Primeras poesías (1924-1927)
En este primer libro de versos encontramos un deje de melancolía, sin duda propio del final de la adolescencia, apreciable en la propensión a la reflexión íntima y la introspección de muchos poemas, y en la influencia de Bécquer. Con todo, es el libro suyo donde la poesía pura, deshumanizada, teorizada por Ortega y Gasset y puesta en práctica por Juan Ramón Jiménez, prevalece con más nitidez. Ya hay claves que permiten rastrear el desajuste o conflicto entre la realidad y el deseo.
‘La noche a la ventana’ (XV)
Un río, un amor (1929)
Es a partir de este libro donde la crítica suele percibir la exploración y el puente que el poeta establece entre dos dimensiones, en principio opuestas: el mundo interior y el exterior. Por ejemplo, entre el deseo de amar y la posibilidad o no de realizar ese deseo. La conclusión es ya desoladora. Desilusión amorosa y soledad que se enmarcan en un paisaje urbano frío e inhóspito. Incluso el sur, que evoca en algún poema, está hecho de luces y sombras. Acusa la influencia del surrealismo.
‘No intentemos el amor nunca’
El título, a modo de moraleja, previene acerca de los peligros de buscar el amor, que no hallará respuesta.
‘Todo esto por amor’
‘La canción del oeste’
Los placeres prohibidos (1931)
Estalla la rebeldía del poeta, la protesta contra el mundo y la moral burguesa, cifrada en ‘molde’ surrealista, entonces concebido como lenguaje de la libertad poética y vital. Dentro de la biografía espiritual que es La Realidad y el Deseo, este libro, uno de los más emblemáticos de Cernuda, supone toda una decidida y desinhibida confesión de su erotismo homosexual. Aquí el amor, antes en abstracto, se hace carne y también violencia: es el deseo sexual. El resultado tampoco es risueño: un mundo hostil impide la realización de ese deseo, y aunque el placer es superior a las normas, los límites y las leyes, al final todo parece enturbiarse y corromperse. Algunas veces el placer se antoja inútil y efímero; otras, como en el poema ‘Los marineros son las alas del amor’, se desvanece la amargura y asistimos a un “himno pagano” de “exaltación amorosa” (Luis Antonio de Villena).
‘Telarañas cuelgan de la razón’
Donde habite el olvido (1932-1933)
En relación con los anteriores, es el libro más pesimista. El título está tomado de un verso de la rima LXVI de Bécquer. La rebeldía y la violencia del libro anterior, así como la técnica surrealista, dejan paso ahora a la expresión íntima y becqueriana de un sentimiento de dolor y frustración motivado por un desengaño amoroso. Se percibe la mirada retrospectiva, los recuerdos de la adolescencia, tanto felices como desgraciados, esa proyección de su propia autobiografía poética que se acentuará en los libros siguientes.
Esperé un dios en mis días
Temas en la poesía de Cernuda
España y el desarraigo
Cernuda no siente arraigo por España ni Andalucía, ya que su tierra lo rechazó. Sin embargo, su poesía está llena de referencias a su país. No es antiespañol, pero sí crítico, y se siente más identificado con la tradición europea.
Tiempo y eternidad
El paso del tiempo obsesiona a Cernuda y marca su poesía con un tono trágico. Expresa la fugacidad de la vida, la belleza y el amor. Para él, la poesía es un intento de vencer la muerte y alcanzar la eternidad.
Poesía y ética
Cree que el arte tiene una función moral y busca en la música, la literatura y la pintura un orden y justicia que la realidad no le ofrece. Admira a artistas como Mozart, Dostoievski y Galdós por su dimensión ética.
La realidad y el deseo
El conflicto entre lo que desea (amor, plenitud) y lo que la realidad le ofrece (soledad, rechazo) es central en su poesía. Intenta eternizar el amor a través de la palabra, pero solo logra conservar su memoria, lo que lo lleva a la frustración y al deseo de olvido.
Características de la poesía de Cernuda
Evoluciona desde la poesía pura, el clasicismo y el surrealismo hacia un estilo propio, cada vez más sencillo y depurado.
Rechaza la rima, los ritmos marcados y el lenguaje brillante, buscando un tono coloquial pero cuidadosamente elaborado.
Su poesía es intimista y autobiográfica, con una fuerte carga emocional y una búsqueda de autenticidad.
Imágenes de destrucción en ‘La canción del oeste’
“A lo lejos una hoguera transforma en ceniza recuerdos”
La hoguera representa el fuego consumiendo el pasado, convirtiendo los recuerdos en cenizas, es decir, en algo irrecuperable.
“Las manos se liquidan gota a gota idénticas a lágrimas”
Esta imagen refuerza la idea de desintegración y pérdida, como si las manos, símbolo de acción y creación, desaparecieran lentamente, igual que las lágrimas que caen sin remedio.
“Sangre extraviada por las venas un día”
La sangre fuera de su curso natural es una imagen de caos y pérdida de vitalidad, sugiriendo un cuerpo que ya no funciona correctamente.
“Olvidemos pues todo, incluso al mismo oeste”
Sensación de aniquilación simbólica, como si incluso la memoria del oeste, con toda su historia y significado, debiera desaparecer.