Primer franquismo: bases ideológicas, bases sociales e instituciones
Desde el punto de vista ideológico, Franco se propuso crear un nuevo Estado, “una nueva España”, así como extirpar toda idea de liberalismo, de democracia o de comunismo, el gran enemigo vencido. Por tanto, antiliberalismo y anticomunismo fueron los dos principios iniciales que sirvieron como punto de partida para el nuevo Régimen. Además, el ideal católico conservador y la concepción unitaria del Estado, contraria a toda pretensión nacionalista o autonomista, formaron también parte de la propuesta ideológica franquista. En un principio, se tomaron de los Estados fascistas una serie de elementos: partido único, sindicalismo corporativo o vertical y símbolos, aportados en este caso por Falange Española y de las JONS. Pero, a diferencia de otros regímenes fascistas, en el caso del franquismo acabó por predominar el elemento nacionalcatolicismo superpuesto sobre los ya aludidos principios de antiliberalismo y anticomunismo. La escenificación y simbología de carácter fascista se fueron abandonando poco a poco después de la Segunda Guerra Mundial, una vez derrotada la Alemania nazi. Así pues, anticomunismo, antiliberalismo, nacionalcatolicismo, centralismo y militarismo fueron los principales fundamentos ideológicos del régimen franquista.
La Iglesia fue una base fundamental del Régimen. Sin embargo, dentro del régimen, bajo una completa subordinación al Caudillo, hubo diferentes familias políticas, es decir, grupos con diversa sensibilidad política que trataron de influir en las decisiones tomadas por Franco:
- Falangistas: La FET y de las JONS, que pasó a denominarse Movimiento Nacional, no tenía nada que ver con el pequeño grupo fascista creado por José Antonio Primo de Rivera. Ahora los falangistas se hallaban integrados en el partido único bajo el liderazgo absoluto de Franco. Su principal función fue el control de la vida social y económica del país a través de diversas instituciones del régimen.
- Militares: Los militares ganaron prestigio y poder político, pero estuvieron completamente subordinados a Franco.
- Católicos: La Iglesia católica se convirtió en un importante puntal del régimen. Muchos cuadros y dirigentes de la dictadura procedieron de instituciones religiosas como el Opus Dei.
- Monárquicos: Tras el final de la guerra, los carlistas jugaron un papel secundario, desapareciendo como fuerza política relevante. Pese a que Franco se negó a ceder la jefatura del Estado a Don Juan de Borbón, hijo de Alfonso XIII y padre de Juan Carlos I, muchos monárquicos colaboraron con la dictadura, especialmente en los primeros años del régimen.
Desde el punto de vista social, la vieja España agraria y terrateniente fue, en un principio, uno de los sustentos del nuevo régimen. También tuvo el apoyo de las clases medias rurales, sobre todo en el norte y ambas Castillas, así como de quienes en las ciudades se beneficiaron de las depuraciones realizadas al término de la guerra entre funcionarios, maestros, profesores universitarios y militares republicanos.
Una de las necesidades manifiestas del nuevo régimen fue su institucionalización. Para ello, en las semanas siguientes al fin de la guerra, Franco firmó una serie de decretos que ampliaban su poder. Se autorizó al jefe del Estado para aprobar decretos-ley sin previa deliberación del Gobierno. Ello significaba la total potestad legislativa para Franco, quien, en cualquier momento, podía establecer o modificar aspectos que en un sistema democrático estarían incluidos en una Constitución. De este modo, la Dictadura fue construyendo un sucedáneo de Carta Magna a través de sucesivas leyes orgánicas. Entre 1938 y 1946 se aprobaron las cinco primeras Leyes Fundamentales:
- El Fuero del Trabajo (1938): Prohibía el sindicalismo de clase y otorgaba el control de las relaciones laborales a la Organización Sindical, el sindicato vertical y corporativo de Falange, de obligada adhesión.
- La Ley Constitutiva de las Cortes (1942): Establecía unas Cortes elegidas por sufragio indirecto por las llamadas corporaciones (familia, municipio y sindicato) y por el propio Franco.
- El Fuero de los Españoles (1945): Era una especie de declaración de derechos y deberes que reafirmaba el carácter tradicionalista y católico del sistema.
- La Ley de Referéndum Nacional (1945): Permitía al jefe del Estado convocar un plebiscito para que el pueblo aprobara una ley.
- La Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado (1946): Definía al régimen como un reino y autorizaba a Franco para proponer a su propio sucesor.
Primer franquismo: represión, guerrilla, exilio
El nuevo régimen llevó a cabo una política de represión sistemática sobre los vencidos. Mediante una serie de leyes, como la Ley de Responsabilidades Políticas, la Ley de la Seguridad del Estado, la Ley de Represión de la Masonería y del Comunismo, etc., se procedió a la persecución de los enemigos del régimen. La enorme cantidad de detenidos fue tal que el régimen se vio obligado a recluirlos en campos de concentración a lo largo de todo el país. Hubo ejecuciones, cuyo número se estima en decenas de miles. Además, la aplicación de las citadas leyes llevó a las cárceles a más de 200.000 hombres y mujeres, según algunos cálculos, durante la década de los años cuarenta. A las víctimas de la represión habría que añadir los funcionarios del Estado republicano expulsados de sus puestos por motivos ideológicos. Simultáneamente, se amplió la represión al conjunto de la sociedad mediante la censura informativa impuesta por el partido único (FET de las JONS). Por su parte, la Iglesia se volcó en el control ideológico de la enseñanza y en la sustitución de la concepción laica de la sociedad por la moral católica, que se impuso a las costumbres a través de la catequesis y el púlpito. Se trataba de una “cruzada moral” para erradicar el desenfreno y las consecuencias del republicanismo ateo. Se arremetió, así, contra las diversiones populares, contra la indecencia en el vestir y contra la expresión pública de cualquier efusión amorosa. Se trataba, en última instancia, de un intento de control social e ideológico, aplicando a las costumbres cotidianas la noción puritana de la moral propia del Nacionalcatolicismo.
Otro aspecto de la nueva situación fue el exilio. Ya en la fase final de la guerra abandonaron España por los Pirineos, hacia Francia, o por algunos puertos mediterráneos hacia el norte de África, algo más de cuatrocientas mil personas comprometidas con la República. La inmensa mayoría regresó pronto, cuando la situación se hizo difícil en Europa, una vez comenzada la Segunda Guerra Mundial, y tras el anuncio, por el Régimen, de respetar a quienes no fueran responsables de “delitos de sangre”. Alrededor de cien mil permanecieron en el exilio: en Francia, en los dominios franceses africanos (Argelia, Marruecos); muchas menos en Gran Bretaña; y bastantes al otro lado del Atlántico (América hispana), sobre todo intelectuales, científicos y políticos, y en la URSS, sobre todo niños que habían sido enviados por el Gobierno republicano para salvarlos de los desastres de la Guerra Civil.
La terrible represión no acabó con una oposición en el interior, pero esta quedó muy debilitada por el terror impuesto por Franco. Los grupos guerrilleros formados al final de la guerra, los maquis, continuaron actuando. En 1944, numerosos guerrilleros, coordinados por el PCE, intentaron desde Francia una invasión por el valle de Arán, pero tuvieron que retirarse, ante la evidencia de que las democracias occidentales no respaldarían su actuación. Algunos grupos dispersos de guerrilla rural continuaron actuando hasta los años cincuenta, pero se hizo evidente la imposibilidad de una resistencia armada. En lo que respecta a la oposición política, esta estaba desarbolada. Los dirigentes de los principales partidos estaban en el exilio y, desde allí, intentaron recomponer la organización de cada uno de ellos, así como formar alianzas y buscar apoyo en las democracias. Sólo el PCE, una vez fracasada la acción guerrillera, decidió que era esencial trabajar en el interior para impulsar el antifranquismo.
Primer franquismo: la coyuntura internacional
La evolución del contexto internacional condicionó la evolución de esta primera etapa del régimen franquista (hasta 1959). En 1939, el Gobierno firmó el acuerdo de asociación con el eje Berlín-Roma-Tokio, el llamado Pacto Antikomintern. En octubre de 1940, tras la invasión nazi de Francia, se produjo la entrevista de Hendaya, en la que se declaró la neutralidad española en la Segunda Guerra Mundial, ya que a Hitler no le interesaban las excesivas pretensiones españolas sobre el Marruecos francés ni arrastrar a un país exhausto por la Guerra Civil. Como contrapartida, en 1941, España envió a la División Azul, unidad de voluntarios, para apoyar la ofensiva de las tropas alemanas contra la URSS. Pero a partir del verano de 1942, las primeras derrotas alemanas hicieron necesario un cambio de orientación, con un giro progresivo hacia los Aliados. Así, se fueron suavizando las proclamas fascistas hasta desaparecer después de la guerra. Prueba de ello fue la destitución de Serrano Suñer, cuñado del Caudillo, como ministro por ser excesivamente filonazi. En 1945, la posición de la Dictadura se volvió difícil porque, tras la victoria, los dirigentes aliados denunciaron el apoyo franquista a Italia y Alemania. Creció, de este modo, la postura de bloqueo frente a España, que la aisló política y económicamente. En 1946, la recién creada Asamblea de la ONU votó en contra de la entrada española en sus organismos. También Estados Unidos, Francia y Reino Unido firmaron una declaración sugiriendo la retirada de sus embajadores, al tiempo que la ONU calificó al régimen español como amenaza potencial a la paz internacional. El bloqueo agravó la situación económica. En el interior, la Dictadura intentó lavar su imagen, aumentando la influencia de la Iglesia y el número de ministros católicos respecto a los falangistas. Desde 1948, la situación internacional comenzó a girar a favor del régimen. El inicio de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la URSS hizo que las potencias occidentales cerraran los ojos ante el carácter totalitario del franquismo para incorporar a España a la alianza anticomunista. En 1950, la ONU autorizó la entrada de España en organismos internacionales. El hecho decisivo fue la firma de los Acuerdos Bilaterales con EE. UU., que permitió la instalación de bases norteamericanas en España (Rota, Morón, Torrejón de Ardoz y Zaragoza), en 1953, que se vio acompañado por un acuerdo de ayuda económica. Se suscribió también un nuevo Concordato con el Vaticano en 1953. De esta manera se dio por finiquitado el periodo del aislamiento internacional.
Primer franquismo: la autarquía económica
Los años cuarenta y hasta bien entrados los cincuenta fueron los «Años del hambre», que se caracterizaron por:
- El racionamiento de los alimentos, ya que el sistema productivo y la agricultura estaban destrozados.
- La extensión del mercado negro de todo tipo de productos.
- Corrupción generalizada: la vida social y laboral se basó en la recomendación, en tener contactos con los burócratas del régimen que facilitaran la dura vida de la época.
En esta época se llevó a cabo una política económica intervencionista; se trató de una política que propuso la autarquía, lo que se debió tanto a factores externos como a la ideología entonces predominante, de carácter fascista. La autarquía tuvo dos ejes de actuación:
- En primer lugar, el rígido control de las importaciones y exportaciones, que requerían una autorización administrativa. Se pretendía limitar los intercambios con el exterior, para lo que se reguló el cambio de la peseta.
- En segundo lugar, el fomento de la industria, sobre todo la de interés estratégico, con el fin de asegurar la independencia militar y política del nuevo Estado. Las autoridades impulsaron las industrias de bienes de equipo, lo que generó un gasto público que produjo inflación.
En 1941, se fundó el Instituto Nacional de Industria (INI), que fue el promotor de esa política industrial. A través del INI se crearon empresas públicas para producir los bienes que el sector privado no podía por falta de rentabilidad o por los excesivos gastos de inversión.
Racionamiento del pan
El evidente fracaso del modelo autárquico llevó a que desde los inicios de los años cincuenta se produjera un giro en la política económica.
Segundo franquismo: la consolidación del régimen
A partir de 1959, España sufrió importantes cambios sociales y económicos, por lo que el franquismo intentó modernizarse mediante una apertura sin cambios democráticos y se institucionalizó para dotarse de continuidad, buscando nuevas formas de legitimación que provocaron luchas internas entre tecnócratas, falangistas y católicos. Es decir, el régimen apostó por el inmovilismo. Desde 1959, los tecnócratas, vinculados al Opus Dei, con Carrero Blanco como valedor y López Rodó como figura destacada, fueron reforzando sus posiciones hasta conseguir la formación de un Gobierno monocolor en 1969. Los tecnócratas situaban el crecimiento económico como el eje básico de la política. No eran ideólogos, sino que se presentaban como técnicos que no discutían los aspectos represivos y antidemocráticos del régimen. Por su parte, los falangistas pretendían impulsar las instituciones del Movimiento (partido único) como base para el desarrollo del régimen, dejando la cuestión monárquica en segundo plano, mientras que sus oponentes tecnócratas consideraban a esa monarquía como el elemento que daría continuidad al régimen.
El príncipe Don Juan Carlos jura las Leyes Fundamentales del Régimen ante Franco
El régimen franquista aplicó durante esta etapa un conjunto de medidas legislativas totalmente insuficientes, que ahondaban en el inmovilismo político y mantenían la esencia dictatorial:
- La Ley de Prensa de 1966, aprobada por el entonces ministro de Información, Manuel Fraga, aunque levantó algo la presión de la censura, no significó ningún avance significativo.
- La Ley Orgánica del Estado (1966), última de las Leyes Fundamentales del Movimiento Nacional, fue aprobada por referéndum. Concretó las funciones de los órganos del Estado, introduciendo novedades como la separación entre el jefe del Estado y el del Gobierno.
- Forzado por su avanzada edad, Franco tuvo finalmente que designar un sucesor. En 1969, Juan Carlos de Borbón, nieto de Alfonso XIII, fue designado sucesor «a título de Rey», dejando apartado de la línea sucesoria a su padre, Don Juan de Borbón, con el que mantenía una pésima relación.
La respuesta del régimen a cualquier disidencia siguió siendo puramente represiva. Algunos ejemplos de esa política represiva durante esta etapa fueron:
- En 1962, tras pedir España la adhesión a la CEE, un grupo de representantes de la derecha liberal que vivían en el exilio se reunió en Múnich y pidió que no se admitiera a España hasta que no se estableciera en el país un régimen democrático basado en las libertades políticas. La prensa franquista organizó una gran campaña de desprestigio contra lo que se vino a denominar el Contubernio de Múnich.
- En 1963, un militante clandestino del Partido Comunista, Julián Grimau, fue ejecutado por delitos cometidos en la Guerra Civil. Las protestas internacionales fueron generalizadas por la falta de transparencia del proceso judicial y por las torturas a las que Grimau fue sometido.
- El Proceso de Burgos de 1970, en el que nueve etarras fueron condenados a muerte por un tribunal militar. La enorme presión internacional consiguió que la pena capital fuera conmutada por cadena perpetua.
- El Proceso 1001, en 1973, contra la cúpula de las Comisiones Obreras (CC. OO.), sindicato obrero ilegal que se convirtió en el principal brazo opositor contra el franquismo y que por entonces estaba dirigido por Marcelino Camacho.
En 1973, y para aliviar al senil Franco de las tareas de gobierno, es nombrado presidente del Gobierno Carrero Blanco, un militar partidario de la línea más dura del inmovilismo. Su asesinato el 20 de diciembre de 1973 a manos de ETA (Operación Ogro) inició definitivamente la crisis del régimen, dos años antes de la muerte de Franco, que se produjo el 20 de noviembre de 1975. En cuanto a las relaciones internacionales durante este período, estuvieron marcadas por la tendencia iniciada en los años cincuenta con la ruptura del aislamiento dentro de la Guerra Fría y la entrada de España en distintos organismos internacionales auspiciada por el acuerdo con EE. UU. El régimen franquista entró a formar parte del bloque occidental y, aunque de manera periférica, se integró en este grupo de países. La dictadura franquista fue tolerada, si bien de manera puntual se convirtió en blanco de protestas cuando la represión franquista repuntaba, como durante el Proceso de Burgos. Pero, además de las relaciones con EE. UU., la Comunidad Europea suscribió acuerdos con la España franquista, hasta el punto de que la emigración a países europeos se convirtió en uno de los elementos, junto con el turismo, que equilibró la balanza de pagos de nuestro país durante los años sesenta del siglo XX.
Segundo franquismo: desarrollismo económico y cambio social
Entre 1959 y 1974 se produjo un gran crecimiento de la economía española, que pasó definitivamente de una estructura agraria a una industrial. Esa industrialización fue resultado tanto de una fase expansiva en la economía internacional como de la base industrial interna consolidada durante el siglo. A comienzos de los años cincuenta se hizo evidente el estrangulamiento económico y el agotamiento de la vía autárquica, lo que coincidió con el cambio de la situación internacional respecto al franquismo, que comenzó a salir del aislamiento dentro del marco, ya aludido, de la Guerra Fría. Se planteó, de este modo, la necesidad de una reorientación política y económica del régimen. La autarquía empobreció a una gran parte de la población y aumentó las desigualdades en una economía estancada. En 1951, Franco, a remolque de las dificultades de su política autárquica y con la nueva situación internacional, decidió remodelar su Gobierno. En el nuevo gabinete había un mayor peso de los católicos frente a los falangistas. Las ayudas recibidas por EE. UU. entre 1953 y 1956 no consiguieron salvar la angustiosa situación económica, surgiendo síntomas de descontento en la calle, con protestas obreras en los principales núcleos industriales. En la remodelación de Gobierno de 1957 entraron como ministros hombres procedentes del Opus Dei, los llamados tecnócratas, lo que iba a suponer un cambio en la política económica, con abandono de la autarquía, liberalización interior y apertura al exterior.
Eisenhower y Franco. La ayuda de EE. UU. inició un nuevo tiempo en el Franquismo
Los primeros intentos de apertura se habían producido entre 1951 y 1956 desde el punto de vista político, pero con incidencia económica en forma de ayuda americana. Con el cambio de Gobierno de 1957 se inició una nueva etapa que sería definitiva. El comienzo de este proceso se produjo con el llamado Plan de Estabilización (1959), que supuso el fin del ideal autárquico. La necesidad de este Plan, que suponía la devaluación de la peseta y liberalización económica, surgió de la escasez de reservas de oro y divisas para frenar el desequilibrio de la balanza comercial. El Gobierno español se comprometió con el Banco Mundial y el FMI a realizar reformas estructurales en la economía nacional, tales como reducir el intervencionismo estatal, el déficit público y los obstáculos a la entrada de mercancías extranjeras; a cambio, esos organismos internacionales concedieron préstamos a España. Además del Plan de Estabilización, se pusieron en marcha los llamados Planes de Desarrollo: el primero de ellos se aprobó en 1963. Fueron tres planes cuatrianuales, que situaban a la iniciativa privada como motor de crecimiento, centrándose la planificación en el sector industrial a través de dos vías: acciones estructurales, para solucionar algunas deficiencias de la industria como la pequeña dimensión o la baja productividad, y la creación de polos de desarrollo, para promover la industrialización en determinadas zonas mediante incentivos fiscales. Estos planes contribuyeron sobre todo a proporcionar a la iniciativa privada infraestructuras (electrificación, carreteras, etc.) y productos básicos como el carbón o el acero. Con todo ello, entre 1959 y 1973, industria y servicios se consolidaron como actividades fundamentales. Aumentó la renta por habitante en un 40 %. El crecimiento industrial estuvo impulsado por el uso de técnicas de producción más avanzadas y por la acumulación de capital. El aumento de importaciones de tecnología mejoró la productividad y abarató los precios, lo que aumentó las exportaciones y, con ello, los salarios y el nivel de vida, por lo que los españoles entraron de forma definitiva en la sociedad de consumo de masas. En todo lo anterior influyó también la emigración a Europa, además del turismo, ya que llegaron a España divisas extranjeras que tenían más valor que la peseta. Las remesas enviadas por los emigrantes y la conversión de España en potencia turística permitieron conseguir el superávit en la balanza de pagos. En cuanto a las transformaciones sociales, la expansión económica de los años sesenta y primeros setenta fue acompañada de un considerable crecimiento demográfico, debido a la alta natalidad (baby-boom) y a la brusca caída de las tasas de mortalidad, sobre todo infantil.
Segundo franquismo: las oposiciones al sistema
Las transformaciones socioeconómicas de los años sesenta dieron lugar a un incremento de la conflictividad social, sobre todo desde 1970. La protesta de los trabajadores fue el principal foco de tensión social; ya en los años cincuenta se produjeron las primeras agitaciones y protestas, teniendo lugar huelgas laborales en Cataluña y Vizcaya. De los sindicatos que habían tenido protagonismo antes de la guerra (UGT y CNT), sólo la UGT tuvo una cierta actividad clandestina. En los sesenta, las huelgas de los mineros asturianos, con importantes ramificaciones en el País Vasco y Barcelona, permitieron el nacimiento de un nuevo sindicalismo basado en la lucha reivindicativa, que se articuló, sobre todo, alrededor de las nuevas Comisiones Obreras (CC. OO.), que nacieron en 1962 como movimiento independiente, democrático y unitario, ligadas al PCE; impulsaron la lucha laboral (salarios, condiciones de trabajo…) y política (libertad sindical, derechos humanos y civiles…). Combinaron la acción ilegal (huelgas) con la legal, aprovechando las posibilidades de la negociación colectiva y de la elección de enlaces sindicales para ocupar parte de la estructura del Sindicato Vertical franquista. Mientras se creaba este nuevo sindicalismo, en la Universidad aparecieron organizaciones estudiantiles frente al oficial Sindicato Español Universitario (SEU), de afiliación obligatoria. Ya en 1956, se produjeron los primeros incidentes en Madrid. Estos grupos tenían tendencias políticas diversas. También surgieron movimientos sociales, como asociaciones de vecinos, agrupaciones culturales, algunos grupos religiosos, que entraron en la política de oposición al régimen. Los últimos años sesenta presenciaron las primeras manifestaciones masivas en las calles, violentamente represaliadas por los “grises” (Policía Armada). En la misma década se recompuso la oposición política a través de los viejos partidos o de la aparición de nuevos grupos de izquierda o de derecha, desde la socialdemocracia hasta el liberalismo monárquico. Uno de los grupos de oposición moderna fue el de los demócratas cristianos, sobre todo Izquierda Democrática Cristiana. La acción que tuvo mayor repercusión fue lo que los periódicos franquistas llamaron Contubernio de Múnich. En un congreso del Movimiento Federal Europeo, celebrado en Múnich en 1962, coincidieron exiliados con opositores llegados desde el interior, que pidieron la desaparición del régimen; a su regreso, los asistentes fueron encarcelados o desterrados. En esa época tuvo especial importancia el Partido Comunista de España (PCE), siendo el único partido que conservó cierta fuerza y organización dentro de la España franquista. Este partido fue penetrando en las organizaciones de masas, como Comisiones Obreras, asociaciones de vecinos, etc.
En Suresnes fue encumbrado Felipe González
Por otra parte, el PSOE estaba muy debilitado, manteniendo hasta los años sesenta la dirección en el exilio: empezaron a producirse tensiones entre los exiliados y los jóvenes militantes que formaban el partido en el interior. Fue en el Congreso de Suresnes (1974) cuando la dirección quedó en manos de los militantes del interior.
Anagrama de ETA
En los años sesenta también aparecieron pequeños grupos de raíz maoísta o trotskista y algunos escindidos del PCE como la Liga Comunista Revolucionaria o el Movimiento Comunista. De algunos de ellos se desgajaron núcleos terroristas, como el FRAP o el GRAPO. En el período final del franquismo empezaron también a tomar importancia los partidos nacionalistas. En el País Vasco, la hegemonía siguió siendo del PNV, aunque el hecho de mayor repercusión fue la aparición de ETA (Euzkadi ta Askatasuna) en 1959, como escisión de un grupo de jóvenes radicales del PNV. Esta nueva organización nacionalista radical optó años después por seguir la vía del terrorismo independentista. El Concilio Vaticano II favoreció la extensión de movimientos católicos de base críticos con el franquismo que colaboraban con los partidos de oposición y el movimiento obrero. Incluso, sectores influyentes de la Iglesia Católica mostraron una creciente lejanía respecto a la dictadura, como el caso del cardenal Tarancón. En definitiva, sin poder derrumbar al régimen franquista, los movimientos de oposición consiguieron crear una amplia red social de contestación a la dictadura que afloraría tras la muerte de Franco y que fue clave para la transición a la democracia.
Segundo franquismo: crisis final del régimen autoritario
Desde principios de los años setenta la incapacidad del régimen para reformarse y adaptarse a las demandas sociales y al nuevo contexto internacional y el inicio de la crisis económica mundial (crisis del petróleo) lo precipitó hacia una descomposición irreversible. Un momento decisivo fue el asesinato del presidente del Gobierno, el almirante Luis Carrero Blanco, a manos de ETA, el 20 de diciembre de 1973. Dentro del régimen se abrió una división entre dos grupos:
- Los inmovilistas, formados por los sectores más extremistas y violentos del Franquismo, contrarios a cualquier cambio. Es lo que se denominó como el «búnker».
- Los aperturistas o reformistas, que agrupaban a los que, sin cuestionar la figura de Franco, abogaban por la introducción de pequeñas reformas en un sentido democrático y parlamentario.
Arias Navarro, último presidente de Franco
En enero de 1974 se formó un nuevo Gobierno presidido por Carlos Arias Navarro, que anunció una reforma limitada del franquismo. En su famoso discurso del 12 de febrero se refería Arias Navarro a la apertura hacia un mayor pluralismo político (espíritu del 12 de febrero). Prometía, en ese discurso, una nueva ley municipal que permitiese la elección de alcaldes y de las diputaciones provinciales; además, anunciaba una nueva ley sobre asociaciones políticas. Esas tímidas reformas irritaron a los sectores más inmovilistas que consiguieron que el Gobierno de Arias diera marcha atrás y se decantara por el mantenimiento de la línea dura. Fracasó así el intento de apertura desde dentro del Franquismo y se confirmó la permanencia del «búnker». Fuera del régimen, los grupos de oposición se dedicaban a la lucha en la calle con huelgas y manifestaciones, al tiempo que configuraban organismos de política unitaria. El PCE impulsó la Junta Democrática en julio de 1974, integrada por CC. OO., algunos socialistas, independientes, monárquicos y grupos de extrema izquierda, que propugnaba la formación de un Gobierno provisional que implantase un régimen democrático. Pero no se incorporaron a sus filas ni los democristianos ni el PSOE. Este último partido impulsó, ya en 1975, la Plataforma de Convergencia Democrática, con los democristianos, UGT, el PNV y otros grupos, y cuyo proyecto era muy parecido al de la Junta. En septiembre de 1975 se produjo la condena a muerte de cinco activistas de ETA y el FRAP, lo que dio lugar a una protesta internacional, con Franco enfermo y el príncipe de Asturias, Don Juan Carlos ejerciendo las funciones de Jefatura del Estado. Al mismo tiempo, surgió la cuestión del Sáhara: Marruecos organizó la Marcha Verde, una invasión pacífica del territorio; España abandonó ese territorio. Por último, se produjo la caída de las dos últimas dictaduras europeas: Portugal y Grecia. El 20 de noviembre de 1975, tras tres meses y medio de dura enfermedad, falleció el Caudillo. Comenzó así un período de gran incertidumbre que llevaría a nuestro país de una dictadura a una democracia: se inició la etapa de la Transición.
JUAN CARLOS I: LA TRANSICIÓN A LA DEMOCRACIA (1975-1977)
Se denomina Transición a la etapa caracterizada por el conjunto de acontecimientos ocurridos entre la muerte de Franco en 1975 y la aprobación de la Constitución de 1978, en el referéndum del 6 de diciembre de ese año, tras ser debatida y votada en las Cortes constituyentes emanadas de las primeras elecciones democráticas, celebradas el 15 de junio de 1977. Este proceso de transición se ha convertido, con el paso de los años, en un modelo para muchos países por el escaso nivel de violencia que la acompañó. Esta etapa se caracteriza por la tensión entre el bloque inmovilista («búnker»), liderado por personalidades como Blas Piñar, y las fuerzas aperturistas, como Manuel Fraga o Adolfo Suárez. Al fallecer Franco, el Gobierno estaba presidido por Arias Navarro, que pretendía prolongar la obra del franquismo bajo la monarquía de Juan Carlos I, convertido en Rey y Jefe del Estado el 22 de noviembre de 1975, dos días después de la muerte del dictador. El Gobierno de Arias Navarro fracasó en el intento de atraerse a los grupos que se habían distanciado de la dictadura en sus años finales. Prometió entonces, como había hecho ya en 1974, una mayor apertura política, pero se encontró con la cerrada oposición del «búnker» o sector inmovilista del régimen que deseaba mantener intacto el legado político de Franco. A este contexto político de gran incertidumbre, hay que añadir el estallido de una gran conflictividad laboral derivada de la grave crisis económica surgida en 1973, que desembocó en un imparable aumento del desempleo y en manifestaciones y movilizaciones sindicales con fuerte represión policial.
LOS GOBIERNOS DE LA UCD: LA CONSTITUCIÓN DE 1978 (1977-1982)
A) LAS PRIMERAS ELECCIONES DEMOCRÁTICAS
En 1976, las Cortes franquistas aprobaron la Ley de Reforma Política, que proponía la creación de un Congreso de Diputados y un Senado elegidos por sufragio universal. Esta ley fue aprobada por los españoles en referéndum por el 94 % de los votantes. La oposición propugnó la abstención, que alcanzó el 22,6 %. En 1977 se legalizaron los partidos políticos (incluido el Partido Comunista) y los sindicatos y se concedió un indulto a los presos por delitos políticos. Numerosos dirigentes de los partidos hasta entonces ilegales retornaron a España desde el exilio. El 15 de junio de 1977 se celebraron en España las primeras elecciones democráticas desde hacía más de cuarenta años, con una elevada participación, que alcanzó el 78 % del censo electoral. Los resultados dieron la mayoría, aunque no absoluta, a Unión de Centro Democrático (UCD), el partido creado y liderado por Adolfo Suárez, que había dirigido el proceso de transición. El Partido Socialista Obrero Español (PSOE), encabezado por Felipe González, se consolidó como el principal partido de la oposición. A una mayor distancia electoral se situaron el Partido Comunista de España (PCE), liderado por Santiago Carrillo, y Alianza Popular (AP), presidido por Manuel Fraga. Los partidos nacionalistas (PNV, CiU) se configuraron como fuerzas políticas importantes. Con el consenso de las principales formaciones políticas, la UCD formó el primer Gobierno democrático y Adolfo Suárez fue investido presidente. Las nuevas Cortes decidieron iniciar un proceso constituyente y crearon una comisión integrada por representantes de todos los partidos políticos para elaborar una Constitución democrática.
B) EL GOBIERNO DE LA UCD
Los primeros años del restablecimiento de la democracia fueron de enormes dificultades y estuvieron marcados por una política de consenso, que consistía en llegar a acuerdos entre las diferentes fuerzas políticas y sindicales. Con este telón de fondo, el nuevo Gobierno de UCD emprendió una serie de medidas:
- Nombrar una ponencia parlamentaria integrada por las fuerzas parlamentarias para redactar una Constitución democrática.
- Estimular la recuperación de la economía mediante medidas económicas, salariales y laborales acordadas por partidos, sindicatos y organizaciones patronales (Pactos de la Moncloa).
- Proceder a una reforma fiscal progresiva para incrementar los ingresos del Estado y afrontar así los enormes gastos sociales.
- Decretar una amplia amnistía para los presos políticos.
La crisis económica provocó un aumento del malestar social con una proliferación de huelgas y manifestaciones. Por otro lado, la UCD tuvo divisiones internas y el liderazgo de Suárez fue cuestionado. Además, en 1980, el PSOE, principal partido de la oposición, presentó una moción de censura al Gobierno, que no prosperó. Ante esta situación, Suárez presentó su dimisión y mientras se votaba en las Cortes la investidura de Leopoldo Calvo Sotelo como nuevo presidente, el 23-F de 1981, tuvo lugar un intento de golpe de Estado que fracasó. El nuevo Gobierno no pudo frenar el desgaste de UCD y se convocaron nuevas elecciones para 1982.
C) LA CONSTITUCIÓN DE 1978
La nueva Constitución se aprobó en el Congreso y en el Senado, y fue refrendada por la mayoría de los españoles (87,8 %) el 6 de diciembre de 1978. La Constitución adoptó un carácter básicamente progresista, aunque presentaba una cierta ambigüedad, producto del consenso, que permitía que fuera asumida tanto por la izquierda como por la derecha.
Una monarquía constitucional parlamentaria
La Constitución define el sistema político español y regula el funcionamiento del Estado y de sus instituciones:
- Define el Estado español como un Estado social y democrático de derecho, organizado como una monarquía parlamentaria en la que la Corona tiene básicamente funciones representativas, y en la que el Ejército queda sometido al poder civil.
- Establece la soberanía popular, delegada en sus representantes, elegidos por sufragio universal, entre las fuerzas políticas (partidos) que se presentan libremente a las elecciones.
- Recoge la división de poderes: el legislativo es ejercido por unas Cortes bicamerales (Congreso y Senado), el Gobierno ostenta el ejecutivo, mientras que el judicial está en manos de los tribunales.
Un sistema de derechos y libertades
La Constitución garantiza la igualdad ante la ley de todos los españoles y españolas, y desarrolla una amplia declaración de derechos y deberes fundamentales, y libertades civiles y políticas. Los principales son:
- Se establece el derecho a la libre formación de partidos políticos, el derecho a la huelga y a la libre sindicación.
EL GOBIERNO DEL PSOE: FELIPE GONZÁLEZ (1982-1996)
Las elecciones de 1982 supusieron un cambio respecto a las fuerzas de la Transición. La UCD fue desapareciendo y Alianza Popular (convertida más tarde en Partido Popular) se consolidó como la primera fuerza de la oposición. El PCE sufrió un descenso electoral y en él surgieron discrepancias internas, que culminaron con la creación, en 1996, de Izquierda Unida. A partir de esta fecha se fue consolidando un modelo bipartidista en el que se han alternado en el Gobierno el PSOE y el PP. Los socialistas del PSOE, dirigidos por Felipe González, gobernaron España durante cuatro legislaturas (1982, 1986, 1989 y 1993). El cambio socialista se concretó en un programa de reformas, que tenía como prioridad la recuperación de la economía, la extensión de los servicios sociales y el ingreso de España en la CEE, que se llevó a cabo en 1986. Igualmente importante fue el referéndum sobre la permanencia de España en la OTAN, convocado en 1986, en el que ganó el sí a la permanencia con el 52 % de los votos a favor. Durante los primeros años predominó la lucha contra la inflación y se llevó a cabo una profunda reestructuración industrial. Para reducir los efectos sociales de esta política, que llegó a provocar varias huelgas generales, se incrementaron los servicios públicos y las prestaciones sociales, y se dio un gran impulso a las obras públicas (plan de autovías, AVE, etc.). En política interior, se aprobó una nueva ley de la enseñanza, que ampliaba la obligatoriedad de la educación hasta los 16 años, se realizó una profunda reforma del ejército y se inició una política antiterrorista, sobre todo contra ETA. En los últimos años, el Gobierno mostró síntomas de desgaste debido al empeoramiento de la situación económica. Además, el estallido de escándalos políticos, como el de los GAL (grupo armado destinado a combatir a ETA al margen de la ley) y el surgimiento de casos de corrupción debilitaron enormemente al Gobierno. Ante esta situación se convocaron elecciones anticipadas en 1996, que fueron ganadas por el Partido Popular.
EL PP DE AZNAR (1996-2004). EL PSOE DE ZAPATERO (2004-2011)
A) EL PP DE AZNAR (1996-2004)
José María Aznar, nuevo dirigente del Partido Popular, gobernó durante dos legislaturas. En la primera legislatura sus esfuerzos se orientaron a la reducción del déficit del Estado, mediante una política de privatización de empresas públicas, y a la disminución del paro. La mejora de la situación económica permitió a España la entrada en el euro (€) en el año 2002. A partir del año 2000, el terrorismo etarra se fue reduciendo, a pesar de asesinatos como el del concejal Miguel Ángel Blanco o del secuestro de Ortega Lara, que consiguieron unir a la mayoría del pueblo vasco en contra de esta banda. En la segunda legislatura, con mayoría absoluta del Partido Popular en el Congreso, se reformaron algunas leyes del periodo socialista, relacionadas con la enseñanza, el mundo laboral, la llegada de inmigrantes y la lucha antiterrorista. En política exterior, se propició el acercamiento a Estados Unidos, que comportó el apoyo a la intervención militar en Irak, en marzo de 2003, sin el respaldo de la ONU. Este hecho provocó una gran oleada de movilizaciones en contra de la decisión del Gobierno. El 11 de marzo de 2004, el radicalismo islámico produjo un terrible atentado en los trenes de cercanías de Renfe en Madrid, que provocó 193 muertos y centenares de heridos. En medio de una enorme conmoción social, tres días después, el PSOE ganó las elecciones.
B) EL PSOE DE ZAPATERO (2004-2011)
El socialista José Luis Rodríguez Zapatero gobernó durante dos legislaturas. En la primera (2004-2008) se llevaron adelante numerosas reformas. Tras asumir el Gobierno, ordenó la retirada de tropas de Irak. Además, impulsó una serie de normas legales de carácter social, como la Ley de Igualdad entre hombres y mujeres, la Ley del Matrimonio entre personas del mismo sexo, la Ley de Ampliación de las ayudas a las personas dependientes y la Ley de Extranjería para la regularización de los inmigrantes. También se inició un proceso de revisión de varios estatutos de autonomía. La recuperación de la memoria histórica de todos aquellos que habían sufrido la represión durante la época franquista llevó a la elaboración de la controvertida Ley de la Memoria Histórica (2007), que instituyó medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la Dictadura. La segunda legislatura (2008-2011) se vio afectada por la crisis económica mundial, que en España se tradujo en un gran incremento del paro, un estancamiento de la producción industrial y de la construcción, una crisis generalizada del sector financiero y un gran aumento de la deuda pública.
EL PP DE RAJOY (2011-2018). EL PSOE DE SÁNCHEZ (2018-…)
A) EL PP DE RAJOY (2011-2018)
Los comicios dieron la mayoría absoluta al Partido Popular y su nuevo líder, Mariano Rajoy. La legislatura estuvo marcada por la lucha contra la crisis, la disminución del paro, la reforma laboral y por un esfuerzo de reducción de la deuda exterior y del déficit público. El Gobierno pactó con la Unión Europea los reajustes presupuestarios que había que aplicar como condición para la renegociación de la deuda externa. El resultado fue la reducción de las partidas dedicadas a gasto social y la restricción de los derechos de los trabajadores. Todo ello, junto con diversos escándalos de corrupción política, provocó una fuerte contestación social, representada por los «indignados del 15-M» y por otros nuevos movimientos políticos y sociales. La situación económica se estabilizó a partir de 2014 y la economía tuvo un gran crecimiento, con la creación de puestos de trabajo de manera continuada hasta el fin de la legislatura. En diciembre de 2015 se celebraron nuevas elecciones que fueron ganadas con mayoría simple por el Partido Popular. Sin embargo, los resultados mostraron una clara crisis del sistema bipartidista (PP-PSOE), ya que entre ambos partidos perdieron casi un centenar de diputados y cinco millones de votos. Además, el panorama político quedó notablemente fragmentado debido a la aparición de nuevas fuerzas políticas como Ciudadanos, VOX y Podemos, esta última heredera en buena parte de los movimientos de protesta social. Estas fuerzas se presentaron como renovadoras, críticas con la corrupción política y exigiendo una profunda renovación del sistema político. Especialmente grave fue la declaración unilateral de independencia de Cataluña el 27 de octubre de 2017, sometida anteriormente a un referéndum el 1 de octubre que fue prohibido por el Estado central. La respuesta de Rajoy fue anunciar la destitución de todo el Gobierno autonómico y la convocatoria de elecciones autonómicas para el día 21 de diciembre en aplicación del artículo 155 de la Constitución.
B) EL PSOE DE SÁNCHEZ (2018-…)
En mayo de 2018 el PSOE registró una moción de censura contra el presidente Mariano Rajoy, tras la sentencia de un caso de corrupción que afectaba al Partido Popular, y Pedro Sánchez fue investido presidente el 1 de junio, tras el apoyo de la mayoría de partidos minoritarios del Congreso. Este Gobierno se mantuvo en funciones hasta las elecciones generales de abril de 2019, que fueron ganadas por los socialistas, pero la dificultad de establecer acuerdos obligó a repetir las elecciones en noviembre del mismo año, que fueron ganadas nuevamente por los socialistas con mayoría simple. Con el acuerdo con Podemos y el apoyo de otros partidos afines a la izquierda, este segundo Gobierno de Sánchez se convirtió en el primer Gobierno de coalición en la moderna historia democrática española, situación que no tenía lugar en España desde la Segunda República.