Imaginería Barroca Española: Escuelas y Artistas Fundamentales (Castilla, Andalucía, Murcia)

La Gran Imaginería Barroca Española: Escuelas y Maestros Clave

La escultura española del Barroco se nutrió de su propia sustancia, al vivir en un aislamiento voluntario, de espaldas a modelos y técnicas extranjeras. Utilizó como material principal la madera policromada para la creación de retablos y pasos procesionales.

El retablo barroco es una estructura arquitectónica fragmentada en pisos horizontales por entablamentos y en calles verticales, por columnas de fuste liso que decoran como un gran telón escénico en la mesa de altar. Servía como un instrumento pedagógico fundamental de la liturgia católica.

Los dirigentes barrocos partían del convencimiento absoluto de que el paso procesional era el mejor vehículo para enseñar el drama del Calvario a una población iletrada. Para asegurarse el triunfo, exigieron a los imagineros un lenguaje claro y sencillo, así como una interpretación realista. Las imágenes sagradas adoptaron variantes regionales, condicionadas por el carácter de sus habitantes.

La Escuela Castellana: Gregorio Fernández

Gregorio Fernández es el maestro indiscutible del Barroco castellano. En su producción se advierten dos etapas: una fase manierista, que alcanza hasta 1616; y un periodo de madurez, donde afianza el naturalismo. Sus obras, de talla completa y bulto redondo, están teñidas de patetismo, caracterizándose en su etapa de esplendor por el modelado blando del desnudo y la rigidez de los ropajes, los cuales se pliegan recordando el arte hispanoflamenco.

Como creador de tipos iconográficos, dio forma definitiva en Castilla al modelo de la Inmaculada y al de la Virgen de la Piedad, aunque las novedades que le reportaron fama son el Flagelado y el Yacente. De sus pasos procesionales, ninguno se conserva íntegro. El más alabado es el del Descendimiento.

La Escuela Andaluza: Juan Martínez Montañés, Juan de Mesa y Alonso Cano

Juan Martínez Montañés

Juan Martínez Montañés es el imaginero español que gozó de mayor fama y respeto popular entre sus contemporáneos. Se formó en Granada en el taller de Pablo de Rojas. Su estilo es clásico e idealizado, propio del manierismo, a cuyos postulados jamás renunció. Construyó retablos e imágenes para España y las Indias.

Como retablista, se muestra un ferviente partidario de las estructuras arquitectónicas claras, gobernadas por el orden corintio y decoradas con ángeles y elementos vegetales. Tres tipos destacan en su repertorio:

  • Retablos mayores de composición rectangular con grandes cajas para empotrar relieves e imágenes, como el de San Isidoro del Campo.
  • Arcos del triunfo, como se observa en el dedicado a San Juan Bautista.
  • Tabernáculos-hornacinas, entre los que sobresale el de La Cieguecita.

En el campo de la escultura devocional y piadosa, definió los modelos del Niño Jesús y de la Inmaculada.

Juan de Mesa

Juan de Mesa introduce en la escultura andaluza un naturalismo más acentuado. Consultaba el natural y estudiaba los cadáveres, imprimiendo a sus crucificados los signos de la muerte. Este dramatismo ha llevado a la crítica a denominarlo “el imaginero del dolor”.

Alonso Cano

Alonso Cano es el único que se aproximó al ideal polifacético del genio universal. Fue arquitecto, escultor, pintor, dibujante y diseñador de mobiliario litúrgico. Su perfil biográfico y artístico se desarrolla en tres etapas, que coinciden con las estancias que pasó en Sevilla, Madrid y Granada. Entre sus obras destacamos la Inmaculada o San Antonio de Padua con el Niño Jesús.

La Escuela Murciana: Francisco Salzillo

Francisco Salzillo es el mejor imaginero levantino y el artista más fervoroso de todo el siglo XVIII español. Se formó con su padre, y adquirió el encanto del sur de Italia, que funde en sus tallas con el naturalismo de los imagineros andaluces, resultando figuras movidas y expresivas, dotadas de infinita gracia, con carnes aporcelanadas y estofadas, que pregonan la estética rococó.

Tocó todos los géneros, pero destacan sus pasos procesionales y su belén. Como autor de conjuntos procesionales, se muestra un hábil escenógrafo en la composición, agrupando imágenes de talla con otras de vestir. Destacan La Caída y La Oración en el Huerto.

La tradición del pesebre se remonta a la Edad Media, pero en el siglo XVIII cobró gran interés en Nápoles, tradición que trajo Carlos III a España. Salzillo fue solicitado para hacer un belén, para el cual creó 728 figurillas en barro que componen diferentes escenas evangélicas.