Características Generales de la Arquitectura Románica
El Románico puede considerarse el primer estilo internacional debido a la unidad que, en cuanto a formas, se observa en toda la Cristiandad. Se desarrolla en Europa aproximadamente entre los siglos X y XII. Al ser una época profundamente teocéntrica, casi todo el arte es religioso. Excepto algunas murallas, castillos y unos pocos palacios, la mayoría de las construcciones son de índole religiosa.
Materiales y Formas
Para mayor gloria de Dios, se utiliza casi en exclusividad el material más preciado: la piedra, despreciándose el ladrillo y la argamasa que tanto habían utilizado los romanos. Como consecuencia, la cubierta, heredada del mundo romano (consistente casi siempre en bóvedas de medio cañón y bóveda de arista, que resulta del cruce de dos bóvedas de medio cañón), es muy pesada. Por ello, debe ser sostenida por arcos fajones y muros muy gruesos, a su vez reforzados por enormes contrafuertes laterales. No se pueden abrir muchos vanos, que además son pequeños y estrechos. Para evitar la sensación de “túnel”, ventanas y puertas se abocinan, abriéndose en derrame.
La planta del templo deriva de la basílica romana y paleocristiana, con naves impares, la central de mayor altura y anchura cubierta con bóveda de medio cañón, y las laterales con bóveda de arista. Las naves y los tramos están sostenidos por arcos de medio punto que descansan sobre columnas o (más frecuentemente) sobre pilares de sección cruciforme. Se añade una nave transversal o transepto que forma la planta de cruz latina, cargada de un enorme simbolismo: la cabecera (el ábside, el lugar más importante) se corresponde con la parte superior de la cruz, el transepto con los brazos y los pies con la portada. En el crucero contactan el mundo terrenal y celestial, subrayado por arcos torales que forman un espacio cuadrado cubierto con una pequeña cúpula (normalmente sobre trompas) rematada por un cimborrio en el que se abren ventanas, aportando luz.
La decoración al exterior se concentra en las portadas (relieves), y también en listeles, baquetones o cenefas horizontales y verticales, que subrayan los volúmenes, y canecillos, que sostienen los aleros. Al interior, la decoración se concentra en el presbiterio y suele consistir en pinturas al fresco.
Iglesias de Peregrinación
Cuando se populariza visitar reliquias de santos, las peregrinaciones impulsan la adaptación de algunos templos. Estos se convierten en destino de miles de peregrinos y deben aumentar su tamaño, construyendo una girola o deambulatorio alrededor del altar, bajo el cual se edifica la cripta que alberga los restos del santo. De esta manera, los peregrinos pueden visitar las reliquias sin interrumpir la celebración. Alrededor de la girola se construyen capillas más pequeñas o absidiolos.
Sobre las naves laterales se construye una tribuna que da a la nave principal y que acogía el descanso de los peregrinos, y que disponía de ventanas que recogían la luz del exterior.
Los Monasterios
En una sociedad tan religiosa, será frecuente que hombres y mujeres busquen la cercanía de Dios aislándose del resto de la sociedad. Así surgen los monasterios, un conjunto o bloque de edificios (rodeados por una muralla) donde los monjes viven alejados del mundo (normalmente en el campo) siguiendo la regla de San Benito (“Ora et labora”), aunque luego surgirán otras órdenes religiosas.
La Escultura Románica: Expresión del Teocentrismo Medieval
Al igual que la arquitectura, la escultura románica se integra plenamente en la cultura medieval y es uno de sus mejores exponentes. A través de ella se refleja todo el teocentrismo de la época. Su origen formal lo encontramos en el arte bárbaro y en el bizantino. Su principal característica es su carácter didáctico, pues está pensada para dar a conocer la Biblia a una sociedad analfabeta, siendo una verdadera “biblia en piedra”.
El Relieve Románico
Es la escultura que encontramos en portadas y capiteles. Al exterior, las portadas son las zonas más decoradas: arquivoltas, jambas, parteluz y, especialmente, el tímpano reciben decoración escultórica, aprovechando el derrame y abocinamiento de los gruesos muros. Al interior, únicamente encontramos decoración escultórica en los capiteles.
Características del Relieve Románico:
- Subordinación de la escultura a la arquitectura: la escultura se adapta al marco, distorsionándose o apareciendo en posiciones antinaturales para ajustarse a él.
- Al principio, los relieves son planos, pero poco a poco las formas se van redondeando y se van despegando del fondo.
- Las figuras han perdido la mímesis propia del mundo grecorromano: presentan frontalidad, geometrización, desproporción y perspectiva jerárquica.
- Los temas más representados en las portadas son el Tetramorfos (Cristo –que siempre aparecerá ya con barba, siguiendo el modelo siríaco– rodeado por los símbolos de los cuatro evangelistas) y el Juicio Final (Cristo Juez del Universo –Pantocrátor– rodeado de los 24 ancianos, escenas del Cielo y del Infierno, tal como describe el Apocalipsis), tema muy relacionado con el milenarismo (temor a que el fin del mundo llegara en torno al año 1000). A veces aparece el Crismón, la Virgen con el Niño (Theotokos), la Crucifixión o la Ascensión.
Escultura Exenta Románica
Cobra importancia sobre todo a partir del siglo XII. Se utilizaban como imágenes de altar que se colocaban en el presbiterio o en capillas. Posee las mismas características formales que hemos visto en el relieve. El material más utilizado es la madera, aunque también se usaba la piedra o los complementos de metal (oro o plata), y más raramente el marfil (para los crucifijos). La policromía se ha conservado mejor que en el caso de los relieves, al estar estas esculturas protegidas en el interior de los templos. El tamaño es reducido, o en todo caso inferior al natural para las figuras más grandes. Los temas más utilizados son Cristo Crucificado y la Virgen con el Niño.
La Virgen suele aparecer sentada con el Niño Jesús sobre las rodillas, el cual suele sostener en una mano una bola que simboliza el universo, mientras que con la otra mano bendice. Más que una madre, parece el trono sobre el que se sienta el Niño. Las dos figuras forman casi un bloque rígido, sin movimiento. El rostro de ambos es absolutamente inexpresivo, de rasgos duros y geométricos, ojos almendrados y, en general, con pocas concesiones a la belleza.
La Pintura Románica: Simbolismo y Didactismo en el Arte Mural
Todas las características de la escultura románica (esquematismo, geometrización, expresividad, simbolismo, frontalidad, falta de perspectiva, simetría, horror vacui, temática religiosa, carácter didáctico, adaptación al marco arquitectónico…) se aplican también a la pintura. Esta se encuentra en el interior de los templos, normalmente al fresco, decorando los techos, las paredes y también la bóveda del presbiterio y de los ábsides. Otro tipo de pintura lo encontramos en los frontales de altar, consistentes en tablas de madera rectangulares colocadas en el altar de manera que los fieles pudieran contemplarlas desde sus asientos. En este caso, la técnica utilizada es la pintura al temple. Y por último, podemos mencionar las bellas miniaturas que decoraban los libros religiosos de esta época.
Pintura Mural Románica
En las bóvedas de los ábsides, un tema bastante repetido es Cristo Pantocrátor (Cristo como juez de todo lo creado) dentro de una especie de almendra (mandorla) rodeado de los símbolos de los cuatro evangelistas.
Frontales de Altar Románicos
Las escenas de los frontales repiten las características y temas de la pintura mural: el Pantocrátor dentro de mandorla, la Virgen y los santos. La única diferencia va a ser, evidentemente, el tamaño (ajustado a la altura y anchura del altar) y la técnica (pintura al temple sobre tabla).