1- Recaudar dinero para la deuda pública y la guerra carlista , Ampliar la base social del liberalismo , Crear una clase media agraria

Las desamortizaciones consistieron en la expropiación y venta en subasta pública, por parte del Estado, de las tierras eclesiásticas y municipales hasta entonces en manos muertas o amortizadas, es decir, que sus dueños podían disponer libremente de sus frutos o rentas pero no podían venderlas ni donarlas. Con esta medida que liberaliza la agricultura, permitiendo que la tierra pudiera circular libremente en el mercado.
El proceso de desamortización se llevó a cabo a partir de 1837 en dos fases: la eclesiástica de Mendizábal (1836-55) y la general o civil de Madoz (1855-1867).
2. La desamortización de Mendizábal consistíó en la venta por subasta de las tierras expropiadas a la Iglesia fundamentalmente, por lo que se la conoce también como desamortización eclesiástica. En la gráfica se observa como en la primera etapa, entre 1836 y 1844, la venta de bienes eclesiásticos aportan a las arcas públicas cerca de 3.500 millones de reales de vellón, mientras que la venta de bienes municipales apenas supone 100 millones.
La medida perseguía:
-Sanear la hacienda real que atravesaba una situación económica crítica agravada por la primera guerra carlista.
-Lograr que los nuevos propietarios se convirtieran en adeptos a la causa liberal, que necesitaba de apoyo de la sociedad frente a la amenaza carlista.
-Crear una clase media agraria de campesinos propietarios.
La principal crítica que se realiza a la desamortización de Mendizábal es que se desaprovechara la oportunidad para repartir tierras entre los campesinos que las venían trabajando y crear una clase media agraria. Las tierras desamortizados fueron comprados por nobles y burgueses urbanos adinerados puesto que los campesinos pobres no pudieron pujar en las subastas.
La segunda fase del proceso desamortizador fue llevada a cabo por Mádoz (1855-1867) durante el reinado efectivo de Isabel II, incluía todo tipo de tierras amortizadas: las de la Iglesia aún no vendidas y las de la propiedad municipal, liquidando la totalidad de las tierras amortizadas en España. La gráfica de barras muestra cómo en este segundo período la venta de tierras municipales dobla el de tierras eclesiásticas, aportando casi 3.000 millones de reales de vellón frente a los poco más de 1.000 millones que generó la venta de tierras en manos del clero.
La situación política y fiscal no era tan grave como en la desamortización anterior. Por consiguiente, además de reducir la deuda pública, se pretendía destinar parte de los ingresos obtenidos a financiar la construcción de infraestructuras necesarias para modernizar la economía, en especial al red de ferrocarriles.
Sus resultados tampoco fueron muy positivos: arruinó a los ayuntamientos, no soluciónó el problema de la deuda pública y perjudicó a los vecinos más pobres que se vieron privados del aprovechamiento libre de las tierras comunales.
Pese a sus insuficiencias y errores, las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz cambiaron de forma radical la
situación del campo español. Baste con señalar que afectaron a una quinta parte del conjunto del suelo.
Lamentablemente, el atraso técnico y el desigual reparto de la propiedad de la tierra siguieron siendo problemas
clave de la sociedad y la economía españolas.


Constitución democrática de 1869

En 1866 España sufre una grave crisis económica debido a la quiebra de las compañías ferroviarias por falta de rentabilidad, a una nueva crisis agraria que repercutíó en el precio del trigo y al aumento del paro,sobre todo en la industria textil catalana. A esta situación se une la crisis política debido al malestar de los partidos liberales progresistas con los gobiernos corruptos de los liberales moderados en los que se apoyó Isabel II durante su mandato. Marginados del poder, demócratas y progresistas deciden unir sus fuerzas para derrocar a la reina y establecer un nuevo sistema político (Pacto de Ostende), a cuyo triunfo contribuyó la desprestigiada imagen de la monarquía. Este acuerdo se concreta el 18 de Septiembre de
1868 con una sublevación militar en Cádiz que triunfó y dio paso a la revolución conocida como la Gloriosa.
El general Serrano se pone al frente del gobierno provisional y se convocan elecciones a Cortes Constituyentes, mediante sufragio universal masculino, ganando las elecciones una coalición de partidos liberales progresistas. A pesar de la aparente unidad, los protagonistas de esta revolución están divididos en dos grupos: los progresistas, que aspiran a cambios políticos pero temen las reformas sociales del movimiento obrero; y los republicanos, que cuentan con el apoyo de las clases populares y cuyas reivindicaciones buscaban también la justicia económica y social.
En este contexto se elabora una nueva Constitución, que fue aprobaba en 1869 y está considerada como la primera Constitución democrática de nuestra historia, que se anticipó en varias décadas a las de otros países de Europa en cuanto a conquistas políticas y sociales. Estará vigente hasta 1873, cuando se proclame la República. Entre sus carácterísticas destacan las siguientes:
-Soberanía Nacional, que reside en la nacíón de la cual emanan todos los poderes (hasta entonces había sido compartida)
-Sufragio universal masculino
-Se establece la Monarquía Parlamentaria como forma de gobierno y se limitan los poderes del Rey.
-División de poderes: Legislativo (cortes bicamerales: Congreso y Senado, con atribuciones para legislar, controlar al gobierno y limitar el poder del Rey); Ejecutivo (Gobierno y Consejo de Ministros) y Judicial (tribunales)
-Se declara la libertad de culto aunque se establece la católica como la religión oficial del estado.
-Se conceden amplios derechos individuales e inalienables: libertad de opinión e imprenta, la propiedad privada, la seguridad personal, la inviolabilidad del domicilio y la correspondencia, los derechos de reuníón y asociación, se recoge también la presunción de inocencia y la libertad de enseñanza.
-Elección democrática de ayuntamientos y diputaciones, y reforma de los gobiernos de ultramar.


El nacionalismo surge durante el último cuarto del Siglo XIX asociado al proceso de modernización industrial de España y como oposición al sistema centralista de la Restauración. Las burguésías catalana y vasca lideran este movimiento pues creían que su contribución a los ingresos fiscales de España era muy alta y sin embargo apenas tenían voz ni voto en un gobierno dominado por la oligarquía agraria mediante la alternancia de partidos (liberal y conservador) a través del fraude electoral.
Entre los factores que propiciaron el nacionalismo se pueden citar:
1. ·Los movimientos culturales, como el Romanticismo, reivindicaban su memoria colectiva de un modo bastante idealizado, y criticaban el centralismo del Estado liberal.
2.Las diferencias económicas: la burguésía no podían competir con los británicos o alemanes en el mercado internacional, mientras que la burguésía catalana se vio afectada por la pérdida del comercio colonial con Cuba) .
3.La pérdida de las últimas colonias de ultramar y la crisis nacional que incrementa la desafección de las clases medias catalanas hacia el Estado español, en el que no se sentían representados políticamente.
El desarrollo de los nacionalismos en España coincidíó así mismo con el auge del nacionalismo en Europa. A finales del Siglo XIX se desarrollan los llamados “nacionalismos periféricos”: primero el catalán, luego el vasco y, casi al mismo tiempo pero con menos fuerza, el gallego.
El nacionalismo catalán tiene sus raíces profundas en la supresión de los fueros antiguos decretada por Felipe V en 1714 como represalia por haber apoyado las autoridades catalanas al candidato austriaco en la guerra de Sucesión.
En el País Vasco, las aspiraciones foralistas y culturales cristalizaron, algo más tardíamente, en el nacionalismo de Sabino Arana, fundador en 1895 del Partido Nacionalista Vasco. Las bases ideológicas pasaban por la reivindicación
de la tradición, el foralismo carlista y el integrismo católico, así como los valores de la sociedad tradicional.
Ambos nacionalismos eran de tendencia católica y conservadora pero mientras que el catalán tenía como modelo a una Europa moderna, el vasco fue claramente una reacción contra la modernidad al tomar la industrialización como algo que viene a romper la armónía rural originaria de Euzkadi y a los obreros inmigrantes como agentes de la destrucción de esta utopía.
El movimiento regionalista fue más débil y tardío, desarrollándose en Galicia, Valencia y Andalucía. El regionalismo gallego tuvo un importante componente cultural con “O Rexurdimiento” de Rosalía de Castro, surgido como reacción al atraso y marginación de Galicia y en reivindicación de la lengua gallega. Estuvo apoyado por los propietarios agrarios y por la clase media comerciante, y en su seno, se mezclaron tendencias tradicionalistas como la representada por Alfredo Brañas, con otras de carácter liberal y democrático, encabezadas por Manuel Martínez Murguía (esposo de Rosalía de Castro), que defendía el carácter nacional de Galicia. Las divisiones internas y el escaso apoyo social debilitaron este movimiento.
El regionalismo valenciano parte también de un Renacimiento cultural Renaixença, y se caracterizó por el rechazo del centralismo del Estado y del nacionalismo catalán. El regionalismo andalu tuvo su punto de partida en el movimiento cantonal de 1873, destacando en su formación Blas Infante.