El Vitalismo y sus Principios Fundamentales
Las características fundamentales del vitalismo son las siguientes:
- El irracionalismo: La esencia de la realidad reside en un principio originario no racional, que en este caso es la vida.
- La imposibilidad de comprender la realidad con categorías racionales.
- El rechazo a explicar el fenómeno vital únicamente mediante el juego de fuerzas fisicoquímicas.
Friedrich Nietzsche: Vida, Obra y Pensamiento Filosófico
Primeros Años e Influencias
A los 20 años, Friedrich Nietzsche (1844-1900) se matriculó en la Universidad de Bonn para estudiar Filología y Teología. Leyó al filósofo Schopenhauer, de quien adoptó su visión pesimista de la vida y del mundo. Schopenhauer proporcionó a Nietzsche el apoyo que este necesitaba tras la pérdida de su fe en Dios, y despertó en él la pasión por la filosofía. La gran estima que Nietzsche sentía por Schopenhauer fue reforzada por el gran músico Richard Wagner.
“El Origen de la Tragedia”: Apolíneo y Dionisíaco
Nietzsche escribió “El origen de la tragedia”. En esta obra defendía la tesis de que el mundo de la antigüedad es el resultado de una profunda tensión entre dos fuerzas vitales: una permanente confrontación entre lo apolíneo, principio de la medida y del orden, y lo dionisíaco, principio de la destrucción y de la fuerza impetuoso-creativa.
Ruptura con Schopenhauer y Wagner
Tras la publicación de su primera obra, Nietzsche quedó totalmente desprestigiado. Empezó a despreciar la filología, y del filólogo Nietzsche nació el filósofo Nietzsche. Comenzó a distanciarse de Schopenhauer, sobre todo de su negación de la voluntad y de la vida. Más cruelmente transcurrió su distanciamiento de Wagner y su mujer Cosima. Wagner se aproximó también al cristianismo y Nietzsche, por el contrario, se hacía cada vez más suspicaz con él, a la vez que su enfermedad se iba agravando.
“Humano, Demasiado Humano” y la Filosofía de la Sospecha
Con “Humano, demasiado humano” (1878), el libro dedicado a los espíritus libres, que envió a Wagner con un gesto de ironía, Nietzsche se encontró por fin a sí mismo como un “espíritu liberado” del idealismo, del cristianismo, de Schopenhauer y de Wagner. A partir de aquí, siguió su propio camino como escritor y pensador.
Donde otros percibían lo ideal, Nietzsche discernía lo “humano, demasiado humano”. Nuestro filósofo sometió a una crítica incisiva la moral eudemonista burguesa y, en general, el “idealismo”, incluyendo el cristianismo y toda la metafísica, a los que consideraba meras construcciones de un mundo soñado que surge al dividir al ser humano en cuerpo y alma.
En esta obra, Nietzsche aboga por una subversión de valores. A esta etapa, conocida como la filosofía de la sospecha, pertenecen también obras como “Aurora” y “La gaya ciencia”. En esta última obra, al final del libro cuarto, el autor introduce el personaje de Zaratustra. Esta obra, en general, aborda temas fundamentales de una “antirreligión”.
Así Habló Zaratustra: El Superhombre y la Voluntad de Poder
La primera parte de Así Habló Zaratustra se caracteriza por un lenguaje religioso y un tono bíblico con el que esperaba superar a la propia Biblia. Zaratustra era un fundador religioso persa, anterior al cristianismo, y se convierte en la figura central de la obra.
El tema central del primer libro es la superación del hombre por el hombre, y el superhombre emerge como la primera imagen clave de toda la obra de Zaratustra. Presenta al superhombre como el fruto de “tres transformaciones”: “cómo el espíritu se convierte en camello, el camello en león, y el león, por fin, en niño”.
Nietzsche realiza una aguda crítica de los valores tradicionales y de todo lo establecido. Finalmente, profesa una admiración absoluta por la voluntad de poder, entendida como el verdadero objetivo de la vida, al que toda voluntad de verdad debe servir. El mundo, el ser humano y la vida misma son, para Nietzsche, manifestación de la voluntad de poder, una voluntad de crear. Es crucial evitar la interpretación del superhombre como una figura racista; más bien, representa el resultado de un nuevo tipo moral basado en la moral de señores, en oposición a la moral de esclavos. La moral de esclavos se caracteriza por el pesimismo ante la vida terrenal, buscando refugio en la promesa de un más allá.
El superhombre asume la moral de señores, cuya tabla de valores se define así: el señor es fuerte y poderoso; sabe dominar y dominarse a sí mismo. Y, sobre todo, ama la vida, esta vida terrenal. En opinión de Nietzsche, la civilización occidental ha estado dominada por la moral de esclavos.
El Eterno Retorno: Una Alternativa a la Trascendencia
Hasta la tercera parte de Así Habló Zaratustra, Nietzsche no desvela la segunda imagen fundamental de su pensamiento: el eterno retorno. Como maestro de esta doctrina, el propio Zaratustra debe “convalecer” y “desaparecer”. El eterno retorno se presenta como la alternativa radical a la promesa de vida eterna de las religiones.
Últimas Obras y la Filosofía a Martillazos: Nihilismo y Transmutación de Valores
Sus últimas obras filosóficas pertenecen a la etapa denominada filosofía a martillazos, caracterizada por una intensa labor destructiva con el fin de transmutar todos los valores hasta entonces vigentes. En ellas, ataca los principales conceptos metafísicos, considerándolos meros “engaños gramaticales” o del lenguaje. En su libro “Más allá del bien y del mal”, afirma la necesidad de socavar todos los fundamentos en los que el saber humano se ha basado hasta su época, argumentando que estos se apoyan en prejuicios de la fe o de los propios filósofos.
El último escrito que Nietzsche destinó para su publicación fue “El Anticristo”. Se trata de una contundente maldición contra el cristianismo, buscando su aniquilación, y con él, la del budismo y el judaísmo. En el último capítulo de su autobiografía “Ecce Homo”, publicada poco después, Nietzsche manifiesta su conciencia de su poder destructor: “¡No soy un hombre, soy dinamita!”. Lleva hasta el extremo su cuestionamiento de los valores tradicionales de la moral, la religión y la cultura. Así, Nietzsche introduce un concepto clave en la historia del espíritu del siglo XX: el nihilismo, entendido como la “nada”.
El nihilismo es, según Nietzsche, el convencimiento de la inanidad, la incoherencia, el sinsentido y la falta de valor de la realidad. Para él, los valores e ideales del ser humano no existen por sí mismos en ninguna parte, sino que son el resultado de la invención y determinación humana.