El feminismo, como movimiento social y filosófico, tiene raíces mucho más antiguas de lo que comúnmente se cree. Aunque Simone de Beauvoir es reconocida como una figura central del feminismo del siglo XX, antes de ella ya existían voces que cuestionaban las estructuras patriarcales. Este ensayo explora el pensamiento feminista anterior a De Beauvoir, su evolución filosófica y cómo figuras como Olympe de Gouges y Mary Wollstonecraft sentaron las bases para una crítica racional y ética del sistema que subordinaba a las mujeres.
Antes de mediados del siglo XX, el feminismo era fundamentalmente una lucha por los derechos civiles, políticos y educativos de las mujeres. No existía una teoría feminista unificada como tal, sino una serie de críticas y propuestas dentro del pensamiento ilustrado, liberal o incluso religioso. El feminismo previo a De Beauvoir no siempre cuestionaba las nociones de género en profundidad, pero sí planteaba la igualdad de capacidades racionales, la libertad moral y la autonomía educativa como principios clave. Muchas de estas ideas estaban influenciadas por la Ilustración, que promovía el uso de la razón como herramienta de emancipación.
Simone de Beauvoir (1908–1986) fue filósofa, escritora y figura clave del existencialismo francés. Su enfoque feminista está profundamente entrelazado con esta corriente filosófica, particularmente con el existencialismo de Sartre, aunque desarrolló ideas propias. Su filosofía se basa en la libertad radical del individuo, la construcción del yo a través de la acción y la crítica al determinismo biológico. Para De Beauvoir, la opresión de la mujer no se debe únicamente a su rol biológico, sino a una construcción histórica y cultural: “No se nace mujer, se llega a serlo”, una de sus frases más conocidas.
Obra destacada: “El segundo sexo” (1949)
Esta obra monumental analiza la condición de la mujer a través de la historia, la biología, el psicoanálisis y la literatura. Su objetivo principal es demostrar cómo la mujer ha sido convertida en “el otro”, un ser definido en relación al varón, privado de una identidad propia y de libertad auténtica. Objetivo principal: liberar a la mujer del rol pasivo que le ha sido impuesto, promoviendo su autonomía existencial y social.
Olympe de Gouges (1748–1793)
Fue una dramaturga y filósofa francesa que escribió “Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana” (1791) como respuesta crítica a la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de la Revolución Francesa. Propuesta: De Gouges exigía igualdad política y legal para las mujeres. Reivindicó el derecho al voto, a la educación, al divorcio y a la participación plena en la vida pública. Su obra representa un primer intento sistemático de incluir a las mujeres dentro del marco de los derechos humanos universales.
Mary Wollstonecraft (1759–1797)
Filósofa británica y autora de “Vindicación de los derechos de la mujer” (1792). Esta obra es uno de los textos fundacionales del feminismo moderno. Criticó la educación desigual entre hombres y mujeres y argumentó que las mujeres deben ser educadas no para agradar, sino para desarrollar su razón y su virtud. Propuesta: Wollstonecraft defendía la igualdad racional y moral entre los sexos, consideraba que la subordinación de la mujer era un problema cultural, no natural, y exigía un sistema educativo igualitario.
Ambas autoras compartieron la visión ilustrada de que la razón es universal y que su exclusión en las mujeres era una forma de opresión estructural.
El existencialismo, desarrollado principalmente por Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir, se centra en la libertad individual, la angustia de la elección y la responsabilidad personal. Según esta corriente, el ser humano no tiene una esencia fija; se construye a través de sus acciones.
Para el feminismo existencialista de De Beauvoir, esto significa que la mujer no está determinada por su biología ni por un “destino natural”, sino que puede y debe elegir su camino libremente. La opresión se explica por una sociedad que ha negado a las mujeres las condiciones necesarias para ejercer su libertad.
El feminismo anterior a Simone de Beauvoir ya contaba con una profunda crítica ética y política hacia la desigualdad entre hombres y mujeres. Autoras como Olympe de Gouges y Mary Wollstonecraft fueron pioneras en denunciar la exclusión de la mujer del contrato social y de la razón ilustrada. Simone de Beauvoir, por su parte, trasladó el debate al terreno filosófico-existencial, mostrando que la opresión femenina es una construcción histórica y cultural que puede y debe ser superada.
La continuidad entre estas autoras revela una evolución del feminismo: desde la lucha por derechos concretos hacia una crítica más profunda de las estructuras ontológicas y sociales que definen el ser mujer.