Reestructuración y Desindustrialización en España: El Impacto de la Crisis Industrial (1976-2001)

La Crisis Industrial Española (1976-2001): Contexto y Transformación

El periodo 1976-2001 estuvo marcado por profundas transformaciones en el sector industrial español:

  • Las tasas de crecimiento de la producción industrial se redujeron al 1,3% anual entre 1974 y 1985.
  • No obstante, la productividad creció un 4% al año, lo que pone de relieve una de las vertientes del cambio industrial: la progresiva sustitución de trabajo por tecnología.

Causas de la Crisis Industrial Española

Las causas de este proceso son complejas. La crisis industrial española es el resultado principalmente de una coyuntura internacional (una crisis generalizada del modelo industrial vigente), aunque tuvo ciertas características específicas debido a las condiciones de la estructura industrial heredada y la coyuntura histórica del momento (la Transición Democrática).

a) Impactos recibidos del exterior (Coyuntura Internacional)

  • El desencadenante de la crisis económica fue la crisis de la energía de 1973 (y la posterior de 1979), que incrementó los costes de producción y redujo la demanda.
  • La crisis energética coincidió con el aumento de la competencia de Nuevos Países Industriales, especializados en industrias tradicionales con muy bajos costes de mano de obra y con reducidos, o nulos, controles medioambientales.
  • Y, sobre todo, la crisis es una crisis de fondo: el agotamiento del modelo industrial anterior (fordista) y el inicio de una nueva etapa denominada postindustrial, llamada también la Tercera Revolución Industrial.

El nuevo modelo industrial, asentado en las innovaciones tecnológicas, conlleva una transformación de algunas de sus características fundamentales:

  • Nuevos sistemas productivos y de organización empresarial.
  • Globalización (nueva división internacional del trabajo y formación de grandes mercados supranacionales —por ejemplo, la Unión Europea—).
  • Crisis del Estado del Bienestar y desregulación de las relaciones laborales, etc.

b) Rasgos económicos heredados del período anterior

Aunque la crisis afectó a todos los países industrializados, en la industria española incidió de manera muy intensa debido a las características del proceso de desarrollo español de los años sesenta:

  • La desfavorable especialización sectorial, centrada en sectores maduros (industria siderúrgica, astilleros, textil).
  • Una estructura industrial poco competitiva provocada por la tradición proteccionista y el minifundismo empresarial.
  • La fuerte dependencia energética y tecnológica del exterior.
  • Un elevado endeudamiento empresarial.

Estas deficiencias estructurales provocaron una baja competitividad de las empresas españolas en el contexto de una economía cada vez más abierta.

c) Las limitaciones impuestas por las circunstancias de la “Transición Política”

Todo lo anterior coincidió con las especiales circunstancias político-sociales que vivió España desde 1975: el cambio de una dictadura a un régimen democrático. La Transición Política generó un periodo de incertidumbre que:

  • Redujo la inversión empresarial (interna y externa).
  • Retrasó la adopción de políticas de ajuste necesarias para hacer frente a la crisis.

Ello contribuyó a prolongar y hacer más agudos determinados efectos del proceso.

Consecuencias y Reestructuración Territorial

La crisis afectó en su conjunto a la estructura del sistema industrial español, aunque lo hizo de manera muy diversa según las ramas de actividad y los territorios.

Impacto Sectorial

Las ramas industriales que más sufrieron la crisis fueron los sectores tradicionales, muchos de ellos con un consumo intenso de trabajo y de energía:

  • Textil, madera y mueble.
  • Siderurgia, metalurgia básica y de transformación.
  • Construcción naval.

Reestructuración Territorial

Desde el punto de vista territorial, la consecuencia más significativa fue la detención de la concentración industrial que se dio durante el desarrollismo. Se produjo un trasvase de la producción industrial desde los focos tradicionales hacia espacios periféricos al agotarse los atractivos de la gran ciudad y de muchas áreas de antigua y densa industrialización (deseconomías):

  • Elevación de costes de suelo y de salarios.
  • Saturación de infraestructuras.
  • Mayor conflictividad.

Este cambio en las pautas de localización tuvo como consecuencia:

  • Un debilitamiento del eje Cantábrico y de los focos tradicionales de Madrid y Barcelona.
  • Un reforzamiento de los ejes del Ebro y Mediterráneo.

En cualquier caso, los contrastes regionales heredados continúan en gran medida vigentes. La mayor parte del empleo y de la producción industrial permanecen aún concentrados en el Cantábrico, Barcelona, Madrid, Mediterráneo y Valle del Ebro. El reparto de la inversión en nuevas industrias, especialmente en aquellas de tecnología más avanzada, continúa produciéndose en las áreas catalana, vasca y madrileña, incorporándose decididamente los dos ejes ya mencionados.