El Paleolítico en la Península Ibérica: Economía y Sociedad
A pesar de las diferencias propias de las distintas fases del Paleolítico peninsular, es posible establecer rasgos comunes a todas ellas, tanto en los ámbitos económico como social.
Economía Depredadora y Nomadismo Paleolítico
Desde el punto de vista económico, se caracterizaba por una economía depredadora, basada en actividades como la caza, la recolección y, en algunos lugares, la pesca. Todas estas actividades tenían un carácter estacional, ya que dependían de los desplazamientos de los grandes animales que constituían su alimento y de la mayor o menor extensión de los hielos.
Nuestros antepasados paleolíticos tallaban la piedra, lo que implicaba un desarrollo técnico limitado que no les permitía una actividad productiva. Por tanto, se limitaban a obtener de la naturaleza todo aquello que les ofrecía, pero sin reponerlo. Las duras condiciones de vida obligaban a compartir la caza y lo recolectado, por lo que es posible que la propiedad fuese colectiva.
Al no controlar su aprovisionamiento, su modo de vida y organización social se caracterizaba por el nomadismo y la organización en clanes.
El nomadismo venía determinado por la necesidad de seguir a los animales en sus desplazamientos y varió a lo largo del tiempo:
- Paleolítico Inferior: Los asentamientos eran al aire libre, en terrazas cercanas a ríos y lagos o en las laderas de los valles.
- Paleolítico Medio: Las mejoras en sus útiles y los cambios climáticos les permitieron vivir en los asentamientos durante periodos de tiempo más largos, en abrigos rocosos o pequeños techados de ramas y palos.
- Paleolítico Superior: El nivel de desarrollo intelectual del Homo sapiens (Cromañón) permitió mejorar y diversificar sus útiles, cazar más y mejor y, por tanto, garantizar su supervivencia como no había ocurrido con sus antecesores. La vida se desarrolló en cuevas cercanas a los ríos o al mar, donde se crearon importantes manifestaciones artísticas.
Organización Social en el Paleolítico
Las duras condiciones de vida propiciaron que los agrupamientos humanos fuesen pequeños (hordas, de aproximadamente 50 individuos) para garantizar la supervivencia de todos sus miembros. Estos pequeños grupos estaban unidos por lazos de sangre y símbolos totémicos a otros grupos, formando clanes.
Dentro de cada grupo, la necesidad de supervivencia hacía necesaria la cooperación (fundamental para desarrollar estrategias de caza), lo que reforzaba la cohesión y la igualdad entre sus miembros. Probablemente tenían un jefe, el mejor y más fuerte cazador, pero no hay evidencias de que existiera un poder político organizado.
La Revolución Neolítica: Transformación de la Vida Humana en la Península
Los cambios climáticos que se produjeron alrededor del 10.000 a. C., con el fin de las glaciaciones y la consecuente retirada de los hielos, provocaron un cambio fundamental en la vida de los seres humanos.
El clima se volvió cada vez más cálido y seco, lo que causó la desaparición o retirada hacia el norte de numerosas especies que habían constituido la base de la dieta de los grupos humanos. Esto dio lugar a una transformación en las formas de vida, la economía y la sociedad, conocida como Revolución Neolítica.
Innovaciones Tecnológicas y Económicas del Neolítico
Un cambio notable se produjo en la industria lítica, que permitió pasar de la talla a la pulimentación de la piedra. Esto supuso una mayor especialización de los útiles líticos (mejor aprovechamiento de la piedra, menor tamaño, mayor resistencia y utilidad), lo que permitía su uso en múltiples tareas.
Sin embargo, el gran cambio vino determinado por el desarrollo de actividades productivas como la agricultura y la ganadería, a las que pronto se añadirían la cerámica y el textil. Nos encontramos, pues, ante una economía productora que permitió a las comunidades humanas generar alimentos en mayor cantidad, garantizando la supervivencia de la colectividad y posibilitando que sus individuos se dedicaran a otras actividades productivas (división del trabajo).
Impacto Social y Político del Neolítico
El control de la producción permitió un cambio muy importante en el modo de vida, pasando de la vida nómada a la sedentaria, con asentamientos permanentes en forma de poblados estables, con construcciones rudimentarias que alojaban a los grupos familiares. Las sociedades se hicieron más complejas, más diversificadas y se abrió la puerta a una especialización que, con el tiempo, determinaría una clara diferenciación social.
La obtención de excedentes y el intercambio de estos permitió el nacimiento del comercio, inicialmente en forma de trueque y, posteriormente, como actividad independiente. Todo esto propició el surgimiento de la propiedad privada, las diferencias de riqueza y, por ende, las diferencias entre distintos grupos sociales.
La mayor complejidad de estas sociedades y las nuevas necesidades surgidas de la vida en poblados estables hicieron necesaria la existencia de un poder político más fuerte y jerarquizado, lo que desembocó en el surgimiento de los primeros Estados.