Orígenes del Catalanismo: De la Cultura a la Política en el Siglo XIX

Una nueva cultura catalanista

La persistencia de la identidad catalana

A principios del siglo XIX, tras un siglo de la promulgación del Decreto de Nueva Planta, que había derogado toda la estructura político-administrativa de la antigua Corona de Aragón, persistía en Cataluña un rechazo claro del proceso de centralización administrativa y de la tentativa de identificación con las leyes y la lengua de Castilla.

La Renaixença literaria y cultural

La Renaixença fue un movimiento cultural iniciado en Cataluña hacia la década de 1830 como reivindicación del uso público y cultural de la lengua catalana.

El resurgimiento popular

En paralelo, al margen y en oposición a la Renaixença literaria, se desarrolló un movimiento cultural de carácter popular que defendía la utilización del catalán “que se habla” y que contaba con la tradición de una literatura y un teatro populares que trataban temas cotidianos.

El excursionismo

El excursionismo contribuyó a que amplios sectores de la sociedad catalana se reencontraran con el paisaje, la historia y la gente del país; extendió el sentimiento patriótico y fue el motor de la recuperación del patrimonio cultural y artístico de Cataluña.

Los inicios del catalanismo político

La crítica al centralismo

Las diferentes constituciones del nuevo Estado Liberal definieron España como nación única, con las Cortes como únicas depositarias de la soberanía nacional (en todo caso, compartida solo con el rey), y apostaron por un modelo de organización estatal basado en la centralización política, económica, administrativa, jurídica y militar.

El federalismo

Desde la década de 1840, en un contexto de luchas políticas y sociales, el federalismo se inició de la mano del republicanismo con Abdón Terrades como primer referente. En 1868, con la aparición del Partido Republicano Democrático Federal, las ideas federales experimentaron una expansión política importante.

Valentí Almirall y el Centre Català

Valentí Almirall fue una figura capital en la definición del catalanismo político, es decir, la transformación del movimiento catalanista en doctrinas y en partidos con voluntad de intervenir en la administración pública.

El fracaso del proyecto de Almirall

El proyecto de Almirall de hacer una organización interclasista que reuniera todas las corrientes del catalanismo y que se convirtiera en una fuerza política con capacidad para intervenir en las elecciones se mostró inviable.

La Lliga de Catalunya y el Missatge a la Reina Regent

Se fundó una nueva organización, la Lliga de Catalunya (1887). La nueva organización tenía un carácter más conservador que el proyecto de Almirall, con lo que sintonizó mejor con una burguesía cada vez más descontenta con la política dinástica.

El catalanismo conservador

El catalanismo tradicionalista

Durante la implantación del Estado liberal, una buena parte del clero en España y en Cataluña se había alineado con el carlismo y había adoptado posiciones integristas y antiliberales. A lo largo de la Restauración, y después de que la Santa Sede hubiera hecho público su apoyo a Alfonso XII, parte del clero abandonó estos planteamientos y buscó un espacio dentro del liberalismo más conservador.

La formación de la Unió Catalanista

La campaña contra el proyecto de Código Civil mostró la necesidad de organizar más y mejor el movimiento catalanista, y la Lliga de Catalunya propuso la fundación de una nueva entidad que coordinara todos los grupos catalanistas comarcales.

La formación de la Lliga Regionalista

El impacto del 98 en Cataluña

La coyuntura del 98 favoreció la consolidación de una nueva generación de intelectuales y activistas que defendían un nuevo programa político y la creación de un partido que se presentara a las elecciones como estrategia para acceder a la autonomía.

La fundación de la Lliga Regionalista

El éxito electoral de la candidatura unitaria favoreció la fusión de todos los sectores conservadores de Cataluña: la burguesía industrial, urbana, los propietarios rurales, profesionales y comerciantes.

Nacionalismos y regionalismos en España

El nacionalismo vasco

La autonomía foral que protegía las Vascongadas del uniformismo español se mantuvo hasta 1839, cuando se abolió la mayoría de las particularidades jurídicas de estos territorios como castigo por su compromiso con la primera revuelta carlista.

El galleguismo

La sociedad gallega era eminentemente rural. La aparición del galleguismo fue mucho más minoritaria y tardía que en Cataluña y el País Vasco, aunque la sociedad gallega era mucho más homogénea y la lengua y las tradiciones culturales se habían mantenido mucho más arraigadas en el seno de la sociedad campesina.