La Poesía en la Segunda Mitad del Siglo XIX
Aunque la novela es el género literario predominante en la segunda mitad del siglo XIX, se compuso abundante y variada poesía que satisfacía el gusto de la burguesía dominante. Esta clase impuso un modelo de sociedad donde la cultura y la política aparecían unidas. De ahí el predominio de una poesía moralizante que exalta los valores familiares y religiosos, y condena todo lo que implique desorden e inseguridad. En este contexto, se pueden distinguir tres tendencias principales:
Principales Tendencias Poéticas
Poesía Realista Antirretórica
Adopta nuevas formas expresivas que se alejan del Romanticismo. Es la lírica propiamente realista. Se reivindica un lenguaje prosaico y antirretórico, que sirva de cauce para las nuevas ideas, de acuerdo con la mentalidad positivista y burguesa. Ramón de Campoamor es el principal representante de este tipo de poesía. El prosaismo (lenguaje claro y sencillo que acerca la poesía a la prosa) se hace patente en sus obras como Doloras (1846), Pequeños poemas (1872-1874) y Humoradas (1886-1888).
Poesía Realista Grandilocuente
Enlaza con el Neoclasicismo, tanto en sus temas de carácter cívico como en la preocupación por la forma rotunda y bien construida. El autor más representativo de esta tendencia es Gaspar Núñez de Arce.
Poesía Intimista Postromántica
Supone la superación del romanticismo retórico y trivial imperante en la primera mitad del siglo XIX. Dos figuras importantes que se han de mencionar son: Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro.
- Gustavo Adolfo Bécquer busca la condensación y simplificación formal como medio para sugerir con la palabra, la imagen y el símbolo las ideas que rozan lo inefable.
- Rosalía de Castro compuso versos tanto en gallego, Cantares gallegos (1863) y Follas novas (1880), como en castellano, En las orillas del Sar (1884).
La Poesía Premodernista o Colorista
Ya a finales de siglo surge la poesía premodernista o colorista. Esta poesía intenta alejarse del realismo conscientemente e intenta conectar con rasgos de la poesía becqueriana, como la expresión contenida de los sentimientos o el concepto de poesía como misterio en el que se funden sentimientos, colores y músicas. Estos conceptos aparecen en los poemarios de:
- Manuel Reina, Cantos de otra época (1878)
- Salvador Rueda, Himno de la carne (1890)
- Ricardo Gil, La caja de música (1898)
En estas obras se encuentran ya referentes de la siguiente etapa: príncipes y princesas, ambientes exóticos, nuevos paraísos y personajes de la mitología, todo ello expresado con un lenguaje poético brillante y una versificación sonora.
El Teatro en la Segunda Mitad del Siglo XIX
El teatro de esta época se va alejando de los moldes románticos para adecuarse a los gustos de la sociedad burguesa. También algunos progresos técnicos mejoran la puesta en escena, como la iluminación (las lámparas de aceite son sustituidas por las de gas y, posteriormente, por alumbrado eléctrico).
En esta época se produce un fenómeno importante: la separación del público según su procedencia. Por lo tanto, el teatro —y las salas en las que se representa— será diferente según el público al que vaya dirigido:
Tipos de Teatro según el Público
La Zarzuela
Va orientada a un público de carácter popular y los libretos suelen ser de escaso valor literario.
El Género Chico o Teatro por Horas
Heredero del sainete dieciochesco, suelen ser obritas simples, repletas de chistes y chascarrillos, y exaltación patriotera o localista.
El Teatro Dirigido al Público Burgués (Alta Comedia)
Triunfa la alta comedia con un marcado carácter moralizante, limitado repertorio de personajes (normalmente meros tipos que carecen de un mínimo desarrollo psicológico). Las unidades de tiempo y lugar tienden a respetarse y la acción se desarrolla en lujosos interiores burgueses. Representantes más característicos de este teatro son: Adelardo López de Ayala (El tanto por ciento) y Manuel Tamayo y Baus (Un drama nuevo).
Dramaturgos Destacados y la Renovación Teatral
José de Echegaray
Autor de gran éxito, obtuvo el Premio Nobel en 1904. Sus numerosos dramas presentan un patetismo superficial y efectismos exagerados y fáciles. Algunas de sus obras más celebradas son Locura o santidad (1877) y El gran Galeoto (1881).
La Crítica y el Drama Social
Echegaray fue muy criticado por escritores realistas como Galdós o Clarín, quienes promovían el deseo de renovación de la escena teatral. Sin embargo, sus intentos quedaron en mera teoría, pues al llevarlos a escena no tuvieron éxito. Ejemplo de este intento renovador, y que se considera el inicio del drama social, es la obra de Joaquín Dicenta, Juan José, estrenada en el Teatro de la Comedia en 1895.
Benito Pérez Galdós y la Renovación de la Escena
Por último, cabe destacar el intento de renovación de la escena española que realiza Galdós. Si bien Galdós es, sobre todo, un novelista de primer orden, también es un notable dramaturgo. Sus estrenos comienzan en 1892 y ya no pararán durante el resto de su vida. Galdós pretende renovar la escena española superando la trivialidad del teatro de la época e introduciendo en sus dramas problemas de conciencia individual que los acercan al teatro de Ibsen o Chéjov. Algunos títulos son: La de San Quintín (1894), Electra (1901) o Mariucha (1903).