se encuentran Tales y Solón, dejaron breves dichos que influyeron en toda la civilización griega: “conócete a ti mismo” y “nada en exceso”. Se trata de una sabiduría “gnómica” (*gnomon* > guía, maestro): se trata de máximas (sentencias **breves** que indican una manera recta de conducirse), apta para ser asimilada por el pueblo y responder a las necesidades de orientación ética y política en una época de profundos cambios. El primero de los siete sabios, Tales, es el primer filósofo.
Los poetas líricos: Los poetas líricos de los siglos VII-VI que por un lado están cerca del adivino y del sacerdote y, por otro, del filósofo. Trazar una línea de separación entre poetas y filósofos en la Grecia arcaica es una tarea vana. Además, poetas como Parménides y Empédocles son considerados filósofos. Sus reflexiones morales dieron a Grecia aquellos conceptos fundamentales que habrían de servir a los filósofos para la interpretación del mundo. El concepto de una ley que da unidad al mundo humano se encuentra por vez primera en Homero. La *Odisea* está totalmente dominada por la fe en la justicia, de la cual los dioses son custodios y garantes. En Hesíodo esta ley está personificada en *Diké*. El desorden del mundo humano es solamente aparente.
La ciencia egipcia y babilónica: Entre los mismos griegos se tuvo la consideración de que el pensamiento griego tiene un origen oriental. Se afirma, por ejemplo, que Tales era de origen fenicio, que viajó a Asia y que tomó sus ideas de los sacerdotes egipcios. A pesar de ello, no se puede hablar de un influjo de la ciencia oriental, sino solo de determinados aspectos.
Condiciones de Aparición de la Filosofía en Grecia (Repetición)
La ciudad griega (*pólis*) y el sistema político democrático hicieron posible la filosofía. “Entre ciudadanos libres que no reconocen más amos que las leyes que han consentido, que discuten en común las decisiones que han de tomar, que aceptan para resolver los asuntos privados el arbitraje de los tribunales y que no aceptan más dominación que la de un príncipe abstracto y público, plenamente inteligible: la ley, el *nómos*” (F. Châtelet). Ni en las sociedades rurales ni en los imperios asiáticos —en los que domina la arbitrariedad del soberano— pudo surgir filosofía alguna. La ley escrita supuso un alto grado de abstracción, un punto de referencia racional sobre el que discutir.
Las condiciones socioeconómicas. La libertad del ciudadano, que le permite el ocio, condición fundamental para filosofar, se basa en la existencia de los esclavos. Además, la introducción de la moneda en el siglo VII (invento procedente de Lidia) no solo transforma la economía, sino que permite un sistema abstracto de referencia y un nuevo tipo de valor no basado en preferencias subjetivas. La moneda —como la ley escrita— contribuyó a educar a los griegos en el desarrollo de la capacidad de abstracción.
La religión griega posee unas características peculiares. Carecía de un sacerdocio estable que garantizase y mantuviese una ortodoxia doctrinal. Los mitos no eran coherentes entre sí, ni tampoco de creencia obligatoria; para los griegos era más importante el culto que las creencias. Nada tiene de extraño que surgieran interpretaciones alegóricas o racionalistas de los mitos, o bien que se desechasen los mitos para buscar otro tipo de explicación de la realidad, que hasta ahora los mitos habían satisfecho. Esta nueva explicación es la racional, la filosofía.
La permeabilidad del mundo griego a todas las influencias culturales del Mediterráneo. Ello supone un enriquecimiento y una relativización de la propia cultura que lleva a una autocrítica.