Consecuencias de la desintegración de la gran Colombia

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CAUSAS
Las causas de la Guerra de la Independencia se encuentran dentro del proceso de crisis del Antiguo Régimen, en el fin del reinado de Carlos IV y del gobierno de Godoy. España se convirtió en aliada de Francia y ambas naciones se enfrentaron a Inglaterra en 1805 en la batalla naval de Trafalgar, en la que el almirante inglés Nelson destrozó a la armada Franco-española. En 1807 se firmó el Tratado de Fontainebleau por el que se permitía a Napoleón atravesar España para atacar a Portugal, aliada de los ingleses, lo que aprovechó para ocupar el territorio español.
Con el ejército francés en España, el 18 de Marzo de 1808 estalló el motín de Aranjuez. La nobleza y el clero buscaban la destitución de Godoy y la abdicación de Carlos IV en su hijo Fernando (promotor del motín) a quien se habían unido todos los enemigos de Godoy. Los amotinados consiguieron sus objetivos. Napoleón llamó a Carlos IV y Fernando VII a ir a Bayona en Francia, donde sin resistencia abdicaron los dos en el emperador francés y este entregó el trono a su hermano José I. El “secuestro” de los reyes provocará el levantamiento popular. El 2 de Mayo de 1808 el pueblo de Madrid se alzó contra la presencia francesa. La rebelión fue duramente reprimida por el ejército francés, pero el ejemplo se extendíó por todo el país y la población se levantó contra el invasor en un movimiento de resistencia popular.
COMPOSICIÓN DE LOS BANDOS
Una pequeña parte de los españoles, los afrancesados (parte de los ilustrados, altos funcionarios y alta nobleza) apoyaron la monarquía napoleónica. La mayoría de la población española se opónía al invasor y apoyó la causa patriótica en dos visiones distintas: la mayor parte del clero y de la nobleza deseaban la vuelta de Fernando VII y del absolutismo; y, por otro lado, los ilustrados como Floridablanca y Jovellanos deseaban su vuelta pero para impulsar un programa de reformas que llevaran a un sistema liberal
Parlamentario.
DESARROLLO DE LOS ACONTECIMIENTOS
La guerra se desarrolló en tres fases:
a) Primera fase: la revuelta popular (1808).
Tras el levantamiento de Madrid en Mayo de 1808, los soldados franceses tuvieron que sofocar los alzamientos que se habían extendido por las principales ciudades. En Junio tuvo lugar el sitio de Zaragoza, ciudad que resistíó a los franceses heroicamente bajo el mando del general
Palafox. El acontecimiento más destacado de esta fase fue la batalla de Bailén, en la que el ejército francés fue derrotado por un ejército español improvisado y dirigido por el general Castaños. La victoria española tuvo una gran repercusión estratégica y propagandística. Por primera vez era derrotado un ejército de Napoleón en campo abierto, haciéndole 19.000 prisioneros, gran parte de los cuales fueron confinados en la isla de Cabrera, donde murieron de hambre y de sed.
b) Segunda fase: el apogeo francés (1809-1812).
Esta segunda fase viene determinada por la reacción francesa ante la derrota de la batalla de Bailén. Napoleón envió la Grande Armée, un poderoso ejército de 250.000 soldados bien entrenados. En cuatro semanas su avance se hizo imparable. Después de conquistar Burgos y Zaragoza, en 1809 José I entraba en Madrid. Sólo Cádiz quedó libre de la ocupación, defendida por la ayuda inglesa.
Lo más decisivo en esta fase fue la guerra de guerrillas, una táctica defensiva que supuso una pesadilla para el ejército francés. Pequeñas partidas locales, compuestas por 30 o 50 personas, atacaban por sorpresa y asaltaban los convoyes de avituallamiento, sometiendo a los franceses a una presión y desgaste permanentes.
c) La tercera fase de la guerra (1812-1814).
En 1812, Napoleón empezó la campaña de Rusia, lo que le obligó a retirar miles de soldados de la Península Ibérica. El desastre de Napoleón en Rusia, donde murió de frío la mayor parte de los soldados franceses, llevó al fin de la guerra en España.
Desde Portugal, el general inglés duque de Wellington tomó la iniciativa y derrotó a las tropas francesas en los campos de Arapiles (Salamanca). José I abandonó Madrid, que fue tomada por Wellington. Las tropas francesas iniciaron el repliegue hacia Francia, llegaron a las cercanías de Vitoria, donde sufrieron otra gran derrota. En la batalla de San Marcial se completó la victoria sobre el ejército francés, iniciándose a partir de ahí su persecución a través de tierras francesas. La guerra peninsular había terminado.
En Diciembre de 1813, Napoleón firmaba el Tratado de Valençay, por el que restituía la Corona de España a Fernando VII.
LAS CONSECUENCIAS
Resumimos las consecuencias en los siguientes aspectos:
Pérdidas demográficas, con más de un millón de muertos (10% de la población).
Pérdidas económicas: abandono de tierras, destrucción de caminos, puentes…
Destrucciones materiales: el expolio y la destrucción del patrimonio histórico- artístico.
Consecuencias morales y psicológicas: crueldad, venganzas…
Políticas: las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812, el enfrentamiento entre liberales y absolutistas, la descomposición del Antiguo Régimen y el estímulo a la independencia de las posesiones americanas.


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CAUSAS
La Guerra de la Independencia en España, la desastrosa política en América y la difusión de las ideas liberales fueron los estímulos del proceso de independencia de los territorios americanos. Este proceso se inició en 1808 y culminó en la década de 1820, con la casi total independencia de la América hispana.
Diversos factores explican el desencadenamiento del movimiento independentista:
El creciente descontento de los criollos, descendientes de españoles nacidos en América, que tenían prohibido el acceso a los cargos políticos, reservados para los peninsulares.
Las limitaciones al libre comercio, que perjudicaban económicamente a la burguésía criolla.
La difusión de las ideas liberales, importadas desde diferentes ámbitos: la independencia de los Estados Unidos de América en 1776; las ideas de la Enciclopedia y de la Revolución francesa…
El vacío de poder generado por la Guerra de la Independencia, que terminó por reforzar las demandas de autogobierno.
  DESARROLLO
 Se puede dividir en dos etapas:
a) Primera etapa (1810 – 1814):
 Con la Guerra de la Independencia, al igual que sucedíó en la península, en América se organizaron Juntas de Gobierno que ejercieron su autoridad en nombre de Fernando VII. Pronto modificaron su postura y giraron hacia el independentismo, aprovechando el aislamiento con la península.
A partir de 1810 la mayoría de las Juntas se declararon independientes respecto a España. Los focos más declaradamente secesionistas fueron: el virreinato del Río de la Plata, donde José San Martín proclamó la independencia de la República Argentina (1810); el virreinato de Nueva Granada y Venezuela, a cuyo frente se situó otro gran líder de la independencia americana, Simón Bolívar; y México, cuyo levantamiento dirigieron Miguel Hidalgo y José María Morelos.
Las Cortes de Cádiz reconocieron los derechos de los criollos, pero fueron incapaces de intervenir frente al movimiento independentista, y más cuando apenas podían controlar el territorio hispano.
b) Segunda etapa (1814-24):
En 1814, finalizada la guerra contra el francés, el gobierno de Fernando VII respondíó con el envío de un ejército de 10.000 hombres. La intransigencia de la monarquía respecto a la autonomía de las posesiones americanas, a pesar de carecer de dinero y de tropas para imponer su autoridad, estimuló el movimiento libertador.
José San Martín atravesó los Andes, derrotó a los españoles en Chacabuco (1817) y propició la independencia de Chile (1818). Simón Bolívar vencíó en Boyacá (1819) y Carabobo (1821) y puso las bases para la formación de las repúblicas de Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá. En México, Agustín de Iturbide logró atraerse a la iglesia y en 1821 se independizó de España.
Tras las independencias de Perú y Bolivia (en honor a Bolívar), se acabó la presencia española en la América continental. Sólo las Antillas (Cuba y Puerto Rico) y las Filipinas permanecieron como posesiones españolas.
CONSECUENCIAS DE LA INDEPENDENCIA
Para España:la confirmación de que era una potencia de segunda fila. La repercusión económica fue mayor, ya que desaparecíó una fuente importante de ingresos para la Hacienda pública y el comercio se redujo, lo que retrasó el proceso de industrialización en España.
Para América: los intereses de las burguésías comerciales y de los grandes terratenientes condujeron a la división en múltiples repúblicas, débiles e inestables, con formas de gobierno autoritarias, en manos de caudillos militares. Las clases altas criollas se identificaron con la nacíón pero no promovieron el desarrollo general, y las condiciones de vida de negros, indios y mestizos empeoraron. El sueño de Bolívar de crear unos Estados Unidos del Sur fracasó y pronto surgieron luchas fratricidas entre los países por cuestiones fronterizas.
La independencia política de los nuevos estados no supuso la independencia económica. El dominio español fue sustituido por el de Gran Bretaña y Estados Unidos, que llevaron a cabo un colonialismo brutal, impidiendo con ello el desarrollo económico de la zona. En 1823 el presidente Monroe había declarado: “América para los americanos”, es decir, que sería un territorio preferente de Estados Unidos y que los europeos debían ir abandonando sus intereses en el continente.


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IDEARIO, ÁMBITO Y APOYOS
Las guerras carlistas comenzaron tras el fallecimiento de Fernando VII a consecuencia del problema en la sucesión que trajeron los Borbones con la Ley Sálica, promulgada por Felipe V en 1713, que prácticamente prohibía a las mujeres reinar. En 1830, Fernando VII publicó la Pragmática Sanción que derogaba la Ley Sálica. A su muerte se origina un enfrentamiento entre los partidarios de Carlos María Isidro, hermano del rey fallecido, denominados carlistas, y los seguidores de Isabel, hija de Fernando y legítima heredera, llamados isabelinos o cristinos, pues ante la minoría de edad de Isabel II se establece la regencia de su madre Ma Cristina.
LOS CARLISTAS defendían la legitimidad de don Carlos, la monarquía absoluta, el Antiguo Régimen, el catolicismo y los fueros. Su lema fue “Dios, Patria, Fueros y Rey”. Contaban con el apoyo de parte del clero, pequeña nobleza agraria, parte del campesinado y artesanos arruinados. Se dio en las zonas rurales del norte de España, principalmente en el País Vasco, Navarra, Cataluña, Aragón y Valencia.
LOS ISABELINOS por su parte defendían el fin del absolutismo y del Antiguo Régimen, el establecimiento del Estado Liberal, la industrialización, la modernización social. Tuvieron el apoyo de la alta nobleza, funcionarios, burguésía de negocios y clases medias ilustradas. Se agrupaban primordialmente en núcleos urbanos.
La regente Ma Cristina pactó pronto con los liberales, que eran partidarios de una monarquía constitucional, con el propósito de conservar el trono para su hija.
La corriente carlista provocó tres conflictos bélicos en el Siglo XIX: LA PRIMERA GUERRA CARLISTA (1833-1839)
Las primeras partidas carlistas se levantaron en 1833 por una amplia zona del territorio español, pero el foco más importante se situó en Navarra, el País Vasco, Cataluña, Aragón y los Pirineos.
Internacionalmente, el bando carlista contó con el apoyo de potencias absolutistas como Rusia, Prusia y Austria, que enviaron dinero y armas. Por su parte el bando de Isabel II contó con el apoyo de Gran Bretaña, Francia y Portugal.
El conflicto armado pasó por tres fases bien diferenciadas:
A/ Primera fase (1833-1836). Los carlistas organizaron un ejército bajo la dirección del general Zumalacárregui. Emplearon la táctica de guerrillas y controlaron el País Vasco y Navarra, pero no pudieron unificar su territorio ni conquistar ninguna capital, lo que les restó apoyo diplomático. En 1835 murió Zumalacárregui en el cerco a Bilbao. Se quedaban así los carlistas sin su mejor estratega.
B/ En la segunda fase (1836-1837), la guerra se decantó hacia el bando liberal, a partir de la victoria del general Espartero en Luchana (1836), que puso fin al sitio de Bilbao. Los carlistas, sin recursos para financiar la guerra, se lanzaron a una nueva estrategia caracterizada por las expediciones a otras regiones. La más importante fue la famosa expedición real de Carlos V (Carlos Ma Isidro) en 1837, que a punto estuvo de tomar Madrid.
C/ Tercera fase (1837-1840). Muy pronto la debilidad del carlismo llevó a discrepancias entre los partidarios de alcanzar un acuerdo con los liberales y los que querían la continuidad de la guerra. Finalmente el general carlista Maroto acordó la firma del Convenio de Vergara (1839) con el general liberal Espartero. El acuerdo establecía el mantenimiento de los fueros en las provincias vascas y Navarra, así como la integración de los oficiales carlistas en el ejército real, a cambio de reconocer a Isabel II como reina. Sólo las partidas de Cabrera continuaron resistiendo en Aragón en la zona del Maestrazgo hasta su derrota en 1840.
LAS CONSECUENCIAS más importantes de esta guerra carlista fueron: En lo político la monarquía se inclínó de manera definitiva hacia el liberalismo. Los militares tendrían un gran protagonismo en la vida política y protagonizarían frecuentes pronunciamientos. Por último, los gastos de la guerra se costearon con la desamortización de las tierras de la Iglesia.
LA SEGUNDA GUERRA CARLISTA (1846-1849)
Se la conoce también como guerra dels matiners (guerra de los madrugadores). El pretendiente en esta ocasión era Carlos VI, hijo de Carlos Ma Isidro. La causa ahora fue el fracaso de la planeada boda entre el pretendiente carlista, Carlos VI, e Isabel II, lo que hubiera resuelto el conflicto dinástico. No tuvo ni la violencia ni el impacto de la primera.
Aunque se desarrolló sobre todo en Cataluña, hubo también episodios aislados en otras zonas. Después de algunos triunfos del general Cabrera, la detención de Carlos VI en la frontera y la derrota militar de las partidas carlistas determinaron el fracaso de esta insurrección.
LA TERCERA GUERRA CARLISTA (1872-1876)
Se inició una vez destronada Isabel II, en el Sexenio Revolucionario. La elección de Amadeo de Saboyá como rey de España estimuló la sublevación carlista. El pretendiente era Carlos VII y el conflicto se extendíó durante cuatro años. Se dio en Cataluña, Maestrazgo y País Vasco. La guerra terminará con la definitiva derrota del carlismo a principios del reinado de Alfonso XII. Se abolieron los fueros.
A partir de entonces, los carlistas se dividen y finalmente renuncian a las armas. Unos terminarán aceptando a Alfonso XII y otros mantendrán su ideología tradicional y antiliberal y crearán el partido carlista.


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PARTIDOS
Los cinco grandes partidos de todo el reinado de Isabel II fueron, según su tendencia, desde la derecha a la izquierda: el Partido Carlista, el Partido Moderado, la Uníón Liberal, el Partido Progresista y el Partido Demócrata. Estos partidos políticos eran agrupaciones de “notables” (personas influyentes y poderosas), con fuerte componente individualista, lo que les llevaba a la división interna y al enfrentamiento entre sus líderes. Además, estaban muy unidos a la prensa afín, que era un instrumento al servicio del partido.
Este periodo se va a caracterizar por la disputa por el poder de los grandes partidos del momento, el moderado de Narváez y el progresista de Espartero.
1.- Partido Moderado: herederos de los liberales doceañistas del Trienio, su líder era Ramón María de Narváez, y fueron apoyados siempre por la Corona.
Representaban los intereses de la aristocracia, la alta burguésía terrateniente, los grandes financieros y hombres de negocios, así como altos funcionarios militares y religiosos.
Apoyaban el fortalecimiento del poder real, eran partidarios de los derechos individuales con restricciones, la monarquía constitucional como forma del Estado, la soberanía nacional compartida entre la Corona y las Cortes. El poder ejecutivo debía ser para la Corona. El legislativo era compartido entre las Cortes y el Rey, con un Congreso elegido por sufragio censitario muy restrictivo y un Senado designado por el Rey. Para los moderados el estado era confesional católico y su modelo de ejército era el profesional.
Debido al apoyo decidido de la Reina, los moderados van a ser los que posean el gobierno durante los primeros diez años del reinado de Isabel II, la década moderada (1844-1854), siendo sus principios los que inspiraron la Constitución de 1845. Casi al final de este periodo el protagonismo en el partido pasaría a Bravo Murillo (muy conservador).
2.- Partido Progresista: Liderados por el héroe de la guerra carlista, Baldomero Espartero. Acceden al poder mediante pronunciamientos.
Lo compónían las clases medias y la pequeña burguésía (comerciantes, profesiones liberales) y capas populares de las ciudades.
Eran partidarios de los derechos individuales sin restricciones. Al igual que los moderados, apoyaban la monarquía constitucional, pero para ellos la soberanía nacional debía ser en exclusiva para las Cortes. El poder ejecutivo para la Corona y su Gobierno, pero con limitaciones y bajo control de las Cortes. El legislativo para las Cortes con alguna atribución para la Corona, con un parlamento también bicameral de Congreso y Senado elegidos por sufragio censitario, pero más abierto que el de los moderados. Optaban por la libertad religiosa, si bien por tradición el Estado debía sostener el culto católico. Eran partidarios de un ejército formado por voluntarios y por la Milicia Nacional.
Para llegar al poder los progresistas recurrieron al pronunciamiento militar, siendo el Bienio Progresista (1854-1856) el único momento en el que pudieron poner en marcha su programa de gobierno. El proyecto cristalizó en la Constitución de 1856, conocida como non nata ya que no llegó a entrar en vigor pues un nuevo pronunciamiento acabó con este breve gobierno.
3.- Los carlistas. Representan posiciones absolutistas y legitimistas que cuestionan el reinado de Isabel. Defienden los privilegios estamentales y forales, la vuelta de la Inquisición, etc. Cuentan con el apoyo de la nobleza, parte del clero y campesinos.
4.- La Uníón Liberal, representa al centro. Aparece en 1854 liderada por Leopoldo O ́Donnell, formada por moderados reformistas y por progresistas moderados. Tiene una base social bastante heterogénea. Defienden posiciones semejantes a moderados y progresistas intentando alejar a la monarquía de posiciones absolutistas, pero manteniendo la idea de soberanía compartida entre Rey y Cortes.
5.- Los demócratas. Aparecen en 1849 como una división del partido progresista. Son más radicales y preocupados por las cuestiones sociales. Defienden la soberanía nacional, el sufragio universal masculino, las libertades de conciencia, asociación y expresión, la tolerancia religiosa y la libertad de imprenta. Eran partidarios de la Milicia Nacional y de la abolición de los fueros.
6.- Los republicanos. Arrancan en la década de 1830. En sus comienzos el republicanismo fue federal. Consideraban que España en el pasado nunca había constituido una unidad política compacta, sino que estaba compuesta por unidades menores con lenguas, costumbres e intereses distintos.
CONSTITUCIONES: Minoría de edad de Isabel II (1833-1843)
Estatuto Real de 1834. Era una Carta Otorgada. No reconocía la soberanía nacional. Determinaba que las Cortes eran bicamerales, formadas por un Estamento de Próceres, formado por altos cargos eclesiásticos, nobles y grandes propietarios, con carácter vitalicio y un Estamento de Procuradores, elegidos por sufragio censitario. Las Cortes sólo tenían funciones consultivas. La iniciativa legislativa pertenecía a la Corona.
Constitución de 1837: de carácter progresista: soberanía nacional, división de poderes, Cortes bicamerales, sufragio censitario, la no confesionalidad del Estado, aunque el Estado se comprometía a subvencionar al clero por la desamortización de Mendizábal. Los Ayuntamientos los elegían los vecinos.
Mayoría de edad de Isabel II (1843-1868)
Constitución de 1845, de carácter moderado, vigente hasta 1869. Esta Constitución reconoce la soberanía compartida, el poder legislativo en las Cortes con el Rey, sufragio censitario restringido, limitación de los derechos de los ciudadanos, catolicismo como religión oficial, Ayuntamientos y Diputaciones sometidos al poder central, y supresión de la Milicia Nacional.
Constitución de 1856, de carácter progresista, llamada non nata porque no llegó a publicarse. La constitución reconocía la soberanía nacional, ampliaba los derechos individuales y abolía la pena de muerte por delitos políticos. Se restablecía de nuevo la elección de los ayuntamientos y también la Milicia Nacional. Nunca entró en vigor.


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Fue un periodo de inestabilidad política y constitucional. Las constituciones en lugar de ser las normas básicas del funcionamiento del sistema político liberal, se convirtieron en constituciones de partido, lo que provocaba que al recuperar el poder cada partido cambiase la constitución.
1. MINORÍA DE EDAD DE Isabel II
LA REGENCIA DE MARÍA Cristina
María Cristina fue proclamada reina gobernadora al morir Fernando VII, teñíéndose que enfrentar a una Guerra Civil, la Ia Guerra Carlista. Los liberales ofrecen su apoyo a Ma Cristina que, pese a su escaso entusiasmo por la causa liberal, les acaba cediendo el poder. Martínez de la Rosa (liberal moderado) proyecta una constitución que acabó convertida en una “carta otorgada” conocida como el ESTATUTO REAL de 1834. Los liberales más progresistas no la aceptan, exigen la Constitución de 1812, e inician un movimiento revolucionario que provoca la entrada en el gobierno de Mendizábal (progresista) que plantea reformas que llevan a los decretos desamortizadores de los bienes de la iglesia de 1836. Con el gobierno moderado de Isturiz, los progresistas, en Julio de 1836, protagonizan un nuevo levantamiento: la Rebelión de los Sargentos de la Granja, que obliga a la regente a rechazar el Estatuto y poner en vigor la Constitución de 1812. El gobierno progresista de José Ma Calatrava aprobó la CONSTITUCIÓN PROGRESISTA de 1837.
Los enfrentamientos entre moderados y liberales van a ser continuos por el control de las provincias y municipios, tras la reforma administrativa de 1833 de Javier de Burgos, por la que se crean con ligeros retoques las provincias actuales o la Ley de Ayuntamientos de 1840 con la que los progresistas querían controlar las ciudades. María Cristina renunció a la regencia en 1841, siendo sustituida por el General Espartero.
REGENCIA DEL GENERAL Espartero 1841-1843
El general progresista Espartero inicia un periodo en el que la política va a estar dirigida por caudillos militares ya sean progresistas o moderados. Espartero desató descontentos en ciertos sectores, sobre todo de la burguésía textil catalana, y también de sectores populares por sus condiciones laborales, producíéndose un motín en Barcelona que fue duramente reprimido. Los moderados, con el General Narváez a la cabeza, dan un “pronunciamiento” haciéndose con el poder. En esta situación de crisis se acordó que con 13 años se proclamara a Isabel II mayor de edad.
2. MAYORÍA DE EDAD DE Isabel II (1843-1868) DÉCADA MODERADA (1844-1854)
Los moderados, con el general Narváez al frente, van a reforzar el poder de la corona. Impondrán un sistema electoral muy restrictivo. Promulgan la CONSTITUCIÓN MODERADA de 1845. Durante este periodo se crea la Guardia Civil (1844) para vigilar el orden público en el medio rural, se hace la Reforma fiscal de Mon y Santillán que establecíó los impuestos directos e indirectos y se firma el Concordato con los Estados Pontificios (1851), por el que el Papa aceptaba la desamortización de los bienes eclesiásticos ya subastados a cambio de la confesionalidad del Estado y la presencia de la Iglesia en la enseñanza.
Se producirá la Revolución de 1854, en la que una conspiración protagonizada por el general O’Donnell (del sector liberal del partido moderado) lleva a un pronunciamiento militar “La Vicalvarada” en las afueras de Madrid, con el objetivo de levantar a la guarnición de Madrid, sin éxito. Este fracaso llevó a la redacción del “Manifiesto de Manzanares”, redactado por moderados que recogía propuestas progresistas para atraerse a este partido a unir los esfuerzos y hacer caer al gobierno.
BIENIO PROGRESISTA (1854-1856)
La reina llamó a Espartero iniciándose el periodo de gobierno progresista, sustentado por la coalición de Espartero y O’Donnell. Se redactó una nueva constitución que no llegó a promulgarse, la CONSTITUCIÓN PROGRESISTA (NON NATA) de 1856. Se produce la Desamortización de Madoz de 1855, que expropiaba los bienes de propios y del común de los ayuntamientos, la Ley de Ferrocarriles de 1855, la Ley bancaria de 1856. O’Donnell funda el partido “Uníón Liberal” que pretendía mantener la equidistancia entre moderados y progresistas, recogiendo a descontentos de los dos partidos. Las protestas de los obreros y de los campesinos aumentaron el clima de crisis política y social. En 1856 O’Donnell se alía con Narváez y los moderados, provocando la caída de Espartero. Se restauró la Constitución de 1845, poniendo fin al gobierno progresista.
GOBIERNO DE LA UníÓN LIBERAL (1856-1868)
Se suceden en el poder unionistas y moderados, solo teniendo cierta estabilidad el “gobierno largo” de O’Donnell entre 1858-1863. En política exterior se inició una política de recuperar prestigio y presencia exterior, en una época en que los países europeos se lanzaban a la conquista de Asía y África. Así España inició una serie de operaciones militares para exaltar el patriotismo.
Desde 1866 se va a ir gestando un movimiento de oposición que contó con progresistas (Prim) y demócratas, que firmaron el Pacto de Ostende de 1866 y también unionistas (Serrano y Cánovas) que tras la muerte de O’Donnell en 1867 no quisieron colaborar con el partido moderado. Esta oposición acabará conspirando no para cambiar el gobierno sino para acabar con la monarquía de Isabel II, cuyo final llegará tras la revolución de 1868.


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1. “Gloriosa Revolución” o “Septembrina” (1868)
En el verano de 1868 la reina se encontraba totalmente aislada tras las muertes de O ́Donnell (1867) y Narváez (1868). Era el momento idóneo para el golpe que estalla en Andalucía. El movimiento había sido preparado previamente por Juntas Revolucionarias (formadas por progresistas y demócratas) que actuarían paralelamente a una conspiración militar. El 17 de Septiembre el almirante Topete (de acuerdo con los generales Prim y Serrano) se sublevó en Cádiz contra el gobierno de Isabel II. El movimiento se generalizó por Andalucía y otros puntos del país hasta que los pronunciados derrotaron a las tropas de Isabel II en la Batalla de Alcolea (28 Septiembre). Al día siguiente Isabel II huía a Francia. El golpe había contado con el apoyo de sectores financieros, industriales, el ejército, las clases populares, e incluso algunos miembros de la oligarquía terrateniente.
2. Gobierno Provisional (1868-1869). La Regencia de Serrano (1869-1870) y la Constitución de 1869
Una vez la revolución había triunfado, el Gobierno Provisional (1868-1869) es presidido por Serrano, e integrado por progresistas y unionistas (pero no por demócratas). Se procedíó a la disolución de las Juntas, se decretó la libertad de culto y se reanudó la desamortización de los bienes eclesiásticos. Por primera vez en la Historia de España se convocan elecciones por sufragio universal masculino directo (mayores de 25 años) para Cortes Constituyentes. Se aprueba la Constitución de 1869, con una monarquía democrática, estricta separación de poderes, declaración de derechos individuales y libertad de culto. También se aprueba la Ley de Minas (1868) o venta de las minas hasta entonces controladas por la Corona, que pasaron a empresas privadas (sobre todo extranjeras). Se crea la Ley de bases arancelarias de Figuerola (1869), que intentó desarrollar el
librecambismo y se establece la peseta como unidad monetaria.
La Regencia de Serrano (1869-1870). El general Serrano será elegido regente por las Cortes y Prim, jefe del Gobierno, con la tarea de buscar un rey para España. Hubo varios candidatos, entre ellos Leopoldo de Hohenzollern, incluso Espartero, pero finalmente Prim se decantó por Amadeo de Saboyá.
3. La Monarquía Constitucional de Amadeo I de Saboyá (1871-1873)
Amadeo desembarcó en España el 30 de Diciembre de 1870, pero nada más llegar fue informado del asesinato de su principal apoyo, el General Prim. El reinado de Amadeo fue un absoluto fracaso. Muerto Prim, nadie creía en el nuevo Rey y la oposición era numerosa: La Iglesia Católica por la libertad de cultos de la Constitución de 1869, los industriales, los republicanos, los carlistas, los partidarios de los Borbones, la división de los progresistas entre moderados (Sagasta) y radicales (Ruiz Zorrilla), la guerra de Cuba iniciada en 1868 y el estallido de la 3a Guerra Carlista (1872) que se extendíó por el País Vasco y Cataluña. Amadeo I, ante tantos problemas, abdica en 1873 y las Cortes proclaman la I República.
4. La I República (1873-1874). El proyecto de Constitución federal de 1873
Amadeo I abdicó el 11 de Febrero de 1873 y, esa misma noche, el Congreso y el Senado proclaman la I República española, eligiendo a Estanislao Figueras (republicano moderado, partidario de una República unitaria) como presidente. El régimen republicano también tuvo múltiples problemas: Nacía de manera irregular y sin suficientes apoyos, la economía estaba en crisis y una doble guerra, interna (carlista) y externa (Cuba) y, por si fuera poco, el propio movimiento republicano se encontraba dividido entre federalistas (partidarios de un Estado federal) y unitarios (partidarios de un Estado unitario). Figueras dimite y Pi y Margall (partidario de una República federal) se convertía en el segundo presidente. Las Cortes redactan el Proyecto de Constitución federal de 1873, que establecería una república confederal de 17 Estados y varios territorios de ultramar, que no llegó a aprobarse. En Julio de 1873 estalló la revolución cantonal y el país entero se vio afectado por un proceso revolucionario. En Cartagena se proclamó el cantón, y las Juntas revolucionarias se extendieron por todo el país, situación que fue aprovechada por los carlistas para avanzar hacia el sur. Pi y Margall, incapaz de controlar la situación, dimite. Le sustituye Nícolás Salmerón como tercer presidente (conservador). Dio plenos poderes al ejército, pero se negó a firmar sentencias de muerte contra los sublevados, por lo que presentó su dimisión. El cuarto y último presidente Emilio Castelar, (aún más conservador), disuelve las Cortes para combatir al carlismo y acabar con la revolución cantonalista. Suspendíó las garantías constitucionales y decretó la censura de prensa. Esto precipitó un Golpe de Estado, protagonizado por el General Pavía, quien irrumpíó en el Congreso con la Guardia Civil con la intención de consolidar en el poder a Castelar, pero este se niega. El poder pasó al General Serrano, quien siguió la línea autoritaria de Castelar.
5. Consecuencias políticas del Sexenio Revolucionario (1868-1874)
En seis años se producen seis experiencias políticas: Gobierno Provisional progresista, Regencia de Serrano, Centro-derecha (Amadeo I), Centro-izquierda (primeros meses de la I República, Estanislao Figueras), Extrema izquierda federal (Pi i Margall), República presidencialista de Serrano. Y dos textos constitucionales (Constitución de 1869 y Proyecto de Constitución federal de 1873). Sin duda una época de enorme inestabilidad en la Historia de España.