Los inicios de la II República
El advenimiento de la República
El 14 de abril de 1931, los concejales electos del Ayuntamiento de Eibar proclamaron la República. En Madrid, los integrantes del comité revolucionario se constituyeron en Gobierno provisional y proclamaron oficialmente la Segunda República Española. Mientras ocurría todo esto, Alfonso XIII partía hacia el exilio. La llegada del nuevo régimen fue favorecida por el general Sanjurjo, que decidió no actuar contra los republicanos, quienes habían estado en la cárcel por su actividad revolucionaria. Contrariamente a los planes de estos, la República llegó por la debilidad de la monarquía y de forma pacífica.
El Gobierno provisional
Formación del Gobierno provisional
El Gobierno provisional estaba formado por los integrantes del Pacto de San Sebastián de 1930 y del posterior comité revolucionario, que tenían ideologías muy distintas. Divididos en dos grupos:
- Republicanos burgueses: Su objetivo era instaurar una democracia que permitiera modernizar España, algo que no se había logrado durante el reinado de Alfonso XIII. Estaban divididos en las siguientes ideologías:
- Derecha: Niceto Alcalá-Zamora, del partido Derecha Republicana, de carácter conservador y católico. Fue nombrado presidente del Gobierno provisional.
- Centro: Alejandro Lerroux, del Partido Radical, el de mayor tradición republicana ya que provenía de la época de la Semana Trágica. Fue nombrado ministro de Estado.
- Izquierda: Manuel Azaña, de Acción Republicana, ministro de la Guerra. Dentro de la izquierda había también dos políticos nacionalistas: Casares Quiroga, de la Organización Gallega Autónoma, y Nicolau d’Olwer, del Partit Catalanista Republicà.
- Socialistas: Es decir, los representantes marxistas del movimiento obrero, adoptaron la estrategia de colaborar con la República a pesar de considerarla un régimen burgués como un medio de alcanzar más adelante sus objetivos revolucionarios. Entre los socialistas estaban Indalecio Prieto, presidente del PSOE, que defendía una postura moderada; y Francisco Largo Caballero, presidente de la UGT, de tendencia más revolucionaria. A lo largo de la República el socialismo sufrió una tensión constante entre estos dos líderes y sus respectivas posturas.
Actuaciones del Gobierno provisional
Las primeras medidas del Gobierno provisional fueron convocar elecciones a Cortes Constituyentes, decretar una amnistía para los presos políticos y controlar las aspiraciones catalanistas. El Gobierno intervino de modo que Macià dio marcha atrás. Por otro lado, en mayo se produjo el primer conflicto grave de la República, que rompió el clima pacífico inicial y planteó la cuestión religiosa.
Este conflicto consistió en el incendio de edificios religiosos por parte de grupos de izquierda, lo que provocó la protesta de sus miembros de derecha. El Gobierno provisional inició un conjunto de reformas que fue continuado por el Gobierno siguiente. Las primeras medidas se destinaron a solucionar los problemas como la reforma del Ejército y la reforma laboral.
Reforma del Ejército
El ejército español sufría un exceso de oficiales. Esto suponía tanto una carga económica como un peligro para la República. Para solucionar estos dos problemas, el ministro Azaña creó una Ley de Retiro de la Oficialidad que permitía retirarse con paga completa a los oficiales que no desearan jurar fidelidad a la República.
Reforma laboral
El socialista Francisco Largo Caballero impulsó la Ley de Jurados Mixtos, una ampliación de los comités paritarios de la dictadura. También amparó los derechos de los trabajadores mediante la Ley de Contratos de Trabajo, y se establecieron la jornada de 40 horas semanales y la subida de salarios.
Contexto internacional
La Segunda República ocupó la década de los años 30. En economía, estos fueron los años en que el mundo estaba sumido en la Gran Depresión. En política, Europa se dividió en dos tipos de Estado: democrático y dictatorial. Después de la Primera Guerra Mundial la democracia se extendió por toda Europa, pero al cabo de unos años la dictadura se extendía por muchos países debido a factores como la reducción del nivel de vida y después por la Gran Depresión o el miedo a una revolución social. El totalitarismo sirvió con el fin de la creación de un orden nuevo. El totalitarismo se basa también en el culto a un líder carismático y en la existencia de un partido único asimilado al Estado. En la Unión Soviética, el comunismo se convirtió en un sistema totalitario sobre todo durante el estalinismo. El segundo tipo de dictadura totalitaria fue el fascismo. El fascismo respetaba la propiedad privada, por lo que era fuertemente antimarxista. El fascismo inspiró nuevas dictaduras como las de Austria, Croacia, Grecia e incluso la de Primo de Rivera en España, pero sobre todo la del régimen nazi de Hitler en Alemania. Francia y Reino Unido adoptaron una política de apaciguamiento que les llevó en 1938 a consentir a Alemania la conquista de los Sudetes y la anexión de Austria. Aun así, cuando Hitler invadió Polonia en septiembre de 1939, las democracias tuvieron que enfrentarse a Alemania, y la Segunda Guerra Mundial estalló.
El bienio reformista (1931-1933)
La formación del Gobierno de Azaña
Tras la promulgación de la Constitución, Alcalá-Zamora fue nombrado presidente de la República. Desde este puesto nombró como presidente del Gobierno a Azaña. Su intención era fortalecer la República al contar con el apoyo de la clase obrera y al dejar en la oposición a Lerroux, considerando que no era republicano.
Las reformas
Azaña continuó con las reformas iniciadas por el Gobierno provisional, con el objetivo de lograr una modernización radical de la sociedad española. Estas reformas, que se añadían a la militar y la laboral del Gobierno provisional, fueron las siguientes:
Reforma agraria
Su objetivo era acabar con las injusticias sociales que se daban en el campo español y aumentar la prosperidad del país, algo que las reformas liberales del siglo XIX no habían logrado. La situación del campo era crítica, y de hecho en 1931 había dado lugar a enfrentamientos violentos entre campesinos y Guardia Civil. Durante el Gobierno provisional se habían tomado medidas urgentes de protección del jornalero. Durante el Gobierno de Azaña se aprobó la Ley de Reforma Agraria, que basándose en el artículo 44 de la Constitución permitía la expropiación de tierras de latifundios con el fin de entregarlas a campesinos para que formaran asentamientos. A pesar de su importancia, esta reforma se llevó a cabo muy lentamente por las trabas burocráticas y la falta de fondos públicos.
Reforma territorial
A raíz tanto de la promesa de autonomía hecha a Cataluña por el Gobierno provisional y como del artículo 8 de la Constitución, la Generalitat presentó el Estatut de Núria, un proyecto de estatuto de autonomía. Las Cortes lo aprobaron con modificaciones en 1932. De esta forma, se inició la descentralización del Estado, que se aprobó durante la Guerra Civil.
Reforma religiosa
Se prohibió la enseñanza a las órdenes religiosas mediante la Ley de Congregaciones Religiosas; se expulsó a los jesuitas; y se estableció el matrimonio civil y el divorcio.
Reforma educativa
El Gobierno de Azaña defendió una educación universal, laica y mixta como una fuente de progreso para el país. Se emprendió la construcción de escuelas públicas para sustituir a las religiosas, que no se consiguió totalmente. Por otro lado, se promovieron las Misiones Pedagógicas, grupos educativos que recorrían los pueblos.
El bienio conservador (1933-1936)
Caída de Azaña y triunfo de la CEDA
En 1933, el presidente Alcalá-Zamora retiró su confianza a Azaña, de modo que se convocaron nuevas elecciones para el 18 de noviembre de 1933. Estas elecciones dieron la victoria a la CEDA y una gran mayoría a la derecha. Los republicanos de izquierda y los socialistas se presentaron por separado, lo que los perjudicó dado que la ley electoral favorecía a las coaliciones. Alcalá-Zamora no confiaba en la fidelidad de la CEDA a la República, así que nombró presidente del Gobierno a Lerroux, líder del Partido Radical, que había sido la segunda fuerza más votada. Esta etapa se caracterizó por la detención de las reformas de Azaña y por una gran inestabilidad política, con sucesivos Gobiernos del Partido Radical que dependían del apoyo en las Cortes de la CEDA. La estrategia de Gil-Robles era la de utilizar ese apoyo para más adelante entrar en el Gobierno, primero con algunos ministros de la CEDA y finalmente presidiéndolo él mismo. Mientras tanto, los socialistas, bajo el liderazgo de Largo Caballero, abandonaron su estrategia de colaboración con la República y comenzaron a preparar la revolución social.
La revolución de 1934
En octubre de 1934, Alcalá-Zamora permitió la entrada en el Gobierno de tres ministros de la CEDA. Esto provocó una oposición violenta desde dos sectores, el obrero y el catalanista. Los socialistas convocaron una huelga general revolucionaria que fracasó en la mayor parte de España y que en Asturias triunfó. Los mineros tomaron el poder por la fuerza. El Gobierno envió contra ellos desde Marruecos al general Franco al mando de la Legión, que sofocó la rebelión tras casi dos semanas de combates que causaron unos 1400 muertos. La represión posterior dio lugar a ejecuciones sumarias y miles de arrestos. Simultáneamente, en Cataluña el presidente de la Generalitat declaró el «Estado Catalán de la República Federal Española» en defensa de la autonomía catalana y de la república democrática. Por su parte, los sindicatos organizaron una huelga revolucionaria sin la participación de la CNT, que le restó mucha fuerza. La sublevación catalana fue sofocada por el Ejército, Companys y su Gobierno fueron arrestados y el estatuto de autonomía fue anulado. Gil-Robles entró en el Gobierno como ministro de la Guerra y aplicó medidas en contra de las reformas de Azaña: los jurados mixtos fueron disueltos y la reforma agraria fue derogada, por lo que los campesinos asentados en las tierras concedidas por la República fueron expulsados de ellas. Cuando salieron a la luz escándalos de corrupción que afectaban al Partido Radical, Gil-Robles presionó para ser nombrado presidente del Gobierno, lo que le permitiría reformar la Constitución. Alcalá-Zamora, que seguía desconfiando de la CEDA, se negó, y como salida a la situación optó por una nueva convocatoria de elecciones.
La sublevación militar
El 12 de julio se produjo el asesinato del teniente Castillo; en represalia, sus compañeros asesinaron el 13 a Calvo Sotelo. Tanto este asesinato como la ausencia de una clara reacción en su contra por parte del Gobierno fueron aprovechados para iniciar una sublevación militar por un grupo de generales africanistas, miembros de la Unión Militar Española, que estaban conspirando desde hacía tiempo contra la República bajo la dirección del general Mola. Su intención era tomar el poder con rapidez para establecer una dictadura militar que garantizara el orden público. La sublevación, conocida como «Alzamiento Nacional», comenzó el 17 de julio de 1936 en Marruecos, donde Franco se puso al frente del Ejército. A continuación, el general Queipo de Llano tomó el control de Sevilla y el general Mola el de Navarra, donde recibió el apoyo de los tradicionalistas. Los sublevados también controlaron Galicia y Castilla y León. En cambio, Madrid, el centro peninsular y las fachadas cantábrica y mediterránea permanecieron fieles a la República. Al no conseguir el apoyo de todo el Ejército, los sublevados fracasaron en su intento de golpe de Estado, pero tampoco fueron derrotados. Este hecho condujo a la división de España en dos bandos y al enfrentamiento de estos en una guerra civil.
El desarrollo de la Guerra Civil
Los nacionales lograron pasar las tropas de Marruecos a la península gracias a aviones italianos y alemanes. Desde Andalucía Franco inició el avance hacia Madrid, pero se desvió hacia Toledo para liberar el Alcázar con lo que logró una victoria de gran valor propagandístico. Una vez a las puertas de Madrid, Franco no pudo vencer la resistencia de la ciudad y decidió realizar maniobras envolventes, pero en la batalla del Jarama las tropas nacionales fueron detenidas, y en la de Guadalajara el Corpo di Truppe Volontarie italiano sufrió una severa derrota (1937). Entonces Franco cambió de táctica tomando el norte con sus importantes zonas industriales. El bombardeo de Guernica, efectuado por la aviación alemana, fue parte de esta campaña. Desde el norte, los nacionales avanzaron hacia el Mediterráneo, venciendo en el frente de Aragón, con lo que aislaron Cataluña del resto de la zona republicana (1938). Las fuerzas republicanas fueron derrotadas y los nacionales tomaron Cataluña. Franco ordenó entonces el ataque sobre Madrid, que se rindió en marzo de 1939, y logró la ocupación de toda la costa mediterránea. El 1 de abril de 1939 firmó el célebre último parte de guerra: «Cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado».
Evolución política de los dos bandos
El bando republicano
Gobierno de Giral (1936)
El primer presidente republicano durante la guerra fue Giral, que permitió la distribución de armas entre las milicias obreras y los grupos obreros tomaron el poder en toda la zona republicana, colectivizando industrias y tierras, así como persiguiendo y asesinando a eclesiásticos y capitalistas. En suma, dio paso a la revolución social.
Gobierno de Largo Caballero
El socialista Largo Caballero, formó un Gobierno con republicanos, socialistas, comunistas y anarquistas, incluyendo a los sindicatos UGT y CNT. Su intención era volver a concentrar el poder en el Gobierno y detener la revolución social, considerando que lo prioritario era ganar la guerra. Pero en Barcelona, la CNT y el Partido Obrero de Unificación Marxista se aliaron para continuar la revolución, lo que llevó en mayo de 1937 a combates entre el bando formado por CNT y POUM y el formado por republicanos, socialistas y comunistas. Aunque estos acabaron venciendo, este conflicto, junto a los fracasos militares, propició la marcha de Largo Caballero. Durante esta etapa, con los nacionales a las puertas de Madrid, el Gobierno se trasladó a Valencia y dejó en Madrid una Junta de Defensa.
Gobierno de Negrín (1937-1939)
El último presidente fue el socialista Juan Negrín. Prescindió de los sindicatos para reforzar el Gobierno y expresó su política en el Programa de los Trece Puntos, con el que pretendía atraerse el apoyo de Francia y Reino Unido y que proponía unas bases para un posible acuerdo de paz entre los dos bandos, que fue rechazado por Franco. No obstante, su política principal fue la de resistir a toda costa hasta que se declarara la guerra en Europa y las potencias democráticas se vieran obligadas a intervenir a favor de la República; para ello reorganizó el Ejército. La derrota en la batalla del Ebro convenció a Azaña y al ministro de la Guerra de que la guerra estaba perdida. El Pacto de Múnich de 1938 desautorizó la política de resistencia de Negrín. Tras el reconocimiento del Estado franquista por parte de Francia y Reino Unido en febrero de 1939, Azaña dimitió como presidente de la República. Debido a todo ello, en Madrid se produjo el golpe de Estado del coronel Casado, apoyado por militares, republicanos, socialistas y anarquistas, contra Negrín y los comunistas. El éxito de este golpe dio lugar a la formación de un Consejo Nacional de Defensa en sustitución del Gobierno de la República con el objetivo de negociar la rendición con Franco y que Franco no aceptó ninguna condición.
El bando nacional
Los generales sublevados constituyeron una Junta de Defensa Nacional que anuló la legislación republicana.
La Junta decidió poner el bando nacional bajo un mando único, para lo que nombró a Franco «Jefe del gobierno del Estado y Generalísimo de los Ejércitos». Franco formó entonces una Junta Técnica de Estado, una especie de Gobierno provisional controlado por los militares pero con políticos civiles. El bando nacional contaba con el apoyo de grupos monárquicos y fascistas que defendían distintos objetivos de cara al fin de la guerra. Franco decidió acabar con esta situación. Este decreto estableció un partido único según el modelo fascista: Falange Española Tradicionalista y de las JONS, fruto de la fusión forzosa de un partido carlista y de dos partidos fascistas. El nuevo partido se caracterizó por la camisa azul falangista, la boina roja carlista y el saludo fascista con el brazo en alto. Por otro lado, Franco contó con el apoyo de la Iglesia católica. El apoyo de la Iglesia fue esencial para Franco porque el catolicismo era el factor común a todos los sectores antirrepublicanos. A medida que sus tropas avanzaban, Franco impuso una política de represión sistemática y despiadada para anular cualquier oposición y desmoralizar al enemigo. En enero de 1938, Franco formó su primer Gobierno oficial, el llamado «Gobierno de Burgos», convirtiéndose en «Caudillo de España» y estableciendo una dictadura católica y de base militar y fascista. A diferencia del bando republicano, el nacional quedó sólidamente organizado en torno a un liderazgo indiscutible, lo que le dio una gran ventaja que sumó a su mejor preparación y equipamiento militares y al crucial apoyo de Alemania e Italia.
La retaguardia
La represión
Ambos bandos pusieron en marcha una campaña violenta de limpieza política y social del territorio que controlaban, lo que dio a la Guerra Civil. En el bando nacional la represión fue llevada a cabo por el Ejército y se dirigió especialmente contra personas que ocupaban cargos políticos relacionados con el Frente Popular así como contra líderes sindicales, además de los fusilamientos de militares que no se unieron a la sublevación. Uno de los casos más terribles fue el de las matanzas en la provincia de Badajoz al paso de las tropas del general Yagüe. Franco utilizó la guerra como una operación de limpieza política a través de la represión. Aun así, la represión franquista continuó después de la guerra mediante la Ley de Responsabilidades Políticas, que permitía procesar a todo aquel que hubiera estado relacionado con la República a partir de octubre de 1934. En el bando republicano, la represión fue llevada a cabo por milicias, partidos u otros grupos obreros contra militares sublevados, dueños de tierras o de fábricas y miembros de la Iglesia, además de asaltos y quemas de edificios religiosos; en total, unos 55000 asesinatos. En ambos bandos, el mayor número de muertes se produjo en los primeros meses de la guerra, en general con mayor gravedad en el interior rural que en las ciudades periféricas. Los asesinatos se llevaban a cabo mediante «paseos» y «sacas». En los «paseos», las víctimas eran detenidas y llevadas sin juicio previo a alguna carretera o a las tapias de un cementerio, donde eran tiroteadas y dejadas allí mismo o enterradas en fosas comunes. En las «sacas», las víctimas eran reunidas previamente en cárceles o «checas» y de allí conducidas a un lugar de ejecución masiva. Muchas víctimas fueron personas que no tenían ninguna vinculación política especial, pero eran religiosas o bien simpatizaban con determinado partido o sindicato.
Guardia de Asalto (un cuerpo de seguridad creado por la República). Ley de Responsabilidades Políticas, que permitía procesar a todo aquel que hubiera estado relacionado con la República a partir de octubre de 1934. Misiones Pedagógicas, grupos educativos que recorrían los pueblos. Franco formó entonces una Junta Técnica de Estado, una especie de Gobierno provisional controlado por los militares pero con políticos civiles. En los «paseos», las víctimas eran detenidas y llevadas sin juicio previo a alguna carretera o a las tapias de un cementerio, donde eran tiroteadas y dejadas allí mismo o enterradas en fosas comunes. En las «sacas», las víctimas eran reunidas previamente en cárceles o «checas» y de allí conducidas a un lugar de ejecución masiva.