La Escultura del Siglo XIX: Del Neoclasicismo a la Revolución de Rodin

Academicismo Neoclásico

La escultura experimentó un gran auge durante todo el siglo XIX, ya que gracias a las academias se desarrollaron escuelas nacionales cuya principal característica fue la inspiración en el Clasicismo. Son tantos y tan excelentes los grandes escultores que es imposible un estudio detallado de cada uno o de las particularidades de su escuela (foco con características comunes en un lugar y época determinados). Sin embargo, es posible establecer algunas características generales comunes a todos ellos.

Las principales derivan del Academicismo:

  • Inspiración en los modelos clásicos grecorromanos y renacentistas.
  • Uso de materiales nobles, especialmente mármol y bronce.
  • Idealización y perfección técnica y anatómica.
  • Inexpresividad y frialdad en los rostros.
  • Uso de cánones clásicos.
  • Ausencia de policromía.
  • Temas elevados: mitología, retrato conmemorativo, sepulcros, etc.
  • Proliferación del desnudo, minimizando cualquier rasgo de erotismo.

La Transición hacia el Romanticismo

Con la evolución hacia el Romanticismo, la escultura comienza a experimentar cambios significativos que rompen con la rigidez neoclásica:

  • Se tiende a romper la rigidez y a buscar el dinamismo y el movimiento, introduciendo composiciones helicoidales, curvas y diagonales.
  • Al igual que en la arquitectura o la pintura, se introducen temas nacionales (sobre todo de la Historia) y retratos heroicos.
  • Se tiende al Eclecticismo, introduciendo aportaciones personales o temas y modelos historicistas (neobarrocos, neogóticos, etc.).
  • Hay una mayor tendencia a plasmar la expresión de los sentimientos, destacando las emociones en los rostros y la fuerza expresiva en la anatomía.
  • Los materiales pierden paulatinamente el acabado clasicista y se dejan a veces sin pulir o sin refinar, resaltando sus propiedades naturales.
  • Se produce una mayor integración en el urbanismo. Proliferan los encargos oficiales: monumentos conmemorativos, sepulcros, plazas, fachadas de nuevas edificaciones, etc.

Principales Escultores de la Transición

François Rude (1784-1855)

Se trata de un escultor plenamente academicista, aunque en alguna de sus obras, como La Marsellesa (altorrelieve del Arco de Triunfo de París), introduce ya expresiones en los rostros que apelan a la emoción del espectador, y la composición se hace menos rígida.

Pierre Jean David, “David d’Angers” (1788-1856)

Fue un escultor que, desde una base académica, aplicó los principios del Romanticismo. Supo captar el sentimiento en los rostros de los personajes, elaborando auténticos retratos psicológicos. Destaca su estatua de Gutenberg, aunque él prefirió siempre la de Barra, un niño tamborilero francés que murió en batalla tocando su tambor.

Jean-Baptiste Carpeaux (1827-1875)

Evoluciona hacia un estilo ecléctico muy dinámico y alegre, con composiciones helicoidales muy movidas. Destaca la mirada, los gestos y los cabellos de los personajes, que pierden toda rigidez. Su obra más famosa es la alegoría de La Danza (altorrelieve del Palacio de la Ópera de París), muy criticada en su día por su atrevimiento y gran sensualidad.

El Realismo en la Escultura

A mediados del siglo XIX se percibe un cambio notable en la escultura, que se alinea con las corrientes realistas. Sus características principales son:

  • Se introducen nuevos materiales considerados menos nobles, como la piedra, el barro o el yeso.
  • El público burgués demanda obras decorativas de menor tamaño, como el bronce de adorno.
  • Se mantienen ciertos convencionalismos académicos, pero con un nuevo enfoque temático.
  • Se desarrolla una estatuaria por encargo de los gobiernos, lo que en ocasiones limita la libertad creativa.
  • Se consolida una corriente de base naturalista cuya máxima aspiración es mostrar la realidad social: el Realismo.
  • Se aleja de la belleza idealizada del Neoclasicismo.
  • Pone el foco en temas como el trabajo, el esfuerzo o la vida cotidiana, sin abandonar el carácter histórico.
  • Se perfecciona la captación del detalle y se cultiva la caricatura como forma de crítica social.

Exponentes del Realismo Escultórico

Jules Dalou (1838-1902)

Autor de clara inspiración izquierdista. Destaca El triunfo de la República o su inacabado Monumento a los trabajadores. A la muerte de Dalou, en 1902, solo estaba terminado el Campesino. La estatua, expuesta a título póstumo, produce una profunda impresión. No representa a un bello atleta en una pose a la antigua, sino a un auténtico campesino, con el cuerpo deformado por el cultivo de la tierra, captado en un momento de descanso. La actitud, no obstante, es noble y digna. El escultor, partidario de la Comuna de París y republicano convencido, denuncia la alienación del hombre por el trabajo.

Constantin Meunier (1831-1905)

Marxista como Dalou, pone el acento en los obreros y sus vidas, alejándose de la perfección técnica pero con gran hondura emotiva. Es autor de varias esculturas de obreros, sobre todo de mineros, como las del Monumento al trabajo, memorial erigido en Bruselas.

Honoré Daumier (1808-1879)

Célebre caricaturista, destacó tanto en la pintura como en la escultura. Sus obras son ácidas, alejándose del realismo idealizado y creando figuras muy expresionistas que muestran los aspectos más importantes de la personalidad de los modelos. Su obra más importante es Ratapoil, inspirada en los infiltrados de la policía secreta francesa.

Auguste Rodin (1840-1917): La Revolución de la Escultura Moderna

A finales del siglo XIX, surge un genio que revolucionó la escultura a partir de los descubrimientos tanto de los realistas como de los impresionistas: Auguste Rodin.

Inicios y Formación Autodidacta

En 1855, Rodin conoce la escultura y comienza a modelar. De noche trabajaba en sus propias creaciones. Un antiguo criado suyo, Bibi, le sirvió de modelo. A pesar de que la arcilla se había vuelto quebradiza a causa del frío, Rodin presentó la escultura al Salón de 1864, que, naturalmente, la rechazó. Se formó casi como autodidacta dentro del Academicismo, por lo que sus primeras obras tienen esta tendencia.

El Escándalo y la Búsqueda de la Verdad

Su siguiente obra provocó en el Salón parisino la admiración del público, pero también suscitó un escándalo, algo que se repetiría a lo largo de su carrera. Comparada con las triviales y frías esculturas académicas, la obra de Rodin parecía estar viva, lo que dio pie al reproche de que su autor la había vaciado directamente del cuerpo del modelo, y no modelado a partir de una arcilla. Rodin solo pudo librarse de la acusación gracias a la intervención de algunos colegas más influyentes y reconocidos. Para vengarse de la acusación, Rodin realizó un San Juan Bautista en tamaño mayor que el natural. Las partes que componen la figura son de origen diverso: el cuerpo lo forma Hombre dando un paso, los rasgos faciales son los de Danielli, un amigo de Rodin, y para la postura le sirvió de modelo un italiano. El estudio preliminar para el San Juan Bautista lo representa decapitado, al estilo en que las estatuas griegas o romanas han llegado hasta nosotros, es decir, mutiladas, en una clara referencia a la Venus de Milo.

La Puerta del Infierno: Un Universo Creativo

Absuelto de la acusación, rehabilitado y reconocido, en 1880 le encargan el modelo de una puerta decorada en bajorrelieve para el Museo de Artes Decorativas, que ha de tener por tema la Divina Comedia de Dante. Esta puerta, en la que Rodin trabajará casi 40 años y que dejará inconclusa, se convierte en el eje en torno al cual gira toda su fantasía creadora. El principio de su concepción es simple: se trata de plasmar un eco infernal a la Puerta del Paraíso de Ghiberti, obra perfectamente ordenada, mientras que la puerta de Rodin ha de representar el caos absoluto.

Obras Derivadas de la Puerta

Muchas de las obras más famosas de Rodin nacieron como parte de este monumental proyecto:

  • El pensador (1880): Probablemente la obra más famosa de Rodin, fue concebida originariamente para coronar la Puerta del Infierno como una representación del poeta Dante meditando sobre su obra. Se deriva tanto del Torso del Belvedere como de la estatua sedente de Lorenzo de Médici o del Moisés de Miguel Ángel. Pero lo que distingue a Rodin de sus famosos antecesores es la manera como traduce la actividad de pensar en la tensión de cada uno de los músculos, dando expresión sensible al trabajo intelectual.
  • Adán (1880) y Eva (1881): Abatidos y quebrantados por el pecado original, enmarcan la Puerta del Infierno. Para Adán, Rodin volvió a inspirarse en Miguel Ángel, especialmente en la postura de Cristo en la Piedad de la catedral de Florencia.
  • Las tres sombras (1880): Consiste en una versión triple de Adán, expulsado del Paraíso, que Rodin reutiliza para acentuar la fuerza expresiva.
  • El beso: Obra destinada originalmente a representar dentro de la Puerta del Infierno la trágica historia de Paolo y Francesca. Finalmente, se separó del conjunto y se convirtió en un símbolo universal del arte erótico. El dinamismo de la composición lleva al espectador a rodear la escultura, buscando todas las sugerencias y posibilidades de visión.
  • La Mujer en cuclillas (1880-82): Extraída también de la Puerta del Infierno, es otro ejemplo de la audacia de Rodin en la representación del cuerpo femenino.
  • Danaide: Una de las esculturas más bellas que salió del taller de Rodin. Recoge el mito clásico según el cual las Danaides fueron condenadas en el Reino de los Muertos a llenar un recipiente con agua que jamás terminaría de llenarse. La figura se arrastra de tal manera que la imprecisión de los perfiles se funde sobre la piedra de base, como si surgiera de ella. Este efecto, que contrasta superficies lisas y pulidas con zonas sin tallar, enfatiza su fuerza expresiva y crea una enorme belleza. La postura forzada multiplica las sensaciones según el punto de vista: más sutil desde adelante, más erótica desde atrás, más doliente en los costados.

Grandes Monumentos Públicos

Los ciudadanos de Calais (1884-86)

Según cuenta el cronista medieval Froissart, el rey Eduardo III, durante el sitio de Calais por los ingleses en 1347, se declaró dispuesto a respetar la vida de la población bajo la condición de que seis de los más destacados ciudadanos fuesen descalzos, con la cabeza descubierta y una cuerda al cuello a entregarle la llave de la ciudad. Durante los diez años que trabajó en la obra, Rodin recibió violentas críticas: se decía que transmitía un mensaje desmoralizador, que sus dimensiones eran exageradas o que carecía de elegancia. Sin embargo, logró imponer su voluntad, instalando la obra directamente en el suelo, sin un zócalo monumental, para acercar el drama a los espectadores.

Monumento a Honoré de Balzac

En 1883, Rodin recibió de la Société des Gens de Lettres el encargo de realizar un monumento en honor al novelista. En esta obra, renuncia a la imitación servil de la realidad y simplifica las formas con extraordinaria audacia. La intención de Rodin era dar expresión al sentimiento y a la fuerza creativa del escritor.

La Expresividad de las Formas: Manos y Fragmentos

La multiplicidad de puntos de vista es una de las principales características de la obra de Rodin, que buscaba con ello potenciar la expresividad de los cuerpos. Hacía sucesivos apuntes de todas las caras de sus obras y daba continuas vueltas a su alrededor para obtener una serie de vistas conectadas en círculo.

Las manos son una especialidad de Rodin. Modeló La mano de Dios (también llamada La creación, 1902), donde coloca uno de sus desnudos dentro de unas manos monumentales que parecen surgir de la porción de mármol aún sin labrar. Entre las más bellas figuran aquellas que juntó para formar La catedral (1908).