Análisis del Manifiesto de los Persas
Ideas Principales y Objetivos
El tema central del texto es el deseo de la nobleza y del clero por restaurar el Antiguo Régimen. Las ideas principales hacen referencia a los supuestos beneficios de este sistema y al anhelo de abolir toda la obra legislativa de las Cortes de Cádiz, incluida la Constitución de 1812.
En este documento, la nobleza y el clero absolutistas expresan su deseo de que el rey Fernando VII, apodado “el Deseado”, restaure el Antiguo Régimen, ya que la Constitución de Cádiz no favorecía en absoluto sus intereses estamentales. Como idea secundaria, se extrae del texto el apoyo incondicional que recibe el monarca por parte de un sector del pueblo que lo ve como un salvador, y cuyos deseos estaban, en muchos casos, más en consonancia con las tradiciones que con las innovaciones liberales de Cádiz.
Simbología y Justificación
El encabezado del manifiesto, “SEÑOR”, es significativo, pues se dirige directamente al rey Fernando VII, recién llegado de su exilio en Bayona. Tras este inicio, los firmantes explican el porqué de autodenominarse “persas”, haciendo referencia a una antigua costumbre de dicha cultura que consistía en “pasar cinco días de anarquía” tras la muerte de un rey para comprender la necesidad de un poder fuerte. Si bien matizan que la circunstancia no es idéntica, ya que el rey no había muerto sino que había pasado seis años en cautividad, utilizan esta analogía para justificar la necesidad de su regreso al poder absoluto. El párrafo finaliza indicando que los firmantes son parte de aquellos que se complacen en ver al monarca restituido en el trono.
Defensa de la Monarquía Absoluta
El segundo párrafo es una loa a la monarquía absoluta, indicando tanto su origen, que consideran “obra de la razón y de la inteligencia”, como su aceptación histórica, pues “fue establecida por derecho de conquista o por la sumisión voluntaria de los primeros hombres”. Igualmente, se señala su supuesta necesidad para el buen gobierno y se subraya la obediencia que los súbditos deben a los monarcas absolutos.
Peticiones al Rey
En el tercer párrafo, los firmantes solicitan al rey, sin ningún tipo de rubor, una serie de peticiones concretas. Entre ellas destacan:
- La abolición de todo “lo actuado en Cádiz”.
- La celebración de Cortes estamentales, convocadas “en la forma en que se celebraron las antiguas”.
- El mantenimiento de la legislación tradicional, es decir, las “leyes y fueros”.
- Y, sobre todo, “que se suspendan los efectos de la Constitución” y los decretos dictados en Cádiz.
Contexto Histórico: El Regreso de Fernando VII y la Restauración Absolutista
El Decreto de Valencia
Este texto es un documento fundamental de la época del reinado de Fernando VII, a su vuelta a España en 1814 tras la Guerra de la Independencia. Recibido con entusiasmo popular, el Rey pronto manifestó cuáles eran sus intenciones respecto a los cambios liberales acaecidos en el país durante su ausencia. El 4 de mayo, en Valencia, dictó un Real Decreto por el que suprimía las Cortes, declaraba nula toda su actuación y, por consiguiente, abolía la Constitución de 1812 y toda la legislación realizada por la Cámara.
El Papel del Manifiesto
El 10 de mayo, el Rey entraba en Madrid. El apoyo de la nobleza y el clero absolutistas se había expresado previamente en el documento que un centenar de diputados reaccionarios le habían entregado en Valencia, conocido como el Manifiesto de los Persas. En él se reclamaba la vuelta al sistema del Antiguo Régimen y a la situación de partida de 1808. Se reivindicaba el carácter ilimitado del poder del Rey y se defendía la “Alianza del altar y del trono”, divisa que pasó a significar la unidad entre los estamentos privilegiados y la Corona para detener cualquier cambio en el sistema social y político. Además, se aseguraba la existencia de una supuesta conspiración de liberales, masones y afrancesados para acabar con la Monarquía, a la que había que combatir con todas las armas posibles.
Primeras Medidas del Sexenio Absolutista (1814-1820)
Las primeras medidas del Rey se encaminaron a satisfacer las reclamaciones de quienes apoyaron el golpe de Estado absolutista. El decreto del 4 de mayo eliminó la soberanía nacional y la institución que la representaba, las Cortes constitucionales. También quedaron derogadas la Constitución de Cádiz y la legislación ordinaria emanada de ella. Así, se anularon las medidas desamortizadoras, los inicios de reforma fiscal y la libertad de imprenta. Se restituyeron los privilegios de la nobleza y de la Iglesia, se restableció el Tribunal de la Inquisición y la Mesta, y se permitió incluso el retorno de la Compañía de Jesús.
La Represión Fernandina
La consecuencia inmediata del golpe de Estado fue la represión. Se procedió a la detención y juicio tanto de los afrancesados como de los liberales, acusados de traición y de conspiración contra el Rey. Quienes justificaron su apoyo a los franceses por la imposibilidad de victoria o con argumentos providencialistas y enviaron solicitudes de perdón al Rey no fueron atendidos. Mucho menos los políticos y militares que, de forma expresa y pública, habían aceptado el gobierno josefino y se habían implicado en él. Los liberales no recibieron mejor trato, pues su defensa de la Constitución la pagaron con el destierro y la confiscación de sus bienes. Diferente trato recibieron los funcionarios que habían jurado fidelidad al nuevo rey para mantener sus empleos: la mayoría de ellos fueron excluidos de las medidas represivas de Fernando VII.
Un Gobierno Inestable
Durante el Sexenio Absolutista, Fernando VII gobernó mediante sucesivos ministros, en un clima de permanente inestabilidad política ante la falta de coherencia en la línea a seguir y la incapacidad de sus consejeros para gobernar un país que ya no podía ser administrado como antes. El auténtico gobierno en la sombra lo constituía la camarilla del rey. El resultado fueron seis años caóticos, en los que los problemas se fueron agravando hasta provocar el triunfo del pronunciamiento militar de Riego en 1820, que daría inicio al Trienio Liberal.