René Descartes: El Padre de la Filosofía Moderna
René Descartes fue un filósofo francés del siglo XVII. Durante esta época, se vivió un antes y un después en la filosofía: quedó atrás la antigua filosofía escolástica, abriéndose paso una nueva corriente moderna estrechamente unida a la razón. Se le consideró el primer filósofo moderno; enmarcado en la corriente racionalista, se opuso al empirismo anglosajón a la hora de explicar el problema del conocimiento. Como es de suponer, el origen del conocimiento para Descartes será la razón, y se basó en la existencia de ideas innatas.
La Búsqueda de la Certeza: El Método Cartesiano
Su ambición como filósofo fue la elaboración de un método de pensamiento que sirviera para fundar una metafísica en torno a verdades absolutas y así evitar el error. Partió de la idea de que todo ser humano posee razón, por lo que estableció un único método universal para todo conocimiento. La única sabiduría que le había resultado menos confusa fueron las matemáticas; por esta razón, basó su método en la forma de obtener los conocimientos matemáticos: la intuición y la deducción.
El método cartesiano consta de cuatro reglas fundamentales:
- Evidencia: Solo acepta como verdadero aquello que se presente en la mente de forma clara y distinta, es decir, como evidente.
- Análisis: Consiste en la descomposición de los elementos más complejos en sus partes más simples. Estos elementos simples serían entonces susceptibles de ser intuidos como ideas claras y evidentes.
- Síntesis: A partir de los elementos simples obtenidos en el análisis, se reconstruye de nuevo lo complejo gracias a la deducción, ascendiendo gradualmente hacia el conocimiento de lo más complejo.
- Enumeración: Consiste en revisar si la deducción ha sido aplicada correctamente y de forma exhaustiva, asegurando así la verdad de la conclusión y la ausencia de omisiones.
La Duda Metódica: El Camino hacia la Primera Verdad
Descartes pretendía elaborar una realidad partiendo de cero, buscando un fundamento inquebrantable. Antes de construir su metafísica, se dispuso a investigar si acaso existía algo verdadero en el mundo. El proceso que llevó a cabo para ello se conoce como duda metódica. Consiste en poner en tela de juicio todo aquello que no se le presentara como evidente.
- Duda de los sentidos: Primero, desconfió de los sentidos, ya que estos nos habían conducido a error alguna vez. Incluso de las verdades más inmediatas (por ejemplo, que “estoy sentado ahora en una silla”), argumentando que en muchos casos no podíamos distinguir el sueño de la vigilia.
- Duda de la razón: Después, dudó incluso de los propios razonamientos que podían resultar evidentes en nuestra mente. Argumentó con la hipótesis del genio maligno (o “geniecillo engañador”) que podía existir un ser todopoderoso que nos hiciera creer algo falso como cierto.
Llegado a este punto, Descartes solo pudo asegurar que, bajo todo posible engaño, se puede asegurar la verdad de una existencia como ente pensante: el Yo. Llega así a su primera certeza indudable, que se le presenta evidente: “mientras pienso, existo” (Cogito, ergo sum). Por consiguiente, pudo asegurar la existencia de ideas en su mente.
Las Ideas y la Existencia de Dios
Descartes separó las ideas en su pensamiento en tres tipos:
- Ideas adventicias: Supuestamente provenientes del exterior (ej. el sol, una mesa).
- Ideas facticias: Creadas por nosotros a partir de otras ideas (ej. un centauro, una sirena).
- Ideas innatas: Que existen en nosotros desde antes de nuestra propia existencia, como la idea de Dios, la perfección o el infinito.
Es esta primera evidencia del Yo pensante la que lleva a Descartes a plantearse la existencia de Dios y las posibles pruebas para demostrarla. Descartes basa la primera prueba para demostrar la existencia de Dios en el hecho de que los atributos divinos, incluyendo la perfección o infinitud, son ideas innatas. El Yo, siendo imperfecto y finito, no puede ser causa de ideas tan perfectas; tiene que haber algo exterior a mí que las haya implantado. Tal realidad no puede ser otra que Dios.
El segundo argumento parte de la primera demostración y aplica el principio de causalidad, en el que la causa tiene que tener tanta o más realidad que el efecto. Dentro de mí existe la idea de perfección: Dios. Relaciona al ser humano imperfecto con la idea de la perfección y cómo, pese a conocerla, no se ha creado a sí mismo perfecto. Por lo tanto, el ser humano no puede haberse creado a sí mismo, siendo su creador el Dios perfecto e infinito.
La evidencia de la existencia de Dios es, para Descartes, la idea garante a partir de la cual pudo demostrar la existencia del mundo, entendiéndolo como creador supremo.
La Realidad: Las Tres Sustancias Cartesianas
Así, la realidad ya está completa según Descartes, fundamentada en tres sustancias:
- Dios (Res Infinita): Sustancia infinita que existe por sí misma y que es fundamento de las otras dos.
- El Pensamiento o Yo (Res Cogitans): Sustancia finita pensante, independiente del mundo físico (es decir, independiente del cuerpo).
- El Mundo Físico (Res Extensa): Sustancia finita extensa, independiente del pensamiento.
El Ser Humano y la Ética Provisional
A la hora de explicar el ser humano, Descartes afirmó el dualismo de manera radical. Entendió al ser humano como una unión accidental de dos sustancias: el cuerpo y el alma. El cuerpo, una sustancia extensa, y el alma, una sustancia pensante. Posteriormente, trató de encontrar una conexión entre ambos, pero no lo consiguió satisfactoriamente.
En cuanto a la ética, Descartes no desarrolló una teoría particular. Propuso una moral provisional que reflejaba un punto de vista racionalista y humanista de la vida. Se basaba en el control de las pasiones del cuerpo por parte del alma, buscando la autonomía de la razón.