El Proceso de Formación de la Mancomunitat de Catalunya
El proceso de formación de la Mancomunitat de Catalunya fue largo, complejo y lleno de obstáculos políticos, y solo puede entenderse en el contexto del auge del catalanismo político a finales del siglo XIX y principios del XX. Este catalanismo, liderado principalmente por la Lliga Regionalista, defendía la necesidad de una regeneración profunda de Cataluña mediante la mejora de sus estructuras administrativas, económicas, culturales y educativas.
Cuando la Lliga Regionalista accedió al poder en las instituciones provinciales, especialmente en la Diputación de Barcelona, sus dirigentes comprendieron que la modernización de Cataluña debía basarse en tres ejes fundamentales:
- La mejora de las infraestructuras.
- La modernización del sistema educativo.
- El fomento de la lengua y la cultura catalanas.
Estos objetivos se consolidaron cuando en 1907 fue elegido presidente de la Diputación de Barcelona Enric Prat de la Riba, figura clave del catalanismo conservador e impulsor ideológico de la futura Mancomunitat.
Ese mismo año, como parte del impulso cultural, se creó el Institut d’Estudis Catalans (1907), cuyo objetivo era promover la investigación científica y cultural en lengua catalana. Posteriormente, en 1914, se abrió al público la Biblioteca de Catalunya, convirtiéndose en un símbolo del renacimiento cultural catalán.
Obstáculos Políticos y Aprobación
En 1911, la Diputación de Barcelona, con el apoyo de las demás diputaciones catalanas, presentó al gobierno de Madrid una propuesta formal para mancomunar las cuatro diputaciones catalanas (Barcelona, Girona, Lleida y Tarragona). El presidente del gobierno liberal, José Canalejas, se comprometió a sacar adelante un proyecto de ley que permitiera la creación de mancomunidades, el cual fue aprobado por las Cortes en 1912. Sin embargo, el proyecto encontró una fuerte oposición: sectores del propio partido liberal eran hostiles al catalanismo y el partido conservador se opuso por tratarse de una iniciativa liberal.
Tras el asesinato de Canalejas (1912), el Senado, dominado por fuerzas anticatalanistas, bloqueó el proyecto. No fue hasta 1913, con el gobierno conservador de Eduardo Dato, cuando se aprobó finalmente un decreto que autorizaba la mancomunación de diputaciones, aunque exclusivamente para finalidades administrativas, sin implicar ninguna cesión real de soberanía por parte del Estado.
La Constitución de la Mancomunitat de Catalunya
La Mancomunitat de Catalunya se constituyó oficialmente el 6 de abril de 1914, convirtiéndose en la primera institución que representaba administrativamente al conjunto del territorio catalán desde la abolición de las instituciones propias tras el Decreto de Nueva Planta (1716).
Estructura Institucional
Su estructura estaba formada por:
- Un Presidente, cargo que ocupó inicialmente Enric Prat de la Riba.
- Una Asamblea General, compuesta por 96 diputados, elegidos mediante sufragio universal masculino, renovándose la mitad cada dos años.
- Un Consejo Permanente, integrado por 8 consejeros, encargado de la gestión diaria.
- Diversas comisiones técnicas y auxiliares dedicadas a ámbitos específicos como:
- Educación
- Sanidad
- Agricultura
- Obras Públicas
- Cultura e Instrucción
- Teléfonos
- Ferrocarriles
- Política Social
- Hacienda (Hisenda)
A pesar de su simbolismo, la Mancomunitat fue únicamente un ente administrativo sin capacidad legislativa real. No recibió nuevas competencias ni un aumento presupuestario, sino que gestionaba los recursos ya existentes de las cuatro diputaciones. Además, el gobierno central conservaba la potestad de suspenderla en cualquier momento, lo que evidenciaba su falta de autonomía real.
Presidentes y Abolición
Los presidentes de la Mancomunitat fueron:
- Enric Prat de la Riba (1914-1917)
- Josep Puig i Cadafalch (1917-1923)
- Alfons Sala (1923-1925), designado tras el golpe de Estado de Primo de Rivera, quien finalmente abolió la institución en 1925.
Significado Político e Ideológico
En su discurso de 1914, Prat de la Riba afirmó que la Mancomunitat representaba una «girada fonamental i decisiva de la vida catalana» (un giro fundamental y decisivo de la vida catalana), ya que suponía el fin de un largo período iniciado con la caída de Barcelona en 1714 y la supresión de sus instituciones históricas. Sin embargo, también reconocía sus limitaciones, definiéndola como una «capsa buida» (una caja vacía), es decir, una institución con personalidad jurídica pero sin verdadero poder político, ya que el Estado no había transferido funciones esenciales.
Este contraste entre su gran valor simbólico y su escasa capacidad práctica refleja la situación del catalanismo político: un paso adelante en el reconocimiento institucional, pero lejos aún de lograr una verdadera autonomía.
La Obra de la Mancomunitat
La acción de la Mancomunitat se estructuró en dos grandes líneas fundamentales:
Desarrollo Económico e Infraestructuras
Se impulsó la creación de una infraestructura moderna de servicios públicos destinada a favorecer el desarrollo económico de Cataluña, destacando:
- Plan de mejora de la red viaria y modernización de carreteras.
- Expansión de los sistemas postal y telefónico, haciendo llegar el teléfono a poblaciones aisladas entre 1916 y 1921.
- Desarrollo del ferrocarril y mejoras en los puertos.
- Plan de acción agraria orientado a modernizar la producción agrícola y ganadera mediante:
- Creación de escuelas de técnicos agrarios.
- Campos de experimentación de cultivos.
- Granjas modelo.
- Fomento del cooperativismo agrario.
El presupuesto extraordinario de 1921 refleja estas prioridades, destinando grandes partidas a:
- Ferrocarriles (10.980 miles de pesetas)
- Carreteras (7.115)
- Instrucción (5.435)
- Beneficencia y sanidad (5.675)
- Teléfonos (4.208)
Proyecto Cultural y Educativo
La Mancomunitat desarrolló un ambicioso programa cultural orientado a consolidar la identidad catalana mediante:
- Creación de las Bibliotecas Populares (1918).
- Fundación de las Escuelas Experimentales (1918) y los Estudios Normales (1919).
- Unificación ortográfica dirigida por Pompeu Fabra, culminando en el Diccionario General de la Lengua Catalana (1932).
- Renovación pedagógica basada en los métodos de Maria Montessori.
- Creación de la Junta de Museos y del Servicio de Conservación y Catalogación de Monumentos.
Asimismo, se fundaron instituciones educativas clave como:
- Escuela Industrial (1910)
- Escuela del Trabajo (Escola del Treball)
- Escuela de la Administración Local (Escola de l’Administració Local)
Su objetivo era formar técnicos cualificados y modernizar la enseñanza, sentando las bases de una sociedad más preparada y profesionalizada.
Valoración Histórica Global
La Mancomunitat de Catalunya fue una institución fundamental en la historia contemporánea de Cataluña, ya que, a pesar de sus limitaciones legales, consiguió articular un verdadero proyecto de país. Representó la recuperación simbólica de una autoridad propia y estableció las bases de futuras reivindicaciones autonómicas.
Aunque carecía de soberanía y estuvo siempre subordinada al Estado central, su obra en infraestructuras, cultura, educación y modernización económica tuvo un impacto profundo y duradero, convirtiéndola en un precedente directo de la Generalitat republicana creada en 1931.
En definitiva, la Mancomunitat fue una estructura administrativa limitada pero de enorme trascendencia histórica, que transformó la realidad catalana y consolidó su identidad colectiva dentro del marco del Estado español.