La Generación del 98: Orígenes y Contexto
En paralelo al desarrollo del modernismo, se inició en España un grupo con una tendencia más reflexiva, marcada por la preocupación por problemas de índole sociopolítica (la esencia de España y su destino) o metafísica. Este movimiento es conocido como la Generación del 98. Algunos de sus autores fueron también modernistas, pero el temprano abandono de esta estética los insertó definitivamente en el grupo al que ahora nos referimos. Denominamos Generación del 98 a un grupo de autores que comenzaron a escribir en torno a la fecha del desastre colonial español (1898), en cuyas obras se presentaron preocupaciones comunes sobre la identidad española y la necesidad de una regeneración nacional.
Temas y Características de la Generación del 98
- El tema de España: Para los autores del 98, España es una preocupación central. El desastre colonial de 1898 vino a ser el punto de referencia sobre el que se reforzó la idea del regeneracionismo: había que regenerar España, volver a crearla a partir de sus raíces y sus tradiciones, pero también a partir de la educación.
- Castilla y su paisaje: Se convierten en materia de reflexión, ya que, a través de ellos, se busca la esencia auténtica de España.
- Preocupaciones existenciales: Llevan a los autores del 98 a plantearse asuntos tan profundos como la inmortalidad del alma, el conflicto entre la razón y la fe, o la esencia misma del ser humano.
- La envidia (el cainismo): Se considerará uno de los grandes males de España y de los españoles, y desembocará en una fragmentación que llevará al poeta Antonio Machado a hablar de las «dos Españas».
Miguel de Unamuno: Figura Central del 98
Miguel de Unamuno es una de las figuras más prominentes y representativas de la Generación del 98, cuya obra abarca todos los géneros literarios y se caracteriza por una profunda reflexión sobre España y la existencia humana.
Biografía de Miguel de Unamuno
Miguel de Unamuno (1864-1936) nació en Bilbao y estudió Filosofía y Letras en Madrid. En 1891 obtuvo la cátedra de Griego en la Universidad de Salamanca, de la que luego fue rector. Se opuso a la dictadura de Primo de Rivera. En sus últimos años, tras ser diputado durante la Segunda República, apoyó en principio el levantamiento militar de Franco, que daría lugar a la Guerra Civil, pero pronto lo rechazó y se enfrentó a los sublevados con la frase célebre: «Venceréis, pero no convenceréis». Murió poco después, en su casa de Salamanca.
Obra Poética de Unamuno
Su obra poética más celebrada es El Cristo de Velázquez (1920), de temática religiosa. Se trata de un poema lírico-simbólico organizado en cuatro partes que glosan los símbolos asignados a Cristo, los tiempos de su muerte y las partes de su cuerpo. Sus otros poemarios son Poesías (1907), Rosario de sonetos líricos (1911), Rimas de dentro (1923), Teresa (1924) y Poemario de la dictadura, escrito a raíz de su destierro a Fuerteventura durante la dictadura de Primo de Rivera, que consta de dos partes: «De Fuerteventura a París» (1925) y «Romancero del destierro» (1928). En 1953 se publicaba póstumamente su Cancionero, cuyos poemas breves, que buscan lo esencial, lo acercan a la estética de Machado y de Juan Ramón.
Ensayos y Temas Centrales en la Obra de Unamuno
La obra de Unamuno abarca todos los géneros literarios (poesía, teatro y novela) y se desarrolla también en el ámbito del ensayo, siempre desde la perspectiva de los dos temas capitales de su literatura: la honda preocupación por España y las inquietudes existenciales, que le llevan a preguntarse por el sentido de la vida humana a partir de sus crisis de fe.
La Preocupación por España
En lo que se refiere al tema de España, por lo general lo vamos a encontrar en sus ensayos. Los dos más importantes a este respecto son En torno al casticismo (1895) y Vida de don Quijote y Sancho (1905). En torno al casticismo se centra en la idea de la regeneración y de la recuperación de los valores eternos de España, que Unamuno encuentra en la «intrahistoria», el devenir cotidiano de las gentes sencillas que no están en los libros de historia, pero construyen con su trabajo la realidad española. Por su parte, la Vida de don Quijote y Sancho es una reflexión sobre el alma de España tomando como base la obra de Cervantes, que le llevará a la conclusión de que la ausencia del idealismo quijotesco hunde a los españoles en la mediocridad.
Las Inquietudes Existenciales
El otro gran tema de Unamuno es el de la esencia del ser humano y la inmortalidad del alma. Tras perder la fe, el autor se plantea el sentido de la vida, ya que para él, si no hay nada más allá de la muerte, vivir carece de sentido. Esta es la base de su novela tal vez más metafísica, San Manuel Bueno, mártir (1931), que narra los desvelos de un párroco rural que ha perdido la fe, pero se plantea mantener a sus feligreses en la creencia de la vida eterna, y ofrece un marcado contraste entre la realidad trágica (la certeza de que no hay otra vida) y la felicidad ilusoria que don Manuel quiere ofrecer a los habitantes del pueblo.
Las Novelas y las «Nivolas» de Unamuno
La otra gran novela de Unamuno es Niebla (1914), que refleja el concepto de que los seres humanos somos juguetes en manos de un ser superior que, cuando se cansa de nosotros, nos mata, deja de «soñarnos». Así le ocurrirá al protagonista de Niebla, Augusto Pérez, quien, hastiado, decide suicidarse y, para ello, pide su opinión al propio Unamuno, quien le dice que no puede suicidarse porque no existe nada más que en su mente de autor, de creador. Así es el ser humano, un ente de ficción creado por Dios y expuesto a sus caprichos. En Niebla, la realidad y la ficción se entremezclan y es difícil distinguir los límites que las separan. Dado el gran contenido filosófico y la falta de acción de las novelas de Unamuno, los críticos le dijeron que, en realidad, no eran novelas. El autor, entonces, con una actitud desafiante, dijo que si no eran novelas, serían nivolas, y con este nombre denominó a la mayoría de sus obras narrativas a partir de Niebla.
El resto de las novelas de Unamuno se centran también en problemas humanos, como sucede con Amor y pedagogía (1902), donde el protagonista, don Avito Carrascal, se propone hacer de su hijo Apolodoro un genio a partir de una educación de base racionalista y científica, y fracasa estrepitosamente. Abel Sánchez (1917), por su parte, se centra en el tema de la envidia y del odio, del cainismo tan propio de los españoles. La tía Tula (1921), por último, nos plantea el sentimiento de la maternidad frustrada.