La Construcción del Estado Moderno bajo la Monarquía Hispánica
Con los Reyes Católicos, Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, se inició la construcción de un Estado Moderno en la Península Ibérica. Se creó la Monarquía Hispánica, con una notable supremacía de Castilla, y se amplió considerablemente el poder de la Corona.
Unificación Dinástica y Expansión Territorial
Se produjo una unificación territorial y se sentaron las bases para una futura expansión. La unión entre Fernando de Aragón e Isabel de Castilla fue una unión dinástica, de carácter personal y no institucional en sus inicios. Cada reino (Castilla, Aragón, Cataluña, Valencia) mantenía sus propias leyes, instituciones, moneda y costumbres. No existía una unión política o administrativa completa; las Cortes de cada reino eran independientes y se pagaban derechos por el tránsito de mercancías entre ellos.
Los monarcas no buscaron una centralización administrativa inmediata y uniforme, sino que su objetivo principal fue aumentar su poder y autoridad en cada uno de sus reinos, a menudo a expensas de la influencia de la nobleza, el clero y las ciudades. Fernando intervino más activamente en Castilla, e Isabel, por su parte, en Aragón, aunque las decisiones políticas importantes se tomaban conjuntamente.
Expansión en la Península: La Conquista de Granada
La expansión territorial en la península fue liderada principalmente por Castilla. Un hito fundamental fue la conquista del Reino Nazarí de Granada en 1492. Inicialmente, se garantizaron a los mudéjares (musulmanes en territorio cristiano) el mantenimiento de sus costumbres, propiedades, leyes y religión. Sin embargo, posteriormente, bajo la influencia del Cardenal Cisneros, se les obligó a bautizarse (convirtiéndose en moriscos) o a exiliarse. Además, se les prohibió el uso de su lengua y sus hábitos culturales.
Fortalecimiento del Poder Real: Monarquía Autoritaria
Se estableció una monarquía autoritaria, que buscaba imponerse sobre el modelo feudal anterior, centralizando el poder en manos de los reyes frente a la nobleza y la Iglesia.
Relación con la Iglesia
La Iglesia poseía un considerable poder económico y político, incluyendo el cobro del diezmo (del cual una parte, las tercias reales, iba a la Corona) y la posesión de tierras y, en algunos casos, ejércitos propios. No obstante, los Reyes Católicos consiguieron consolidar su poder frente a ella mediante varias estrategias:
- Ejercieron el Pase Regio (o Regium Exequatur), que les permitía examinar y aprobar las bulas y disposiciones papales antes de su publicación en sus reinos.
- A través de las regalías (derechos inherentes a la soberanía real), obtuvieron importantes concesiones papales, como la recaudación de la Bula de Cruzada (originalmente para financiar la lucha contra los infieles) y el derecho de presentación de obispos.
- Los reyes se convirtieron en Grandes Maestres de las principales Órdenes Militares (Santiago, Calatrava, Alcántara), incorporando sus vastos señoríos, rentas y poder militar a la Corona.
Estas medidas otorgaron a los monarcas un mayor control sobre la Iglesia en sus dominios.
Relación con la Nobleza
Frente a la nobleza, los reyes buscaron limitar su poder político:
- Se revisaron y anularon algunas de las mercedes enriqueñas (concesiones de tierras y rentas hechas por Enrique IV a la nobleza).
- Aunque la nobleza mantuvo gran parte de sus posesiones y privilegios socioeconómicos, su influencia en los órganos de gobierno centrales disminuyó y perdieron la capacidad de desafiar militarmente el poder real.
- Se generalizó el cobro de las alcabalas, un importante impuesto indirecto sobre el consumo y las transacciones comerciales, que incrementó significativamente los ingresos de la Corona.
Organización del Estado
Se avanzó en la burocratización y la creación de instituciones para una administración más eficaz:
- Gobierno personal y Consejos: Los reyes gobernaban personalmente, apoyándose en un sistema de Consejos. El más importante fue el Consejo Real de Castilla (posteriormente Consejo de Castilla), órgano asesor fundamental. Se profesionalizó la administración con la incorporación de letrados (juristas) procedentes de la baja nobleza y la burguesía como secretarios reales.
- Otros Consejos: Se crearon o reformaron otros consejos especializados, tanto territoriales (como el Consejo de Aragón, Consejo de Indias más tarde) como temáticos (Consejo de la Inquisición, Consejo de Órdenes, Consejo de Cruzada).
- Administración de Justicia: Se reorganizaron las Audiencias y Chancillerías (como las de Valladolid y Granada en Castilla) como máximos tribunales de apelación. En la Corona de Aragón, la figura del Justicia Mayor de Aragón continuó siendo relevante, aunque su poder también fue sometido progresivamente a la autoridad real.
- Hacienda: Se crearon la Contaduría Mayor de Hacienda, para la recaudación de impuestos (especialmente de los pecheros, es decir, los no privilegiados), y la Contaduría General de Cuentas y Resultas, para el control de ingresos y gastos. Estas reformas, junto con las rentas de las Órdenes Militares y las tercias reales, permitieron un aumento de los recursos económicos de la monarquía.
- Ejército Permanente: Se sentaron las bases para un ejército permanente, dependiente directamente de la Corona.
- Santa Hermandad: Se reorganizó la Santa Hermandad como un cuerpo policial y judicial eficaz para mantener el orden público en los caminos y zonas rurales, dependiendo directamente de la monarquía.
Control sobre las Cortes y los Municipios
El poder real también se afirmó sobre las Cortes y los municipios:
- Cortes: En Castilla, las Cortes perdieron protagonismo político. Los reyes no estaban obligados a convocarlas con frecuencia y lo hacían principalmente para el juramento del heredero y para solicitar subsidios (impuestos extraordinarios). En los reinos de la Corona de Aragón (Aragón, Cataluña, Valencia), las Cortes mantuvieron mayor relevancia; su convocatoria era preceptiva para aprobar leyes nuevas, votar subsidios y velar por el mantenimiento de los fueros (leyes y privilegios propios de cada reino).
- Municipios: Se extendió la figura del corregidor en las principales ciudades castellanas, un representante directo del rey que supervisaba el gobierno municipal, limitando la autonomía local.
Unificación Religiosa
Se persiguió la unificación religiosa como un pilar fundamental para la cohesión del Estado. La única religión oficial fue la católica.
- Expulsión de los judíos (1492): Acusados de practicar su religión en secreto (criptojudaísmo) y de influir negativamente en los conversos (judíos convertidos al cristianismo), se decretó su expulsión. Aquellos que no aceptaron convertirse al cristianismo fueron obligados a abandonar los reinos hispánicos. Esta medida tuvo importantes consecuencias demográficas y económicas.
- Creación de la Inquisición (1478): El Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición fue establecido para perseguir la herejía, especialmente entre los conversos.
- Lucha contra el Islam: Además de la conquista de Granada, se intensificó la lucha contra el Imperio Otomano y los piratas berberiscos en el Mediterráneo, con el objetivo de frenar su expansión y defender los intereses cristianos.
El Despotismo Ilustrado en España
El Despotismo Ilustrado fue la teoría y práctica política dominante en gran parte de Europa durante el siglo XVIII. Esta corriente llegó a España principalmente con el reinado de Carlos III (1759-1788).
Principios Fundamentales
Sus dos principios fundamentales eran:
- Despotismo: El mantenimiento del poder absoluto del monarca, que no se cuestionaba ni se pretendía modificar en su esencia. El rey concentraba todos los poderes del Estado.
- Ilustrado: La adopción por parte del rey de un programa de reformas inspiradas en las ideas de la Ilustración, con el fin de fomentar el progreso económico, social y cultural del país, buscando la “felicidad” y el bienestar de sus súbditos.
Se suele argumentar que la debilidad de la burguesía y el bajo nivel de instrucción de gran parte de la población en países como España favorecieron esta fórmula política, donde el monarca asumía la iniciativa reformista bajo el lema “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”. Esto implicaba que el pueblo era objeto de las reformas, pero no un agente activo en la toma de decisiones políticas.
Influencia de la Ilustración
La Ilustración, en general, promovía la razón, la observación, la crítica y la educación como principales vías para el conocimiento y el progreso. Esto llevó a cuestionar el valor absoluto de la tradición no fundamentada, el principio de autoridad indiscutida y la revelación divina como únicas fuentes de verdad, especialmente en el ámbito científico, filosófico y social.
Este enfoque político se nutrió de las ideas de la Ilustración, movimiento cultural e intelectual que tuvo un gran desarrollo en Francia y otros países europeos, y que se caracterizó por:
- Una crítica a los privilegios de la sociedad estamental.
- La defensa de principios como la libertad (de pensamiento, económica) y la búsqueda de una mayor igualdad ante la ley.
- Una crítica al sistema económico mercantilista y la promoción de mayor libertad económica y la defensa de la propiedad privada (fisiocracia, liberalismo económico incipiente).
- Una crítica al excesivo predominio ideológico y poder temporal de la Iglesia, abogando por una mayor tolerancia religiosa (en algunos casos) y la afirmación del poder real sobre la Iglesia (regalismo).
- Algunos pensadores ilustrados plantearon críticas al absolutismo de derecho divino, defendiendo teorías como el contrato social, la soberanía nacional (o popular) y la necesidad de la división de poderes (Montesquieu) para evitar la tiranía. Es importante notar que el Despotismo Ilustrado adoptó las reformas inspiradas por la Ilustración, pero no los principios de limitación del poder real absoluto.
La Ilustración en España: Particularidades y Enfoques
La Ilustración en España tuvo un desarrollo más tardío y con particularidades propias, influida por factores como una menor fortaleza de la burguesía en comparación con otros países europeos y el fuerte peso de la tradición católica. No obstante, contó con importantes figuras (Jovellanos, Campomanes, Floridablanca, Olavide, Feijoo, etc.) e iniciativas reformistas.
Preocupaciones Fundamentales de los Ilustrados Españoles
Las principales preocupaciones de los ilustrados españoles, y por ende de las políticas reformistas de monarcas como Carlos III, se centraron en:
- La educación: Considerada fundamental para el progreso del país. Se impulsó la creación de nuevas instituciones educativas (Reales Academias, Sociedades Económicas de Amigos del País), la reforma de las universidades y la difusión de conocimientos útiles y científicos.
- La economía: Se buscaron reformas para modernizar la agricultura (proyectos de reforma agraria, aunque con resultados limitados, como los de Olavide o Jovellanos), fomentar la industria (creación de Reales Fábricas), liberalizar el comercio (fin del monopolio de Cádiz para el comercio con América en 1778), mejorar las infraestructuras (caminos, canales) y reformar el sistema fiscal.
- La Iglesia: Se intentó reafirmar el poder real sobre la Iglesia (regalismo), limitar su influencia en asuntos temporales (por ejemplo, con la expulsión de los jesuitas en 1767) y reformar algunas de sus estructuras y prácticas consideradas anacrónicas o perjudiciales para la economía (crítica a las ‘manos muertas’ y al excesivo número de clérigos).