Orígenes y Difusión de la Revolución Industrial: Textil, Carbón y Siderurgia

La Industria Textil, Pionera de la Industrialización

La primera industria que incorporó los nuevos procesos productivos fue la textil, al sustituir la tradicional manufactura de la lana por el trabajo del algodón. Las plantaciones en la India y América ofrecían enormes cantidades de esta materia prima, que apenas requería unos sencillos procesos de limpieza, hilado, tejido y tinte.

La creciente demanda de algodón fomentó la búsqueda de nuevos sistemas mecánicos para agilizar los procesos de hilado y tejido:

  • Las Hiladoras

    En 1765, la máquina Spinning Jenny, de James Hargreaves, incrementó la capacidad de hilado de uno a 24 husos a un mismo tiempo. Richard Arkwright aportó la propulsión hidráulica en su hiladora Water Frame, que podía mover cientos de husos de forma simultánea. En los siguientes años, Crompton perfeccionó el proceso con la Mule Jenny, que obtenía un hilo más fino.

  • Los Telares

    El proceso de tejido vio aumentada su velocidad de fabricación con la lanzadera volante de John Kay de 1733; pero sería en 1785 cuando, gracias al telar mecánico de Edmund Cartwright, las cifras de producción se dispararon.

El resultado fue imparable. En cincuenta años se había logrado que una hiladora y un tejedor pudieran fabricar sesenta veces más cantidad de tela que con el proceso manual. Los pequeños talleres manufactureros se vieron entonces desplazados por las grandes fábricas textiles, las únicas capaces de invertir en las últimas innovaciones técnicas.

La Producción del Carbón y Hierro

La máquina de vapor tuvo una importante repercusión en otros dos grandes sectores para el desarrollo de la Revolución Industrial: la extracción de carbón y la industria siderometalúrgica.

La Minería del Carbón

Con la rápida difusión de las máquinas de vapor, el carbón vegetal resultaba insuficiente para satisfacer las necesidades de combustible de las industrias; fue entonces cuando el carbón mineral se convirtió en una fuente de energía decisiva, que desencadenó una expansión sin precedentes de la minería. En el contexto de la extracción de carbón, numerosas comarcas se convirtieron en centros mineros que proporcionaban tanto el carbón como el hierro que requerían las nuevas industrias.

La Siderometalurgia

La industria siderometalúrgica se convirtió en un sector imprescindible de la Revolución Industrial, pues la fabricación de la maquinaria textil, de los útiles agrícolas y de los nuevos transportes pasaba necesariamente por la industria del hierro. Los principales avances en la siderurgia que siguieron iban dirigidos a la obtención de metales más resistentes y baratos.

A comienzos del siglo XVIII, Abraham Darby fundió el hierro con coque, un derivado del carbón. La combustión de este mineral en los altos hornos alcanzaba elevadas temperaturas, lo que permitía fundir el arrabio, materia prima del acero.

A finales del siglo XVIII, Henry Cort mejoró el sistema de fundición del arrabio mediante la pudelación, que generaba un hierro sin impurezas, e inventó el laminado, que permitía la fabricación de planchas de hierro en forma de lingotes que resultaban más manejables.

La expansión de la siderometalurgia estuvo en la base del crecimiento paralelo y exponencial de la minería del hierro, que complementó a la del carbón y empleó a miles de trabajadores, sobre todo en la región de las Midlands y en el sur de Gales.

La Difusión de la Industrialización

Desde comienzos del siglo XIX hubo otros estados europeos que iniciaron su industrialización, si bien el retraso acumulado condicionó su expansión y garantizó el liderazgo británico hasta la segunda mitad del siglo.

Las Características de la Industrialización Europea

A mediados del siglo XVII, algunas zonas europeas habían transformado su sector textil, pero esos cambios no alcanzaron la misma envergadura que en Gran Bretaña. La explicación del retraso se debe a varios factores:

  • Inestabilidad política. El estallido de la Revolución francesa en 1789 y, posteriormente, las guerras napoleónicas y la Restauración retrasaron la introducción de los postulados del liberalismo, tanto en términos políticos como económicos.
  • Inversión pública. La falta de inversiones privadas hizo que en numerosos países europeos el Estado adoptase una posición de liderazgo a la hora de impulsar las inversiones necesarias para la industrialización. Fueron los casos de Rusia, Francia, Alemania, Bélgica, España, Italia o Portugal.
  • Escasez de capital. Mientras, en otros países la ausencia tanto de iniciativa privada como de impulso público obligó a recurrir a la inversión extranjera para iniciar el proceso de industrialización. Fue el caso de España, donde los capitales británicos y las inversiones francesas y belgas resultaron fundamentales para la puesta en marcha del proceso.

Todos estos factores hicieron que la industrialización en el continente europeo presentara, incluso dentro de un mismo Estado, importantes diferencias regionales entre áreas industrializadas y otras no industrializadas; en estas fue determinante el peso del sector agrícola, la escasez de materias primas o la débil integración de dichos territorios en las redes de comunicación.

Los Pioneros de la Industrialización Continental

El retraso con el que Europa continental empezó el proceso de industrialización respecto de Gran Bretaña no impidió que algunos países alcanzaran niveles de producción más aceptables en la segunda mitad del siglo XIX. Los más destacados fueron Bélgica, Francia y Alemania, mientras que en el resto el proceso estuvo localizado en regiones muy concretas.

Bélgica

Desde su independencia nacional de Países Bajos en 1831, la industrialización belga estuvo dominada por la intervención estatal, que llegó a financiar y explotar una estratégica red ferroviaria conectada con Francia y Alemania. Los sectores más desarrollados en Bélgica fueron la minería, gracias a las minas de hulla y al monopolio del zinc en Europa, y la banca, entre las principales de Europa.

Francia

La industrialización arrancó en 1830, pero lo hizo tímidamente, frenada por los propietarios agrarios y los artesanos; además, la excelente red de comunicaciones de la época revolucionaria retrasó la necesidad de invertir en el sector. El desarrollo industrial francés se intensificó a partir de 1850 en zonas localizadas, en las que prosperaron los sectores financiero, ferroviario y metalúrgico. Además, la expansión colonial y la internacionalización del capital francés fomentaron las inversiones en el exterior.

Alemania

La Confederación Germánica estaba compuesta por 39 estados. La ausencia de un espacio económico común dificultaba la expansión económica e industrial, por lo que en 1834 se creó el Zollverein, o Unión Aduanera, que al permitir la eliminación de aduanas interiores fomentó el desarrollo industrial.

La abundancia de hierro y carbón en zonas como la cuenca del Ruhr o Silesia relanzaron la siderurgia, impulsada por la rápida expansión del ferrocarril y por un dinámico sector textil. A pesar del retraso inicial, en 1890 Alemania era ya la primera potencia industrial de Europa.

Otros Países Europeos

La industrialización en otros países se concentró en regiones muy concretas. Fue el caso de Cataluña, Asturias o el País Vasco en España; del Norte de Italia; de las áreas checa, austríaca y húngara del Imperio Austrohúngaro, o de Moscú y San Petersburgo en el Imperio Ruso.